Em 1954, o psiquiatra Germán Velázquez regressa a Espanha para trabalhar no manicómio feminino de Ciempozuelos, a sul de Madrid. Depois de partir para o exílio em 1939, viveu quinze anos na Suíça, onde foi acolhido pela família do doutor Goldstein. Naquela instituição psiquiátrica, Germán reencontra Aurora Rodríguez Carballeira, uma mulher inteligente e paranoica, tristemente célebre por matar a tiro a própria filha.
Ali conhece também María Castejón, que cuida dela com enorme desvelo e gratidão. A amizade que acaba por nascer entre a jovem auxiliar e o doutor Velázquez leva o leitor a descobrir não apenas a sua origem humilde como neta do jardineiro da instituição, os anos de criada em Madrid e a infeliz história de amor que protagonizou, mas também o que levou Germán a abandonar a tranquilidade suíça e regressar a Espanha.
Almas gémeas a fugir dos seus passados, ambos querem dar uma oportunidade a si próprios, porém vivem num país humilhado, onde os pecados se convertem em crimes, e o puritanismo – defendido pelo regime de Franco – encobre todo o tipo de abusos. Em A Mãe de Frankenstein, Almudena Grandes regressa ao período mais difícil da história de Espanha, destacando as feridas imensas que uma guerra interminável provocou.
She studied Geography and History at the Universidad Complutense de Madrid. She was married to the poet Luis García Montero. In 1989 she won the La Sonrisa Vertical prize with her erotic novel Las edades de Lulú, which has been translated into several languages. Bigas Luna made a movie based on this book, as did Gerardo Herrero with Malena es un nombre de tango and Juan Vicente Córdoba with El lenguaje de los balcones in his film Aunque tú no lo sepas.
As Emilie L. Bergmann said, her novel Las edades de Lulú (1989) "represented a breakthrough for eroticism in women's writing".
Her books speak about the Spanish people in the last quarter of the 20th century and the first years of the 21st century. She shows in them a great realism and an intense psychological introspection.
Leer a Almudena Grandes es, para mí, como volver a casa de Barcelona y que mi madre me diga «hay croquetas de la abuela». Como ducharme con Moussel después de un día larguísimo y oler en él a mi otra abuela, los baños jabonosos de verano en una piscina de plástico bajo el techo de chapa de una de las muchas casitas del pueblo de Cádiz en el que se crió mi padre. Es volver a un lugar seguro, a un escondite en el que me llevo cobijando desde que con diecisiete años mi madre me dio su ejemplar de El lector de Julio Verne y me dijo que me gustaría porque hablaba de la guerra y de los que la habían perdido, pero también de la vergüenza, la valentía y la tenacidad con la que se resistieron a cederles el país a los que la habían ganado.
Y acertó de pleno: después de Nino y Pepe el Portugués vino el gran descubrimiento que fue para mí Inés y la alegría durante los últimos meses de mis dieciocho años; después de conocer a Inés, a Galán, a Comprendes y al resto de los exiliados españoles en Toulouse ya nada volvió a ser lo mismo, y aun a día de hoy es el primer libro que se me viene a la cabeza cuando me preguntan cuál es mi libro favorito. Más adelante, ya a los veinte, acabé de enamorarme de los personajes y los mundos de Almudena con Las tres bodas de Manolita, también otro de esos libros que llevo prácticamente dentro de mí sin importar el tiempo que haga desde la última vez que lo tuve entre las manos. Ese mismo año leí Los pacientes del doctor García que, si bien no hizo que me quedara despierta hasta las cuatro de la mañana como las andanzas de Inés ni provocó en mí las lágrimas que me arrancaron las desgracias de Manolita, me hizo disfrutar de una espléndida historia de aventuras que a su vez recordaba a todos los españoles que se acercasen a él un episodio tan olvidado del primer franquismo como lo fue la colaboración explícita con los dirigentes nazis que huían hacia Sudamérica después de la guerra mundial. Al año siguiente, acabada la carrera y en el ecuador de mis veintiún años, El corazón helado me acompañó por los parques de Berlín durante varias mañanas soleadas de junio y, pese a no ser tan redondo como los libros que conforman los Episodios, consiguió igualmente que me enamorara profundamente de sus personajes, y que viviese sus más de mil páginas como un relato visceral e importantísimo de lo que sucedió a los españoles después de la Guerra Civil, tanto a los que se fueron como a los que se quedaron, con toda una troupe de personajes inolvidables a los que aún recuerdo casi a diario. Y es que, en cierta manera, los personajes de Almudena son para mí casi como amigos: cada uno de sus protagonistas consigue trascender la página y convertirse en parte de mi día a día, acompañándome en el metro, en el supermercado o en cualquier detalle en el que se me ocurra fijarme por la calle o leyendo otros libros que nada tengan que ver con los suyos. Son, en definitiva, pura vida, además de un retrato escalofriante pero a su vez esperanzador de esa guerra interminable que nadie cuenta tan bien como Almudena Grandes.
