A medio camino entre el Weird Fiction y la novela Pulp, Miles de ojos es un viaje delirante por una Bolivia que resulta familiar y apocalíptica. La historia, en la que se enmarcan una serie de personajes a lo largo de los años, tiene como epicentro a un culto que venera a los muscle cars y que pretende utilizar un Plymouth Road Runner de 1970 como instrumento ritual para la liberación de una entidad que denominan El Sueño. La reescritura del mito de Leviatán: la fascinación que produce su capacidad destructora, la velocidad como éxtasis supremo, la mutación de la máquina en naturaleza y en paisaje mental.
Esta novela onírica y tan difícil de clasificar es una exploración del cuerpo y de su porosidad, eso tan cercano y tan desconocido que, como acertadamente Paul Valery lo dijo, nos pertenece un poco menos de lo que nosotros le pertenecemos.
“Esta novela extraña y fascinante de Maximiliano Barrientos reúne su escritura elegante de siempre con referencias y obsesiones pías: la fusión es extravagante e intensa. El culto a los autos y a la velocidad elevado a religión, black metal, rituales, Ballard y Mad Max en Bolivia. No sé si hay escritores así de arriesgados en América Latina”. Mariana Enriquez
Maximiliano Barrientos nació en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, en 1979. Es uno de los escritores latinoamericanos más relevantes de su generación. Sus artículos sobre literatura, música y cine, así como algunas de sus crónicas, han aparecido en las principales revistas y suplementos culturales de Bolivia. En 2009, su libro de relatos Diario (2009) recibió el Premio Nacional de Literatura de Santa Cruz. Sus dos primeros libros, Los daños (2006) y Hoteles (2007), fueron revisados, corregidos y transformados para convertirse en los volúmenes Fotos tuyas cuando empiezas a envejecer y Hoteles, publicados por Periférica en 2011 con gran éxito de crítica y en vías de traducción a diversas lenguas.
Mi primera reseña de 2023 es en realidad la última que me faltaba por escribir en 2022. A pesar de que la leí hace meses, la he ido dejando; se trata de la mejor novela del año pasado (la única cinco estrellas) y aclarar las ideas me ha llevado su tiempo. Quiero ser breve porque no son fechas, pero al mismo tiempo poner el suficiente énfasis como para recomendarla rotundamente.
Lo primero de todo, si te gusta el post-apocalíptico tienes que leerla. Hay referencias a Ballard por el tema de los accidentes de coche, una especie de ritual del que no quiero detallar mucho; al horror cósmico del círculo de Arkham y también, más cogido por los pelos, a Mad Max... pero me sorprende que, siendo una editorial argentina, no se mencione a Pinedo, porque la tercera parte de Miles de ojos se ambienta en un mundo que bien podría ser el de Plop. La voz es la de un McCarthy oscuro y brutal; qué pedazo de descubrimiento ha sido Barrientos, y qué placer que escriba en español y poder disfrutarlo sin filtros, tal cual es. En cuanto a la historia en sí, una locura: tres actos, tres líneas temporales (acabado el primer arco es fácil pensar que va a pegar un bajón... y no) que confluyen en un final rocambolesco a la par que satisfactorio. Se hace difícil entrar en detalles sin estropear nada; recomiendo meterse de lleno en la novela, sin pasar por comentarios ni el envoltorio del libro. Resumiendo: de mis lecturas favoritas de los últimos años, no me sorprendía tanto desde Ben Marcus. ¡Qué bueno que sigan escribiéndose cosas tan tremendas de vez en cuando!
Heavy metal, ritos de sectas, velocidad, coches deportivos clásicos, carreras ilegales, sangre, pistones, bujías, escritura fragmentada, apocaliptica, distopía… ¿Todo esto es posible casarlo y componer una buena narración? Definitivamente sí, aunque debo reconocer que todavía ando dándole vueltas a la novela tras finalizarla ayer de madrugada.
Me ha parecido una propuesta muy novedosa y muy divertida, un poco loca, lectura no apta para todos los públicos. Solo el riesgo que asume Barrientos ya merece premio. Por momentos he pensado que tenía como patrón al mejor Stephen King, con sello latino propio, claro.
El ritmo de la narración es bueno y por más disparatado que parezca, la historia acaba por resultar creíble. A seguir a este autor.
