Una mujer barbera atrapada en una reyerta. El cruel linchamiento de un legendario bandolero. Una misteriosa matanza en una fonda en la que el único testigo es un burrico. El amor imposible entre una vidente y un forajido. Una inundación que sigue su curso llevándose por delante todo lo que encuentra a su paso o la inesperada visita de los fantasmas del pasado que buscan ajustar cuentas con un violento guardia civil. Los héroes y los villanos se desdibujan en Malaventura, una suerte de neorromancero ambientado en una Andalucía remota, desesperada y pobre, a la vez irreal y auténtica, mítica y salvaje, lleno de personajes extremos: quinquis, hechiceras, cazadores, demonios que se desplazan en las ondas de la radio, mercenarios con buen corazón o niños que maldicen a todo un pueblo. Con un aire de novela de iniciación, de relato gótico y una profunda identidad sureña, la narración adquiere tonos de acid western que bebe tanto de las letras de la tradición flamenca y de Lorca como de Sergio Leone o Stephen King.
Fernando Navarro nació en Granada en 1980. Es uno de los guionistas más activos y prolíficos del cine español. Ha colaborado con cineastas como Álex de la Iglesia, Isaki Lacuesta, Rodrigo Cortés, Paco Plaza o Jaume Balagueró. Ha sido dos veces nominado a los Premios Goya, en las categorías de Mejor Guion Original y Mejor Guion Adaptado. Entre su filmografía destacan Verónica (nominada a Mejor Guion Original en los Premios Goya 2018), Orígenes secretos (nominada a Mejor Guion Adaptado en los Premios Goya 2020), Bajocero (2021), Venus (2022) y la serie Romancero (2023). Es coguionista de Segundo premio (2024), película que se alzó con la Biznaga de Oro en el Festival de Málaga y que ha sido nominada al Goya a Mejor Película y candidata a los Premios Oscar en la categoría de Mejor Película Internacional.
Es miembro del Writers Guild of America y ha impartido talleres de Escritura Creativa en la Universidad de Siracusa y en Le Moyne College, ambos en Nueva York. Ha escrito relatos y artículos en revistas como MondoSonoro, Letras Libres, Cuadernos Hispanoamericanos o Turia, y ha colaborado en medios como Radio3, ABC o Cadena SER, donde dirigió y presentó el pódcast de terror Vuelo de brujas.
En Impedimenta ha publicado el libro de relatos Malaventura (2022), que ganó el Premio Setenil 2022 y el premio a Mejor Autor Revelación en los Premios de Literatura Vanity Fair by Openbank 2023. Crisálida es su primera novela.
Un conjunto de relatos brutales y tiernos al mismo tiempo. El hilo conductor son las tierras de sur convertidas es un western salvaje. Muy bien escrito, algún narrador no fiable y una atmósfera fantástica. El único pero que le pongo al libro es que la sinopsis me confundió. Creí que se trataría de historias entrecruzadas y que encontraría algo de género fantástico ( hechiceras, demonios que se desplazan por ondas de radio) pero solo roza el realismo fantástico en un par de páginas. Por lo demás, me encanta el ambiente que ha conseguido el autor y la calidad de su prosa.
imagina que una de esas gitanas que pasean por la puerta del sol, ofreciendo unas ramita de romero, de repente te dijeran que lo único que quieren es leerte la malaventura. la buenaventura, querrás decir. no, no, la malaventura. todo aquello que no terminará bien. para eso nunca hay tiempo y aprietas el paso. y además quien quiere oír toda la serie de desgracias que acarrearás en tu vida. yo no, desde luego. #malaventura son toda esa serie de pequeños y grandes infortunios que ocurren en las horas trémulas, en tierras baldias, donde los vivos y los muertos echan un pulso a eso, a vida o muerte. sin revancha. #malaventura son las tierras andaluzas de gitanos y bandoleros, de cuevas y pozos, de caló y desierto, de la luna de #lorca y la noche negra. De maldiciones y premoniciones como cuando la Jacoba vio lo que ocurriría con su Grabiel o de aquella maestra que pagó muy caro con quien pasaba su tiempo libre. Malaventura es una colección de relatos donde la protagonista es la muerte. No se libra ni el apuntador. Bueno, en realidad sí, un burro atado a la entrada del pueblo, ajeno a todo lo que ocurre, que bien podría ser el narrador de todos estos infortunios. como si de una maldición se tratase todos y cada uno de los personajes de malaventura sufren algún vaivén que los hace acabar bajo tierra. dice en la solapa del libro que hay ciertos tintes tarantinescos en estos relatos y no lo pongo en duda pero yo, tras caer en la cuenta, de que siempre alguien, a veces más, pasaban a mejor vida, no podía parar de pensar en Kenny de los South Park. Moría en todos los episodios pero al siguiente ahí volvía a estar. En malaventura ocurre igual. poco importa quien muera. volverá a ocurrir. una y otra vez. hasta que el mundo se acabe. he ahí nuestra malaventura.