En ese sentido, La madre de Frankenstein vuelve a ser un maravillosísimo estudio de tres personajes: Germán Velázquez, un joven español que se formó como psiquiatra en el exilio en Suiza; María Castejón, la nieta del jardinero del manicomio de Ciempozuelos; y Aurora Rodríguez Carballeira, quizás la parricida más famosa de nuestro país a lo largo de buena parte del siglo XX. Los tres coinciden en el manicomio de Ciempozuelos entre 1953 y 1956, y a tres voces cuentan una historia que no solo tiene que ver con las trayectorias sentimentales de los dos personajes más jóvenes, sino también con la España vehementemente nacionalcatólica que los rodea: es una historia de mujeres silenciadas, de historias familiares que no se contaron hasta muchos años más tarde, de amores imposibles por las circunstancias y la falta de tiempo.
No es mi intención entrar en detalles sobre la trama, pero sí quiero señalar lo agridulce del final: en una autora que ha acostumbrado siempre a dar finales satisfactorios a sus personajes, la historia de Germán y María acaba en un tono diferente del que esperaba al empezar el libro, pero que no hace sino añadir mayor realismo a las vidas de dos personajes que, en realidad, arrastran la desgracia a cuestas a lo largo de toda su existencia. En poco más de quinientas páginas me ha dado tiempo de enamorarme de ellos, de sus conversaciones en los pasillos de Ciempozuelos, de la forma que han tenido de acercarse pero de no acabar de tocarse nunca; pero también del resto de personajes, desde Eduardo Méndez hasta los médicos residentes Carlos Suárez y Rodrigo Cabrera —a los que espero que recupere en el último libro de los Episodios de alguna manera, porque me han parecido unos personajes excelentes para el poco tiempo que han aparecido— pero, sobre todo, de la familia Goldstein. Creo que nunca había leído a Almudena relatar con tanto detalle un exilio que no fuese el español, y me ha resultado fascinante ver desde sus ojos los efectos del nazismo en una familia judía absolutamente seglar que, huyendo de las Leyes de Nuremberg, se exilió en Suiza antes del estallido de la guerra. Me ha parecido una manera fantástica de hablar de cuestiones tan actuales como la crisis de los refugiados, el patriotismo de pegote de aquellos que los rechazan y las durezas del exilio, sobre todo si se produce en la más absoluta de las soledades. Germán es un apátrida al principio de la novela, pero vuelve a ser español en el momento en que consigue darle sentido a su presencia en un país que ya no sentía suyo; los Goldstein, sin embargo, erraron toda su vida con el malestar de no pertenecer a ningún país del todo. Su historia me ha conmovido tanto como la de Germán y su familia, y me alegra que Almudena haya retratado en ellos la culpa de todos aquellos que sobrevivieron al exterminio nazi con tanta sensibilidad.
Pero, sin lugar a dudas, lo que más me ha gustado de este libro ha sido el personaje de María Castejón. Su historia es una de tantas, pero a la vez encapsula a la perfección lo que era ser una mujer pobre en el primer franquismo, sin lugar alguno para las esperanzas o los sueños que podría haber albergado de niña. La nieta del jardinero es un personaje prácticamente perfecto, que ha llegado a emocionarme tanto como Manolita y que he llegado a admirar tanto como a Inés, porque está hecha del mismo material que ambas pero, por si fuera poco, retrata a la perfección a esas niñas hijas de mujeres que fueron más libres que nadie durante la Segunda República pero que no pudieron gozar de un solo ápice de ella porque la guerra las cogió aún siendo unas niñas. También tengo que decir que me emocionó muchísimo la mención a la Desbandá, donde murieron más de cuatro mil civiles en la carretera entre Málaga y Almería a manos de los bombarderos franquistas, y que fue prácticamente olvidada hasta hace más bien poco. Episodios como este son los que le dan título a la serie de libros que está escribiendo Almudena y, en cierto sentido, lo que articula el fin último de todas estas historias: que las muertes injustas, olvidadas y marchitas, no caigan en el olvido colectivo, porque a las víctimas y a sus hijos ya solo les queda ese consuelo.