No puedo estar más de acuerdo con el comentario de portada de Mariana Enríquez: esta novela es extremadamente arriesgada. Armonizar tantos referentes —como Ballard, Tetsuo, Lovecraft, Mad Max, McCarthy, Black Metal y más— es un proyecto complicado desde su planteamiento. Pero Maximiliano Barrientos no solo tiene éxito en este desafío, sino que lleva todo a tal extremo que el impacto es tremendo, brutal; y lo que se acaba percibiendo es algo único, poderoso, electrizante. Te deja sin aliento.
Una obra imposible de asimilar en su totalidad, huidiza, inaprensible, que demanda sensaciones en vez de conclusiones, donde el lenguaje y la historia originan una cosmovisión propia alejada del entendimiento.
Tres amigos que escuchan black metal buscando en esa música un lugar de pertenencia. El impacto de la violencia en el cuerpo. Visiones que poco a poco invaden la realidad. Un extraño culto que gira en torno a muscle cars y adora al dios de la velocidad. Un futuro posapocalíptico en el que quedan pocos sobrevivientes y todo ha cambiado: naturaleza y máquinas se amalgaman de formas inquietantes. Miles de ojos abarca todo eso y más. Con la prosa directa pero no exenta de poesía que lo caracteriza, Barrientos hace que todos estos elementos funcionen con una naturalidad sorprendente. Es una novela poderosa e impredecible. Es un libro duro pero hermoso, porque “la violencia también puede ser bella […]. Una categoría distinta de belleza”. Desde hace un tiempo vengo diciendo que Maximiliano Barrientos es uno de los tres mejores escritores de Bolivia. Con esta novela prueba que es el más arriesgado, e incluso el mejor de ellos. Barrientos ha creado su propia mitología.
Impresionante viaje en espiral el que cuenta esta novela, a una zona post-humana, post-naturaleza, post-Ballard, weird. Una explosión en las ideas y el lenguaje. Aún me estoy sacudiendo la impresión eléctrica que provoca esta novela brutal. Una imaginación desatada bien sostenida por una prosa perturbadora y atmosférica. Mucha valentía, y mucho éxito. Un 10.
En la Bolivia de los años 90, tres adolescentes que hallan en la escena underground del black metal aquello que no tienen en sus vidas diarias, se ven envueltos en el complot de un culto que abarca generaciones y cientos de muertes. El culto, liderado por un hombre conocido como el Albino, siente veneración por la velocidad, pero, sobre todo, hacia los que ésta ha quitado la vida, cuya muerte revela su principal objetivo: liberar a El Sueño, una entidad terrible que se dice purificará al mundo.
Maximiliano Barrientos, empleando una prosa que se aventura en lo poético y lo experimental, relata una historia de misterio y de terror que adopta mucho de la mitología que fue armada por los grandes del género en el pasado. Sus personajes atraviesan paisajes del oriente boliviano transformados en escenas oníricas y de pesadilla, cuyas descripciones secas y duras hacen pensar en el horror cósmico de Lovecraft; en la crudeza y la adoración a los coches en un mundo post-apocalíptico salido de películas como Mad Max: Fury Road de George Miller; en la naturaleza bestial y desmedida vista en Annihilation de Alex Garland, y el coche central de la historia, el Plymouth Road Runner de 1970, le debe mucho al Plymouth Fury de 1958 que protagoniza Christine de Stephen King.
Barrientos ha embebido la historia y el mundo que la rodea de uno que él mismo conoce, uno en el que creció y cuyo recuerdo está repleto de nostalgia. Desde el cariño y el respeto con el que describe a la escena metalera de los protagonistas, a la vida de clase media en una ciudad en desarrollo a la cual no se sienten pertenecer. Se intuye que hay mucho del autor en los personajes, en el mundo y la posición que adoptan, y es por eso que la bestialidad, la brutalidad y el terror poseen algo de belleza en ellos, una de la cual es difícil apartar la mirada y dejar de admirar.
