Despúes de un asado familiar, a la hora de viscosa de la siesta, una chica y su novio se escapan para ir a un telo. Después del sexo se mira en el techo espejado sobre la cama y se ven como un matrimonio anciano. De a ratos, usan un desgano prehistórico, el mismo con el que pasan las fotos de un álbum en Facebook. Él le cuenta cómo su padre lo abofeteó: primero así, después así y de nuevo así, la mímica del golpe humillante que se discribe ihual que la mímica del sexo, esa coreografía antigua y vital que la narradora, a pesar de su juventud, aprece conocer de antes, de otra vida, de otro tiempo y que jamás la obnubila. En la línea valiente y melancólica de Milena Busquets o el desprejuicio sensual de Miranda July, estos cuentos diseccionan la crudeza y el espanto del amor y la violencia de sus contradicciones: esos pasadizos oscuros como los de un tren fantasma por los que deambulan madres, padres, hijos. Personajes que para crecer se abrazan a la deriva y al desencanto. Como una joven sabia, insobornable y piadosa, aguda y delicada, Olivia Gallo cuenta con distancia lo que pasó ayer. Aleja el pasado, lo retuerce, lo estira, lo saborea como un caramelo ácido, se deja conmover o irritar, pero no tanto como para llorar. Nunca para tanto.
Tiene la estructura, la escritura, y las temáticas comunes que pregona un sector del ambiente literario argentino contemporáneo. Y, más específicamente, del cuento. Para mí, estos textos no llegan a ser cuentos. Siempre se quedan en la entrada, porque no plantean un conflicto, no cierran y llegan a un final que es un final porque sí, abrupto. No es un final que el texto requiera. En mi opinión, cuando el texto tiene una estructura bien armada, con un conflicto claro, que se desarrolla en conjunción con los personajes, entonces el final sale cantado. El texto mismo va llevando al final. Pero en estos textos, el final podría haber estado dos páginas antes, tres páginas después. Particularmente, esta forma de plantear el "nuevo" cuento argentino contemporáneo, o esta ola de escritores y escritoras que escriben parecido sobre temáticas parecidas, no me termina de convencer. Me aburre bastante y siento que estoy leyendo siempre lo mismo.
De a poco estoy leyendo más en español, después de años de no darle bola a la literatura en mi idioma. Tuve que pensar esa última expresión por casi un minuto porque no dejaba de pensar en el verbo neglect. Es de esas palabras que son mucho más precisas en inglés y siempre me sale pensarlas en ese idioma primero. Como muchos estudiantes del traductorado de inglés, leo bastante por placer en esa lengua extranjera que nos enseñan a desmenuzar para poder trasladarla a la propia y decir casi lo mismo, porque hay cosas que nunca funcionan al 100% en ambos idiomas. En lo personal, ese "bastante" representaba un 100% de mis lecturas hasta hace unos meses que empecé a reencontrarme con el español en la literatura.
En julio me suscribí a la caja literaria mensual Bukku y recibí mi primera entrega en agosto (les juro que no es un chivo; solo me parece importante mencionar este emprendimiento y darle el crédito que merece), y desde ese entonces me aseguré una lectura en español todos los meses. Las chicas no lloran es el libro de octubre.
Olivia Gallo escribe bellísimo. En cuentos de muy pocas palabras dice mucho y toca temas tan contemporáneos y locales y humanos que de a momentos me sentía dentro de una conversación con una amiga cuando te cuenta algo que le pasó hace poco.
Me acuerdo de una clase de traducción literaria donde hablamos del inexistente y artificial "español neutro" que al día de hoy seguimos intentando encontrar cuando traducimos del inglés. Hacía poco que había salido Los increíbles en el cine, nos contaba nuestra profesora, y junto al doblaje en "español neutro" estaba la opción de mirar la película en español argentino. A mi profesora le pareció un doblaje horrible, pero a una de sus alumnas de primaria (antes de traducción, enseñaba música en escuelas) le encantó porque, en sus palabras, "hablan como nosotros". Esa misma sensación de encanto fue la que tuve mientras leía este libro.
