¿Se puede ser justo sirviéndose solo de la razón, o son necesarios también ciertos sentimientos morales? ¿Está el heroísmo reservado a unos pocos seres excepcionales? ¿Es posible argumentar una ética universal y objetiva fundada en la inviolable dignidad humana? David Cerdá da respuesta a estos interrogantes abordando cuestiones trascendentales como la verdad, la libertad, el sentido vital o los principios.
El honor ha evolucionado en la historia, adoptando diversas formas. La más avanzada de ellas consiste en asumir libre y autónomamente deberes respecto al otro y a uno mismo. El motor principal de este honor ético es la valentía, rasgo principal de quienes causan el bien en este mundo.
Valiéndose de una prosa para todos los públicos en la que se dan cita la filosofía, la ciencia, la literatura, el cine y multitud de historias reales, el autor nos acerca a la extraordinaria aventura de distinguir el bien del mal y actuar en consecuencia.
Ha sido un auténtico placer la lectura de este sólido ensayo, muy ameno y bien estructurado.
Tras un extenso periplo por la filosofía y la historia –el capítulo “Expansivos y solos”, magistralmente escrito, es una fotografía muy nítida y detallada de la sociedad actual–, el autor aboga por una nueva ética que prolifere en el mundo y sea más acorde a nuestra naturaleza, espada de la dignidad y más propicia al bien que las últimas que hemos ensayado. "Nos mintieron los mercaderes y los demagogos, y nos mentimos a nosotros mismos con una cultura fofa y autocomplaciente: no estamos en el mundo para ser felices, sino para merecer serlo. Solo cuando se vive noble y valientemente, militando en el bando virtuoso de la justicia, se vive de veras (...). El honor no es «valores», sino comportamientos, y el poso que estos dejan en el carácter".
El honor ético, –cumplir con los propios deberes respecto al prójimo y uno mismo– se asienta en la dignidad y se encarna en el otro; opera a través de tres sentimientos morales esenciales: la vergüenza ante lo bajo, la compasión frente a lo igual y la reverencia hacia lo alto. "Ser moral requiere un corazón educado, y eso incluye el desarrollo de ciertos sentimientos hacia uno mismo, el más importante de los cuales es el autorrespeto".
El autor enfatiza el vínculo entre honor y verdad, y entre verdad y convivencia: “(...) antes que nada tenemos que hacer hincapié en otro nexo fundamental, el que existe entre el honor y la verdad. Si hay algo que sabemos, y además estamos experimentando ahora mismo en toda su crudeza, es que llega un momento en que, muerta la verdad, la democracia también perece.”
Épico broche final con la frase de un moribundo Quijote: ¡Sancho! ¡Mi armadura!, ¡Mi espada!
Sin duda, mi mejor lectura en lo que va de año. Y va siendo un año con muy, muy buenas lecturas. El ensayo que nos trae David Cerdá es absolutamente delicioso. Estructurado en diez capítulos, el autor reflexiona en torno a conceptos como el honor, el coraje, la valentía, la dignidad, y levanta la mano para alertar de lo necesario que (nos) es recuperarlos para una sociedad sana y una mejor convivencia. Y ojo, que tal y como se advierte al poco de empezar el libro, aquí no se pretende acusar ni penalizar la cobardía. Según Cerdá, el honor se sustenta en tres componentes, todos igual de críticos, necesarios e insoslayables: la vergüenza, la compasión y la reverencia. Nos habla sobre la importancia de tener un compromiso con la humanidad (aunque más adelante nos recuerda esa acertada cita de Unamuno: «Ni lo humano ni la humanidad, ni el adjetivo simple ni el sustantivado, sino el sustantivo concreto: el hombre»). Cerdá repasa la evolución del honor a lo largo de la historia del ser humano y hace palpable esa aversión hacia la responsabilidad que ha demostrado el hombre en las distintas épocas, trayendo la postmodernidad su mayor crisis, desprestigio y casi olvido —¿o debemos decir abandono? Y realiza una defensa feroz del honor como una actitud —el honor no son valores, dice Cerdá, sino comportamientos— vital para el individuo y fundamental (de fundamento, cimiento, pilar) para la sociedad. El autor no es un utópico y de manera similar alaba y critica tanto el individualismo como el comunistarismo/colectivismo. Pone el foco en el actual «individualismo expresivo» que tanto daño hace y tanto corroe cualquier intento de alcanzar una sociedad donde la libertad y la igualdad sean esas hermanas bien avenidas que ayuden a una convivencia digna. Me ha parecido un ensayo enorme, entretenido pero, sobre todo, necesario. De esos libros a los que conviene volver de vez en cuando para insuflarnos bríos, aguantar el chaparrón y convencernos de que no todo está perdido. 100% recomendado.
Soy un gran admirador de David Cerdá, desde hace ya mucho tiempo. Me parece un gran sabio en un mundo empachado de listos y cínicos. Su libro me ha encantado, y eso que me ha costado leerlo. Soy un lector de nivel medio, y he tenido que buscar muchos conceptos por internet, leer algunos párrafos varias veces para entenderlos bien y echarle más horas de lo que suelo echar a otros libros, además de que tiene casi 400 páginas. No estaba acostumbrado a leer filosofía y ahora es lo que más quiero leer. Me ha despertado esa inquietud. Por otro lado se expresa con sencillez (que no simplismo) y uno disfruta de su lectura. Tengo todo el libro subrayado de expresiones que me han parecido geniales, y de ideas brillantes. Construye una propuesta basada en en el honor ético, que de entrada parece un concepto anticuado, pero cobra todo su sentido y coherencia cuando los vincula con otros conceptos como el coraje, el bien, la moral, el altruismo, la compasión, la libertad, la responsabilidad, el deber o el heroísmo. Respecto a la democracia, se muestra optimista y esperanzado a pesar de los males que la acechan y que describe con mucho acierto. Critica al nihilismo por su relativismo moral, y propone lo contrario, la existencia de un bien objetivo que mantiene su esencia en todos los tiempos y en todos los lugares. A mi me ha convencido y ahora por su culpa cuando veo a un nihilista me dan ganas de darle una colleja. En otro pasaje relaciona el aumento de suicidios y el abarrotamiento que sufren las consultas de psicología a la crisis respecto al sentido de la vida, por esta tendencia postmoderna de vivir totalmente centrados en la búsqueda de la felicidad. En su lugar, propone la búsqueda del bien como fin vital. Por último destacar que a mi, que soy un ceporro Sancho Panza, el libro me ha descubierto la canción The impossible dream, del musical El hombre de la Mancha. Me ha dejado su lectura ese dulce sabor de boca. El de la esperanza que induce a luchar por el bien y alcanzar la estrella inalcanzable.
(9/10) David Cerdá hace un profundo análisis de lo que es el honor y de dónde viene. Desde ahí lanza una propuesta esperanzada para el hombre moderno, que se agradece en medio de tantísimo derrotismo. Este libro, como el honor, tiene mucha chicha: referencias, filosofía, clásicos, psicología, sociología… alcanzable para un lector medio inteligente (creo) sin perder fuerza en su mensaje.
«La persona de honor se sabe tesela de un mosaico; puede que sea incapaz de ver la figura completa, pero sabe que la tesela que es ella está en su sitio».
Un libro inteligente y lleno de observaciones que comparto y me interesan.
Sin embargo, me resulta algo repetitivo, simplista en algunas críticas a ciertos pensadores y como proyecto político, una ensoñación. Me quedo con su llamada a la exigencia del bien. Lo demás no importa tanto.