¿Es la tristeza, la devastación íntima, lo que nos da la medida de nuestro amor cuando perdemos al ser amado? ¿O será tal vez la intimidad de la convalecencia una extraña forma de ternura, el último asidero de la felicidad compartida?
Un año y tres meses reúne los poemas escritos por Luis García Montero a raíz de la pérdida de su mujer, Almudena Grandes. Son poemas que evocan con delicadeza y emoción contenida a veces, desatada otras, la enfermedad y la convalecencia de ella, la vivencia y la emoción de lo vivido. En sus versos se despliega el argumento del último paseo en verano, el diagnóstico inesperado, los cuidados, la noche de Fin de Año en el hospital, el desgarro del dolor, la casa vacía, los recuerdos convocados por la ausencia, los momentos de una larga historia de amor que aquí cobra todo su sentido.
Tal vez el libro más conmovedor de Luis García Montero, por la contención, la evocación serena de momentos angustiosos, la inmensa ternura evocando la complicidad y el recuerdo de la que ya no está. Tal vez por ello, y sin proponérselo, uno de los más hermosos libros de amor de la literatura reciente.
«Una de las voces más personales e importantes de la nueva poesía española.» Ángel González
«Tono sostenido, poderosa nostalgia, emoción delicada que no alza la voz, poesía escueta, ceñida...» Octavio Paz
Luis García Montero (Granada, 1958) es poeta y Catedrático de Literatura Española en la Universidad de Granada. Es autor de once poemarios y varios libros de ensayo. Recibió el Premio Adonáis en 1982 por El jardín extranjero, el Premio Loewe en 1993 y el Premio Nacional de Literatura en 1994 por Habitaciones separadas. En 2003, con La intimidad de la serpiente, fue merecedor del Premio Nacional de la Crítica.
“Todo es raro y difícil como llamarme Luis, como esperar a que me llames, cómo vivir sin ti.”
Un año y tres meses fue el tiempo que Luis García Montero pasó cuidando a su mujer, la escritora Almudena Grandes, después de que le diagnosticaran una enfermedad terminal. Fue el tiempo que pasó a su lado, entre médicos y hospitales, entre camas y cuidados. Un año y tres meses fue el tiempo que le quedó antes de despedirse de su compañera de vida.
En este poemario, el autor desgrana cómo es el proceso de cuidado y dedicación a tu compañero de vida en el momento en el que sabes que ya no hay vuelta atrás. Ese momento en el que la persona con la que has compartido los últimos 20 años de tu vida, empieza a desaparecer, a esfumarse…
Hay que ser muy valiente para no soltar la mano en un momento así. Hay que querer mucho. Hay que amar con todo.
Y es que en cada verso de este poemario, está el corazón de Luis. Está el dolor que aún permanece. Están los últimos días con Almudena. Está su alma, un alma noble, fiel y dedicada.
Este poemario es una carta de amor, sincera, honesta y cruda. Una carta sobre cómo el amor también se basa en acompañarse siempre. A veces, en acompañarse hasta el final.
Cuando las horas de hospital no terminan. Cuando los médicos te dicen que ya no hay nada que hacer. Cuando la otra persona no tiene fuerzas. Ahí es cuando hay que estar. Un año y tres meses, o el tiempo que haga falta.
“Comprendí el argumento de esta historia en la noche estrellada, una historia de amor, este año y tres meses, estos días finales que ya son, ahora, recordados, los más felices de mi vida.”
Así es como se ama: incondicional, y hasta el final. Convirtiendo los días más tristes y duros, en los recuerdos más felices.
Luis: ahora los que te vamos a cuidar, somos tus lectores. Gracias por tus versos, sinceros, eternos y verdaderos.
Más grande que “Romeo y Julieta”, que cualquiera de Austen… Para mí el libro más bello de amor que se haya escrito jamás.
Este libro es demasiado bueno para nosotros. Estoy completamente rota. No sé cómo rellenar el hueco que me deja dentro. Admiro desde siempre a Luis y a Almudena. Admiro su obra, su compromiso, su integridad, su amor. Son como esos amigos que todos queremos tener. Y yo la verdad que los echo mucho de menos, a ellos dos juntos. Lo bueno de este libro, es que durante unas páginas y para siempre, están juntos y puedes sentirte afortunada de imaginártelos en pijama, leyendo en la cama, enamorándose, peleándose, reenamorándose.