Ahora no se me vienen muchas palabras a la mente, pero me acuerdo particularmente de haber visto "enchastre" plasmada en la hoja del libro, una palabra que nunca hubiese pensado que iba a ver escrita en un libro. Como traductores, no tenemos la libertad de usar regionalismos y ponerlos en la boca del escritor, y a veces eso lleva a una negación de mi propia variedad del español. Me cuesta asociar el español argentino con la literatura o con la música (producto de escuchar tanta música en inglés) y ahora que leo libros de escritores argentinos me resulta chocante pero satisfactorio a la vez. Me siento en casa.
Sé que no estoy hablando demasiado del libro en sí, pero quería aprovechar este espacio para hacer catársis sobre esta cuestión del español. Además, siempre tengo esa tendencia a reseñar libros contando lo que me hicieron sentir en vez de enfocarme en el contenido, así que, ¿por qué esperan algo diferente si ya saben cómo me pongo?
En síntesis, es un libro muy bello y no hubo ningún cuento que no me gustara. Me encanta que el título de cada cuento se enfoque en un detalle mínimo de la historia y no en la trama general. Me encanta que en cada cuento haya un poquito de lo lindo y de lo feo de las relaciones con amigos, familiares, parejas. Me encanta lo tridimensionales que son los personajes. Es una lástima que el libro sea tan corto; me quedé con ganas de más. No tengo dudas de que voy a leer lo que sea que publique Olivia Gallo en el futuro; así de mucho me gustó su forma de escribir.
Y para cerrar, solo voy a decir que podemos tener muchas cosas malas en Argentina como país y los argentinos como gente, pero qué bello es el español argentino.
No me gustó, los cuentos se me hicieron predecibles y los finales eran todos muy abruptos, sentí que querían dejar una reflexión por así decirlo pero parecían cortados antes de tiempo y los relatos quedaban muy vacíos.
Me gustó mucho la forma de escribir pero no me terminaron de cerrar los relatos, es un libro fresco de lectura ágil pero me dejó con el sabor de que le falta algo.
timing timing timing location location location una generación nueva para mí, te habla cuando estás perdiendo tenés que ganar urgente Olivia empezó ganando. hay maldad, pero es una maldad empática No me hizo recordar a ninguna autora. No es ocampista, moorista, carveriana, shelleyina, salingesrista Olivia es ella misma, en su ficción, su voz ojalá juegue en primera y la lean afuera tb no le arruinen el partido no parecerse a nadie, padecerse a uno
más de lo mismo: chica de veintitantos con características de manic pixie dream girl que romantiza fumarse un pucho en un balcón en microcentro. no se si se suponía que la protagonista de los cuentos siempre era una chica distinta. si era así, no lo note. no me molesto, pero más que cuentos lo sentí como un diario. es para leérselo todo de una. es aburrido pero te saca el aburrimiento, no se cuanto sentido tiene eso pero bueno. no se porque le pongo 3 estrellas y no menos. quizás porque menos de tres ya es cuando odio, y no me pasa esto.
Creo que son cuentos para quiénes necesitan iniciarse en el camino del cuento realista contemporáneo. Cuentos sencillos, con un mismo estilo que desencadena en un mundo simple. Ninguno profundiza el tema narrado. En algunos información innecesaria, eso a estilo personal. Es lindo, fluye. Eso.
3.85⭐ Voy a tener que darle otra oportunidad a los relatos, de momento tengo un libro pendiente de relatos de Octavia Butler y Alice Munro Estos en concreto tratan de el fin de la adolescencia, paso de una etapa más ingenua a una más adulta. Descubrí a la autora gracias al programa de Página Dos.
Las chicas no lloran llegó a mis manos gracias a Bukku; no había leído nada de Olivia Gallo. Siempre que leo sobre el autor o autora y veo que es súper joven (¡Olivia nació en 1995!) pienso, “Los Beatles se separaron cuando tenían 27 años, o sea, para esa edad, ya habían hecho todo.” En fin, reflexiones, no nos deprimamos. La verdad es que el libro me gustó; son 12 cuentos, el último le da título al libro, adolescentes y jóvenes adultos son los protagonistas y van descubriendo la vida, las alegrías y tristezas, los miedos, los cambios en sus cuerpos, la sexualidad y las diferentes formas de vincularse, la incertidumbre del futuro adulto que viene con engaños y muerte. 12 cuentos fáciles de leer, como si fueran bellos relatos orales, como si la autora nos estuviera contando seleccionados episodios de su vida; elegí esta cita porque me pareció muy canceriana: miedo salvo rodeada de agua.