Me dicen que debería ser un poco mas severo a veces con mis reseñas, y creo que esta es una buena oportunidad. La verdad es que me ha costado terminar este compendio de relatos. La sinopsis me prometía relatos estilo western ambientados en mi Andalucía, combinados a veces con elementos de fantasía. Lo que no me decía es que iba a leer 10 veces el mismo relato.
Tengo que decir que los dos o tres relatos que sí que incluyen elementos fantásticos me han gustado bastante, pero el resto me han parecido repetitivos, demasiado parecidos unos a otros. Además está el tema del acento. El autor trata de trasladar la oralidad y sonoridad del acento andaluz a su prosa, pero no se atreve con el ritmo ni con la estructura, lo que resulta en una lectura a veces complicada y poco consistente. Por otra parte, todos los relatos están narrados en primera persona, por personajes distintos, pero todos hablan igual, por lo que cuesta aún mas diferenciar los relatos unos de otros.
Me esperaba un libro al estilo Panza de Burro ambientado en la Andalucía de la república y la dictadura, pero nada más lejos. Yo creo que los relatos por separado tienen su interés, y algunos abordan ideas muy buenas, pero leerlos juntos se hace pesado. Si lo volviera a leer iría a relato por semana o por mes y quizá la experiencia habría sido distinta.
“Me suenan a historias de indios, de supersticiosos y gitanos. Del más allá yo sólo sé lo que vi en los ojos del cartagenero cuando entré en su cortijo, que olía a geranios. El cielo y el infierno son lo mismo: un sitio negro del que no se regresa”.
Viendo la exposición sobre Zuloaga y el mundo gitano que está estos días en el Hospital Real de Granada he pensado en que hay una línea que parte de no sé qué profundidades y continúa en Jan Potocki, en el mejor romanticismo, en Lorca, el concurso del Cante Jondo, los libros de Chaves Nogales, el arte de Moreno Galván o Diego del Gastor tocando la guitarra, Enrique Morente y el Omega y las investigaciones de Pedro G. Romero. Y que todo eso me gusta, pero también he pensando en que el peligro de los tópicos andaluces, los tablaos para turistas, lo neorrancio, el nacionalismo español y la novela rural están ahí a dos pasos del peor abismo. Fernando Navarro creo que afortunadamente está en el lado oscuro de la fuerza. También Borges empezó hablando de gauchos y navajazos en los arrabales porteños.
Malaventura es un western descarnado con huella andaluza. Ambientada en una Andalucía remota y desolada, esta colección de relatos nos presenta a personajes atrapados en un entorno de violencia y miseria, donde la supervivencia es la única ley.
La malaventura está presente en cada relato, reflejando la constante lucha de los personajes contra un destino adverso y cruel. Navarro utiliza un lenguaje poético y evocador, mezclando influencias de la cultura tradicional y popular y los relatos, aunque duros y crudos, están llenos de una belleza oscura que engancha.
En contra de lo que leí en algunas opiniones, no lo calificaría como realismo mágico, más bien es un realismo costumbrista impregnado de las supersticiones y creencias populares que envuelven a los personajes en un aire denso, peligroso y desértico.
Un compendio de historias bastante consistente y muy bien ambientado, así que recomendadísimo.
