Palestina en pedazos amplía y profundiza la reflexión que Lina Meruane inició en 2012, tras un viaje a Beit Jala que constituiría un paradójico volver a casa en nombre de quienes nunca pudieron regresar. Desde esa posición acaso desautorizada pero políticamente comprometida, Meruane escribió la crónica que abre este volumen -"Volverse Palestina"- y continuó escribiendo porque, como diría después, "por más que una ponga un punto final, la terrible realidad de la ocupación ha continuado, exigiendo ser contada para evitar la desaparición de la historia palestina y de su gente".
A esas páginas se sumó una segunda parte -"Volvernos otros"-, una aguda y audaz meditación en torno al lenguaje del conflicto, y una tercera, hasta ahora inédita -"Rostros en mi rostro"-, en la que se repiensa la identidad individual y colectiva impresa en las caras y en las lenguas, así como los contrasentidos culturales que los cuerpos portan.
Los tres textos aquí reunidos examinan pertenencias esencialistas, excluyentes, proscritas e inestables a través de una escritura que funde el aire melancólico de la memoria, la agilidad de la crónica viajera, la ironía crítica y el toque reflexivo a la vez que atrevido del ensayo.
Lina Meruane (Santiago de Chile, 1970) es escritora y ensayista. Ha publicado el libro de cuentos Las infantas (1998) y las novelas Póstuma (2000), Cercada (2000), Fruta podrida (2007), premiada Mejor Novela Inédita por el CNCE, y Sangre en el ojo (2012), por el que recibió el premio Sor Juana Inés de la Cruz. También ha publicado ensayos como Viajes virales (2012), Volverse Palestina (2013) y Contra los hijos (2014). Ha recibido el premio Anna Seghers por la calidad de su obra, entre otros. Actualmente, dicta clases en la Universidad de Nueva York y es la fundadora del sello Brutas Editoras.
Cerré el 2024 con esta antología, este "cuaderno", la trilogía palestina de Lina Meruane. Hay mucho por decir, mucho por pensar, y muchas veces todo se siente inútil ante la gravedad de las circunstancias y el dolor de las personas porque hay mucho que no podemos hacer. Arde, pero supongo que lo que mejor sé hacer es leer, informarme, aprender.
Este libro me parece una muy buena aproximación a la situación de Palestina, sobre todo para quien lee desde América Latina. La segunda parte, la que disecciona cuestiones del lenguaje es muy valiosa, es una caja de herramientas para analizar cómo es que se habla, se narra, la historia de Palestina y su posición actual.
Hay que leer a Palestina, recordar a Palestina, pensar en Palestina, hablar de Palestina.
Había leído anteriormente la primera parte de este libro en otra edición, a este de añaden dos partes nuevas. Una, mi favorita, un análisis del lenguaje y cómo la palabra es una herramienta de lucha. Pero también de manipulación. La historia y sus palabras muchas veces las cuentan los “vencedores” y la tercera parte nos recuerda que Meruane sigue buscando su identidad.
Me gusta este libro, me gusta porque es necesario para preguntarnos en dónde queda la literatura en medio de un genocidio. La claridad de Meruane y la manera de hacer crónica de su búsqueda me impresionan y maravillan. Por eso hay que leerla, de alguna manera siento que resisto con ella.
Al terminar de leer Palestina en pedazos, lo cierro y miro con orgullo cada post-it pegado en él, cada frase subrayada por mi lápiz grafito, cada anotación al margen de sus páginas. Siento que aprendí mucho y ese es el mayor valor, para mí, que carga este libro.
Agradezco la paciencia de Lina por enseñarle, con palabras simples y experiencias cercanas, a esta alumna que entró en su libro con el más puro desconocimiento de una realidad ajena.
Es difícil poder reseñar una historia que me entregó tantos momentos y me hizo pasar por tantas emociones, pero destaco "Volvernos Otros", porque me fascina el ejercicio de analizar minuciosamente el lenguaje que nos construye. Me volvió, no tan solo una lectora y persona más consciente de la palabra, sino una escritora en potencia que desea narrar para no olvidar.
"Una escritura sin pausa para combatir la complicidad de los discursos y de los silencios que se impusieron alrededor del espanto. La escritura de lo visto, con las imágenes hiriendo la memoria como garantía de lo cierto. Escribir desde lo visto para contrarrestar el olvido".