"Imagina que alguien hubiera capturado el paso a la edad adulta, incluyendo aquella textura del tiempo escolar que se convierte en nostalgia y los primeros pasos estrenando la mayoría de edad, en el interior de uno de aquellos envases de plástico que conservan fruta en los supermercados. Podrías llevarlo a tu casa y abrir la tapa lentamente para paladear el aroma de aquellas sensaciones enterradas diez, veinte o treinta años atrás".
3 para pasar el rato está bien… que creo que es una cualidad bastante mala para un libro hay un par de cuentos que me han gustado mucho (toda la gente sola y dientes de leche), pero es verdad que en todos me da la sensación de que no llega al cuento nunca. todos son inicios de historias que no llegan a ser desarrolladas.
Me ha decepcionado, no por la calidad sino porque los relatos no tienen final. Empiezan, te atrapan porque es una escritura fácil y ligera, pero no avanzan, se cortan en el comienzo y te quedas sin saber. No desarrolla las historias, son como capítulos que se descartan porque no encajan en su idea, y todo eso me da mucha rabia porque prometen muchísimo. No les vi razón de estar.
Me gustó mucho la escritura de Olivia Gallo, los cuentos son fáciles de leer y entretenidos. Algunos incluso logran sumergirte en esa ansiedad de querer saber qué pasa al final como el de Caramelos ácidos de limón. Otros tuvieron finales predecibles. En fin, un libro sencillo que encanta.
Me gustaron mucho todas las historias. Me encantaría saber que pasa en algunas, en qué terminan, cuál es el desenlace. Pero bueno, creo que esa es la magia de los finales abiertos
"Yo le seguía teniendo miedo a casi todo, pero había desarrollado un mecanismo de defensa para que ese miedo no afectara mis experiencias amorosas: me convertí en una especie de anarquista emocional, una nihilista del sexo"
Lo he pensado mil veces, y lo he hablado con amigas y se lo he dicho a mi pareja con lágrimas en los ojos= "Crecer duele mucho"; para mí, la etapa de los 20 a los 30 es un campo de batalla= hacerse mujer es un terreno hostil y de eso mismo es de lo que nos habla Olivia Gallo con absoluto primor.
Porque no solo duele la menstruación ni las tetas cuando crecen, también duele no saber quién eres ni cuál es tu lugar en el mundo y es por ello que sí, las chicas lloramos.
Yo lloro mucho, mis amigas lloran, el día uno de enero quedé con mis amigas y esperando para que nos dieran mesa en el Vips vi una foto en stories de una de mis amigas y le dije "que preciosa sales" y me dijo "me la hizo mi padre yo ni sabía que me la estaba haciendo" y se puso a llorar y entonces yo lloré y la abracé y nos reímos y nos pusimos debajo de donde daba el aire de la calefacción para que se nos secasen las lágrimas. Ese día me tomé más de medio litro de batido de yogur con arándanos.
En fin, siento que nadie sabe lo difícil que es ser una chica que las propias chicas, como cuando en Las Vírgenes Suicidas el doctor que atiende a Cecilia Lisbon tras su intento de suicidio dice= "¿Qué haces aquí, guapa? Si todavía no tienes edad para saber lo mala que es la vida" y Cecilia le responde "Obviamente señor que usted nunca ha sido una chica"
Y es por ello que quizás todas tengamos nuestro propio capítulo que añadir a este libro.
Los que tenemos más de cuarenta años leemos cuentos o relatos de gente de veintipocos y, a veces, sentimos que estamos leyendo la más enloquecida ciencia ficción.
Leí estos cuentos como eso, como noticias de un mundo que me roza pero que sin embargo está en otra galaxia; drogas, amor líquido, etc. Hay mucha muerte e incertidumbre amorosa, cosas que relaciono con esa edad de las potencialidades.