En la página 85 me rindo y lo abandono. Hace unas semanas leí “Crisálida” también de Fernando y tengo que decir que de momento está entre mis mejores lecturas de 2025 pero este libro de relatos hasta donde he llegado, para mí ha sido bastante pésimo. Para mi gusto peca de excederse en la jerga andaluza y siendo yo de Andalucía y estando muy orgullosa de como hablamos, me ha resultado bastante cansino. Mis abuelos y bisabuelos eran también andaluces y tuve la suerte de conocerlos y jamás los he escuchado hablar de esta forma tan exagerada, lo considero más un intento de mala imitación que de narración. Por otro lado, hasta donde he leído, todas las historias y personajes me resultan iguales, muy repetitivo todo. Me quedo en la mitad del libro y no puedo darle ni una estrella. No sé si mas adelante me animaré a leer la otra mitad, lo dudo.
Fernando Navarro nos trae un recopilatorio de relatos en una Andalucía ficticia con aire añejo, en la que se dan historias que van a caballo entre las historias de pueblo, esas que se cuentan de boca en boca, y generación en generación. Pero, además, con un aire extraño, como de western unas veces, otras de un terror psicológico, e incluso dan la sensación de una nostalgia por algo o alguien que nunca ha conocido el lector. Incluso el deje del narrador nos transporta a años pasados y a pueblos chiquiticos. Me ha encantado la ambientación y los personajes, pero a veces el ritmo se me hacía lento y me hacía desconectar en ocasiones de la lectura.
En la publicidad de este libro se menciona a Tarantino, y curiosamente el último relato está en la línea de la novela que ha publicado el nortamericano, pero (por suerte) hay mucha más presencia de nuestra cultura que de su cine. Leyendo 'Malaventura' he recordado a Lorca, al que también se menciona en la promoción, a Rulfo y 'El llano en llamas', algunos cuentos de Borges, cuadros de Velázquez y Murillo... Hay mucha literatura y mucha Andalucía.
Llego a Malaventura con ganas curiosas, siendo Impedimenta una garantía de calidad, con voces mezcla de nuevas y contrastadas. Y este es un compendio diferente, pues aborda una época (amplia, más de lo que parece) poco tocada por la literatura. El Sur, esos desiertos donde rodajes de clásicos del Western se sucedieron, esos pueblos pequeños con sus propias leyes e idiosincrasias, ya una España vaciada con personajes representativos sin delimitar el límite del bien y del mal, difuminado entre los intereses, el orgullo, la venganza, el deseo, la bondad o el crimen. Todo trasladado a bandoleros y malajes de sangre caliente. Tiene diversos matices la antología, pero antes de abordar las sensaciones generales, desglosemos un poco sus quince cuentos.
Yace el cuerpo de un hombre enamorado: asistimos a la historia de El Morato, forajido al sur de Hispania, narrada por un criajo. Desventuras en un lenguaje claro y antiguo de la zona con deje (lo que será una constante). Así conocemos su amor clandestino con la maestra, y cómo de tanta vendetta y tan pendenciero acabó por cruzar con quien no debía, y los hijos de ese potentado vinieron a reclamar justicia de sangre, llevándoselo todo por delante. Un relato interesante que se desbroza a través de la voz de niño por un largo recorrido temporal, aunque me deje dudas la función del narrador, porque desde su edad, una cosa es opinar sobre rumores de una leyenda que pudo conocer, y otra contar hechos que no vio ni vivió. Pero funciona como buena introducción y sello de marca de lo que devendrá a continuación.
Mi hijo llevará el nombre de mi padre: despierta el relato con la contemplación de un hombre que permanece colgado durante la infinidad de días que suponen esas condiciones, ese desamparo de soga. Cuando consiga liberarse, si lo consigue, se promete una venganza junto con los motivos para ella. Narrador de primera persona y cuento breve, mezcla aquí sí del Far West con las características propias y de época del sur de la península. Buena fusión.