Por último, le agradezco a Lina su sinceridad, sus palabras transparentes y lúcidas. Ojalá algún día ser su amiga y, cuando grande, ser como ella.
Después de leer últimamente a Philip Roth en su búsqueda de las claves del perfecto escritor judío, llegué por contraste a Lina Meruane, escritora chilena con ascendientes palestinos, que aquí realiza todo un trabajo contra la generalización y la conversión a estereotipos de la cuestión palestina.
Hay una primera parte del texto, escrita en 2013, en la que Meruane visita físicamente el presente de la tierra de sus abuelos, con el propósito de buscar una aclaración genealógica o clanológica de su apellido y también para dar respuesta al dilema de "permanecer" o en su caso "regresar". Desfilan ante sus ojos judíos ortodoxos, rabinos, sionistas, palestinos que viven en Gaza o en Cisjordania, árabes-israelíes, drusos, palestinos-48, palestinos-67, refugiados, colonos, militares, objetores, activistas, ONG's, seudo turistas... La situación tan extrema de lo que allí se vive no ayuda a posiciones intermedias.
En una segunda parte (2014) hace una glosa en la que regresa al pasado y al lenguaje del conflicto, yendo tras el hilo de la lengua para ver cómo israelíes y palestinos se disputan el control del discurso: nakba, muro, ocupación, colonialismo, imperialismo, intifada, terrorismo, boicot, apartheid. Por ambas partes se cae en el "verbicidio", de con-nosotros o con-el-mal.
La tercera parte, escrita en 2019, es la más empírica. Trata sobre los problemas de identidad, las maneras de catalogar al ser humano en función de la apariencia, la lengua hablada, la gestualidad o el pasaporte. Meruane realiza un nuevo viaje a Beir Jala, donde reside su "tribu perdida" y repasa su experiencia como conferenciante sobre la palestinidad.
Es un libro exageradamente lleno de matices, porque la asimetría del relato del conflicto así lo requiere: "Me amparo en la sentencia de Sontag donde asegura que la sabiduría de la literatura es contraria a la certeza. «Nada es mi última palabra sobre algo», escribe. Porque la certeza abarata y desbarata la tarea del escritor."
El primero y el segundo me han gustado más que el tercero. Pero es una buena forma de acercarse a la historia y situación de Palestina, desde un relato íntimo, familiar, identitario, y lleno de nostalgia. Free Palestine 💚.
"Es asombroso que sean los propios herederos del holocausto quienes hayan elegido olvidar lo que fue vivir y morir en el lugar del oprimido, lo que significó: el desprecio y la constante humillación, la consiguiente suspención de sus derechos ciudadanos y humanos, su conversión en enemigos, en seres indeseables, menos que animales, escoria. Esas palabras inhumanas hicieron posible lo impensable: el genocidio. No es entonces una simple ironía. Es una irresponsabilidad histórica inaceptable y estremecedora que ellos elijan no ver, o peor, elijan repetir esa fórmula discriminatoria sobre los palestinos."
(4.5) Las primeras dos partes del libro ya las había leído en “Volverse Palestina”, pero las releí para volver a experimentar la escritura, y volver a empatizar. Me sigue pareciendo fuertísimo, por favor léanlo.
Es muy difícil definir un libro como este, que habla desde lo humano y desde un lugar profundo en nuestro ser, las raíces. Ser parte sin serlo, sin saber bien qué significa, es algo de lo que leo en sus páginas.
Meruane se hace parte de una historia que podría no haberla alcanzado, pero contra pronóstico va hacia ella. Describe esas situaciones que esperas no sean tan ciertas, pero lo son, y además puedes llevarlas o compararlas a otras similares.
Creo que es un libro que sirve para pensar no sólo en el conflicto de Palestina, sino en como nos tratamos y juzgamos a nivel global. Cuantas cosas se asumen antes de tiempo.
Es sin duda un buen libro aunque, a diferencia de lo que pueda parecer (al menos así me lo vendieron a mi) no es un ensayo sobre Palestina o el conflicto árabe israelí ni nada por el estilo. Más bien es un relato personal de la escritora, una chilena de origen palestino afincada en Nueva York, donde esta reflexiona sobre sus raíces e identidad. Por supuesto esto incluye un viaje al lugar de origen de su familia en Cisjordania, lo que deriva en un relato sobre la vida en esta zona del mundo asolada de checkpoints y vigilancia constante y por supuesto hay un posicionamiento claro con la causa palestina. Pero creo que el fondo del libro es más bien introspectivo y una reflexión sobre la complejidad de las identidades nacionales. Es ameno de leer y contiene más de una reflexión interesante, aunque creo que difícilmente puede servir para hacerse una idea de la historia del conflicto (aunque seguramente ese no fuera nunca su propósito y para ese fin existen numerosos ensayos históricos). En cualquier caso, nada de esto le quita valor al libro.