«He escrito este libro en memoria de todas esas mujeres que no pudieron atreverse a tomar sus propias decisiones sin que las llamaran putas, que pasaron directamente de la tutela de sus padres a la de sus maridos, que perdieron la libertad en la que vivieron sus madres para llegar tarde a la libertad en la que hemos vivido sus hijas», dice Almudena al final del epílogo. Y, aunque sé que sus vidas han sido felices pese a todo, no puedo evitar acordarme de mi abuela y de las croquetas que sabe hacer desde que era una chiquilla, y de mi otra abuela y su olor a Moussel después de sus paseos matutinos por el cerro en pleno verano. Porque nadie se había molestado en contar sus historias hasta ahora, y María Castejón es, en cierto sentido, la forma que tiene Almudena de compensar ese podrido silencio que ha rodeado su existencia durante los últimos ochenta años.
Y, por ello mismo, no puedo hacer más que darle las gracias.
Con “La madre de Frankenstein” he descubierto por primera vez la obra de Almudena Grandes y me he emocionado, me he aburrido, me he enganchado a sus páginas como si fuese un salvavidas, he creído no acabarlo nunca, me ha gustado, me ha agotado... y así. Así sin parar.
No puedo dejar de imaginar cómo habría sido esta historia con 300 páginas en vez de mas de 500, y de cuestionarme si realmente era tan necesario el personaje de Germán, lo que es un poco de locos porque es el protagonista principal, pero para mí únicamente sirve como una llave que nos abre la puerta a las verdaderas protagonistas: María Castejón (cuyo nombre escribiría en mayúsculas y subrayaría porque me parece una delicia de personaje), su relación con Aurora Rodríguez Carballeira, las historias del manicomio de Ciempozuelos, las habladurías, la salud mental y su estigma, la mujer abandonada a manos de su marido, la España franquista, la soledad, la monstruosidad y grandeza del ser humano.
Con esto quiero decir que he disfrutado muchísimo con los pasajes que hacían alusión a María y Aurora, y quizás con “muchísimo” me quedo corta, pero que en el momento en el que Germán entraba en escena me daba todo el bajón. Sentía que en ese momento la atmósfera única que se había creado alrededor de ellas dos y sus respectivas historias se desvanecía, y esto me ha dado mucha rabia.
Aún así ha sido una grata experiencia leer por fin a Almudena. Le agradezco que haya decidido recuperar la historia de Aurora, la madre parricida, y de inventar a una joven tan inolvidable como María. Si os animáis a leerlo no dejéis de leer la nota del autora al final del libro.
“Honestamente le digo, si las cuerdas importamos poco, imagínase las locas, ellas son las últimas de todas las filas.”
Otro libro de Almudena Grandes que me deja rota x dentro cuando lo termino y que ojalá hubiera durado más. Tengo poco a decir. Me ha encantado este episodio, me ha encantado Germán, María se convierte en uno de mis personajes favoritos y la historia de Aurora no la voy a olvidar nunca.
Gracias Almudena por escribir así, te echamos mucho de menos ❤️
Escrevi este livro em memória de todas essas mulheres, que não se puderam atrever a tomar as suas próprias decisões sem que lhes chamassem putas, que passaram diretamente da tutela dos pais para a dos maridos e que perderam a liberdade em que as suas mães tinham vivido para chegar tarde à liberdade em que nós, suas filhas temos vivido.
