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Antifascistas. Así se combatió a la extrema derecha española desde los años 90

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La extrema derecha española empezó a parecerse un poco más a la europea cuando murió el dictador Francisco Franco. La transición estuvo marcada por la violencia de los grupos parapoliciales y el terrorismo de Estado, pero pronto llegaron las bandas de skinheads neonazis, los ultras del fútbol, y poco a poco, las nuevas formaciones de ultraderecha y los movimientos sociales neofascistas. La generación que creció después de la transición dio respuesta, desde distintos ámbitos y con tácticas diversas, a una nueva ultraderecha que ejercía la violencia de una manera brutal contra diferentes colectivos, y que progresivamente trató de hacerse un hueco en las instituciones. Ramos repasa las diversas luchas contra la nueva extrema derecha que surgió en España en los años ochenta hasta la actualidad, con testimonios de sus protagonistas y crónicas periodísticas y políticas de cada momento: Cómo se organizaron las distintas plataformas y colectivos que pasarían de la autodefensa inicial a la ofensiva contra los grupos de extrema derecha; qué papel jugó el periodismo, la cultura, la música, las instituciones y los movimientos sociales; y la pluralidad de la lucha antifascista, sus alianzas, sus debates y algunas de sus victorias. Pero también, cómo una parte del movimiento antifascista combatió en soledad, asumió los riesgos, sufrió la violencia de los neonazis, la persecución policial y judicial, así como la criminalización de los medios de comunicación.

638 pages, Paperback

Published March 28, 2022

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Miquel Ramos

7 books8 followers

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Profile Image for Sara Pastor.
30 reviews4 followers
May 22, 2024
Yo no sé hacer reseñas porque muchas veces me acaba importando cero la estructura, el formato de los capítulos, la tensión narrativa etc. Vine a los libros por la emoción que suscitan y por la información que brindan, y por estas me quedo.

Este libro ha asentado profundamente mi visión política personal. Las bases estaban ahí, pero faltaba contexto, memoria histórica, referentes, faltaba canalizar la rabia y ponerle nombres y apellidos.
He tomado 4 meses para leerlo, porque no pretende ser un argumentario, si no más bien una enciclopedia, o una crónica periodística que abarca muchos años y muy diferentes actores, muchos desconocidos para mí. Tuve que tomar un descanso prolongado hacia la mitad de su lectura porque la impotencia que me ha supuesto desconocer muchos de los sucesos que narra me avergonzaba y me hacía sentir que había permanecido al margen demasiado tiempo. La impunidad con que el relato informativo generalista ha obviado esta parte de nuestra historia como sociedad, la amnesia política, el nulo reconocimiento por tantos aquellos que se dejaron y dejan el cuerpo, la ingente cantidad de pruebas sobre la represión y el colaboracionismo de las fuerzas de seguridad del Estado me obligaban simplemente a poner en tela de juicio mis propios argumentos, progresistas desde hace tiempo pero más basados en la ética y el sentido común que enraizados en una base teórica, y creo que, desde el aislamiento que me ha provocado hasta hace no mucho la falta de conciencia de clase, en el pasado mi discurso al respecto habrá sido más equidistante (supongo que, simplemente, vivía más feliz ignorando todo esto porque yo -mujer blanca hetero de clase media- sí podía ignorarlo).

Al acabarlo desearía haber contado con un libro así durante mi adolescencia: una adolescencia despolitizada, ignorante ideológicamente, poco comunitaria, privilegiada en cierta medida, sin acceso práctico al activismo, a la organización y la camaradería, sin un objetivo claro y compartido por el que luchar con mis iguales, escuchando escaso discurso alternativo, apartada de entornos menos normativo, temiendo a los naz1s de cabeza rapada en forma de leyenda urbana (por tanto, desde una falsa idea de ficción y con percepción de asunto ajeno), asustadiza de la esv4stic4 del cine sin tener ni idea de sus motivaciones, y lo peor: mirando con recelo al antifascismo combativo, aún con cierta curiosidad, inmersa en la falacia de que ”los extremos se tocan” amparada por construcción institucional pérfida de la imagen de “tribu urbana radical”… en definitiva, sin apenas remos ideológicos a los que asirme durante la etapa temprana de construcción de una identidad y valores que me sostuvieran el vivir. Desearía haber llegado antes, en definitiva.

