What do you think?
Rate this book


196 pages, Hardcover
First published January 1, 1958
“…cómo me avergüenza y oprime el conocimiento de mí mismo y la convicción de que jamás tendré el valor de dar la espalda a esa estabilidad, a ese pequeño orden en que vivo y hago vivir a mi familia… Se morirán todos y siempre habrá nuevos José García que los reemplacen y ocupen su mínimo sitio en la vida.”También es este un “Libro del desasosiego” (igual de subrayable casi todo él). García, como cada uno de los heterónimos de Pessoa, es un enfermo de literatura, la escritura lo eleva de su monótona vida, es fuga y refugio, pero al mismo tiempo es el reconocimiento de una derrota.
“¡Qué absurdo, Dios mío, qué absurdo! Si el libro no tiene eso, inefable, milagroso, que hace que una palabra común, oída mil veces, sorprenda y golpee; si cada página puede pasarse sin que la mano tiemble un poco; si las palabras no pueden sostenerse por sí mismas, sin los andamios del argumento; si la emoción sencilla, encontrada sin buscarla, no está presente en cada línea, ¿qué es un libro? ¿Quién es José García?”José García persigue con la escritura la posibilidad de un más allá en su monótona y vulgar existencia, y en su imposibilidad de conseguirlo se pregunta “¿Por qué un libro no puede tener la misma alta medida que la necesidad de escribirlo? ¿Por qué habita esta espléndida urgencia en tan modesto, oscuro sitio?” como cualquiera podría preguntarse el porqué de nuestra necesidad de trascendencia en un mundo que no es trascendente, por qué nuestra íntima necesidad de comunicación cuando realmente estamos y estaremos siempre solos, por qué no podemos aceptar nuestra verdadera medida, por qué nos ha sido dada nuestra mediocre vida junto a una “desorbitada ambición de escribir un libro que a todos interese”, por qué no te puedes conformar con “tu relación con unos cuantos seres humanos que coincidieron en tu pequeña órbita” y tenemos esa “necesidad de ser leído, de llegar lejos; hay un anhelo de frondosidad, de expansión”.
“Acá (sobrio), no he podido acostumbrarme nunca a la idea de existir. Siempre estoy preguntando, siempre inquieto, sorprendido de mi existencia. Allá (embriagado) no es así: ser es ser. No es como acá, un fenómeno rodeado de interrogaciones. Es un hecho claro, sin el escollo del porqué. Un hecho comprendido, explicado por sí mismo. Allá no tiembla nunca. No siento miedo de morir, porque la muerte tiene el mismo sentido natural, incorporado, que tiene todo lo demás. Es otro hecho sencillo, no una pregunta. A medida que la embriaguez se va apoderando de mí, yo voy apresando algo que supongo es la verdadera paz: no inquietarse porque se es, ni atemorizarse porque se puede dejar de ser. Hay como un acomodo interior, un ajuste, y todo aquello que acá son salientes y puntas duras, allá son pertenencias, aceptadas, heredadas tal vez, que integran plácidamente al hombre… Se camina en la misma dirección del deseo.”