Cada apartado que agrega Lina Meruane con los años, hace un relato más complejo y enrevesado, más personal y político. Quiero mucho a Lina Meruane, me emociona su escritura, me da un orgullo nacionalista extraño que no siento con nadie más y que me avergüenza admitir pero realmente me parece increíble ella.
Palestina en pedazos es un tríptico donde confluyen la crónica y el ensayo sobre uno de los temas más complejos que atraviesa nuestra actualidad y nuestra historia reciente. Lina Meruane se mete de lleno en la polémica a sabiendas de que no es una observadora neutral: no es solo una obligación humana e intelectual lo que la lleva a hacerlo, sino también, el llamado de su propia genealogía que pide auxilio desde tierras cercadas no solo por la violencia, sino también por la estigmatización. Un compilado lleno de pasajes muy potentes y eficaces que atacan toda generalización y desarman el aparato del lenguaje que busca silenciar la violencia:
“Con la convicción de que cada palabra es una bandera izada que entrega señales para entendidos y señuelos para incautos.”
El primer trabajo que compone este libro se titula Volverse Palestina. Fue publicado en 2013 y narra el viaje de Lina Meruane a Palestina y la exploración de sus raíces. Una verdadera crónica del regreso genealógico:
“Regresar. Ese es el verbo que me asalta cada vez que pienso en la posibilidad de Palestina. Me digo: no sería un volver sino apenas un visitar una tierra en la que nunca estuve, de la que no tengo ni una sola imagen propia. Lo palestino ha sido siempre para mí un rumor de donde, un relato al que se acude para salvar de la extinción un origen compartido.”
A partir de sus relatos familiares, Lina nos introduce en la historia de la diáspora Palestina y el estado actual del territorio. Su viaje a Beit Jala la lleva al encuentro con unas tías que nunca había visto, un lazo familiar apenas sostenido por la distancia y la historia. Luego, en Hebrón, constata el drama cotidiano de quienes conviven con los asentamientos, enfrentando un sistema que privilegia a los colonos a costa de la población palestina.
Es entonces en este primer capítulo donde se despliega el drama tanto de quienes se quedaron como de quienes no pudieron regresar. Y es, precisamente, en este regreso donde la autora reflexiona sobre lo que significa que la historia de su familia esté atada a esas tierras en conflicto.
Titulado Volvernos otros y publicado un año después (2014). A diferencia del primer capítulo, este segundo se propone analizar y desarmar el lenguaje del conflicto. En su análisis señala cómo ciertas narrativas, impulsadas por los acontecimientos del 11 de septiembre, han permitido que se generalicen y se asocien con el terrorismo no solo a una parte del mundo árabe, sino también a las expresiones extremistas en otras religiones, con un énfasis particular en cómo la islamofobia ha crecido desde entonces. Para ello la autora expone y, a veces, confronta con la mirada de otros intelectuales, tal es el caso de Mario Vargas Llosa, Amos Oz, David Grossman, Noam Chomsky y otros. En este sentido, Meruane expone una fuerte declaración sobre el rol del escritor y el intelectual en la sociedad:
”Hay que fracturar con el lenguaje la asfixiante dicotomía a la que nos somete el discurso político, uno que intensifica dramáticamente las posiciones binarias (contra el enemigo, contra el traidor) cuanto más prolongado es el conflicto. El pobre idioma de la dicotomía acaba reemplazando toda complejidad y todo pensamiento crítico. Tal vez ese sea el único compromiso posible. El de volverse hacia la historia hacia la historia para poder retratar el presente. El de trabajar contra la generalización, contra la conversión de estereotipos y al desparramo de opiniones que aniquilan la verdad.”