Fui piedra: un cuento infantil y atemporal. Cómo los pocos niños que quedan tras el incendio del colegio acuden al cementerio para reverenciar a otro niño y compañero muy especial, que en su momento murió de fame. Sobre el que sospechan puede estar provocando la maldición que asola su villa. Lenguaje característico, quizá algo elevado para un crío, pero texto breve de muy buen gusto sobre actos, consecuencias, y esos pequeños que se hacen preguntas sobre el cómo y el por qué, y que además intentan solucionarlo con su inventiva y mínimos miedos.
Del mismito color que el vino: tenemos a un malaje, un estafador, un hombre que solo sabe hacer mal a los demás y que ya desde pequeño solo quería hacer mal a los demás. Nos cuenta en primera persona esas malicias; cómo mata, cómo provoca dolor con gusto, cómo ni tan siquiera respeta a sus contratadores. Está encaprichado de una niña que conoció de niña y ya es mujer. Única heredera de un potentado. Enrevesado relato con mismo tono y misma voz que los anteriores, que invita a desvelar sus verdades y mentiras para saber qué pasó al final entre él, esa niña mujer, y sus empleadores, a partir del momento en que metió el cuchillo a quien quería y no debía. Debo decir que aquí esa mención a los aviones disturba el relato, fuera de tiempo y de lugar, rompiendo la atmósfera cuasi mágica.
Yo he visto a un niño llorar: hemos avanzado en el tiempo más allá de bandoleros, pues el personaje es otro que también sucumbe a sus caprichos. Y nos cuenta desde el futuro la historia familiar, sus penares tras un trágico accidente y las consecuencias que devino; el antes, y el ahora del después. Aprenderemos por qué merece la pena llorar con esa misma voz que parecen compartir los diferentes protagonistas o trovadores, pero que llega.
Martinete: un escueto poema arrítmico sobre la maldición de la sangre.
Por las trenzas de tu pelo: cambia la narración en forma y fondo, pues un niño busca a una joven extraviada, una joven hermosa y admirada de quien se dice que yacía con el cura, lo cual a los hombres les parece bien y a las mujeres horrendo (clases y géneros del antaño y del ahora). A través de esa búsqueda donde se la da por comida por lobos en lo profundo del bosque, se nos desafía a desentrañar el misterio de quién o qué la mató, en caso de estar muerta, sumado a las vivencias del muchacho y cómo da el paso entre niñez y adolescencia en lo que dura esa noche.
De aquella campana triste: la problemática de los pueblos vaciados, de esta península vacía y hueca con un pueblo que no se debió construir, en pretérito, por situarse en una zona que será anegada por las aguas más temprano que tarde. Los habitantes deben mudarse a otro pueblo hipotético que deberán labrar con sus manos y que quizá hagan suyo y quizá no. En la sensibilidad de este texto se mezclan las historias de clases y castas, porque no todes se mudan igual, y lo dejan todo atrás o cargan con una vida de recuerdos y posesiones en los diferentes carros. Crítica para aquel entonces y para este ahora muy válida y conseguida.
Retrato de un cazaor: se nos desglosa en primera persona todo lo relacionado con un retrato dentro de una familia llena de pistolas y trabucos. Una vez más ahondamos en esos cazadores a sueldo (criminales también) que ejecutan a gente peligrosa por mando de enemigos ricos, poco dispuestos luego a pagarles la cuenta. Metafórico, sin duda.
La Jacoba, que leía el futuro: asistimos afectados a cómo esta mujer, una adivina a quien recurren los del pueblo cuando nada más funciona, ya sea a por presagio o a por sanación o a por buenos consejos, cuando te falla la ley y te falla la religión. Esta Jacoba está apenada, destrozada, cantando letanías de maldiciones. Una historia de amor donde también vemos la vida de Gabriel el cojo, que no es cojo, y sus malquehaceres como buen malaje, pues va dando tumbos sin que nada importe hasta que algo importa. Repito, una historia de amor allá por 1960, entre lo antiguo y la modernidad, con apesadumbrado costumbrismo rural centrado en el delito de buscarse la vida. Este cuento, excelso, nos dice cuanto debemos saber de la antología.