No se puede volver atrás, pero se puede hacer el esfuerzo de subsanar esta ignorancia, y el trabajo de Miquel Ramos ha contribuido de forma ingente a llenar mis vacíos de conocimiento y a poner rumbo hacia algo con lo que le siento identificada.

Independientemente de la obviedad de que no puede retratar todas las caras del antifascismo, que algunos temas son recurrentes, que tenga altibajos en el ritmo, que no ofrezca debate argumental y se centre en lo descriptivo (no es su objetivo y así se plasma entre sus páginas) …creo que son detalles que pueden gustar más o menos en función del bagaje y las expectativas de cada uno, que en absoluto desmerecen el colosal trabajo de recopilar, ordenar y contrastar el material propuesto.

Es una obra divulgativa que pone luz sobre un tema deliberadamente desprovisto por diferentes agentes de la luz externa y el altavoz con el que debe contar. Deseo por ello que llegue a algún instituto, a una charla de una asociación vecinal, a algún equipo deportivo juvenil, a la mesa de una caseta de la feria del libro a la que se asome alguna chavala despistada, a algún barrio poco organizado de provincias… que de contexto para los que carecimos de él pero inconscientemente nos sabíamos incómodos con muchos de los discursos que, sin responsabilidad alguna, llevan demasiado tiempo campando a sus anchas a nuestro alrededor.
Profile Image for Marta Cava.
578 reviews1,136 followers
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September 18, 2022
Segur que falten molts casos i històries, però quin compendi més ben fet sobre el feixisme a l'estat espanyol des dels 90. Necessari de llegir per no oblidar certs fets i certes persones.
Profile Image for Óscar.
139 reviews8 followers
July 6, 2022
Describe, cuenta, ilustra perfectamente la lucha contra la extrema derecha española desde un sector de la sociedad. Al igual que la protección de ésta por parte del estado. Libro muy recomendable.
Profile Image for Eli Watery.
114 reviews
March 10, 2025
Este libro es espectacular. Es un viaje en el tiempo y a lo largo de los años que no se debe olvidar. Es increíble.

Hay tanto trabajo, tantas vidas puestas en él que poco reconocimiento tiene para lo que se merece.
Ojalá no quede en el olvido.
Profile Image for Miguel Angel Pedrajas.
447 reviews14 followers
July 7, 2024
Este libro me ha parecido una bofetada fresca y necesaria a la indolencia y pasividad de mi persona respecto a la sociedad en la que vivo. Un reclamo a actuar ante el avance del discurso y la aceptación de los retrocesos que está consiguiendo la ultraderecha ya no solo en nuestros barrios, zonas y países, sino en el mundo entero. Un paseo por la historia reciente y más cercana donde los fascistas campan a sus anchas y donde mucha gente ha levantado su voz para plantarles cara.

He de confesar que me esperaba un libro de difícil lectura en sus más de seiscientas páginas, con un recorrido recapitulatorio e histórico de acontecimientos, personajes y entidades meramente documental. Pero no ha sido así. Miquel Ramos no solo cuenta lo que promete sino que sabe llamar a las cosas por su nombre y plantear dilemas interesantes hasta sorprender. He tenido una sensación parecida a la que tuve con otro libro, también recomendable, de Rodrigo Terrasa: La ciudad de la euforia: Una hipótesis de la mafia. En este caso, no había mucho que no supiera ya sobre los personajes y casos de corrupción que azotaron al País Valencià durante años. Pero verlos todos reunidos en un libro, negro sobre blanco, reconcome y te golpea para reconocer lo que no quieres que ocurra más en tu sociedad. Con la diferencia del tono sarcástico de Terrasa respecto a Ramos, ambos libros son imprescindibles.

Y volviendo a “Antifascistas”, es imprescindible ya no solo como homenaje a aquellas personas, movimientos y actos que han defendido a nuestra sociedad, derechos y personas de los ataques de los intolerantes, los violentos, los racistas y los nostálgicos de un régimen. También es una referencia de cómo esta ultraderecha se ha estado moviendo en todos estos años, cuáles han sido sus proyectos, sus logros, sus derrotas y su renovación copiando los modelos que tan bien les ha funcionado en otros países como Estados Unidos, Grecia o Alemania. Permite entender el riesgo que corremos con vertientes y el populismo alcanzado por Vox, los mensajes de odio en manos de youtubers cuñados o el todo vale de gente como Alvise o Cristina Seguí. Gente que viene a destruir las bases de nuestra convivencia y los principios de la democracia desde dentro. Grupos de nazis que revientan actos, utilizan los equipos de futbol como escaparate de captación, partidos políticos no-políticos centrados en el odio y la añoranza de tiempos mejores, medios de comunicación que sirven de plataforma de promoción, de manera consciente o no, de los intolerantes y sus mensajes capciosos, usar el término “pelea de bandas” para ataques fascistas y un largo etcétera.