Filosa, aguda, sin tapujos y, por momentos, irónica, Lina despliega sin miedo la potencia de su prosa y llama a una acción política que no se base solo en la empatía, ya que esta corre el riesgo de jugar a favor de los victimarios:
”Pero la acción política no sólo debe verificarse en el sentimiento de empatía que nos provoca la situación del otro, sino fundarse en la justicia de la reivindicación”
Para finalizar está trilogía de Palestina, nos encontramos con Rostros en mi rostro de 2019, donde Lina retoma principalmente la crónica para narrar su vuelta a Palestina. Aquí la autora indaga fuertemente sobre la identidad, sobre cómo se constituye y es percibida por los demás, tomando los rostros como eje principal:
”Y es en la eterna fila de migración en el aeropuerto parisino donde caigo en cuenta de que llevo años juntando evidencia de que los rostros son signos confusos. Junto a mí van portadores de rostros que entregan sus datos para ser inspeccionados a la vez que intentan esquivar el enraizado afán racista de definirlos, distinguirlos y diferenciarlos de una población local igualmente variada. Porque es en las fronteras donde se pone en escena el intento por etiquetarlos, estereotiparlos, estigmatizarlos. Avanzo en la fila de los extranjeros sabiendo que fingir que la diferencia no existe pudiera ser asimismo racista: ser diferente no solo no es negativo sino que es un hecho legítimo. Habría que insistir en que nadie es igual a nadie, que cada cuerpo es una variante de lo humano.”
Un libro que disfruté de principio a fin y, creo, una lectura necesaria para cualquiera que le interese el tema y además disfrute de la pluma hermosa de Lina Meruane.
Buenísimo! podría dejar un comentario por cada una de las secciones en las que se desagrega este libro, pero me alargaría demasiado porque es mucho lo que hay que comentar.
Lina Meruane maneja una habilidad increíble para concluir sus escritos con reflexiones muy profundas y que se quedan contigo mucho rato (algo así como "el remate" de los textos). Es un libro muy personal y la forma de concluirlo no podría haber sido mejor, esas últimas dos páginas concluyen muy bien una temática que fue constante en todo el libro pero que se hace más central en la sección de "Rostros en mi rostro".
Además, muy recomendado para conocer sobre los horrores que el Estado de Israel comete contra los palestinos y para entender cómo se les ha deshumanizado e intentado borrar su existencia de forma sistemática.
Lina a través de esta trilogía nos presta su mirada de lo que vió y vivió, su búsqueda de identidad y sus reflexiones sobre las palabras elegidas que construyen un discurso para el pueblo palestino. Agradezco su escritura sencilla y digerible, sin morbo, pero con toda la fuerza para nombrar un genocidio, el silencio del mundo y la impotencia de que nombrarlo hoy parece no ser suficiente, porque su gente muere, su cultura muere, su lengua muere, he ahí lo importante que es para Lina escribir sobre ello, para que Palestina pueda seguir viviendo a tavés de la escritura para no olvidar los horrores cometidos
es difícil reseñar un libro como este pero puedo decir que al terminarlo, me dieron ganas de pararme y aplaudir como si se tratara de una obra de teatro - o mejor aún: un discurso que dejó a todo el público sin palabras y con el corazón latiendo rapidísimo. se me hace una aproximación buenísima para quienes (como yo) no están muy familiarizadxs con la situación de palestina. una mirada tremendamente honesta que nos invita a seguir aprendiendo y a deconstruir narrativas. la primera y tercera parte me gustaron por lo íntimas que son, por lo personal y por la posibilidad de conocer a Lina a través de su historia - y la de su familia. la segunda parte me gustó porque se vuelve ensayístico y gira mucho en torno a las cuestiones del lenguaje, para analizar cómo es que se ha narrado la historia. un libro necesario. recomiendo mucho muchísimo. leer a Palestina, recordar a Palestina, pensar en Palestina, hablar de Palestina.
Aprendí mucho de este libro, aprendí de un conflicto inhumano desde los ojos de alguien que viene de ese linaje palestino y valoro mucho la manera en la que Lina nos cuenta su historia 💫
La identidad nacional es un tema llama mi atención desde hace mucho tiempo. Como peruano, mi “raza” siempre ha sido un tema relevante en mi día a día. Cuando era niño, mi familia materna (de origen italiano) me describía como “zambo”, mientras que mi familia paterna (de origen criollo – andino) me definía como “gringo”. Durante mi adolescencia, cuando fui censado por el Estado, quien tomaba mis datos se horrorizó cuando me definí como mestizo e inmediatamente me indicó que, en el Perú, “todos somos mestizos”. En la universidad, un grupo de compañeros, todos ellos de rasgos muy europeos, se encargaron de dejarme en claro que yo, al igual que ellos, era “blanco”. Al final, a mis casi 34 años de vida, aún no sé cómo definirme sin ofender a lxs demás. Por supuesto, mi identidad étnica no me ha representado ningún problema realmente relevante, como sí le sucede a Meruane y a lxs palestinxs. En parte, esto se debe a que gozo del privilegio del “passing” que, como bien menciona la autora, significa que paso como parte del grupo en, prácticamente, cualquier grupo.