Un burrico: un pueblo abandonado, devastado, deshilachado. Desde ese lugar trenzamos el hilo de la historia tras los ojos del burro, tierra vaciada de civilización por algún desastre real, una pérdida que muestra la crueldad de los humanos, que pasó de la invocación a la venganza cuando esa niña mujer fue arrasada por la violencia. Y todos callan, culpables todos, quienes lo hicieron, quienes no lo impidieron y quienes han seguido mudos. La invocación cobra venganza por la niña-mujer, vaya cómo lo hace. Notable, alcanza el corazón, y muestra que la progresión de la antología toca techo en estos textos finales, elevando su nivel.
La navaja oxidá: la mujer barbera, una mujer ejerciendo la profesión de un hombre. Inaudito. Mal visto. Una mujer ejerciendo cualquier profesión es anomalía. Y mientras un niño sueña con tener bigote para ser afeitado por tamaña musa, otros adultos pugnan por sus cariños de mala manera, purgando vidas inocentes si fuere necesario. Aquí se refleja bien (y se podría haber ahondado más) lo frágil que eres al exponer tu cuello, garganta, gaznate, al filo de la cuchilla de otro u otra, y lo haces por gusto, sensación incomparable. Siendo más profundo, se retrata una época donde el hombre creía que todo era suyo y todo podía reclamarlo por buenas o malas.
De tomillo y castañas: dos primos en una cerrada comunidad cañí, quienes ocultan la relación que tienen por incestuosa a ojos de todos sus parientes. Unos balazos marcan la diferencia, y es entonces cuando surge la revancha, esa venganza llena de dolor y pena por quien se sigue muriendo, y por quien no quiere vivir sin quien se sigue muriendo. Hermoso y triste.
Bisonte: Silverio, un guardia civil cabrón como pocos, con sus prejuicios para gitanos y moros. Un guardia civil que se enfrenta y los ha aplastado a todos. Un guardia civil que odia tanto como ama a esa niña de ojos azules, y para quien la violencia es su sino. Pero ese guardia civil, prepotente con su tricornio, verá que todo el mal que haces acaba por volverte, y quizá de la manera más inesperada, la que puede destrozarte con sus garras, la que llega desde lo más profundo. Visceral, intenso, provocador, te traslada, te contagia este cuento la rabia.
The night they drove old Dixie down: un precioso homenaje; el niño que va al cine para ver las películas donde sale como figurante su padre, reconocible por el su bigotón característico, con papeles en los que no encaja y que siempre muere pronto. Así se narra cómo la gran industria del cine vino a rodar en los desiertos del sur de España. Anécdotas, detalles, las ambiciones de ese padre que fue artista y fue de todo antes de ser nada y ser alcohol, y el niño que continúa acudiendo al cine a verle con la ilusión primeriza. Bello cierre que deja buen sabor de boca, rematando estos últimos textos tan demoledores.
Tengo sensaciones encontradas con Malaventura, pues gustándome esta apuesta con idiosincrasia muy preclara, creo que abarca un arco temporal demasiado amplio, que los narradores (siempre masculinos), en primera o tercera persona (cuasi igual de cruda la visión de adultos e infantes), son muy similares (al igual que algunas de las historias y sus motivaciones), y que ciertos elementos te sacan del ambiente de seudo western, aunque sea en la piel de toro, como una radio, una furgoneta o un avión. Quizá sea por las expectativas, casi seguro, o por gusto personal, o por esa ruptura de ambientación y tiempo. Aunque se escenifique una atmósfera subyugante, y esos suspiros vitales, siempre con desgracias, se muestren poderosos a la par de funestos, gustándome la visceralidad en la manera de contar y en el cómo se narra, con una pizca de mística y misterio agradecido.
La antología tiene frases, párrafos y expresiones notables, amparadas en ese dialecto antiguo, de casta pobre, callejera. Y es verdad que mejora mucho en la recta final con los relatos postreros, aunque se mantenga tono y lenguaje. Trágico costumbrismo rural, suciorrealismo mágico de la España que se fue vaciando y solo quedaban los que no podían marcharse y lo que no tenían otro lugar adonde ir, ya expulsados de la vida y malos por gusto o necesidad impuesta. De los pequeños problemas que son muy grandes, de cómo afrontas el crimen y la violencia y el castigo y las consecuencias, sea por deseo, por amor, por venganza, por justicia…
Relatos logrados de tono intenso, compendio de años de miseria o escenas consecuencia de actos nefandos y truculentos en un mundo que ha quedado atrás e incapaz de evolucionar, porque es la tragedia la que reina en esta compilación, por medio de la descripción de los estados de ánimo, sobre todo el deseo o la ira, junto con la atmósfera que se contagia de esa rabia y tristeza, cercenando casi toda esperanza.