Corred a vuestras librerías. Leedlo. Llorad. Enfadaos por no tener un amor como el suyo. Y quererlos mucho porque a estos dos es imposible dejar de quererlos, pase lo que pase.
No conozco de nada a Luis García Montero, igual que tampoco conocí a Almudena Grandes. Viví su amor en los poemas de Luis y en las dedicatorias de sus libros. Lo idealicé, claro: algo que genera esos versos es digno de ser recordado.
No conozco de nada a Luis, no conocí a Almudena, pero cuando me enteré de su muerte, en los pasillos del Wizink Center, solo pensé en Luis. Supongo que es la cercanía que provoca que alguien se abra en canal en sus libros, que te cuente tantas cosas de una manera tan excepcional. Lo sentí como se siente la muerte de alguien cercano.
‘Un año y tres meses’ habla de ese tiempo. Del proceso, del duelo, de la despedida. Imprescindible.
A melhor leitura do ano até agora e em verso!!! Eu, que não sou de maneira nenhuma uma leitora de poesia, senti a dor e o luto de Luis García Montero na alma!! Que livrinho, ou melhor, que livro tão belo, de declaração de amor!
El dolor de Luis me toca de cerca, pero nunca he sentido tan necesario leer como otra persona expresa con palabras el mismo dolor que tu sientes, un dolor que eres incapaz de describir. Este libro ha sido un cálido abrazo en una noche helada de invierno.
“Todo es raro y difícil como llamarme Luis, como esperar a que me llames, como vivir sin ti.”
“Supongo que este modo de sentirse definitivamente hundido es una forma mía de estar enamorado para empezar de nuevo una vida distinta con el amor de siempre”
“Comprendí que los viajes y los libros con sus dedicatorias siempre han sido maneras de cuidarnos. Comprendí las raíces de nuestra militancia, comprendí la factura de querer de un modo tan completamente viernes. Comprendí el argumento de esta historia en la noche estrellada, una historia de amor, este año y tres meses, estos días finales que ya son, ahora,recordados, los más felices de mi vida.”
“Por más que me repito y murmuro…tal vez, la pierdo poco a poco, aunque la quiera paso a paso y la cuide si hablo con la luz, para que esté conmigo, para que no desaparezca, para que nadie diga que ya nada puede hacerse.”
«Comprendí que los viajes y los libros con sus dedicatorias siempre han sido maneras de cuidarnos. Comprendí las raíces de nuestra militancia, comprendí la factura de querer de un modo tan completamente viernes. Comprendí el argumento de esta historia en la noche estrellada, una historia de amor, este año y tres meses, estos días finales que ya son, ahora, recordados, los más felices de mi vida».
Tuve que aguantarme las lágrimas mientras escuchaba al propio García Montero recitar estas mismas palabras, ahora cada vez que las leo inevitablemente lloro.
"Todo es raro y difícil como llamarme Luis, como esperar a que me llames, como vivir sin ti" Menuda llorera con este libro. No hay duda del amor entre Luis y Almudena, se refleja en cada uno de los poemas. Hay cada referencia que me ha dejado rota. Sin duda un libro precioso.
«El juicio final para nosotros es saber si es peor la suerte del que muere o del que permanece aquí sin más sentido que la nada. Uno de los dos muertos debe seguir de pie.»
Desde que enteré que este poemario nació tras la muerte de la esposa del autor supe que debía comprarlo y que bueno que lo hice.
Estos poemas están llenos de nostalgia, de recuerdos y de dolor, pero al mismo tiempo son hermosas memorias, puro amor. El último poema hizo que llorara bastante.
Sin duda, no hay otro poeta contemporáneo vivo como él. Hace uso de la poesía para lo que siempre se creó la poesía: desprenderse de las garras que te aprisionan por dentro y liberarte de ellas a través del dolor plasmado en las palabras.
Este poemario cuenta lo que vivió el autor en el momento que su esposa fue diagnosticada con cáncer, pasando por sus recuerdos más dolorosos y felices hasta la soledad capaz de curar un corazón herido.
No ha pretendido embellecer sino ensalzar la figura y su progresivo cambio hacia su último aliento de vida. Aunque no esté presente, sus recuerdos permanecerán intactos.
