Burgos, la ciudad en la que nunca pasa nada hasta que él te mira a los ojos. Gemma se encuentra atascada en un caso sin pruebas en el que las víctimas solo tienen en común la forma de morir... ¿O hay algo más?
Es un libro que me llamó mucho la atención por su sinopsis, ya que es uno de mis géneros favoritos, a eso hay que añadir su espectacular portada.
La historia nos presenta a la inspectora Gemma, la cual se enfrenta a un crimen fuera de lo común en Burgos, una ciudad tranquila, donde las pocas pistas que deja el asesino hace que sea difícil de resolver.
Tras este crimen, van surgiendo otros con las mismas características y desafortunadamente la prensa filtra información, sugiriendo que hay un asesino en serie.
El asesino es un psicópata, tan metódico y con unos rituales de limpieza muy poco convencionales, lo que hace que sea difícil encontrarlo y por lo tanto Gemma se sienta frustrada y en algunas ocasiones sobrepasada.
La historia está narrada a dos voces, por la inspectora y por el asesino, lo que hace que los vayas conociendo.
La pluma de la escritora es ágil y accesible, lo que hace que te enganches a la trama desde el primer momento, lo que unido a sus capítulos cortos hace que no quieras parar de leer, ya que la historia te atrapa desde el principio.
Me ha gustado y la he disfrutado mucho, me parece una historia increíble que a los adeptos de este género les encantará.
No voy a mentir: la leí porque se llama como una de las mejores baladas de Rainbow. Es una novela policial ambientada en Burgos, lo cual no es lo más usual. Hay dos historias intercaladas con dos niveles narrativos diferentes (cosa que agiliza mucho la lectura): la de la policía, en clave casi humorística y con múltiples referencias al mundo del heavy metal (no he podido evitar verme reflejado); y el del asesino, en un tono más grave y retrospectivo ahondando en cómo sus vivencias forjaron al monstruo.