En resumen, una muestra de picaresca oscura y crimen rural narrado desde sus mismas entrañas con conocimiento y pulso firme, por voz y por hechos. Merece la pena, sabiendo dónde te adentras.
Pd: ciertos cuentos de la antología se quedan contigo, de una era que resulta a la vez muy lejana y terriblemente cercana e íntima.
Una colección de relatos en una Andalucía casi de mito, como si finalmente la plétora de spaghetti westerns rodados allí la hubieran transformado. Historias de bandoleros, de brujas, de gitanos, de pobreza y violencia, de desiertos y caminos donde todo es posible pero casi siempre pasa lo peor; escritas aprovechando el deje de la tierra y con un lenguaje de puro apretar mandíbula y hedor a vinacho. Gran descubrimiento.
Cinco estrellas como cinco soles. Porque huele al Cabo de Gata, a Tabernas y suena a Lorca (manteniendo las distancias, obviamente, porque a Navarro se le entiende y a Lorca se le goza).
como (casi) todos los libros de relatos, Malaventura tiene sus altibajos, pero en general lo he disfrutado mucho. me encanta su atmósfera rural, andaluza, dura, que ralla lo fantástico. suscribo la crítica de otros lectores que apuntan que todos los relatos los narra una misma voz, aunque es una voz que me ha gustado.
mis favoritos: -fui piedra -yo he visto a un niño llorar -de aquella campana triste -la jacoba, que leía el futuro -de tomillo y castañas
2.5 El último de los relatos de este libro sube, para mí, notablemente la media del resto y le hace conseguir el aprobado raspado. El guionista Fernando Navarro ('Bajocero') debuta con esta colección de relatos cortos en los que resuenan los escritores americanos del siglo XX, la España vaciada de Sergio del Molino y, sobre todo, la influencia por todas partes de Lorca. Claro que atreverse con esta mezcla es muy osado y al autor no le acaba de salir bien.
En Malaventura, de Fernando Navarro nos encontramos con un libro compuesto por quince relatos, todos ellos ambientados en la época del lejano Oeste, pero con el sur de España como punto de origen.
Pudiera ser casi como una novela corta, ya que muchos relatos están fuertemente relacionados entre sí, pero no, son relatos independientes y autoconclusivos.
La pluma de Fernando Navarro me ha gustado muchísimo, y es que se siente mucho el deje lorquiano que corre por sus letras. Es un libro cargado de dramatismo, pistolas, violencia, desierto, sangre, polvo, y vinazo.
Creo que conforme el lector va avanzando a lo largo de la lectura, se va enganchando más y más hasta devorarlo sin compasión alguna. Realmente este no es un libro escrito para cualquier público. Es un libro muy particular, cargado de violencia sin medida, y pasión por las tierras almerienses y granadinas. Yo lo he disfrutado muchisimo, y sin duda lo recomiendo a todo aquel que quiera disfrutar de este filtro. Porque al fin y al cabo, el western no sólo es un género, es un filtro con el que ver la vida.
Afuera el cielo es amarillo y denso. Se funde como una vela que derrama su cera sobre la tierra ocre del desierto.
Interesante recopilación de mini historias ultra violentas de curiosos personajes que deambulen por el limbo del bien y el mal. Muy acertado la ambientación, aunque he de reconocer que me quedo con ganas de que las historias estuviesen interconectadas al estilo fix-up.
Muy bien escrito, es poético y muy estético. No sé, se te hace bonito. Son múltiples historias sin ningún tipo de relación, que para mi gusto van empeorando conforme avanzas el libro. Van perdiendo fuerza pero se sigue manteniendo ese tipo de escritura que en parte compensa, que le da ese toque. Tengo ganas de leer un relato de este hombre, no un conjunto de ellos. Ahí yo creo que puede sorprender más.