No suelo ser muy fan de los comentarios que aparecen en la cubierta/contraportada de los libros porque muchas veces te generan ciertas expectativas sobre lo que te vas a encontrar y suelen estar azucaradas para que compres el producto, sin embargo, esta vez Mariana Enriquez ha dado en el j0dido clavo: “El culto a los autos y a la velocidad elevado a religión, black metal, rituales, Ballard y Mad Max en Bolivia. No sé si hay escritores así de arriesgados en América Latina”. Sería muy atrevido por mi parte darle la razón pero a mí personalmente, este autor me ha volado la cabeza.
La historia gira en torno a una secta que rinde culto a la velocidad y los muscle cars. Esta secta persigue a ciertos “conductores” que han sido elegidos para liberar “el sueño”. Este “sueño” es una especie de entidad elevada, un evento que cambiará el mundo. Para ello, deberán encontrar un chofer (para que se estrelle contra un árbol) con un coche muy concreto: un Plymouth Road Runner de los 70.
A partir de aquí, la historia arranca con uno de estos choferes al que persigue la secta y se comunican con el mediante la radio del coche. Cuando acaba el primer capítulo, piensas que la historia no puede dar más de si pero pega un frenazo y vuelve a ACELERAR. Reconozco que al principio, según iba leyendo estaba pensando que todo era demasiado loco, demasiado WTF pero una vez entras en la dinámica, no puedes parar.
El libro está dedicado a Hidetaka Miyazaki, el diseñador de Dark Souls que “cuenta mundos, no historias”. Y precisamente, el libro hace eso, trasladarte a otro mundo.
Qué librazo, qué estilazo para narrar, qué locura maravillosa de universo ficcional al que me sumergí en las páginas de este libro ❤️🔥❤️🔥❤️🔥
Es el segundo que leo de Maximiliano Barrientos y la verdad es que estoy en shock de haber encontrado a un autor tan distinto de los cuentos que leí, me atrevo a decir que uno de los autores latinoamericanos contemporáneos más arriesgados que he leído en los últimos años.
Hay un culto que venera a la velocidad y que busca liberar a una divinidad llamada El Sueño. Para eso, necesitan voluntarios dispuestos a llevar a cabo un ritual 😳 Todo ocurre en una ciudad boliviana, en la que nos encontramos con amantes del black metal y de los muscle cars. Además de todo eso, por favor, qué tremendos los momentos en los que se narran los sueños de algunos de los personajes o en los que se describe el mundo en el que viven 🔥
Y guarda tus energías para la última parte de la novela, que es brutal 🖤🖤🖤
Hace poco leí que una de las teorías por las que a Jorge Luis Borges no le dieron el Nobel de literatura era porque su escritura latinoamericana no parecía lo que los europeos esperaban de un autor de estos parajes. Es decir, Borges no se gastó en escribir colorido, ni sobre el drama de los pueblos originarios, ni llenó de selvas tropicales sus textos. Ya había autores que se dedicaban muy bien a eso. No, Borges les escribió una literatura sobre pasajes europeos superadores de Europa. Algo así como lo que hizo James Joyce con la literatura inglesa. Y sabemos que la metrópoli o quienes detentan la posición de "arriba" no perdonan que las periferias los superen, aun cuando ese es el caso.
Y creo que con libros como Miles de ojos de Maximiliano Barrientos ocurrirá algo similar. Autor boliviano, ni se detienen a armar un canto al color local como cualquier europeo biempensante esperaría, sino que se mete con la velocidad, los autos estadounidenses de la década de 1970, el heavy metal, los mitos de las rutas vertiginosas y asesinas. Los paisajes que construye y destruye parecieran salidos de la cabeza de George Miller si hubiese podido filmar una Mad Max aún más retorcida, en el encuentro entre su cabeza y la de Ballard a fines de los 70, post Crash, y el Panos Cosmatos de Mandy.
Y, sin embargo, Barrientos toma estos mitos prestados, pero no se queda en una escritura imitativa. Él arma su propio camino, toma esos elementos europeos y australianos y los lleva a Bolivia, a su versión de Bolivia. El centro del mundo (o, mejor dicho, el del fin del mundo) está en un árbol a las afueras de Santa Cruz de la Sierra, esa ciudad tan extraña en medio de Bolivia, en la que conviven comunidades tecnócratas, racistas supremacistas, pueblos originarios y elementos culturales de Europa y Estados Unidos: el Death Metal noruego, los autos tuneados para picar, las motos, las camperas de cuero negras, los ritos.
