La ropa de los pocos niños que juegan en las calles de Lanca ya no huele a humo. La eterna neblina de la comarca tan solo es ya un recuerdo. Castilletes cerrados, minas abandonadas… Eso es todo lo que ha quedado: el vacío y las quiebras. Pero una mañana la alcaldesa aparece ahorcada en las escaleras del ayuntamiento y comienzan los rumores en el pueblo. En una palabra: corrupción.
Esta historia donde lo local es global nos la irá contando Aurora Montes, una joven periodista que oscila entre la perplejidad que le produce el abrupto fallecimiento de la alcaldesa y la impotencia de asistir a la extinción de su propio mundo: el de la ruidosa, canalla y alegre cuenca minera.
Una extraña muerte, dirigentes sin escrúpulos, gritos en las cárceles de otros tiempos, yonquis, señoras de la limpieza, reporteros, orfanatos mineros, vías de tren abandonadas, amores secretos, lingotazos de orujo a pie de barricada y un pueblo, Lanca, cuyos habitantes siempre pierden atrapados entre un futuro que no acaba de llegar y un pasado que no termina de largarse.
En este thriller la autora no abandona el recuerdo de alguno de los episodios más truculentos y acallados de nuestra historia. La memoria como reparación, la mención como justicia; las voces del pasado se cuelan nuevamente en este novela para honrar desde la ficción realidades que el plomo del silencio se empeñó en enterrar.
En este libro cambiamos de localización y nos movemos a La Felgue... Perdón! A Lanca! Como dice Aitana al final del libro, cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia. Ese tal Vega de la historia debe de ser de una Villa cercana a Lanca me parce a mí... Me ha encantado el libro, este con más trama que los anteriores pero manteniendo esa cercanía a Las Cuencas (a la buena, a la del Nalón 😉).
Novela negra mezclada con autoficcion y que contiene gran carga de crítica social. Transcurre en las cuencas mineras de Asturias.
Rastros de ceniza es la historia que cierra la trilogía del carbón de la que forman parte "Los niños del humo" y "Carboneras" .
Si en "Los niños del humo" nos dio a conocer el mundo de las cuencas mineras a través de los ojos de los niños, hijos de mineros, la mayoría huérfanos y en "Carboneras" fue a través de los ojos de las mujeres, la mayoría viudas, en "Rastros de ceniza" nos abre los ojos a las cuencas sin mineria pero con mucha corrupción, con la ayuda de una periodista.
La historia contiene dos líneas temporales, una que ocurre alrededor de 1936 y otra en los años 2000, época de fondos mineros, de cierre de minas y de un entorno pútrido por la corrupción. Las va alternando y entremezclando para conformar una historia con un alto grado de paralelismo con la realidad.
Un inicio desgarrador nos advierte que habrá pasajes del libro donde reabriremos heridas que aún no se han curado, que siguen ahí y que no sabemos cuánto seguirán. Remueve y remueve nuestro interior, así que prepararse para sufrir. Hay historias que no se olvidan, y si alguien ha olvidado es preciso que vuelva a recordar. Aunque sea doloroso y remueva sentimientos de rabia e impotencia.
Como decía al inicio hay una mezcla de realidad con ficción. Tiene datos concretos de realidad que ha ocurrido donde la corrupción es la reina y nos lo cuenta tejiendo alrededor la investigación de un asesinato. No le falta la pizca de humor e inocencia necesaria. Y por supuesto las ilustraciones del gran Alfonso Zapico
Como apunte extra y sabiendo que este spoiler ya lo hace la autora en cada reel, presentación y ocasión que se le presenta... Quien se acuerde de Colin teclado se llevará una grata sorpresa al encontrar aquí a sus dos personajes principales Remo y Manuela. ( buscarla en fb por colín teclado y a leer. Romance con intriga). Recomendable al cien por cien.
Libro que me ha encantado, en el que nos adentramos en la Cuenca mi era de verdad, y todos los que hemos vivido la minería como parte nuestra, sentimos algo que se nos revuelve dentro.
Tras haber leído Los niños del Humo y Carboneras esperaba encontrar otra cosa con Rastros de ceniza, aunque el único "pero" del libro es que el final es un poco precipitado.
Las que vivimos esos años en Asturias ponemos cara muy fácilmente a los personajes. Tal y como se dijo en la presentación en La Mistral, en Madrid, este libro huele a película. Es de justicia hablar de las heridas sin cerrar tras décadas de dictadura, de las herencias y de la mafia que se aprovechó de un pueblo en los estertores de la muerte para enriquecerse a su costa.