Fernando Navarro retrata un mundo brutal y mágico, antiheroico, un ambiente ocre y desértico que todo lo marchita. Me han gustado especialmente los relatos que adoptan el punto de vista de la infancia, con su descubrimiento silencioso de la vida y de la muerte; el precipicio en que se convierte la pasión amorosa y, sobre todo, ese estilo poético que se cuela entre las grietas de su universo turbio, envuelto siempre entre lo sobrenatural y lo cruel.
Lo encontré cachureando porque la descripción de western gótico andaluz me llamó la atención. Me gustó muchísimo, son una serie de fragmentos de historias que transcurren en una España de tiempo indeterminado, con bandoleros, brujas, duelos, folklore, magia, niños huérfanoos, ciudades que quedarán inundadas, con distintos personajes cada vez. Ninguna de las historias tiene relación entre sí, excepto para hacer referencia a los lugares que son un personaje más. Muy buena.
Una colección de relatos en los que el sur de España, más precisamente la zona de Granada, es el centro de atención. Un aire a western en algunos relatos es su mejor baza, aunque me parece muy presuntuoso llamarlo «western tarantinesco». La narrativa creo que no funciona en varios relatos y es muy interrumpida no sé si apropósito o no, pero no funciona muchas veces. Más allá de esos fallos, me han gustado algunos relatos como “Mi hijo llevará el nombre de mi padre”, “De tomillo y castañas” o “The night they drove old Dixie down”.
Tiene un par de relatos muy buenos y la ambientación está muy lograda, pero todos los narradores, incluso las historias, se parecen demasiado entre sí. Se vuelve algo cansino a ratos.
Leo en la faja del libro un «Un acid western de aires tarantinescos. Un abanico de historias con el sur como obsesion. Un híbrido de Lorca y Cormac McCarthy» y lo primero que se me viene a la cabeza es que en el tema de vender libros, o autores, hay quien los tiene muy gordos. Y pesados.
Nos transladamos a una Andalucía difusa, fronteriza, pretérita de personajes marginales. A mi me remite más a un Intemperie cambiando Badajoz por Almería, que de entrada no sería mala cosa antes de querer ser Cormac. Encontramos un personaje que podía haber salido, si no ha salido, de una canción de Kiko Veneno, Dieguico el Morato, vestido de blanco y llevando pistolas en un relato donde «todo el mundo sabía que iba a pasar lo que acabó pasando», que diría Santiago Nasar.
La atmósfera es correcta, el lenguaje, insisto, vuelve a remitir a Intemperie, pero la chicha del primer relato es, bueno es poca, se pasa medio relato creando la atmósfera y un personaje pintoresco pero a la hora de la verdad parece que se le olvida darle un uso adecuado. Ha puesto el hueso de jamón, la berza y el tocino, pero se le han olvidado los garbanzos. Digo relatos porque nadie te advierte, pero es un libro de relatos. No pasa nada, pero se dice, se advierte al lector y al menos sabe a que viene o donde se gasta los cuartos. No es culpa del autor, pero bueno, es lo que es.
¿Tarantino? pues hombre, ¿que Quentin, el de Reservoir Dogs o el de Kill Bill? supongo que había pistolas y violencia antes de Quentin. ¿Lorca? No, Federico no inventó el olivo.
En fin, libro de relatos, alguno mejor que otro, en general bien escritos desde el punto de vista estilístico pero alguno de ellos que te deja un poco con el culo torcido. Crear una textura o una atmósfera está bien, pero no deja de ser una guarnición. Si pretende ser plato principal y acompañamiento, pues el plato cojea y se queda en algo pobre.