Começo pelas próprias palavras da autora a concluir com chave de ouro as 500 páginas de “A Mãe de Frankenstein”. É sempre um prazer ler as notas de Almudena Grandes, pela sua honestidade e modéstia, esta totalmente desnecessária, porque uma mulher que escrevia com este fôlego todo e levou 30 anos a preparar-se para este livro, era sem dúvida dona de uma competência sem limites. Passada maioritariamente num manicómio feminino, esta obra pareceu-me a forma perfeita de complementar duas leituras anteriores sobre as instituições psiquiátricas de meados do século XX: “Coisas de Loucos” de Catarina Gomes e “Sonetos da Casa Amarela” de Tomaz de Figueiredo. Ainda que “A Mãe de Frankenstein” fale do caso espanhol, não vejo que a saúde mental tivesse uma abordagem diferente nos dois países vizinhos, ambos retrógrados, fervorosamente católicos e sob o jugo do fascismo.
Ajude-as, Germán. Estão doentes, estão sozinhas, ninguém quer saber delas. Sofrem de uma maneira que nós nem podemos imaginar, embora as vejamos todos os dias e não podemos fazer nada por elas. (...) Devolva-lhes a dignidade para que sejam novamente pessoas, para que se lembrem do seu próprio nome, do nome dos que mais amam e de quem as ama a elas.
Acabei por dar a este livro exactamente a mesma pontuação que a “Os Ares Difíceis” e os motivos são fundamentalmente os mesmos: o Dr. Germán, psiquiatra exilado na Suíça desde os 19 anos que regressa a Espanha para dar início a um tratamento inovador, é o protagonista, mas as personagens femininas roubam-lhe o holofote. A madre superiora Belén, as mulheres da família Goldstein que conhece na Suíça, as doentes do manicómio, a mãe de uma delas, a irmã de Germán e sobretudo a auxiliar María Castejón são mulheres inesquecíveis. E digo “mulheres” porque as personagens de Almudena Grandes parecem de carne e osso e não são meras figuras a desempenhar um papel ou a representar uma categoria, uma classe, uma nacionalidade. Apesar dos meus habituais queixumes com os livros grandes, com este a leitura é tão imersiva que não se dá pelo passar do tempo, o que não significa que não pudesse ter sido encurtado. Senti pelo meio a história a estagnar um pouco, demasiado centrada no psiquiatra, o elo mais fraco, com episódios com a dita “viúva fodilhona” que nada contribuem para o enredo e que só reforçam a ideia que tenho dele: um homem íntegro e nobre em todas as suas interações, mas um verdadeiro joguete nas mãos das mulheres. São elas que o escolhem, são elas que tomam a iniciativa, são elas que decidem quando começam e terminam os seus relacionamentos. María Castejón, neta órfã do jardineiro no manicómio de Ciempozuelos, pela história de vida contada pela própria e pelo apego à filicida Aurora Carballeira, é uma personagem admirável, que apesar de todas as contrariedades e injustiças, mantém uma chama interior que nunca a deixa cruzar os braços.
Assim compreendi que as gaiolas não eram sempre externas, formadas pelas ameaças e a chantagem das pessoas que detinham o poder. Também podiam ser interiores, radicadas no corpo, no espírito de todas as mulheres perdidas que aceitavam mansamente um destino que não tinham escolhido, só porque outros haviam decidido o que era melhor para elas se transformarem em mulheres decentes. Pois antes a prisão, atrevi-me a pensar, na altura.
A história é complexa, abarcando várias décadas, com saltos temporais, de perspectiva e de discurso que exigem concentração e disponibilidade mental, e está repleta de momentos emotivos, mas há um que não posso deixar de referir pela revolta que me causa uma prática que era comum durante o tempo do franquismo: as crianças roubadas e dadas para serem adoptadas por casais apoiantes do regime.
- Aquela menina teria sido muito pobre, mas poderia ter tido uma infância feliz com a sua verdadeira família. E teria sabido quem era, como se chamava e que o seu nome lhe fora dado em homenagem à sua bisavó. Teria sabido de onde vinha, quem queram as pessoas que ela amava, as pessoas que a amavam, as que teriam sabido compensar com amor a ausência do filho da puta que a gerara, aquele homem que talvez nem soubesse que ela tinha nascido. Tudo isso foi roubado àquela menina, a menina roubada à sua mãe e à sua avó. - Não admira que tenham perdido a guerra, Germán. – A irmã Anselma dirigiu-me um olhar risonho, quase compassivo. – A verdade é que não percebem nada.