Ha sido un libro que no he podido parar de leer. Me ha tenido atrapado, enfadado, esperanzado y, sobretodo, haciéndome preguntas como ¿qué estoy haciendo yo para evitar esto? No es una lectura fácil en muchos momentos, porque no hay muchas derrotas de los fascistas en estos últimos años. A veces, con ayuda de un sistema judicial que, no solo no aplica las leyes como se espera en una sociedad democrática, sino que la aplica precisamente contra los que denuncian. Y lo mismo ocurre con el sistema policial corrupto porque en sus mismas instituciones es donde se concentran algunos miembros de la ultraderecha. No es un secreto actuaciones policiales que operan solo dependiendo del bando político afín, que desaparecen cuando aparecen los violentos a reventar un acto o que no solo dejan libres a los atacantes sino que presentan cargos contra las víctimas. El libro está lleno de ejemplos con referencias y enlaces a los medios donde se han publicado.

Miquel Ramos comparte entrevistas muy interesantes y, pese a que no es una obra donde el autor cobre especial protagonismo, se agradece que cuente sus experiencias de primera mano y detalles en la València de los noventa y dos mil que me resultan cercanas. El inicio de todo es la muerte de Guillem Agulló y cómo esto fue para Ramos la mecha que encendió el libro que hoy reseño y que es recomiendo encarecidamente. Por cierto, el epílogo de Betlem, hermana de Guillem, me parece precioso.

Pese a que esta amenaza ya vivida debería ser evidente para toda la sociedad, el fascismo aún siendo minoría, convive entre nosotros y se ha hecho un hueco en la comida de navidad cuando no le has invitado a tu casa. Te dice eso de “yo no soy racista pero...”, “hoy en día no se puede decir nada”, “antes había más libertad...”, unos mensajes que cuestionan nuestros avances como sociedad y que, sin darnos cuenta, calan también entre la propia izquierda. ¿No se os encienden las alarmas?
Profile Image for Endika.
10 reviews
August 11, 2022
Miquel Ramos despieza las formas de actuar de la extrema derecha desde los años 80, contextualizando su obra en perspectiva internacional a través de varios capítulos y planteando a su vez las diferentes iniciativas antifascistas que han respondido a las ofensivas del neofascismo. Aunque en su prólogo señale que no pretende ser un trabajo de investigación periodística, Miquel recorre esta historia del neofascismo español citando continuamente fuentes. Como pequeño 'pero', plantearía que hay capítulos en los que las notas al pie de página son constantes aunque en otros son escasas.
En definitiva, muy recomendable.
Profile Image for Beatrice.
63 reviews1 follower
July 11, 2023
Pedir la regularización para las personas migrantes, derechos laborales para las trabajadoras del servicio doméstico o que la historia del pueblo gitano aparezca en los libros de texto es lucha antifascista. [...] Cada vez que pedimos acceso a una vida digna en igualdad, independientemente del género, la nacionalidad, la religión o la etnia estamos haciendo antifascismo. Estamos afirmando radicalmente la universalidad de los derechos humanos que el fascismo niega, estamos afirmando que no existen jerarquías de humanidades.


El 6 de febrero de 2000 [El Ejido, Almería], cientos de vecinos iniciaron un pogromo contra personas migrantes. Asaltaron sus negocios, incluso entraron en sus viviendas y les prendieron fuego ante la mirada pasiva de la policía. No hubo ninguna detención, ni siquiera una intervención policial para frenar las hordas que arrasaban con todo. Más de una veintena de heridos, una mezquita arrasada y varios vehículos incendiados. Los trabajadores migrantes y sus familias se escondieron donde pudieron de la ira racista. Jóvenes armados con bates de béisbol y barras de hierro prendieron fuego a una vivienda en la que vivía una familia magrebí con dos menores de edad. Pudieron escapar de las llamas.