Por otro lado, lo que sí me ha generado inconvenientes es mi nacionalidad. El ser peruano ha hecho que me miren mal en diferentes aeropuertos, que me hagan bullying en foros virtuales y que extranjeros me hagan preguntas o afirmaciones ofensivas sobre mi modo de vida (“¿por qué no usas plumas?”, “¿eres peruano? Pero sí tienes los dientes completos”). Y, aún así, con ventajas y desventajas, agradezco tener un lugar al que puedo llamar hogar y en el cuál soy, también con ciertas limitaciones derivadas de una democracia fallida, un ciudadano libre, reconocido internacionalmente y con un Estado que, espero, sea capaz de respaldarme ante cualquier injusticia, accidente o incidente más allá de nuestras fronteras. Esto es algo que el pueblo palestino no tiene.
Hasta hace poco me sentía orgulloso de ser peruano. Hoy, sin embargo, me pregunto de qué me siento orgulloso. Nací aquí por azar del destino y como consecuencia de un historial de flujos migratorios que volvieron al Perú, como sucede con muchas otras repúblicas sudamericana, una nación multicultural y diversa. Por eso, cuando pienso en las posibilidades de irme a otro lugar, me cuestiono a mí mismo sobre mis vínculos con mi país. Si vivo en el extranjero por un tiempo considerable, ¿seguiré siendo peruano? Quizás en un ámbito legal, sí, pero, ¿en los demás? Y si hiciera mi vida en el extranjero, ¿obligaría a mis hijxs a ser peruanxs? ¿Lxs dejaría identificarse con la nacionalidad que ellos elijan? ¿O lxs obligaría a adaptarse al “nuevo” hogar, el cual, para ellxs, será simplemente “el hogar”? Hace poco vi un TikTok en el que una madre venezolana le decía a su hijo de tres años, nacido y radicado en el Perú, que él debía comer y disfrutar de las arepas porque era “venezolano”. El niño, simplemente, no quería comer arepas. No le gustaban. ¿Es entonces “menos” venezolano? Porque seguramente, ante muchas otras personas, tampoco será lo “suficientemente” peruano.
En su literatura, la autora peruana de ascendencia china Julia Wong habla mucho sobre la identidad. Ella es peruana, pero le exigen ser también china. No puede ser ambas cosas a la vez, solo una, aunque ella quiera más que eso. ¿Cómo definir(se) realmente? ¿Quién autoriza una definición y descarta otra? Bien decía Toni Morrison que “las definiciones pertenecen a quien define, no al definido”.
Sin embargo, no podemos vivir sin esas definiciones ni etiquetas nacionales. Y es que, a pesar de todo lo escrito, defiendo a mi patria ante las injusticias y, desde mi posición de privilegio (que me da voz), abogo por lxs “míos”, en el sentido más nacional de la palabra. ¿Cómo me entendería a mí mismo si no tuviera una identidad nacional de la cuál sostenerme? En su texto, Meruane ahonda en este aspecto del conflicto israelí-palestino. No solo se está dejando a lxs palestinxs sin país, sino también sin identidad nacional. Se les llama árabes, tal como a lxs africanxs se les atribuye una única identidad continental. Y despojar a alguien de su identidad es un acto terrorista (no contentos con matar, se opta por borrar).
Así que leer “Palestina en pedazos” ha sido un viaje interesante. No solo me ha acercado más a la realidad palestina, y la sombra de injusticia y muerte que se expande sobre quienes portan esa identidad / etiqueta, sino que también me ha permitido (re)entenderme de otras maneras… A mí y a las dudas y cuestionamientos que llevo conmigo.
Es difícil hablar de identidad cuando hay seres humanos que han sido vilmente despojados de ella.
