Questo romanzo indaga il desiderio sessuale e il suo curioso rapporto con l’amore (che dura al massimo “cento notti”, ma spesso molto meno, poi scompaiono il desiderio e la meraviglia). Guarda dal buco della serratura cosa fanno gli altri mentre credono di non essere visti. È una festa della promiscuità, legittimo tripudio della gioia naturale, perché “i monogami, come i sedentari o gli ignoranti, muoiono senza conoscere davvero il mondo”. La storia è costruita su due piani: uno è un’inchiesta sulla fedeltà, che sottopone a sorveglianza gli intervistati che hanno dichiarato di non tradire mai il proprio partner: più della metà mente. Qui vengono offerti come cammei, quasi per celebrare una sorta di “promiscuità letteraria”, cinque brevi rapporti su singoli casi scritti da cinque autori spagnoli di noir: Edurne Portela, Manuel Vilas, Sergio del Molino, Lara Moreno e José Ovejero. L’altro è la confessione della voce narrante, l’affascinante madrilena Irene, che racconta la sua vita, dagli studi universitari a Chicago fino all’attività di detective in Spagna. Da giovane annotava su quaderni le relazioni con i suoi molti amanti, con la scusa della scienza ma con accesa passione. Di questi l’amore per l’argentino Claudio, ludopata indebitato e coinvolto in oscure storie familiari e politiche, la segna fino a trasformarla in criminalista per scoprire chi lo ha ucciso. Per anni Irene è l’amante di Adam Galliger, il miliardario filantropo newyorkese, finanziatore dell’inchiesta sulla fedeltà, che alla fine le affida la sorprendente indagine sulla propria moglie Harriet.
Un romanzo erotico spregiudicato e brillante, con tonalità poliziesche e psicologiche.
Luis García Martín, conocido como Luisgé Martín es un escritor español, Premio Ramón Gómez de la Serna, Premio del Tren "Antonio Machado" de Cuento y Premio Vargas Llosa NH de relatos.
Le he puesto una estrella porque no puedo poner puntos negativos o emojis de enfado. Esa novela es una vergüenza, he pasado bochorno leyéndola.
Cien noches de Luisgé Martín ha sido galardonado con el Premio Herralde de novela de la editorial Anagrama. Cada uno le da el premio a quien quiere, tú montas un premio en tu editorial y haces lo que quieres pero como lectora y admiradora de la editorial de los libros amarillos me siento estafada, engañada y bastante dolida.
A partir de aquí. PURO SPOILER.
«—Quizás yo lo recuerdo mal, no importa. Quizá yo tampoco tenía sentimiento de culpa. Pero un día, con mi semen todavía en la boca, me preguntaste si era razonable lo que estábamos haciendo. Tú amabas a Claudio y yo era feliz con Harriet como nunca lo había sido con nadie».
Con esta imagen tan innecesaria y tan asquerosa en mente, os voy a contar quienes son los protagonistas de esta escena tan bochornosa.
La del semen en la boca (ojalá dijera Pamplona que me parece una frase muchísimo mejor para decir en esas circunstancias que preguntar por la moralidad de los cuernos que estás poniendo) es Irene y es guapísima. Pero guapa de doler, guapa de tener un problema. ¿Qué problema tienen los guapos? Nadie lo sabe, pero es un problemón. «¿Qué habría sido de mi si no hubiera sufrido la maldición de la belleza?» Pues mira, Irene, lo mismo nos habíamos ahorrado este espanto. El caso es que Irene es guapísima aunque por supuesto de niña era feúcha pero cuando se vuelve guapísima, pero una cosa mala de guapa (si os está resultando cansina esta reiteración, imaginad lo que es la novela cuando ella misma no se cansa de repetirlo), los hombres la acosan muchísimo, todos quieren ligar con ella. Como consecuencia de esto, su amigo Hugo la viola. Mal por Hugo pero tal y como está contando y a pesar de que estás en la página diez, ya te da igual.