“Veinte años después [de los sucesos de El Ejido], el partido de extrema derecha Vox es el segundo más votado en El Ejido, una ciudad donde conviven millonarios con miles de trabajadores viviendo en condiciones infrahumanas en chabolas de plástico y antiguos cortijos en ruinas por los que pagan alquileres desorbitados.[…] Sin luz ni agua corriente, sobreviven en ese cuarto mundo que nuestras sociedades enriquecidas se han acostumbrado a albergar como engranaje imprescindible de su motor económico. No ha vuelto a haber más razias porque la ley de extranjería es el mejor sistema de represión y amedrentamiento para que las personas migrantes no osen reclamar los derechos más fundamentales. Pero la semilla del odio, que brotó en el año 2000 escandalizando a buena parte del país, está ahora diseminada por todo el territorio nacional: la riegan diariamente con sus mentiras, sonrisas cínicas y visitas a centros de menores, campos de tiro y al Parlamento la señora Monasterio y los señores Abascal y Ortega Smith. Pero no solo. También medios de comunicación que durante años han pagado a tertulianos dedicados a hacer apología del odio, divulgar bulos y prejuicios, y crear así la agenda política y el estiércol ideológico sobre el que luego se ha enraizado parte de la derecha y la extrema derecha españolas. [...] El Ejido debe permanecer indeleble en nuestra memoria histórica: un aviso de lo que ocurre cuando las leyes excluyen a una parte de las personas de su condición ciudadana, cuando se normalizan las castas sociales, cuando, en definitiva, institucionalmente se sientan las bases de un apartheid.” – Patricia Simón (La Marea).

Como siempre, los grupos de extrema derecha relacionan la inseguridad con las personas migrantes, no con la precariedad ni la falta de políticas públicas que solucionen o mitiguen los problemas de la ciudadanía.

Trataron el caso [de Carlos Palomino] como una “pelea entre bandas rivales”, poniendo al mismo nivel a los nazis y los antifascistas, cuando el asesino iba a manifestarse contra las personas migrantes armado con un cuchillo mientras la víctima iba a protestar contra el racismo desarmado.

La investigación [caso Panzer] había comenzado a raíz de la venta de armas y difusión de material neonazi en una web, pero el juez consideró que estos indicios no justificaban pinchar los teléfonos [autorizado por la jueza de instrucción dos años antes de la operación policial] . [...] De modo que el juez del caso Panzer incluso arremetió en la sentencia contra al Guardia Civil por haber investigado a una banda neonazi a la que se le incautaron numerosas armas. [...] Un año después, el alto tribunal confirmó la absolución de los nazis e impuso a las organizaciones de la acusación popular [recogidas en Acció Popular Contra la Impunitat] el pago de las costas: más de 43.000 euros [...]. Los neonazis exigieron que se les devolvieran las armas encautadas. Como habían sido destruidas, el Estado tuvo que indemnizarles. El asesino de Guillem – al que de nuevo sonreía la justicia – pidió también que se le devolviera su colección neonazi. Cuevas, que cuando se le juzgó por el asesinato de Guillem declaró que era un joven ajeno a cualquier ideología política, reclamaba decenas de brazaletes con la esvástica y demás objetos de parafernalia nazi que la Guardia Civil le había encautado. Aparte de una navaja a la que, según decía, tenía especial cariño.

[…] Ponían sobre la mesa la existencia de un supuesto antifascismo democrático, que reivindica valores solidarios, pero siendo respetuoso con el sistema capitalista y sobre todo “sin usar la violencia”. Con este argumento pretendía trazar una línea divisoria entre el antifascismo demócrata y el antifascismo violento. Según esta tesis, el supuesto empleo de la violencia es el método básico que iguala a antifascistas con los fascistas, utilizando ambos grupos formas de expresión igualmente “radicales” y “extremas”. El objetivo de insistir con esta argumentación es el de aislar socialmente al movimiento antifascista real, al que lucha en la calle porque entiende que el fascismo es una herramienta del capitalismo para amedrentar a los sectores sociales en lucha por los derechos básicos de las personas y que entiende, además, que no es democrático el sistema que privatiza la sanidad, que mercantiliza la educación, que precariza el trabajo, que vive junto a las mafias inmobiliarias y junto a la corrupción institucional. Es decir, no existe un antifascismo “democrático” que no combate el sistema capitalista ni planta cara a sus guardianes callejeros: los nazis.