No es divulgacion básica, hay mucho contexto que tienes que saber antes de leerlo. No es malo esto, vaya, es casi bonito que sea un objeto de notas de Lina para ella entender. El primero de los ensayos lo había leído ya, empecé por el segundo, que he disfrutado mucho. Misma tónica que Volverse palestina, claro. El tercero es el más difuso -y eso que es el único narrativo-, y el que menos me gusta. Tengo un dilema en cuanto a la incorporación de la primera persona en este tipo de ensayos, es un plof total el viaje a Egipto como cierre del libro porque no sé qué decirte que no sé muy bien qué valor o interés me tiene a mí o incluso al tema. Entiendo la primera persona de las dos primeras partes dentro del proceso de descubrimiento, entiendo la primera persona del viaje a Palestina del tercero, me cuesta a veces entender la relevancia de otras anécdotas. Así en resumen: es magnífico.
creo que hace mucho no subrayaba tanto un libro como me pasó con este; sin embargo, me quedo con lo que me dejó más marcada, sobre todo siendo chilena y teniendo tantos compañeros palestinos.
'Con quién empatizar en una situación compleja podría invalidar toda acción (la clausura de los asentamientos ilegales) y dejar como única alternativa la deriva de la venganza (la resistencia palestina).'
y sobre todo:
' Las paredes palestinas son las páginas donde se reescribe el guion del holocausto que los judíos continúan legítimamente enrostrándole al mundo como víctimas.'
y para terminar:
'Quiero decir, dijo, que el insistente recordatorio de la shoah como un sufrimiento único e incomparable les permitió convencer al mundo de la necesidad de un hogar exclusivo para ellos.'
si esto no es genocidio hacia palestina, en serio, no sé qué mierda es.
Excelente libro, escrito con inteligencia, con emoción y con una pluma creativa y rica. Describe con precisión y gracia las costumbres de la diáspora palestina en Chile, y profundiza en los sufrimientos de los palestinos refugiados en su propio país. Fácil de leer y muy entretenido. Recomendado para todo tipo de lectores.
No suelo llorar, ni con los libros ni ante situaciones tristes; no sabría explicarlo. Sin embargo, soy sentimental: me conmuevo, me emociono, me dejo tocar por la vida. Y Lina Meruane me ha conmovido hasta el punto de hacerme llorar.
Su libro (que en realidad son tres) es una narración extraordinaria sobre la migración, la colonización y el genocidio. Es un texto que, desde 2012, parece anticipar nuestro presente.
Me alegra haberlo leído. Lo recomiendo ampliamente.
Hay que leer sobre Palestina, hablar de Palestina, escribir sobre Palestina, no olvidar, nunca olvidar. From the river to the sea, Palestine will be free.
Traté de leerlo y avanzar pero para mí muy aburrido! El tema por supuesto que es interesante, pero el libro está narrado en forma de crónica, me pareció muy lento y no pude engancharme por más q traté hasta casi la mitad. Finalmente decidí abandonarlo! 😔
La recopilación de la trilogía Palestina de Lina es belleza en cada página. Lo histórico cruzándose con lo más íntimo y personal de la vivencia de la búsqueda sus orígenes. Duro, bellísimo. Un libro que hay que leer en los tiempos que corren.
Libro de no ficción donde la autora chilena de origen palestino, nos cuenta como viajó en dos ocasiones a Palestina ya de adulta, para reencontrarse con su parte palestina. Su encuentro con esa cultura,la familia de su padre y conocerá personas de diferentes nacionalidades , culturas y religiones. Pero lo más interesante es descubrir a través de su experiencia, toda la odisea vive cada vez que entra y sale del país así como todo el control y sometimiento que padecen todos los palestinos y los extranjeros que son minuciosamente vigilados a través de diferentes puestos de control de identidad incluso de IAs que escanean tu rostro para manternernos vigilados 😱. Su análisis y aportación sobre el poder y la influencia sionista tanto en el interior del país como internacionalmente es muy iluminador y a la vez aterrador. Muy recomendable.
Este libro nos lleva a lo más profundo de cada uno, a la raíces que tenemos, sin vivir en ese lugar o sin tener el sentimiento de pertenencia.
Este libro no solo te sumerge en el conflicto que hay con Palestina, sino que te hace pensar en si verdaderamente tratamos a todos los humanos con igualdad independientemente de cualquier razón, ya sea religión, cultura o sexo.
Entre una crónica de viaje, memorias familiares y ensayo, Meruane nos comparte una parte de la historia del pueblo palestino, donde ha sido despojado, desplazado y exterminado de a poco por el Estado de Israel en complicidad de comunidad internacional. También nos regala un análisis del papel que juega el lenguaje para intentar proyectar una realidad que no coincide con los hechos.