Una delicia leer a esta mujer, en esta ocasión se centra en la vida después de laSegunda Guerra Mundial y la Dictadura franquista en España, Nos habla de la represión hacia los perdedores, la mujer, el sexo,el miedo a hablar, opinar.... Una novela que se debora en poco tiempo, muy recomendable.
Es innegable la importancia que tiene el apartado de la documentación en la gestión de escribir un libro. En esta reseña sobre la obra de Almudena Grandes (recientemente fallecida 27-11-21😢) es más que evidente. ¿Cómo si no nos haría recorrer los pasillos del Manicomio para Mujeres de Ciempozuelos con tanta facilidad?
Aparte de este innegable valor que tiene como retrato de una época, no es un libro que me halla atrapado en su lectura. El tono de obra costumbrista, que quiere pintar la cultura de unos años concretos, que nos muestra la España del nacionalcatolicismo en toda su crudeza, el muestrario de personajes históricos y ficticios es largo, las historias personales se multiplican con la intención de mostrar otro recoveco más de la Historia (con mayúscula); todo ello le resta ritmo y tiene difícil enganche con el lector que no busque una recreación histórica desprovista de gran épica.
La narración está contada en primera persona por sus principales protagonistas: Germán Velázquez (psiquiatra de Ciempozuelos), María Castejón (auxiliar en el manicomio) y Aurora Rodríguez Carballeira (asesina e interna en el manicomio).
La verdadera razón que me motivo a leer este libro fue la historia que ya conocía sobre Hildegart y su asesinato a manos de su propia madre. Hildegart, niña prodigio de su época, escribió multitud de libros, ensayos, dio conferencias. Impulsó, entre otros, la fundación de la Liga Mundial para la Reforma Sexual. Sobre ella ya se han escrito varios libros y se han realizado películas, pero me interesaba verlo desde el punto de vista de la madre, la asesina.
Y esto, el punto de vista de la madre, no tiene un gran peso en el libro. No deja de ser una enferma mental sumida en una paranoia que limita y perturba su mente.
El bloque de la historia que quiere contar el libro es la historia personal de Germán, María y la relación entre estos dos personajes. La relación es tan mojigata como si estuviera ajustada a la época en la que se supone que transcurren los hechos. Si la intención era esa, lo ha bordado.
Para mí,quizá por ser hombre, el personaje más decepcionante de todos es el principal: Germán. Que, aun siendo psiquiatra, es como un palo en mitad del mar en un día de tormenta. Las olas le llevan donde quieren, él no tiene ningún tipo de capacidad de intervenir, de modificar los acontecimientos de su devenir. Sus supuestos conocimientos sobre las personas se quedan olvidados en el despacho de su consulta. A la hora de tratar con las mujeres o con cualquier persona es como si hubiera estudiado una ingeniería agrónoma. No se entera de nada. Lo dicho, como un palo en el mar.
Para finalizar, la extraña decisión del título: la madre de Frankenstein. Aurora, la madre de Hildegart, concibió a esta como un proyecto, una persona para cambiar el mundo. Como creadora ella es Frankenstein. Veo que es una constante confundir al monstruo con el creador.
El primer libro que leo de la recién fallecida Almudena Grandes y ¡cómo me ha gustado! Es de esos libros que se vuelven mis favoritos: que así como entretienen aportan información que me parece interesante, en este caso la vida en España durante los años 50, vista desde un manicomio de mujeres donde se encuentra Aurora Rodríguez Carballeira, personaje real, internada por el asesinato de su hija. Lo he disfrutado de principio a fin, incluidas las notas finales de la autora.
He leído todos los episodios y es el que menos me ha gustado. Lento, repetitivo, sin la emoción y el carisma de los personajes de los otros de la serie. En la segunda mitad del libro pasan más cosas pero aún así, todo es muy previsible.
De Almudena Grandes apenas tinha lido um conto, há muitos anos atrás, incluído numa coletânea editada pela cadeia de hotéis NH, disponível nos quartos de hóspedes (ideia fantástica!). O nome da Almudena, que na altura me era desconhecido, ficou-me no ouvido, pois o conto dela foi dos que mais gostei.