El primer concierto de Negu Gorriak en Barcelona en el año 1991 fue en la antigua sala Zeleste. Allí se encontraron con un despliegue policial impresionante; decenas de furgonetas ocupaban las calles aledañas con las sirenas puestas. “Querían amedrentar a la gente para que no se acercara, que se extendiera el pánico y temieran acudir a un concierto nuestro. […] Después, más de uno me confesó que se había politizado al ver aquellos. Pensaron que algo estarían haciendo bien si preocupaban así al poder. Parecía que nos temían. La música era una gran herramienta de lucha”. [Explicaba Fermín, de Negu Gorriak].

“Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, ya que no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, ya que no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, ya que no era sindicalista. Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, ya que no era judío. Cuando vinieron a buscarme a mí, no había nadie más que pudiera protestar.” – Martin Niëmoller, pastor luterano (1892-1984).

Mostafà, que se declara ateo, explica: “La campaña ultraderechista no era contra los templos religiosos, sino contra toda la comunidad musulmana y contra la misma diversidad religiosa del territorio. […] Defender el Estado laico no implica prohibir a los creyentes tener sus centros de culto.”. Según Mostafà, la estrategia islamófoba de la extrema derecha usa precisamente el hecho religioso como excusa para estigmatizar a toda una comunidad, mayoritariamente migrante, aprovechando que parte de la izquierda, por su tradición laica, no defenderá a los musulmanes.

Siempre pensamos que los judíos fueron masacrados y exterminados durante la Segunda Guerra Mundial porque un Gobierno muy malo con un programa de exterminio se hizo con el poder en Alemania. [...] Cuando nos horrorizamos ante el Holocausto, se nos olvida que fue posible porque en ese momento no nos horrorizaba el trato que se infligía a los judíos. Que fue, por tanto, la aceptación de la inferioridad de una determinada comunidad, convertida en programa de gobierno por un partido que, de alguna manera, hizo visible y manipuló el racismo de un sector de la población, lo que hizo posible el Holocausto. Alertemos entonces sobre las consecuencias históricas que tiene la aplicación de esquemas de exclusión en las relaciones de poder."- Santiago Alba Rico, extracto entrevista en CTXT.

Cada contexto, cada época y cada ocasión es particular y tiene sus propias características, por lo que no siempre funciona la misma estrategia. No se puede combatir una victoria electoral de la extrema derecha con una manifestación de un bloque negro. Ni se puede parar una cacería nazi con una batucada. Ni todos los militantes y simpatizantes están dispuestos a todo. Sin embargo, todas y todos son necesarios en distintos frentes. Con un símil deportivo que oí en una charla a un militante antifascista, no puedes ir a jugar un partido de fútbol con once delanteros ni con once porteros. Necesitas toda la plantilla.

La batalla del antifascismo no es solo contra los neonazis del barrio o el partido de extrema derecha de turno, sino también contra la infección que suponen estas ideas más allá de sus entornos y las condiciones materiales que hacen que el veneno contagie. Por eso, que la estrategia antifascista se base únicamente en responder a las acciones de las organizaciones de extrema derecha es obviar otros importantes frentes de batalla, quizás incluso de los más importantes, como son los más cercanos: el barrio, la escuela, la universidad, el centro de trabajo y cualquier otro espacio.

En muchas de estas manifestaciones detienen aleatoriamente a quien logran cazar en una carga y le atribuyen cualquiera de los incidentes que hayan tenido lugar, aunque luego no se demuestre su participación en ese hecho determinado. La palabra de la policía va a misa y eso lo sabe cualquier activista. [...] “El grupo ha aceptado la oferta [penas inferiores a 2 años de prisión si reconocían los hechos] viendo cómo se desarrolla la dinámica judicial. Era la palabra de ellos contra la de los policías. De esta manera, eran los imputados los que tenían que demostrar su inocencia y no la fiscalía la que tiene que probar las acusaciones.”

Los neofascistas llevaban décadas reivindicando esa supuesta transversalidad en la que pretendían situarse, negando el eje izquierda-derecha y apelando a un “pueblo” enfrentado a las élites, algo parecido a lo que reivindicó el 15M. Lo que de primeras no explicaban los neofascistas era que ese “pueblo” al que se referían era cultural y a veces racialmente homogéneo, porque para ellos, la diversidad era precisamente una imposición de esas élites que llamaban a combatir.