En todos los cuentos sentí que los personajes eran buenísimos que podrían ameritar novelas enteras, esto suele ser una virtud, pero me quedé con ganas de más.
Sin dudas Olivia Gallo es una escritora a seguir, tiene la pluma y las alas para el vuelo.
Por lo general leo novelas, así que siempre siento que al leer cuentos me voy a distraer, que no es un formato que vaya a disfrutar. Prejuicios al vicio. Y este libro me lo dejó claro. Disfruté cada cuento, son muy accesibles y al leerlos sentí que me sumergía en un mundo nuevo a pesar de que algunos eran muy breves. Sí es cierto que las historias tienen finales muy abiertos. Esto no me molestó, sino que me hizo pensar una y otra vez en que me gustaría leer una novela de cada relato. Quedo con muchas ganas de seguir leyendo a esta autora.
Las chicas no lloran fue un libro que llegó a mi como un regalo sorpresa de mi mamá, se lo recomendaron en la librería porque le dijo al vendedor que tenía una hija de 15. El libro es una recopilación de cuentos de situaciones cotidianas en los adolescentes y que me entretuvo bastante. No es un libro que haya amado pero tampoco me disgustó para nada. No tengo mucho que decir la verdad, una lectura linda y pasajera 💛
Perdón, pero no. Siento que todos los cuentos están escritos a través de una bruma. Desde la mirada de una narradora canchera pretty fly for a white girl. Siento que corta los cuentos abruptamente y que no terminan de despegar. El que estuvo más cerca de gustarme fue Toda la gente sola, pero tmp. Sí tiene frases hermosas y están muy bien situados los lugares palermitanos y "belgranianos".
Aburridisimo. Los cuentos son abruptos, empiezan y terminan sin ningún conflicto más allá de la abulia de los personajes. Cuentos sin final, sin nudo, completamente olvidables al rato que se leyeron.
Cuentos anecdóticos para leer en el metro de camino al trabajo. Sin más.
Eso sí, me ha gustado la forma de narrar de la autora y me he quedado con ganas de saber cómo resolvería una historia un poco más larga (y profunda, tbh).
«Cuando mamá me dijo eso, la miré y creí que estaba llorando porque tenía la cara mojada, pero podían ser las gota de agua de la pileta.»
Descubro la narrativa de Olivia Gallo y considero que tiene una honestidad muy poderosa y juvenil. Que navega en sí misma con una ironía que me hace sentir cómoda como lectora pero, también, un poco lejos. Entre sucesos rutinarios y la vida, apenas logro encajar dos o tres sensaciones poderosas. El resto fluye, sin más.
No obstante, tiene una frescura innata. Esta opera prima de la autora argentina es un paso adelante que, me alegro, haber descubierto.
«El nido a medio construir se cae y la paloma vuela lejos. Mi abuela cierra la ventana, vuelve a sentarse enfrente de mí y me dice: qué pájaro de mierda.»
Es un libro entretenido. Las descripciones son directas y potentes, sin demasiados firuletes ni metáforas innecesarias. Me gustó mucho eso. Diría que, en este sentido, la prosa es la principal virtud de Olivia Gallo y de este libro en particular. Problemas: los personajes se sienten bastante planos, y la estructura de los cuentos es rara: carecen de conflicto y giros argumentales. Parecen más bien anécdotas que empiezan y terminan deliberadamente porque si. A pesar de lo que no me gustó, los cuentos en general me parecieron bastante amenos y entretenidos. Mi favorito fue "Caramelos ácidos de limón". Espero con ansias el próximo trabajo de Olivia Gallo.
Compré este libro en la Fed, y debo decir, que con algo de ilusión cuando vi que era la tercera edición.
¿Qué pasa que los cuentos dejaron de tener conflicto? Hay algo de esta nueva ola, que me gusta: podemos entender una forma de vida, un momento de la vida... Los veo como retratos, como una foto. Vemos el entramado de preocupaciones, movimientos y temáticas que atraviesan los personajes.
Pero de algún modo, creo que más allá de la profundidad aparente, que se puede dar por las temáticas, ( en este libro: muerte, duelo, vejez, etc.) creo que se queda en la superficie.