Bueno pues la Irene guapísima y de familia millonaria con un tío en la cárcel por corrupción en el franquismo y una tía que vive en Estados Unidos porque quiso ser piloto y su padre no le dejó y no me acuerdo pero pasó algo y se fue y volvió y luego se volvió a ir, se va estudiar psicología o psiquiatría a Chicago. ¿Por qué Chicago? Porque su amiga del alma Adela quería ir ahí. Es su amiga del alma pero Irene la describe así cuando recuerda como su amistad se rompió cuando, de adolescentes, a Hugo empezó a gustarle ella y no Adela que estaba enamorada de él: «Ella sintió celos de Hugo. El amor dejó de ser un juego social y se convirtió en un torneo de guerra en el que no se respetaban las lealtades ni las jerarquías. Adela se había transformado en una jovencita gorda y con la piel llena de escamas. Los carrillos le caían blandos sobre la mandíbula, y los molledos de los brazos y las piernas blancuzcos se le escurrían sin consistencia. Incongruentemente, era corpulenta en todo menos en el pecho: tenia unos senos pequeños, casi masculinos».
Podría detenerme en que si tienes una amiga que te describe así lo mejor es que jamás le des la espalda o en la absoluta ignorancia que refleja el hecho de que al autor le parezca incongruente ser gorda y tener pechos pequeños pero no tenemos tiempo...sigamos.
Irene se va a Chicago a estudiar algo. Además está obsesionada con asesinos en serie y psicópatas así que a lo largo del libro reparte historietas de asesinos que puedes buscar en la wikipedia y te dan exactamente los mismos datos pero con menos adjetivos. En Chicago decide que se va a follar a todo lo que pille y apuntarlo en un cuadernito para algo, para sus teorías, ¿Qué teorías? da igual, a nadie le importa. Ella folla y lo apunta y le deja claro al lector que a ella lo de saltar de cama en cama le parece muy muy liberador y lo ha descubierto ella y todos los demás, lector incluido, son unos mojigatos y unos estrechos. Alardea de acostarse con todo tipo de hombres incluidos los feos, gordos, desagradables y maleducados. Irene es además de guapa, imbécil pero misteriosamente ella no se da cuenta en todo el libro y ningún personaje se lo dice. Irene vive en un universo de luz y de color y de sexo. Vive en una peli porno con ínfulas pero ella se cree Grisom de CSI y Gillian Anderson en Sex Education.
Bueno pues en Chicago mientras hace el idiota, un buen día, en un bar, se le acerca un tipo porque ella es tan guapa que los atrae como un imán y la escena transcurre así:
«—Estoy buscando una mujer que sepa apreciar el dinero. Yo hice lo que había aprendido a hacer en aquellos últimos meses: controlé mi miedo y me comporté como una taxónoma que mira fríamente la realidad. —El dinero es lo único que sé apreciar, Mister Cary Grant- le respondí- El dinero y los penes grandes.» (Yo ahí hubiera dicho pollas, pero en fin.. que sé yo de diálogos encorsetados y ridículos. Si supiera estaría ganando premios literarios y no despellejándolos)
Acaban en el catre después de que él ponga mil quinientos dólares encima de la barra porque ella le dice que cobra quinientos. Y el dice «quinientos por cada vez» y cuando crees que no vas a poder más de bochorno ella dice «¿solo aguantas tres?». (El lector en ese momento sueña con pagar por darle tres bofetones con la mano abierta).
Este supuesto Cary Grant es Adam el otro protagonista de la escena del semen en la boca (que no quiero que olvidéis). Por supuesto, y como no podía ser de otra manera, es guapo, multimillonario, elegante, encantador, educado, culto e inteligente. Podría haber sido feo, asqueroso, deforme, gañán, inculto, de extrema derecha y con boqueras de saliva en las comisuras de los labios porque recordemos que a Irene le da igual ocho que ochenta pero no, resulta que tiene suerte en esto. Bueno pues eso, se acuestan y el autor escribe muchas veces verga y muchas veces vulva porque por lo visto se le ha olvidado la palabra coño que no escribe ni una sola vez en todo el texto. Y se hacen amantes ocasionales porque lo suyo es especial, ellos son especiales y unos ridículos.
Mientras andan en este ir y venir de polvos, Irene va a un concierto, se fija en el guitarrista, cuando termina el concierto va al camerino, le mira y él la besa, se la lleva a casa, la empuja del pelo para que se arrodille y blablabla: verga, gritos y lo de siempre. Si fuera una peli porno se llamaría "El argentino guitarrista que con su mástil era todo un artista"
Irene en su querido diario de polvos escribe: «tiene un pene grande, de diecinueve o veinte centímetros, sin circuncidar. Cuando está erecto, hace un ángulo de cuarenta y cinco grados con el vientre, apuntando hacia el frente. Los testículos, casi sin vello, están pegado al cuerpo».