El argumento es retorcido y simple: hay un culto de desquiciados fanáticos de las rutas y el metal que creen que hay una deidad de la velocidad que aguarda a que un auto, un Road Runner de 1970, se choque contra un árbol sagrado y libere a la deidad en un armagedón que sepultará a toda la civilización en llamas, deformidades entrecruzadas biológicamente con el metal de los autos y el esparcimiento de la gran locura en el planeta. Un paisaje futurista similar a los de Mad Max. Dividido en 4 partes, la novela pasa por 4 épocas alrededor de los ocultistas, las rutas y el metal. Decir más es espoilear la trama y no quiero, necesito que se acerquen y lean el gran éxtasis de la velocidad y la muerte en la ruta en medio del delirio, de la hoguera de los árboles, el acero y los cuerpos.
Estoy agradecido de que existan libros y autores como Maximiliano Barrientos dispuestos a escribir una literatura tan peligrosa y llena de vitalidad. Su ruta homenajea, pero hace un recorrido personal.
En la portada del libro tenemos una pequeña nota de Mariana Enriquez: No sé si hay escritores así de arriesgados en América Latina. Si los hay, a mi no me ha tocado leerlos. En esta novela Barrientos apuesta por la velocidad, porque sabe que ésta implica el riesgo que necesita su historia. Esto nos lo deja en claro al estampar a multiples conductores (mediante un Plymouth Road Runner 70) contra un árbol; todo con la encomienda sectaica de invocar lo divino: que no es más que un desierto cósmico.
Me gustaría hacer un breve parentesis en la dedicatoria, ya que el libro es dedicado a Hidetaka Miyazaki, diseñador de videojuegos como: Dark Souls, Bloodborne y Elden ring. Barrientos menciona en una entrevista para Letras libres lo siguiente: El cuenta mundos no historias. Es decir que las historias no aparecen de forma explícita; puedes acabarte el juego sin saber de qué va. Y esto es practicamente lo que pasa en la historia: hay tantas acciones, elementos y detalles, que a veces el hilo conductor puede perderse, pero uno está totalmente inmerso en la lectura. Aprovechando que estamos con influencias, pueden verse un montón: me viene a la mente Akira de Otomo, en especifico en la tercera parte, donde hay mutantes formados por humanos y vehículos, o en algunos casos con edificios; también uno puede ver fácilmente a Mad max (persecusiones, escasez, saqueadores); cuando se describen las visiones que invoca un ojo recordé El aleph de Borges. Y la más basta aparición en la obra es la del Black metal, hay bandas y canciones citadas (hasta traducidas con una nota al pie), “poleras”, posters, conciertos, etc. Todos estos elementos enriquecen la lectura y la hacen única.
Multiples historias, distintas temporalidades, personajes y enfoques; pueden hacer el ritmo de la obra turbulento; pero todo esto está intencionado, ya que el autor no suelta la tensión en ningún momento, y mediante acciones sucesivas, logra resolver satisfactoriamente.
De verdad que Miles de ojos fue un grato descubrimiento en este cierre de año, si les interesa la Weird fiction, los autos y el black metal, este es su libro. No le fallan.
Potente potente. Como dice Mariana Enríquez en la cita de la portada, está conectado a Ballard y a Mad Max. A mí me ha parecido también muy Junji Ito.
La parte intermedia, que es la más larga, es la más genérica. La última es especialmente loca.
Maximiliano Barrientos tiene buenísima mano escribiendo y personalidad. Aquí ha escrito un muy buen libro, pero me deja con ganas de una novela de 350 páginas más compacta y más liberada de sus referentes.
Por el modo en que Caja Negra presenta la serie Efectos Colaterales pensé que este libro que la inauguró estaría más impregnado de presente. Aunque no ha llegado a molestarme, es un ejercicio de literatura weird y de horror cósmico que permite que te pierdas en él sin que quede claro dónde te lleva.