Este livro veio confirmar aquilo que já suspeitava, isto é, que vou querer ler muito mais livros desta autora :-)
A Mãe de Frankenstein parte de factos reais para criar uma ficção que nos transporta à Espanha de Franco, focando-se de forma especial na vida das mulheres naquela época, que não seria certamente muito diferente da que se vivia em Portugal. São 500 páginas que talvez pudessem ter sido um pouco menos (e este foi mesmo o único senão que encontrei no livro) mas que ainda assim se lêem num ai, tal é a arte de Almudena. Muito bom e totalmente recomendável.
Es increíble cuando, ya en Marzo, sabes que has leído el mejor libro del año. Se supone que yo estaba sentado en un avión entre Londres y Trondheim, pero, en realidad, estaba en Ciempozuelos. Leed a Almudena Grandes, porfa.
La primera vez que escuché hablar de la parricida Aurora Rodríguez Carballeira fue hace unos años en un podcast de “Mujeres Malditas”. La historia me pareció tan fascinante que cuando me puse a indagar, di con este libro de Almudena Grandes, que casualmente acababa de escribir. El caso es que no está solo centrada en el personaje de Aurora, una mujer tremendamente inteligente, sino además, en María Castejón, una auxiliar del manicomio de Ciempozuelos, hija del jardinero que creció allí mismo. María fue una de las cuidadoras de Aurora, que además llegó a querer, gracias a ella, aprendió a leer y a escribir. El tercer personaje, es el psiquiatra Germán Velázquez, otro de los que, dentro de esa minoría, apreciaba a la irascible parricida, que en esta novela de ficción construida sobre hechos reales, es el protagonista.
Germán conoció a Aurora con trece años, y por quién se interesó, desde el momento en que se presentó en su casa junto con su abogado para pedir ayuda a su padre, también psiquiatra. Ahí es donde empieza esta historia, cada uno de ellos tiene la suya propia, sus propias vivencias, que por avatares del destino, se cruzaron en el Psiquiátrico de Ciempozuelos.
Tres narradores, escrito de corrido, con saltos en el tiempo de forma indiscriminada pero que a medida que vas avanzando, todo se va esclareciendo.
Equivocadamente, pensé que la novela se centraría en la parricida, sin embargo, aunque es una parte importante de la historia, se centra en la vida del psiquiatra y la hija del jardinero del manicomio, en como sus vidas se van entrelazando y las afinidades que se van creando entre ellos, con un nexo común, Aurora Carballeira.
Una historia de ficción escrita para contarnos un montón de historias reales. Es el principal problema de este libro, no acaba de despegar en ninguna de sus historias por que la mezcla de personajes, historias secundarias escritas para ilustrarnos sobre la sociedad de la época etc etc crean una mezcla algo difícil de seguir. El trabajo de documentación y la fidelidad histórica es impresionante y el ambiente agobiante, represivo, paleto, mojigato, la doble moral del nacionalcatolicismo de la españa de los 50 es tan real que hace que te sumerjas en esa inmensa cárcel social que era el pais en aquel entonces y te entre el agobio y las ganas de irte. El personaje principal del Doctor Velazquez es un poco decepcionante, podría ser un héroe, pero ejerce de torpe, de madera que se deja llevar por la corriente todo el rato, aunque quizás fuera eso precisamente lo que quería transmitir la autora, un comportamiento más realista que novelesco. Pero eso choca con la parte romántico-costumbrista de la novela, que por momentos parece un culebrón "amar en tiempos revueltos". Buen libro para sumergirte en esa España que fue, que conseguimos que ya no sea así pero que algunos parece que quieren recuperar. Lectura interesante para librarse de tentaciones de vueltas al pasado.
Gosto de saber mais sobre a história de Espanha, especialmente do século XX. Este livro é de ficção mas baseado em personagens reais e numa história chocante. Gostei da história e das personagens. Foi bom ouvir o audiobook porque tem 3 narradores, para cada uma das personagens principais, e assim é mais fácil estar a par da história.