No puedo añadir nada.
Con este inicio de relación tan prometedor, Irene la guapísima se enamora del guitarrista que se llama Claudio, es argentino y está atormentado por algo que sinceramente al lector le importa un pepino. Irene tiene mucho muchísimo amor pero decide que para comprobar si el amor y el sexo son lo mismo va a seguir follándose a todo lo que se encuentre y luego pasar muchísimo rato decidiendo si tiene remordimientos o no. Claudio, además de estar atormentado, es idiota porque no se entera de nada y es una pena porque el lector está ya fantaseando con que lo descubra y en un ataque de celos mate a Irene haciéndola sufrir muchísimo. Pero no ocurre. Irene sigue vivita y "culeando" (Perdón, perdón) y por supuesto sigue con Adam haciendo cosas que ellos creen que son de glamour y son de peli porno cutre.
«Llegué puntual al hotel. Adam me esperaba desnudo y con la cena recién servida. Me quitó el mismo toda la ropa y luego me llevó hasta la mesa. No comimos con prisa. A pesar de su erección casi continua, el paladeó con gusto cada uno de los platos».
Qué imagen eh. Ahí con el capullo en el borde de la sopa. Puro erotismo.
A todo esto, Claudio le ha contado a Irene que su madre ha escrito un libro sobre el Petiso Orejudo un niño asesino muy famoso en Argentina y como a Irene los asesinatos le gustan le pide a su tía (si, la que he nombrado antes y que es piloto) que cuando vaya a Buenos Aires le compre el libro. (Si estáis pensando que porqué no lo pide por Amazon, la novela está ambientada en los años 80 más o menos). La tía llega y le dice que el libro no existe e Irene en vez de decirle a Claudio: chaval, que trola me has contado? se queda en plan "mmmm... soy tan lista que algo me huelo, voy a follar con otros catorce y luego apuntar en mi querido diario mis teorías"
Llega el verano, se van a Detroit a unos conciertos de Claudio y se alojan en un hostal inmundo y asqueroso y ella dice: «aquella habitación mal ventilada era, en mi arrogancia juvenil, un espacio de aventuras». Irene, eres imbécil no arrogante. Bueno pues follan allí entre chinches y mierda y la última noche cuando ella se despierta, él no está. ¡Uy! ¿Dónde estará? ¿Qué misterio habrá? ¿Habrá sido su gran noche? Y sí, porque Claudio además de guitarrista es ludópata y ha perdido todo el dinero que tenían. Irene se enfada muchísimo, sale de la habitación y piensa:
«¿qué hago? ¿Entrar en la habitación, desnudarle, vaciarle los testículos hasta que gritara?»
Claro que sí, Irene y con la boca llena le dices: PAMPLONA.
Vuelven a Detroit y Claudio confiesa que debe seis mil o nueve mil o da igual la cantidad a unos prestamistas malísimos de Chicago. Irene compra el periódico, busca un puticlub, llama, concierta una cita y conoce a Mimí (me apuesto una mano a que si buscas madama en wikipedia también sale Mimí como primer resultado, como novela investigada es un prodigio) que le dice: pues nada chica, aquí lo que quieras, sé limpia y haz lo que los clientes quieren, aquí tienes un corpiño y unas bragas, empieza cuando quieras. Y ahí está Irene la guapa trabajando para salvar a su novio haciendo lo que lleva haciendo toda la novela. Pasa alguna cosa más de mucha pereza y poco interés pero llega el momento en que ella tiene que volver a Madrid porque su madre que, por supuesto, es malvada y estrecha (imagino al autor con una lista de estereotipos al lado del ordenador y haciendo check cada vez que calza uno hasta cantar bingo), le exige que vuelva. Justo antes de marcharse de Chicago llega la madre de Claudio que la mira en plan ¿tú quien eres piltrafilla? y que básicamente se descojona en su cara cuando le pregunta por el libro. Luego Claudio llora y le dice que en realidad se llama Mateo. Aquí viene una historia que al lector, o sea a mí, le provocó carcajadas de pura histeria por el despropósito que es todo. Resumiendo: Claudio y su familia viven bajo identidades falsas en USA porque su padre hizo algo que no se explica bien pero que tiene que ver con corrupción, dictaduras, Alfonsín y no se qué y les persiguen "los argentinos malos" (sic). Algo raro ha pasado y se tienen que marchar a esconderse de nuevo pero le jura a Irene que le escribirá siempre. (Cualquiera con un mínimo de cultura de peli mala de sobremesa sabe que si estás escondido no puedes escribir cartas pero después de preguntar con el semen en la boca si somos buenas personas es obvio que la verosimilitud no es algo que preocupe al autor). Se separan, se escriben cartas e Irene, en Madrid, se reencuentra con Adela y dice estas cosas:
«Tal vez si le hubiera contado que la belleza me había vuelto tan insegura como a ella la fealdad, habríamos seguido siendo amigas siamesas. Pero yo me escondí en mi concha de perla y ella en su concha de molusco hinchado»
Por supuesto yo voy a tope con Adela, es mi personaje favorito de la novela y me hubiera encantado que se convirtiera en asesina y matara a Irene pero se convierte en heroinómana y muere una semana antes de la boda de Irene. ("Mi concha de perla y su concha de molusco", Irene además de cursi es una hija de puta como una casa).