Una experiencia muy extraña de lectura, Miles de Ojos es lo primero que leo de Maximiliano Barrientos, un escritor Boliviano que crea una obra rarisima, plagada de violencia, velocidad y locura. Hay un culto de adoradores a un dios de la velocidad, fanaticos del Black Metal y los vehículos, buscan manifestar a este dios en el plano con un ritual que requiere la muerte de muchos haciendolos chocar un auto contra un Arbol.... Hay persecuciones en Autos y escenas post apocalipticas con un aire a Mad Max que se hace notar, y lo digo en una buena, no como palo, sino mas bien pintando un ambiente en el que se desarrolla la historia. Si me preguntas rapido, te lo describo como una mezcla post apocaliptica a lo Mad Max con un tono de fondo muy Lovecraftiano, esa percepcion de una criatura, entidad que poco le importa nuestra realidad y sus reglas, su coherencia, que solo tiene un deseo, y que su entendimiento escapa a nuestra capacidad, incluso hay un dialogo en un momento que lo deja claro, esa imposibilidad de conectar de forma humana con lo que sea que causa lo que pasa en esta historia, ese dios no tiene motivaciones que puedan considerarse humanas ni de la forma mas minima, se maneja a niveles incomprensibles a nosotros. Sumamente violento y oscuro, que da unas vibras a Mariana Enriquez en "Nuestra Parte de Noche", pero sacando la parte mas humana de este, por algo mas de misterio y de la parte weird llevada al extremo. Miles de Ojos no es un libro para todos, te tiene que gustar una literatura mas oscura, violenta, cruel, como para leerlo y disfrutarlo de forma simple. Si lo que buscas es algo light de lectura para alegrarte, le erraste de lugar.... Pero eso suele pasar con esta literatura mas de nicho, y en parte, ese es el atractivo.
Una novela libérrima y fascinante, sobre todo en su parte central, donde la historia del grupo de adolescentes, con una leve pátina de nostalgia, introduce personajes verosímiles a pesar de la disparatada y divertida trama que recuerda mucho a Stephen King y quizás a Richard Parra y sin duda un poco a Lovecraft en tierras bolivianas. Después de ese clímax, la tercera parte decae en interés, y es una pena (¡cuántas erratas en la edición de El Cuervo!), pero el relato singularísimo y sin complejos, velocísimo, de Barrientos bien merece el placer de la lectura.
De una genialidad superlativa, novela monstruo que junta a Cronenberg y Evangelion en un solo lugar. Tiene descripciones bellísimas de horror corporal, probablemente de las más bellas que he leído en español. La historia (y también la escritura) es a veces torpe, pero cualquier falta se compensa con el ansia de escritura que destila Barrientos. Muchas de las imágenes acá presentes arman lentamente una poética de los cuerpos híbridos. Me hace pensar en la lectura que hace Valentina Bulo de Jean-Luc Nancy al explicar que los cuerpos, cual sea su "naturaleza", pueblan el mundo de intensidades: se articulan los unos con los otros, se rozan y palpan. La distinción orgánico/artificial es improductiva para pensar los cuerpos desde esta novela, precisamente porque, en una época como la nuestra, cuerpo y paisaje son parte de una misma ontología. Un cuerpo es el paisaje mirándose a sí mismo, volcándose hacia una inmanencia infinita. Esta novela es precisamente aquello. Habla de cuerpos híbridos a medida que hilvana una escritura del contagio, donde los referentes estéticos se infectan de sí.
Desde que Caja Negra reeditó esta novela, me llamó mucho la atención. Pero no fue hasta que la recomendó Alma Mancilla ["La escritura que sus páginas nos ofrecen es una arriesgada exploración de lo posible y de lo imposible y, más allá de los temas, de suyo muy originales, la factura es impecable, poética y contundente: lejos de dejar que los temas lo arrastren al caos es el autor quien los domina, y lo hace con gran calidad literaria y a un ritmo que no da tregua"] que me puse en serio a buscarla. ¡Y quedé muy sorprendido! Como bien apunta la cita de Mariana Enriquez en la portada, es como si mezclaras Mad Max con Ballard. Pero también pensé mucho en Tetsuo de Tsukamoto y, por su parte metalera, en The Ritual de Adam Nevill. Vertiginosa, apocalíptica y con todos esos elementos weird que tanto me gustan [por cierto, el autor tiene un gran ensayo sobre el tema: "Devenir monstruo (reflexiones en torno a la ficción weird)"].