No romantiza una enfermedad sino que traslada el desgaste de esta y la irremediable pérdida.
No hay forma más bella que dedicarle a tu ser más querido un álbum de versos con las imágenes y recuerdos más hermosos y (también) dolorosos. Pero más hermosos aún, por ser los últimos.
Me ha dejado huella en todos los sentidos. Hay un par de poemas que siempre llevaré conmigo 💘🥺.
Mamá me leyó uno de estos poemas el año pasado entre lágrimas. A mí nunca me ha gustado la poesía, no la pillo, pero me llevé el libro a Madrid. Y resulta que -como tantas otras cosas que me recomiendas, mamá- me ha roto en 93029423 trozos pero ha unido algo también. Encontrar paralelismos que desearía no encontrar entre las estrofas de los poemas me hace pensar en que quizá no es que no pille la poesía, sino que todavía no la había encontrado.
El amor es también una luz negociada. Me das tus sueños al vivir los mios. Te doy mis sueños al guardar los tuyos Historias que se enlazan como cuerpos.
— 𝐈𝐈 —
El juicio final para nosotros es saber si es peor la suerte del que muere o del que permanece aquí sin más sentido que la nada. Uno de los dos muertos debe seguir de pie. Te beso mientras pasan en calma los silencios. Nunca había previsto que me tocase a mi cerrar la puerta, apagar la luz cuando el reloj se agote, cuando desaparezcan los aviones, los barcos o los trenes y este viajero amigo y desdichado se quede sin oficio de viajar. Me asusta su monólogo, el eco despiadado de mi sombra.
— 𝐈𝐈𝐈 —
Porque nunca se aprende del todo a sumar y restar, no me salen las cuentas. Las cosas van y vienen confundiendo el ahora y el mañana con lo que ya no puede suceder. Todo es raro y difícil como llamarme Luis, como esperar a que me llames, como vivir sin ti.
— 𝐈𝐕 —
Es todo lo que pido: una resurrección y una manzana, el uno sobre el otro, que permitan morir como solía.
— 𝐕 —
NADA tiene sentido, ya lo sabes. Y sin embargo el día viene con su luz sucia, pero es luz. Y sin embargo llegan con el despertador las primeras noticias, los acontecimientos del poder, el dinero y las fronteras, todo lo que nos duele, pero llama a mezclarnos de pronto en las conversaciones de la vida. Nada tiene sentido. Y sin embargo llaman por teléfono, el amor de los hijos, las preguntas de un viaje, las dos invitaciones para ver una obra de teatro a la que iré solo y sin ganas. Y sin embargo sé por los actores que me gustará, que después habrá cena y copas con amigos. Así que volveré despacio hasta la casa, sin responder de mí, pisando soledades y recuerdos, con los ecos del día y del trabajo, de los telediarios y de las lluvias familiares.
— 𝐕𝐈 —
Las cajas de cartón ya están conmigo junto a la puerta de la casa. En la primera pongo la cabeza para guardar de golpe tu memoria, la intemperie y un día de mañana. Organizo mi pecho en la segunda con sus aves de paso, las sábanas tendidas y el corazón de antes. En la tercera van las manos y las piernas con el norte y el sur y el este y el oeste y América Latina. En la caja final doblo mi sombra. Guardo también los ojos para empezar a ciegas la mudanza.
— 𝐕𝐈𝐈 —
No me quejo de nada. Hoy sostengo el optimismo amargo con el que respondimos, septiembre, 2020, cuando las citas médicas y el mar de los análisis se mezclaron de un día para otro con las arenas de la vida.
Nunca me quejaré de la disciplinada manera que tuviste de contar nuestros pasos para ver la ciudad con otros ojos, la resistencia física y mental que exigía la quimio. No me quejo de las debilidades o de la Navidad sin cabellera o de la extraña forma de despedir el año cuando el amor pasó por el quirófano.
La pandemia prohibía las visitas. Disfrazado de médico sin bata, subí para esconderme hasta la habitación 5427. Dividimos por dos las uvas de tu postre, oyendo de la mano aquellas campanadas de la televisión que no sonaban todavía a muerto.