Sigamos. ¡Oh, sorpresa! Claudio la escribe al final del verano y le dice que eso que les preocupaba tantísimo, ese peligro tan gravísimo que corrían no era real, que no pasaba de verdad y que va a volver a Chicago. (lo de la verosimulitud ya lo he dicho, ¿no?) Así que nada, vuelven a Chicago, van a un apartamento nuevo, Irene siente muchísimo amor por el reencuentro pero antes de recoger a Claudio en el aeropuerto pasa a follarse a Adam y después de estrenar la cama con Claudio, vuelve al hotel a follarse a Adam. Pero se desborda de amor por Claudio, never forget.
(Llevamos dos mil palabras y os juro que no me he inventado nada y os estoy ahorrando mucho bochorno)
Cuando vuelve a casa de Claudio, éste no le abre la puerta. ¿Qué pasara? ¿Qué misterio habrá? ¿Puede ser su gran noche? Pues pasa que a Claudio lo han asesinado. ¡Vaya por Dios! Ahora que los argentinos malos no le perseguían y ella haciendo de puta había pagado la deuda, van y lo matan, que disgusto. ¿Quién será el asesino? ¿Los argentinos malos? ¿Los argentinos buenos? ¿Los prestamistas de Chicago? ¡Oh, oh, oh, qué misterio más misterioso! Irene hace lo que hace siempre, llama a Adam que vuela a verla y hablando con él decide que quiere ser policía y que va a investigar que ha pasado. Investiga fenomenal fenomenal y os resumo: a Claudio lo manda matar su madre porque le daba mucha pena que en tres semanas se fuera a morir de cáncer de páncreas. ¿Cómo te quedas? Pues muerto como Claudio pero de bochorno y descojone. Irene sin embargo cuando lo descubre se queda muy hecha polvo y que hace:
«Le pedí (A Adam) que me penetrara hasta hacerme perder la razón. Diez veces, cien veces. Durante el resto de la vida».
PAMPLONA.
¿Y qué pasa con el bueno de Adam? Pues resulta que todo esta historia de la juventud de Irene se entremezcla con una escena en la época actual en el que ambos se encuentran en el Hotel Santo Mauro de Madrid, los dos ya con cincuenta y muchos. El sigue casado con Harriet y ella se ha casado tres veces, tiene varios hijos y habla así de ella misma:
«En estos últimos años de vejez erótica, me he acordado a menudo de Adela por esa causa. No soy capaz de imaginar cómo es la castidad. No soy capaz de entender qué razón queda para vivir cuando el cuerpo ya no sirve o no les sirve a otros, cuando el deseo se convierte unicamente en una idealización intelectual. Mis fundamentos existenciales no han sido Sigmund Freud o William Shakesperare sino los pezones, la espiral de las orejas, los tobillos, el clítoris, las encías o la boca del ano. Mi espíritu se ha manifestado a través del flujo vaginal y no de la oración o de la poesía».
Hay más para goodreads no me deja más caracteres. Espero que haya sido suficiente para manteneros alejados de esta novela.
Me gustó más Cincuenta sombras (de hecho, tal y como el número de su título indica, es justo la mitad de ridículo que Cien noches).