HSM [Hogar Social Madrid] cambió la forma en la que los neonazis se presentaban ante la ciudadanía. No solo con sus acciones “sociales”, su retórica y su estética, [...] sino porque desde el primer momento atendieron a los medios de comunicación y les abrieron las puertas de par en par. […] Combinaban estas acciones sociales excluyentes con campañas de agitación en las calles contra la inmigración, el feminismo, las personas refugiadas, los MENA, el independentismo o el islam. [...] Juan recuerda que el barrio se movilizó inmediatamente y entendió que, aunque no luciesen simbología nazi o fascista, sus repartos de comida excluyente (solo para españoles) los retrataba, porque en el barrio existían bancos de alimentos desde el 15M que no discriminaban a nadie. “Vinieron a prestar un servicio que ya llevaba años en marcha”.

“La interpretación que la fiscalía hace de los delitos de odio está absolutamente apartada de los parámetros internacionales que dice recoger. El delito de odio nació para proteger a los colectivos vulnerables y debe combatir con energía cualquier tipo de discurso que ahonde en su discriminación o criminalización. En su lugar, esta circular se muestra equidistante y, lo que es peor, llega a amparar al colectivo nazi.” – Isabel Ebal, jurista.

El nazi que se había librado del agravante de racismo cuando atacó a Mustafá al grito de “moro de mierda” acusaba ahora a cinco antifascistas de discriminación ideológica. Y el fiscal lo aceptó. No era la primera vez que la fiscalía aplicaba a los antifascistas el agravante de odio, concretamente la motivación ideológica.

Ante la barra libre que se estaba dando a la hora de aplicar este agravante [delito de odio], decidí consultar a organismos internacionales expertos en la materia. [ECRI, OSCE, Instituto de Relaciones Raciales de Reino Unido] Todos respondieron en el mismo sentido […]: “La legislación sobre delitos de odio, las medidas contra la discriminación, así como las leyes internacionales de derechos humanos están ahí para proteger a los grupos vulnerabilizados, y nunca deben convertirse en un escudo detrás del cual se escondan los agentes del Estado.

También consulté a Laia Serra, que me recordó: “La policía ya tiene una serie de delitos que la protege, como los de atentado contra la autoridad (550 C.P.) en caso de ataques físicos, los de calumnias (205 C.P.) e injurias (208 C.P.) o los de los insultos dirigidos a los cuerpos policiales (503.2 C.P.). La policía, cuando actúa, cumple una función de Estado, no está ejerciendo ningún derecho fundamental. Son un colectivo corporativo, no un grupo identitario y menos un grupo estructuralmente desaventajado en el ejercicio de sus derechos fundamentales. Entender que los delitos de odio son aplicables a la policía es un abuso de derecho, una distorsión de la legislación antidiscriminatoria.”

Esta supuesta incorreción política de la que hace gala la extrema derecha es una de las claves para entender su batalla cultural, es decir, su estrategia de minar los consensos democráticos en materia de derechos humanos, Intentan conquistar el sentido común normalizando sus discursos de odio y presentándose como irreverentes ante lo que llaman “dictadura progre” o “marxismo cultural”, acusando de “buenistas” a quienes defienden derechos y presentándose ellos como rebeldes porque intentan eliminarlos. [...] Uno de los ejes principales de esta batalla cultural es la victimización del privilegiado – esto es, de colectivos que no sufren una discriminación estructural. Por ejemplo, se presenta a los hombres como víctimas de in contubernio feminista basado en el odio. Esto no es nuevo. Los neonazis de los años noventa ya hablaban del “racismo antiblanco”.

Durante el franquismo, la izquierda asoció el fútbol a una herramienta del régimen, como “el opio del pueblo”. La izquierda se desentiende del fútbol, lo abandona, lo desprecia desde el punto de vista militante e intelectual. Así fue como durante los años ochenta, como no ocupó ese espacio, llegó la extrema derecha y lo ocupó. Esa ultraderecha que no tenía ninguna visibilidad a nivel institucional se empieza a hacer visible en los campos de fútbol.

“Toda la política que no hagamos será hecha contra nosotros.” – Joan Fuster.

El asesinato [de Aitor Zabaleta, por un miembro del Bastión – grupo radical de tendencia neonazi del Atlético de Madrid] se enmarcó en la “violencia en el deporte”, lo cual despolitizaba el caso y camuflaba el odio que había detrás como si fuese un asunto de rivalidad deportiva, y no la intención de un neonazi de matar a un vasco.