Miles de ojos es una obra atípica de Maximiliano Barrientos. Deforma el realismo que caracteriza a sus anteriores obras para crear una novela realista-weird: la acción sucede en un mundo como el nuestro en el que suceden cosas extrañas. Dividida en cuatro partes unidas por lazos, hace un recorrido de los hechos. Una secta de la velocidad, esa es la excusa que utiliza Barrientos para decirnos que no comprendemos la realidad, que esa comprensión no está a nuestro alcance y lo pequeños que eso nos hace. Hay algo superior que no comprenderemos nunca y ni falta que nos hace. No cae en fatalismos y hay un punto de ironía en que sean los coches y la velocidad los que dejen acceder al paraíso. La prosa del autor me fascina, me recuerda a la de Jon Bilbao. Concisión. Me ha gustado mucho lo desestructurada qué está la novela, sin principio ni final. Y con los diálogos, intercalados, parcos en palabras, acordes a la situación, Barrientos maneja el ritmo a su antojo. Pocos libros releo pero este ha sido uno de ellos este año.
«Miles de ojos», de Maximiliano Barrientos, es una síntesis arriesgada, maravillosamente ensamblada, donde la hibridación genérica concibe entidades desgarradas y apartadas de un mundo que, en una posibilidad cercana, podría ser el nuestro. Sectas que adoran la velocidad alcanzada mediante los autos para despertar a una deidad cósmica que transfigura lo órganico y lo metálico, que fusiona árboles con cromo con tripas, y rezuma viscosidades allí donde la solidez de lo material debería ser lo único existente. Persecuciones de carretera en los '70, bandas de adolescentes fans del black metal en los '90, tribus que sobrevivieron al cataclismo a fines del siglo XXI. Barrientos toma el Horror Cósmico como arcilla para modelar una novela que, merecidamente, debería ganarse su lugar de culto.
Hacía mucho que andaba buscando un libro como este. Que hable de lo que este habla y que explore lo que este explora, que use el vocabulario que este usa y el imaginario que este desarrolla
Y encontrarlo es una sensación maravillosa. Es una novela fresquísima y sus pocos defectos no pesan nada en comparación con todo lo interesante que ofrece. Me encanta esta velocidad, esos colores y los metales quemando lo poco humano que quedaba en ese desierto. Le pediría que fuera incluso menos humano, más afilado, más acelerado, pero pedir más de lo que me ha dado sería ser desagradecido.
Un libro que marca para mí un hito en este tipo de narrativas. He soñado con esos escenarios. He escrito incluso sobre esos miles de ojos antes de encontrarlos aquí, pero solo he sabido dónde se enmarcaban realmente al encontrarlos en este regalito de Maximiliano Barrientos.
Completamente fascinada por esta novela rara... Es increible como el autor pudo mezclar elementos que no se relacionan facilmente entre si: El black metal con un culto que esta obsesionado con la velocidad y los autos, por otro lado, un futuro distopico donde abundan mutaciones que solo crei haberlas visto en mis suenos... Sin duda alguna, Maximiliano Barrientos, es un escritor maravilloso que crea mundos y personajes capaces de amar y comprender.
Esta mas bueno que ganar el clásico en el último minuto. Una ucronía onírica por momentos perturbadora y por momentos deliciosa. Lo amé. Me tomé el trabajo de hacer una playlist con todas las bandas de metal extremo que menciona menos la boliviana porque es ficticia. De hecho el nombre es el seudónimo de un miembro de Nebiros (metal extremo colombiano).
Estoy completamente sorprendido. El libro es atrapante desde la primera oración, está escrito con una furia y una velocidad que te aturde. De lo mejor que leí en los últimos años.
Leí su contratapa en una librería pero no lo compré. Con los días la idea del libro fue creciendo adentro mío así que tuve que volver por él. Excelente decisión.
Un libro entre lo apocalíptico y lo onírico, aderezado con gasolina y una pizca de metal. Hacia el final se me hizo un pelín reiterativo, pero la atmósfera y el mundo que se sueña son cautivadores. BRUM BRUM.
Una novela espectacular que conecta una extraña fe sectaria con el sueño, los autos, los accidentes de velocidad (a lo Crash), la hibridez corporal (tipo Cronenberg), la adolescencia, el heavy metal... Muy buena.