Un periodista debe buscar historias conmovedoras y de reconciliación tras el Acuerdo de Paz alcanzado en 2016 con la guerrilla de las Farc. El hombre acaba de terminar una relación con una mujer de clase alta con quien comprendió, también, el terrible abismo que existe entre ese engendro llamado estratos en Colombia.
Cantar es sobrevivir es el periplo de un hombre destrozado en medio de un país en ruinas morales y sociales. Casas de pique, masacres selectivas, líderes sociales asesinados y un país abandonado por sus élites es lo que encuentra a su paso son las imágenes de la tragedia.
Como en 35 muertos, su anterior novela, Sergio Álvarez ha logrado una relato profundamente necesario para un país que se niega a aceptar su horror e ignominia. Mientras el protagonista de su novela viaja de lugar en lugar, las canciones de hombres y mujeres como él, salidas de la entraña popular, acompañan este viaje hacia el fondo de la noche.
Nacido el 31 de diciembre de 1965, Sergio Álvarez intentó estudiar filosofía pero se aburrió y decidió irse a vivir a los Llanos Orientales. Cinco años después regresó a Bgotá, trabajó en publicidad, como guionista de comics y libretista de televisión. A mediados de los años noventa se radicó en Barcelona, donde escribió la novela juvenil Mapaná y La Lectora, un juego literario con formato de novela negra que fue premiado en la Semana Negra de Gijón y convertido en serie de televisión. Colabora con El País y La Vanguardia, los dos principales periódicos de España. En la actualidad ultima su tercera novela y trabaja en una serie de televisión y en un par de películas que se preparan con argumentos originales suyos.
Muy duro. Cuenta la cruda realidad del conflicto armado colombiano, antes y después de los “acuerdos de Paz”. Increíble el poder que tiene la música como elemento transformador y de arraigo a la vida. “Vamos a cantarle a mi abuelo hasta que crezca hierba en esa tumba”
En “Cantar es sobrevivir”, Sergio Álvarez explora la tradición musical colombiana para construir una historia universal en la que narra el impacto del conflicto armado en la sociedad de su país. Como extranjero, aprendí mucho acercándome al proceso de paz colombiano desde una mirada más humana y menos vinculada al discurso oficial, tanto de los gobiernos como de los medios de comunicación. Gran libro. Si se pudiera dar 1/2 estrella, le pondría 4 1/2.
Varias ocasiones debí interrumpir la lectura debido a lo difícil que era digerir lo que estaba escrito. Un relato desgarrador sobre cómo nadie se escapa de la violencia en Colombia y más aún las comunidades indígenas, afro y campesinas, las cuales han sido acorraladas, asesinadas y desdignificadas en una guerra impulsada por la avaricia y la crueldad humana. Las letras de canciones populares Colombianas que iban apareciendo de la nada en el texto eran una caricia para el alma entre tanto dolor. Un reflejo tajante de lo que quiere mostrar el libro, la música permite sanar, permite sobrevivir.
Cruento, visceral, desolador: Así podría resumirse este relato que, paralelo a la historia de su protagonista, expone apartes del martirio que padecen aún miles de colombianos y, de cómo la música y el canto, en todas las regiones del país, atraviesa la esperanza de tiempos mejores, se vuelve bálsamo que acompaña y, algunas veces, la única respuesta en un país que padece por igual el olvido y el interés malsano de los poderosos.
Es un libro estremecedor en cuanto a la forma como narra el conflicto en los territorios y, a la vez, esperanzador al reflejar lo que ha sido la música y las expresiones artísticas en general para los mismos, en su camino a combatir (O quizá solo sobrevivir) a la crudeza de la guerra. Es una lectura amena, sin duda.
No es fácil de leer y no lo digo solo por la forma en la que esta escrito, no es fácil leer de violencia y de la lucha contra el conflicto, es desgarrador en varios momentos. Pero la música, nuestra gente, siempre sacan algo bueno de lo malo y por eso se ríe, se baila y se canta para sobrevivir.