Una mujer muy pero que muy guapa, guapísima, educada en el puritanismo cristiano, acaba convirtiéndose en una mezcla entre detective y trabajadora sexual que lo soluciona todo con pajas y mamadas, que además siente admiración constante por los hombres a los que se las hace, aunque estos sean egoístas, narcisistas, violentos y machistas y no se preocupen porque ella tenga orgasmos. Da igual que se aprovechen del poder social, de género o económico que tienen, ella siente una compasión desenfrenada e incondicional, en ningún momento miedo o asco, de hecho parece que nunca le haya afectado nada negativamente de lo que le va pasando en la historia.
Con esto ya tenemos un libro de mierda, pero es que hay más, es aburrido, pedante y, sinceramente, a penas me he enterado de la historia porque entre el semen y la mala estructura del libro, este resulta bastante tedioso.
Pensaba que este libro era simplemente la fantasía sexual del autor, disfrazada con otras ideas que pretenden ser interesantes pero que no distan mucho de los pensamientos de un adolescente funcional. Pero me han dicho que el autor es gay, y eso tampoco me ha sorprendido: lo gay no te quita lo misógino.
No funciona en ningún aspecto. Ni erótico, ni psicológico, ni policíaco, ni experimental.
La estructura es como un puzzle desmontado para dar sensación de complejidad y que no se note lo poco original que es todo. Muchos narradores, saltos de tiempo y lugar , informes variados, cameos de escritores con cuentecito... Solo faltan dibujos, emojis y códigos QR.
La protagonista una especie de Emmanuelle pija en busca de aventuras sexuales con la coartada de investigación psicológica.
Las escenas sexuales antieróticas tanto en lenguaje (muchas veces vulgar) como en contenido (muy pobre y ramplón). Una monja ursulina tendría más imaginación y más variedad de repertorio.
Las observaciones e investigaciones psicológicas son de la primera página de Google.
La anécdota inicial atribuida al presidente Coolidge de EE.UU. que da nombre a un patrón sexual es un viejo chiste de Jaimito que contában los niños en la escuela. Aquí es un gallo y gallinas; allí era un toro y vacas, o cualquier otra clase de animales. El machismo, eso sí, no cambia.
No te crees las situaciones y los personajes (¿otra vez Grey?) y tienes ganas de perdérlos de vista. Es todo como impostado. Tuve que vencer las ganas de acabar de leerlo en diagonal y de estamparlo contra la pared.
Novelita que pretende establecer tesis sobre la naturaleza infiel de todo ser humano y que finalmente recorre muchos lugares comunes.
(Llama la atención que cuando la protagonista se refiere al órgano sexual masculino utilice términos como polla o verga y que hablando de lo que ella tiene entre las piernas use la palabra vulva. ¡Vulva! Jamás coño. En fin...)
“Ho fatto tutto questo per scoprire quello che tu e io volevamo sapere fin dall’inizio: cosa fanno gli esseri umani quando pensano che nessuno li stia guardando.”
Alla soglia dei sessant’anni la bellissima Irene guarda la sua vita tentando di farne un bilancio insieme al fascinoso Adam, suo occasionale ma consolidato amante. Entrambi si sono dedicati, oltre che alle molte varianti del piacere erotico, anche all’indagine scientifica sul sentimento umano più sopravvalutato : l’amore, di cui la fedeltà sembra essere la conditio sine qua non. La ricerca intrapresa dai due (una sorta di novello rapporto Kinsey) dimostra invece che l’infedeltà sessuale è praticata dalla quasi totalità delle coppie che dichiarano il contrario.
Accanto a questo aspetto speculativo corre la vicenda sentimentale di Irene, tragica e potentemente esemplare di quanto gli esseri umani, mentendo e nascondendosi, lavorino segretamente (ma anche platealmente) alla propria meticolosa autodistruzione. Ed ecco che il fondamento nichilista di questa storia sembra essere il contrappunto e la deriva dell’apparente vitalismo espresso dalla protagonista e dal suo speculare comprimario.
Il rovello del significato da attribuire a un sentimento travolgente come l’amore si risolve nell’abbatterne il fondamento spirituale e impalpabile. E tuttavia il racconto si conclude lasciandone intatto il mistero. Come se la volontà di distruggere l’umana illusione di un sentimento forte e duraturo non potesse arrivare al suo intimo nucleo intangibile. La teoria che la passione erotica duri appena cento notti e che solo un nuovo partner sia in grado di riaccendere un desiderio sopito o apparentemente sepolto trova conferma negli esperimenti condotti sui topi, ma non riesce a ridurre l’esperienza umana a questo e questo soltanto.