Soy lector habitual de obras de relatos. Pocas veces sin embargo hablo de ellas. Pese a la unidad formal y temática, cada relato cobra de tal manera su autonomía que no me resulta en todos los casos factible una aproximación de una forma general a la lectura. Malaventura es un caso excepcional. Quiebra esta regla. Se construye a través de historias más o menos independientes, pero la temática es única. Cada relato es un brazo de una única entidad. Una Andalucía mítica, de mentira y al mismo tiempo muy próxima a la realidad. Una Andalucía triste y pobre. Una Andalucía en la que sobreviven personajes duros, decrépitos y al mismo tiempo dulces que se asemejan a los personajes de un western poco creíble. Esta es la verdad que cuenta Malaventura. Y lo hace a través de unos recursos estilísticos muy interesantes. El uso del habla andaluza desprovista de los tics habituales, tan emparentados con el desclase social. Con una capacidad fascinante por parte de Fernando Navarro por ensamblar imágenes a través de descripciones vagas. Esta decisión estilística convierte la lectura de Malaventura en un desfile de postales, en algo que se parece a dejar que las páginas de un álbum de fotos familiar nos embarguen con su tristeza.Malaventura palpita en sus relatos algo que recuerda a Comala. La Andalucía que describe en cada texto contiene aromas de Comala, de su irrealidad. Pero no es ni mucho menos una obra que nazca vieja, y esto a pesar de alguna manifiesta influencia de la temática de las tragedias lorquianas. Malaventura es una obra impregnada por el presente, por su crueldad y desolación. Hay sangre. Hay barbarie. Esa Andalucía comaliana y lorquiana se traviste en los ojos de Fernando Navarro de tarantiniana pareciéndose inexorablemente a lo que no es, pero también a lo que es. Malaventura es una colección de relatos francamente interesantes de un autor muy a tener en cuenta.
He leído alguna crítica demoledora contra este libro y, de hecho, en verdad os digo que si no fuera un #Impedimenta no le habría prestado la menor atención, ya que no me gusta el género del relato corto y lo del (acid) western me toca un poco los cojones. Puedo comprender que, tras el éxito de «Basilisco» o «A lo lejos» , hayan querido tirar de veta; yo también lo he leído al rebufo de estos.
Otro comentario negativo, que me pareció gracioso, apuntaba a que es como un LP con muchos temas de relleno y, bueno, sí… aunque tampoco veo claro cuáles serían los hits.
Pese a todo lo anterior, el libro tiene su gracia: esa recuperación de una Andalucía folklórica y brutal, atemporal, incorporando elementos del cine sangriento y con un lenguaje muy particular (que no sé si se inventa o refleja la jerga popular) hacen de “Malaventura” una propuesta, por lo menos, con cierta personalidad que se lee con agrado y curiosidad. Entra bien, aunque he acabado un poco empachado.
Todo el libro tiene un tono y una temática similar: los relatos componen un catálogo de horrores con una ambientación pintoresca y un aire de costumbrismo truculento que es su característica diferencial.
Si tuviera que escoger algún relato como favorito, sin llegar a hit, quizá elegiría el titulado “De aquella campana triste” , que habla de un pueblo amenazado por una inundación y del que guardo buen recuerdo..
Libro para leer en verano, a poder ser en el desierto, con la camisa sudada por los sobacos y fumando mucho aunque nunca fumes. Quizá con dos pistolones en la cintura y un rosario colgando del cuello. 'Malaventura' es un libro de cuentos duros, secos pero tiernos, con un sur de spaghetti western, con bandoleros y magia. Personajes todos curtidos, ninguno inocente, todos llenos de amor y miedo. El primer cuento, 'Yace el cuerpo de un hombre enamorado', así como 'De aquella campana triste', 'La navaja oxidá' y 'The Night They Drove Old Dixie Town', me parecen los mejores. Mucha crueldad, mucha justicia y mucha venganza.
Es imposible no imaginarte cómo sería cada cuento en formato audiovisual, como cortometrajes de una tierra hostil que a nadie deja sin herir. El lenguaje, peculiar, de jerga y dialecto, es un acierto total. Si bien a veces da la sensación de que todos los personajes son el mismo, como si todos los relatos estuvieran relacionados (cosa que no descarto que suceda, al menos en la mente del autor), al final la ambientación se convierte en una burbuja que te envuelve. Posiblemente, después de leer estos cuentos, quieras comprarte una navaja y un trabuco trucado.