No me quejo de todo lo que hicimos después, del cuerpo poco a poco tan vencido, de las ventanas de los hospitales, de la silla de ruedas en 2021, penumbras fatigadas de noviembre, ocho de la mañana en el rumor del Clínico con resultados últimos en la sala de espera. No me quejo del miedo a la caída, de la ducha difícil, de los duros transbordos para llegar al baño. No me quejo tampoco de los cuidados paliativos, la memoria con gasas y la conversación inevitable. No me quejo de verte morir entre mis brazos.
Comprendí que los viajes y los libros con sus dedicatorias siempre han sido maneras de cuidarnos. Comprendí las raíces de nuestra militancia, comprendí la factura de querer de un modo tan completamente viernes. Comprendi el argumento de esta historia en la noche estrellada, una historia de amor, este año y tres meses, estos días finales que ya son, ahora, recordados, los más felices de mi vida.
Comprendí que los viajes y los libros con sus dedicatorias siempre han sido maneras de cuidarnos”
“Todo es raro y difícil como llamarme Luis, como esperar a que me llames, como vivir sin ti”
Un libro lleno de referencias a su mujer, Almudena Grandes, a su pérdida, al sufrimiento, a la compañía incondicional, a la suerte y a la desventura también.
Leer estos poemas de Luis García Montero no solo es pura belleza literaria, también es acompañarle en el proceso de pérdida de su mujer. Acompañarle también en su duelo. Vivirlo y sentirlo con él.
"Si fuese así, si fuese primavera en el árbol de la sabiduría, tal vez yo negociase con la fe dispuesto a consolarme entre supersticiones. Porque mis manos tienen lágrimas y sienten con sus dedos y hablan con la lengua de los enamorados".
No sé cuántas estrellas ponerle porque no me sale calificar el dolor.
Conmovedoras palabras sensiblemente configuradas en un poemario que describe el amor, la frustración, la enfermedad, la vulnerabilidad, el dolor, los cuidados compartidos, la admiración...El libro es luctuoso, cualquier persona que esté viviendo un proceso de duelo se sentirá reconfortada con su lectura . A la altura de lo que Almudena Grandes se merece.
"Supongo que este modo de sentirse definitivamente hundido es una forma mía de estar enamorado para empezar de nuevo una vida distinta con el mismo amor de siempre".
Admito que no soy muy fan de la poesía. Diría más bien la poesía no es muy fan de mí, me cuesta entenderla y conectar. Pero en este caso es distinto. Quizá sea porque empatizo mucho más con esta situación, por el estilo de Luis García Montero, o quizá por ambas, no lo sé.
He conectado desde los primeros versos. Estos poemas rezuman dolor, ira, desesperación, incomprensión en algunos casos y esperanza por que la muerte no hiciese su aparición. Pero sobre todo en estos poemas hay AMOR; por su mujer, por las pequeñas cosas, por los momentos compartidos.
El libro es breve (69 páginas) pero muy intenso. Es absolutamente sublime leer la cotidianeidad hecho poema.
Absolutamente apoteósico es el último poema, que da título al libro, y que es pura aceptación y agradecimiento.
Si me tengo que quedar con un verso es sin duda este: «Todo es raro y difícil como llamarme Luis, / como esperar a que me llames, /como vivir sin ti» del poema «No me salen las cuentas». Es un verso tan universal como el dolor de la pérdida.
“Nunca tuvieron las miradas tanto amor a la vida”. Luis García Montero y su forma de convertir algo tan “miserable” como la muerte en un poemario de amor incondicional. Precioso.
"Un mundo extraño para consolarme con una vida eterna que no es vida"
El último poema homónimo al libro es un dardo al corazón. El cómo una vida a través de los ojos de la persona querida pueda cambiarnos tantos. Es un libro que invita a celebrar el amor y de lo cotidiano. La facilidad y la belleza que tiene Luis para integrar cada elemento en un verso, desde una sesión de quimioterapia hasta una última caricia. No podía haberlo disfrutado más y ojalá jamás sentir lo que describe a lo largo del libro.
Un hermoso homenaje a Almudena, a su historia de amor, y un regalo para nosotros los lectores.
"Que todo esté en su sitio es el mayor desorden que pueda imaginarse".
"(...) Nunca tuvimos fe, pero teníamos palabras para darnos las gracias, para decir adiós, para ponerle nombre al no saber, para observar las alas en la caída de la noche, para cerrar los ojos, tu cabeza en mi hombr, en un viaje infinito en el que sigo todavía".
💔
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