Romanzo intrigante e intricato, giocato su piani narrativi diversi tra i quali spicca l’elemento di maggiore originalità : i cinque brevi rapporti dell’inchiesta sull’infedeltà sono scritti da noti autori spagnoli: Edurne Portela, Manuel Vilas, Sergio del Molino, Lara Moreno e José Ovejero.
CIEN NOCHES es una novela que trata el tema de las infidelidades siguiendo la historia de una investigadora con una especialidad predilección por desentrañar los secretos sexuales ajenos. En su disparatada vida surgen dos misteriosos amores y un ambicioso proyecto sobre el comportamiento humano que la llevará al límite. Esta es la cuarta novela que leo de este autor y es la primera que, imagino que por el tema que trata, no es para mí.
Se dice a menudo que las sensaciones eróticas son más intensas cuando hay una unión espiritual, pero no es cierto. Hay amores felices que nunca tuvieron un coito memorable; y hay orgasmos mitológicos que fueron engendrados en lugares oscuros, sin saber a veces con quién. La sexualidad humana, como el amor, es un ejercicio de invención. Solo depende de la fantasía.
Los primeros pasos en la sexualidad de Irene la acaban llevando mucho más lejos de lo que habría imaginado, ya que pasa largo tiempo experimentando con multitud de hombres diferentes hasta el punto de realizar un análisis casi científico de la materia. Uno de sus amantes predilectos, Adam Galliger, está financiando una investigación con miles de sujetos participantes en la que quiere desentrañar el grado de fidelidad de aquellos hombres y mujeres que se confirman como leales a sus parejas. Además de sus múltiples devaneos, a Irene le obsesionan dos cosas: comprender la mente criminal de los peores asesinos de la historia y aceptar, para su sorpresa, que se halla enamorada de su novio Claudio.
La novela busca llamar la atención con un trato sin complejos del sexo, reuniendo algunos datos científicos y anécdotas reales entre un maremágnum de teorías que la protagonista cree ir elaborando sobre la marcha de las parejas con las que se topa. Me temo que en eso no es nada original, puesto que, en primer lugar, todo aquello que se cita es de sobra conocido en ciencia (si quieren saber todo eso y más pasando un rato entretenido, lean el muy recomendable ensayo S=EX2: la ciencia del sexo) y, en segundo lugar, no deja de sorprender que se busque la originalidad con este tema en la época en la que estamos, quizás lo original sea más bien buscar lo contrario. Peor aún es que lo llamativo tenga que sobresalir a base de contrastes bruscos.
Es precisamente debido a estos puntos que el libro cae en excesivas repeticiones que no ayudan a sustentar una trama interesante y que diluye la fuerza de tanto las dudas existenciales del amor de Irene como del muy predecible caso policíaco que intenta asomar entre el naufragio. En este caso, tengo la sensación de que se podría innovar un poco más si se escribiera algo menos.
Si pudiera le pondría un CERO. No puedo creer que una bosta semejante haya ganado un premio sea cual fuere el premio, o sea no está ni para un aplauso de los amigos del escritor esta porquería. Las escenas de sexo son un papelón insufrible y supura machismo por todos lados. Me arrancaría los ojos para olvidarlo. Igual si me han leído reseñar saben que soy morbosa de la lectura de estos pija floja de la literatura hispanohablante. BOCHORNOSO.
No me ha gustado tanto como esperaba. Lo inquietante es que el gran tema del libro, la infidelidad, sumado a las cavilaciones científicas del autor, son mucho más interesantes que el argumento central. La historia está narrada desde el punto de vista de una mujer, Irene, un personaje en búsqueda de la autoexploración erótica y la experimentación sensorial, quien se enamora de un muchacho argentino adicto al póker, un romance que ella alterna con la prostitución y amoríos de lo más variopintos. Hasta allí, nada del otro mundo. El argumento se torna genérico, sin mayores giros, y hasta empieza a hacer agua cuando Irene toma decisiones erráticas, al punto de parecer inverosímiles, lo cual es, quizá, un problema de construcción dramática. En las últimas partes de la novela ocurre un crimen que, a mi parecer, debió figurar en la mitad de la historia, en el eje central, y es allí donde recién podemos hallar un súbito interés, cuando el libro ya está por acabarse. El autor, en la última página, confiesa que los relatos que aparecen en los capítulos alternos fueron escritos por Edurne Portela, Manuel Vilas, Sergio del Molino, Lara Moreno y José Ovejero, en una suerte de “promiscuidad literaria”. No sé qué tanto aporta este experimento pero, al menos, esos capítulos también resultan ser más entretenidos que el resto de la novela. Le pongo 2.5 estrellas.