Willy [miembro de Bukaneros] explica: “Una grada consciente y rebelde en la que no solo se anima, sino que se sacan pancartas y se corea contra los deshaucios, contra la reforma laboral y otros temas de actualidad es doblemente peligrosa y está doblemente perseguida.”

La afición rayista le dio la bienvenida al grito de “¡Roman Zozulia, un puto nazi!”. Fue la primera vez que se suspendía un partido por los gritos de una grada ultra. Los insultos racistas que han tenido que soportar jugadores negros, las pancartas machistas, las banderas nazis o fascistas nunca han sido motivo suficiente para suspender ningún encuentro en la liga española. Sin embargo, llamar nazi a un jugador que hace apología del nazismo públicamente sí que fue motivo suficiente.

Pero también nos equivocamos mucho si pensamos que al fascismo se le para con papeletas cada cuatro años. El fascismo tiene las urnas porque antes ha tenido las calles. Si queremos sacarlos de las instituciones, hay que sacarlos primero de las calles.

“Al individualismo y el sálvese quien pueda del capitalismo, que acaba creando el ecosistema perfecto para que aflore el fascismo como salvavidas del propio sistema, debemos oponernos con la solidaridad y el apoyo mutuo. Que la mitad de quienes paran el desahucio de una vecina sean personas migrantes hace más contra el discurso xenófobo que una pila de panfletos antirracistas. Saber que compartes problemas (y también enemigos) con tus vecinos, sea cual sea su procedencia, levanta la mejor barrera posible contra el fascismo: comunidad y conciencia de clase.”

"Al final se trata de ir compartiendo, conviviendo para romper esos prejuicios. Cuando dependes de la olla común que hace la familia colombiana, el racismo no se sostiene. Igual que cuando la madre magrebí va a recoger a tus hijos al colegio porque tú estás trabajando, igual que cuando los niños de diferentes nacionalidades juegan juntos, consigues al fin comunidades más cohesionadas que son un dique contra el racismo”.

El Estado […] supo [...] tratar el racismo como un hecho individual y no como un asunto estructural, sacando de la ecuación la ley de extranjería, las políticas migratorias, la existencia de los CIE y muchos otros instrumentos del Estado que perpetúan estas desigualdades y criminalizan no solo el origen, sino también los cuerpos de las personas racializadas.

La ley de amnistía de 1977, además, permitía que los asesinos y torturadores quedaran impunes. Y por el bien del relato oficial, que presentaba la transición como un pacto de concordia entre quienes habían sometido a la población a una dictadura de cuarenta años y quienes la habían combatido para traer la democracia, la justicia y la reparación siguen fuera de la ecuación de una democracia construida sobre la impunidad y el olvido.

Me fijaba en Auschwitz en vez de en Albatera, Camposancos, Castuera, La Corchuela, Los Almendros, Miranda de Ebro o San Pedro de Cardeña. Nadie nos explicó que aquí también hubo campos de concentración, trabajo esclavo y un genocidio. Y nadie, de ningún Gobierno de la era democrática, construyó un museo donde se explicase la barbarie fascista, aunque solo fuera por vergüenza. En vez de tener nuestro propio memorial […] tenemos una enorme cruz visible a kilómetros de distancia que todavía señala el mausoleo franquista en el valle de Cuelgamuros. El conocido como Valle de los Caídos fue escenario del escarnio fascista a los demócratas supervivientes de la guerra, porque los presos republicanos fueron obligados a construirlo.
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2 reviews
July 18, 2024
Libro muy necesario para llegar a conocer lo que el odio lleva haciendo desde hace muchos años y por desgracia de manera impune
Profile Image for Marta Pita.
291 reviews3 followers
August 1, 2023
Como trabajo de documentación es impecable: Datos, datos y más datos. Muchos nombres y testimonios. Quizás eso es lo bueno pero también puede ser lo malo, en el sentido de que hay mucha información, nombres de personas y de organizaciones para describir hechos clave del antifascismo, pero menos análisis propiamente dicho y supongo que semejante caudal de info puede hacerse bola si estás más desapegada del tema. Como a mí me interesa mucho no me ha parecido que un volumen tan amplio se haga pesado o difícil de leer, me parece impecable como libro de consulta de muchísimos hechos históricos y para entender cómo se construye el fascismo en el Estado español, de cómo los nazis y la policía son lo mismo y de la importancia de construir antifascismo desde los barrios. La parte mala es que se centra mucho en los núcleos grandes de Valencia, Madrid y Barcelona (pero eso es esperable y lógico en cierta manera), aunque el propio autor lo deja claro y dice que le hubiese gustado contar la historia de otras zonas del Estado pero no ha podido. Aún así es un libro imprescindible por lo mucho que abarca y que está perfectamente documentado.
Profile Image for Estela Tena.
15 reviews
February 10, 2023
Aunque considero que es un ensayo totalmente necesario y que el autor deja claro, desde el principio, la característica subjetiva de este, en algunos momentos se me ha vuelto algo tedioso, muy focalizado en las luchas del País Valenciá y los principales núcleos urbanos del Estado Español (algo que en cierta parte entiendo) y quizá he echado de menos la documentación de la lucha antifascista en las zonas más rurales y alejadas de la urbe. A pesar de ello, feliz por la existencia de este maravilloso trabajo periodístico y de que las luchas pasadas queden recopiladas y estudiadas para mantener la memoria antifascista intacta, poder comprender la casuística actual y, con ello, conseguir impulso para continuar el camino.