"La madre de Frankenstein es una novela de ficción construida sobre hechos reales" Tres personajes principales , tres mentalidades diferentes, tres narradores construyen un triángulo escaleno donde se desarrolla una historia. No siempre se puede decir lo correcto, los valores éticos y la moralidad tiene niveles mortecinos en esta época. Amor, culpa, muerte, locura son algunos tópicos del perímetro literario, en que el lector recorre como observador caminando por pabellones, los dormitorios, los comedores, los jardines, las glorietas, plagados de historias no contadas. Ambientada en los años cincuenta del siglo pasado, en la España de Franco. Un Psiquiatra, una auxiliar de enfermería y una paciente peculiar dan vida a este maravilloso libro. Autoritarismo, represión, exilio y un regreso inesperado es el punto de partida de este relato tan real que no puedes dejar de leerlo. Los personajes que construye la autora son demasiados reales, no omnipotentes, tienen virtudes y fracasos, alguna zona oscura que ocultan, pero te seducen y serán difícilmente olvidados. Ciempozuelos es el manicomio de mujeres donde las internas esquizofrénicas no tienen tantas oportunidades de tratamientos y la eugenesia beneficia a los que tienen más recursos... El número tres siempre presente, porque hay tres líneas temporales que toman sentido en el último tercio de la novela. La prosa de Almudena es bellísima, las palabras que usa, los diálogos María ("las cosas como son," fijate") Un apartado especial para Aurora Rodríguez Carballeira. De algún modo: sorprendente. Muy recomendado.
"En memoria de todas esas mujeres, que no pudieron atreverse a tomar sus propias decisiones sin que las llamaran putas, que pasaron directamente de la tutela de sus padres a la de sus maridos, que perdieron la libertad en la que habían vivido sus madres para llegar tarde a la libertad en la que hemos vivido sus hijas, he escrito este libro". Almudena Grandes
Gostei muito deste livro. As personagens eram todas muito interessantes e bem construídas. É um livro muito verdadeiro e muito humano onde até o romance não é demasiado romanceado. Gostei muito disso, da veracidade das histórias e das relações. É daqueles livros que apesar de grande é muito rápido de ler. Recomendo!
Cuando he acabado me he emocionado pensando que no volvería a saber más de los personajes. Me entraron muchísimas ganas de leer otro de Almudena. Anda, pues claro, cómo no. Y es que esta novela es un prodigio narrativo, un mundo en sí mismo. Las cosas como son.
El desarrollo es más bien lento, pocos diálogos y capítulos muy largo, pero logra mantener la atención, hasta que te das cuenta que vas por la mitad y ya no lo quieres soltar, que esa apariencia de no saber que camino va a tomar la historia, de repente te obliga a leer más rápido para conocer el desenlace de los personajes.
Todxs lxs que seguimos a Almudena desde siempre creo que tenemos la misma sensación cuando terminamos uno de sus libros... ¿Cuánto tendré que esperar para tener en mis manos su siguiente creación? Y creo que todxs nos llevamos a desesperar cuando entre un trabajo y otro pasa tanto tiempo, aunque cuando por fin llega a las librerías nos damos toda la prisa del mundo para terminar el libro que tenemos entre manos, o incluso lo dejamos para otro momento, para enfrentarnos a la ilusionante tarea de leer sus historias sobre esa maldita guerra interminable.
Eso nos sucede porque la manera de escribir de la madrileña es sin duda especial. Pone todo su empeño en hilvanar de manera sublime las vivencias de la gente antes, durante y tras la bochornosa guerra civil española. Unas vidas que pasaron de la felicidad o de la normalidad al más puro despropósito. Historias amargas y llenas de momentos tan tristes y duros que es imposible que no nos lleguen muy adrentro. Esas son las que Almudena es capaz de escribir con maestría y tenernos en vilo con una mezcla de ira, rabia pero también nos saca una sonrisa, porque dentro de tanta maldad y humillación siempre hay un hueco para la luz.
En esta nueva entrega, 'La Madre de Frankenstein' vivimos otro de esos episodios, el quinto, en el que la guerra provoca que las vidas de los protagonistas se rompan y cambien para siempre. Con el hilo conductor de la historia de Aurora (una señora muy inteligente con problemas mentales que le llevan a pensar que es la redentora de una humanidad podrida y que asesina a su hija creyendo que su obra no es suficientemente buena para tal cometido) nos acercamos a las tristes historias de Germán, María, Eduardo, la familia Goldstein y de la propia Aurora -además de algún personaje más.