La premisa me había gustado mucho, pero no hay por dónde cogerlo. Y no puede dejar de hacérseme raro que un hombre sea el que cuente cómo vive las relaciones sexuales una mujer; además de esas escenas estar mal escritas y transmitir machismo, parece que simplemente está plasmando las fantasías de lo que a él le gustaría. Me cuesta mucho comprender que esta novela haya ganado un premio.
Tras haber leído hace unos días atrás el premiado Ensayo de Anagrama 2020, Las cosas como son y otras fantasías que recayó en Pau Luque, un buen merecido premio, ahora le toca el Premio Herralde de Novela 2020 a Cien días del madrileño Luigé Martin, una novela la cual como dice el mismo escritor en su libro: “Cien noches, por tanto, es una novela viajera, promiscua y compartida. Las tres mejores cosas que se puede ser.” Sin lugar a duda es una excelente propuesta de lectura.
«En Cien noches, perfecta hibridación de novela de tesis y cuento de hadas, Luisgé Martín es más Luisgé Martín que nunca; amor romántico y años receptores, fidelidad afectiva y promiscuidad culpable, evocan el conflicto entre erotismo caducifolio y persistencia de los afectos, así como la imposibilidad de vivir el placer mientras el placer se experimenta en el puro gozo de la literatura. Hablemos con y de esta novela. Es lo mejor que puede pasar con un libro: que su escritura nos proponga preguntas sobre las que conversar» (Marta Sanz)
Es una novela donde el escritor se enfrenta a los tabús, la promiscuidad y las mentiras sociales con respecto al sexo, la infidelidad y otros temas. Aunque no es la primera vez que el autor trata estos temas radicales y extremo ante el sexo. Todo comienza a raíz de un estudio donde plantea que el 55% de los hombres y el 46% de las mujeres se declaraban infieles. A esto surgió la pregunta «¿Pero qué ocurre con el resto? ¿Realmente han dicho la verdad? ¿Y si un detective privado les siguiera para demostrar que han mentido?» Irene, su principal protagonista, viaja de Madrid a Chicago para estudiar en la universidad y como parte de su formación académica realiza trabajo de laboratorio sobre el comportamiento sexual de las ratas, que dan algunas pautas sobre la fidelidad o promiscuidad de los mamíferos según su sexo, pero esto también lo extrapola en los humanos, y es aquí donde entra ella no como una observadora, sino como parte del estudio, acostándose con cientos de hombres. Aparte de esto, también entra en juego la trama detectivesca con la muerte del esposo de Irene, Claudio.
A veces tengo mis dudas cuando se premian las novelas, pues he tendido experiencias no gratas, pero creo que fue bien merecido este premio, pues desde principio me conecto. Un texto que hace una excelente combinación de novela erótica, detectivesca, científica y negra. “Al llegar al gallinero, vio la actividad sexual de las aves y le preguntó con interés al encargado de esa zona cuántas veces al día montaba el gallo a las gallinas. El funcionario le respondió que decenas de veces, y ella, con picardía, le dijo entonces: «Cuénteselo al señor Coolidge cuando pase por aquí.” “Pocos minutos después, pasó el presidente por la misma zona, y el encargado, obediente, le contó la conversación que había tenido con su esposa. Coolidge se quedó pensativo y le preguntó: «¿Pero el gallo se aparea siempre con la misma gallina?» El encargado, con vergüenza, le respondió rotundamente que no. «Cada vez es con una distinta, señor», le explicó. El presidente sonrió satisfecho. «Vaya a contarle eso a la señora Coolidge, por favor», le pidió.”
Me ha parecido una novela original, con datos muy interesantes e historias sobre adulterios llamativas y reveladoras. Sin embargo, esta “parte” de la novela, la de la investigación, es solo eso, una parte. El hilo conductor, la historia de Irene, me ha resultado algo caótico, difícil de encajar y comprender. No me ha enganchado.