"El antifascismo debe de ser de las vecinas, no un pasatiempo de fin de semana"
Profile Image for David Villar Cembellín.
Author 5 books23 followers
September 1, 2023
Profuso ensayo que narra la lucha antifascista en España desde los años ochenta hasta la actualidad. Su carácter episódico permite leerlo por partes, lo cual recomiendo para no acabar abrumado por el exceso de datos, nombres, lances y sucesos.

Destacar cómo el autor pone el dedo en la llaga al señalar lo introducido que está el fascismo dentro de las fuerzas del orden (Ejército, Policía Nacional, Guardia Civil) así como en la judicatura. Una manzana podrida, un espécimen de órganos corrompidos, que sólo se puede contrarrestar trabajando desde la cercanía y construyendo alternativas desde los barrios.

Muy interesante.
1 review
December 4, 2025
No suelo escribir reseñas ni opiniones porque normalmente pienso que quedan vacías para alguien que las lee con la intención de decidir si se sumerge en ese artículo/tema o no.
Pero acabo de terminar este libro de Miquel Ramos (que empecé a leer básicamente porque era suyo) y solamente puedo agradecerle el trabajo realizado. Una cantidad enorme de información interesante y profundamente constructiva. Contada con mucho respeto, sentido común y un conocimiento. Que demuestra que cuando se esta conectado sinceramente con una manera de entender las cosas, se puede transmitir de manera fácil e inspiradora.
Muy recomendable.
Profile Image for Nestorpe.
12 reviews
March 13, 2025
No explica res verdaderament interessant. Còpia pega de molts periòdics però realment Miquel aporta entre 0 i -1. Com a escriptor millor que es quede a la prensa perquè la brevetat i la superficialitat del anàlisi me ha sorprès molt negativament. Me ha semblat mes una colecció de casos de lluita antifeixista o de crims feixistes que verdaderament lo que es suposa que es tracta. Porte mig llibre i me lo acabaré encara que em coste altres dos mesos però és criminal com escriu de mal.
Profile Image for Arqueòleg.
26 reviews21 followers
June 5, 2023
Muy bien documentado y explicado, aunque en algunos puntos da la sensación de estar leyendo un tomo enciclopédico, con excesivos datos y nombres. Hecho en falta más espacio dedicado al relato y el análisis, más allá de la recopliación periodística de datos, datos y datos. Como obra de consulta, eso sí, imprescindible.
21 reviews
June 9, 2025
Un poco de historia reciente de la lucha contra el fascismo en España, con su sesgo pero muy necesaria. Si queda uno ya sea skinhead o trajeado, la diversidad y los derechos humanos están en cuestión. Buen trabajo de documentación y exposición.
Profile Image for Desferra.
148 reviews1 follower
September 27, 2023
Me costó, pero valió la pena. Gracias por guarda la memoria (la intrahistoria) del antifascismo en el Estado español.
28 reviews
November 20, 2024
Història de la lluita antifeixista a l'Estat Espanyol els darrers 30 anys.
Profile Image for Aida dos Santos.
174 reviews
July 24, 2025
seríamos un país mejor si este libro lo tuviesen que leer, y comprender, los policías, guardia civiles y militares.
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