Germán es hijo de un famoso psiquiatra que tiene que huir de España a finales de la guerra para evitar las consabidas represalias franquistas. Su huida -parecida a la que muchos españoles tuvieron- le lleva a Austria donde convive con los Goldstein, una familia judía que tuvo que huir de Alemania para evitar el nazismo. La triste historia de todos ellos, apátridas por obligación se entremezcla ofreciéndonos la maldad de dos regímenes fascistas: el de Franco y el de Hitler.
Germán vuelve a España para llevar a cabo un programa con un medicamento que palia la esquizofrenia. En el manicomio de Ciempozuelos se reencuenta con a una vieja conocida, Aurora (la asesina) y empieza a tratarla. Además conoce a otra de las protagonistas: María. Mientras el doctor se enfrenta al puritanosmo nacionalcatólico y sus consecuencias conocemos a María, una pobre chica que ha vivido de todo, sobre todo humillaciones varias propias de la época que convertían a las mujeres en seres de segunda, sobre todo si eres hija de rojos como el caso.
Historias entremezcladas con la de Eduardo, otro psiquiatra del centro que sufre lo suyo también debido a su homosexualidad. Los cursillos "voluntarios" de Acción católica para "bichos raros" son una de las partes más sorprendentes -aunque conocida por todos- de la novela.
En definitiva y como siempre, un libro que muestra como el franquismo coartaba las libertades de los perdedores de la guerra, de los que se enfrentaban con sus conocimientos a los dictámenes de la Iglesia (aunque estos fueran beneficiosos para la gente) y sobre todo de las mujeres que vivían en una constante humillación.
Otra maravillosa -y ya es una costumbre- novela de Almudena Grandes. Esperando ansioso la sexta y última entrega de los Episodios de una guerra interminable.
Almudena Grandes sigue con su saga que nos acerca a historias de la guerra civil, en este caso de la postguerra. En este episodio nos trae la historia real de Asunción Rodriguez Carballeria, la mas famosa parricida que hemos tenido en nuestro Pais, y a la enfermedad, no detectada a tiempo, que desencadeno el truculento episodio en el que fallece su hija, niña 'prodigio' y destacada líder juvenil de la izquierda de la época.
La historia se desarrolla en el manicomio femenino de Ciempozuelos, donde fue internada la parricida.
La autora monta una historia de ficción que pretende arrojar algo de luz a la historia real que subyace. El libro es muy interesante porque la historia en sí también lo es.
Neosporno je da je Almudena Grandes imala dar da ispriča priču, ali mi se čini da je sjajan materijal banalizovala i pretvorila u neku vrstu osrednje sapunice. Da ne pominjem kako knjiga ima skoro 520 strana, a u nekom trenutku je sve eksplikacija eksplikacije. Čak i je pogovor autorke OBJAŠNJAVANJE S V E GA na svetu. Ne volim kad je literatura kao saobraćajni znak: prozaična i svima je jasno na šta ukazuje; nemoguće je znak "STOP" pomešati s onim za suženje kolovoza. Verujem da bi nekome ko tek ulazi u svet literature ovo bilo bolje.
He disfrutado mucho con esta novela y quizá, de la serie sea la que más me ha entretenido y enganchado. No digo que sea la mejor, eso es difícil juzgarlo, me refiero a esa sensación de “novela que te pertenece”.
Siento en el alma no poder seguir disfrutando de estos “Episodios” de Almudena Grandes.
Llevaba mucho tiempo con esta novela pendiente. Al fin la he leído y no ha podido gustarme más. Leer a Almudena Grandes siempre es un placer, pero además la historia es súper interesante.
Segundo libro de Almudena Grandes que leo, y otra vez su prosa me resulta cautivadora. Esta vez logré detectar que la gracia principal es que los personajes nos platican, mas que narrarnos, de manera que no solo vemos a través de sus ojos sino que sentimos y entendemos con la parcialidad que da su personal caracter, historia, experiencia y sobre todo visión del mundo. Esto, además de muy entretenido, resulta empático.
La historia nos pone, como los otros libros de esta serie, en un momento complejo de España. Logra que por medio de los eventos específicos, los personajes, tanto los reales mencionados, como los ficticios que llevan el peso de la trama, nos permitan empatizar con el momento, con la desesperanza, la angustia, la soledad y los pequeños pero destacables momentos de felicidad.
Un gran libro, te extrañamos Almudena y lo haremos siempre