«—Era verdad, Irene. Era verdad. Es la primera vez que Adam pronuncia su nombre y ella se sobresalta. —¿El qué? —Todo el mundo era como nosotros. —No. Nosotros éramos mejores —dice Irene y enseguida recuerda su pensamiento de antes: a partir de una determinada edad, el ingenio solo afea al carácter. Se arrepiente de haber aceptado la cita con Adam. Aquellos fueron tal vez los mejores años de su vida y no quiere estropearlos con su memoria. Lleva bien la cuenta de las cosas que ha olvidado y de las razones por las que las hizo. La nostalgia debe ser un acto solitario: la nostalgia de los otros siempre nos destruye».
No pienso agüitarme por culpa de este libro. Prefiero pensar que fue mi peor lectura de 2023 y de aquí en adelante todo será mejor. Les juro que no entiendo cómo puede tener el premio Herralde, sinceramente sólo por eso lo elegí. Y yo no suelo leer sinopsis o reseñas previas a la lectura. Me gusta sorprenderme. Pero ahora sí que me arrepentí jajajajajajaja de cualquier manera lo terminé, ¿cómo? no sé, ¿por qué? menos lo sé.
Quiero pensar en aspectos positivos de la escritura o la historia, pero no logro hallarlos. Es que simplemente el libro no funciona ni como eróticø, ni policial, ni nada de nada de lo que imagino que el autor quería hacer, malditasea. Los personajes son insulsos, la historia es aburrida. La voz narrativa parece de alguien sin experiencia, además no hay suspenso para crear lo policial, y tampoco hay sensibilidad para describir las relaciones erótic4s. No, no, no.
Y bueno, ni qué decir de esa eterna "agonía" de la protagonista femenina en su "búsqueda" del placer, yo considero que no fue verosímil. Este autor no supo configurar una mirada convincente y sólo se siente como el típico vato que cree que conoce a las mujeres, pero lees lo que escribe y te queda un sabor amargo y un nudo en el estómago porque le quieres gritar "¿quién chingadøs es así, wey? nadieeee".
En conclusión: no encontré motivos para leer "Cien noches", no lo hagan, no vale el tiempo.
Acaso 50 sombras de Grey? Claro, con un lío policíaco mal abordado y que se resuelve de una manera bien absurda. Poco profundiza en la protagonista, aparte de describirla en situaciones extremas constantemente... ella no se inmuta. Es como una novela de “somos ninfomaníacos millonarios y pervertidos uwu”, con pedazos entremedio pegados a la fuerza para darle un toque policial bastante mediocre. Que decepción que haya sido galardonada con un premio. A cada rato pensaba: que criterio usaron estos jueces, habrá sido amiguismo?
(No he leído 50 sombras de Grey, pero vi un pedazo de la película y con eso me bastó)
Es un libro malo de solemnidad. Pueril, intrascendente, sin sentido alguno, en fases ridículo llegando a lo patético. En definitiva, un desastre total. Premio Herralde 2020. Flipando.....
Qué malo es tener las expectativas altas... no tengo muy claro si me ha gustado o si es un bodrio. Me esperaba mucho más del libro - ya no por el premio sino porque tampoco habla mucho de las infidelidades, que se supone que es el tema principal. ¿Hay infidelidades? Muchas. Pero se queda en lo superficial.
lo que más me ha gustado han sido los relatos intermedios sobre diferentes historias de adulterio y resulta que son la aportación de otros autores amigos de Luisgé Martín al libro.
Esta novela no era para mí, aunque ha mejorado un poco al final.
El libro tenía todo para llevarnos a los rincones más oscuros del deseo y a los más prohibidos de lo correcto, tuvo la posibilidad de angular muchas situaciones de vida desde nuevas perspectivas biológicas y psicológicas para parejas casadas y entre parejas adulteras, sin embargo, en algún momento este libro perdió el hilo y entonces me perdió a mi. Eso si, entretenido; ESTA!. .
El amor erótico entre dos personas dura como máximo cien coitos. Cien encuentros. Cien noches. A partir de esa cifra, todo es previsible y ordinario. No desaparece el deseo, pero sí la perturbación. No desaparece el placer, pero sí el asombro”. Irene, que experimentó con varios hombres, lo tiene probado: cien, ni una noche más, ni una noche menos.- Y entonces, ya no me encantó tanto, pues siento que la hipótesis nunca fue sustentada en ningún punto, el argumento se perdió en las historias, y caí en cuenta la desvinculación del tema y la trama.
Интересно четиво! Започва в темата за изневярата, но всъщност засяга много други човешки теми - за мислите ни, за това кои сме всъщност, за сексуалното привличане, за любовта, за състраданието. Интригуващо написана.