Un libro genial como todo lo que leo de Aitana. Trata el tema de la corrupción y los trapicheos de las altas esferas de Asturias, ficcionado claro, aunque todos podemos reconocer a cierto personaje...una historia con tintes de thriller que va introduciendo la vida de la gente de las cuencas mineras, algo que se le da realmente bien.
3,5 Esta es la primera novela de la autora y el segundo libro suyo que leo, después de su libro de relatos Los niños de humo. Debo confesar que tenía las expectativas muy altas con la novela, primero porque la autora me cae genial, soy así de simple. La sigo en Facebook y me parece que tiene mucho talento escribiendo y más aún comunicando; y segundo porque soy más de novelas que de relatos cortos, así que quería ver cómo le iba a Aitana con un formato más largo.
El problema es que en parte mis expectativas iban un poco desviadas respecto a lo que pensaba que me iba a encontrar en esta historia, así que por culpa de eso no me ha gustado tanto como esperaba. Y digo que es culpa mía porque yo iba convencidísima de que iba a leer una historia de puro misterio, pero realmente el argumento principal es más bien una "excusa" para hablar de otros temas muy de aquí y muy interesantes, pero para los que yo no iba predispuesta. Así que fue un poco como si vas a comer una fabada y te ponen pote: está muy rico igual pero no era lo que esperabas.
Dicho esto, el libro me ha hecho reflexionar y recordar muchas cosas, y si me interesase más la política seguramente me habría enterado de muchas más cosas que se dejan caer, no muy sutilmente sino con toda la intención de poner las cartas sobre la mesa y sacar a la luz una historia nada lejana en el tiempo y que mucha gente se ha negado a ver. Como habitante de la cuenca minera (aunque la otra) y beneficiaria de las famosas becas mineras (raro es el habitante de 30 y tantos de por aquí que no hizo algún viaje al extranjero a cuenta de ellas) me he encontrado asintiendo más de una vez. Y sé que a gente de otras generaciones le pasará lo mismo con otros temas que salen a relucir. Al final eso es lo que más me ha gustado de la novela: esa reivindicación de que las cuencas mineras siguen aquí, algunos seguimos resistiéndonos a irnos a pesar de lo negro que se ve el futuro y de lo poco que tiran por nosotros los responsables de intentar sacar esto adelante.
Y todo esto a partir de una "simple" novela de misterio.
La trilogía minera escrita por Aitana Castaño e ilustrada por Alfonso Zapico se cierra con “Rastros de Ceniza”.
En esta ocasión nos encontramos ante una novela ambientada en las calles de Lanca, pueblo ficticio de una cuenca minera, sumido en una trama de corrupción tras el cierre de las minas, contada a través de los ojos de la periodista Aurora Montes. Y es que esta historia, a pesar de ser ficción tiene mucho (demasiado) de realidad.
Hay varios personajes en la trama, muchos de ellos buenas personas. Para mí, con permiso de la protagonista, Aurora, y Remo y Manuela, que se implican en la trama y que sacan a la luz los trapos sucios todos en colaboración, arriesgando su profesión, quiero destacar a Ino y Telvi.
Ino, un hombre mayor que vive en las sombras del olvido producido por la edad y la enfermedad, pero que en los breves trazos que se hace de él de joven ves que era una bellísima persona que sufrió lo que no debería, pero que encaró la vida sin rencor y rabia. Y Telvi, una mujer que sufrió mucho y salió adelante, ese perfil de mujer que todas conocemos.
Supongo que por el hecho de ser asturiana, esta novela me ha llegado muy dentro y me ha emocionado. Cuando la leo me vienen a la mente muchos nombres para los corruptos y muchos otros nombres anónimos para todas las personas que se vieron engañadas y afectadas por ellos. Fondos mineros que sirvieron para engordar cuentas corrientes y que quitaron oportunidades a las mujeres y hombres de las cuencas y las condenaron a morir lentamente.
Seguramente mi puntuación a esta novela se ve influenciado por mis raíces dado a que mi familia es de las cuencas y mi abuelo siempre me ha contado muchas anécdotas de su trabajo en la mina. Siempre he oído a lo largo de mi infancia y juventud, lo trágico que fue para muchos ver una tierra de oportunidades, esplendor económico y carbón pasar a ser un sitio desolador, sin juventud y sin minas. Es increíble que a pesar de yo haber nacido lejos de esto y nunca haberlo vivido sienta la piel erizada cuando escucho la canción del pozu María Luisa, o se me humedezcan los ojos al leer ciertas partes de esta novela. Situaciones que me hacen recordar conversaciones de mis padres siendo yo una niña o historias de mi querido abuelo. Quizás si no fuera por lo anterior le pondría una nota más baja, es una historia fácil de leer, y entretenida pero en mi criterio no creo que llegue al nivel de ponerle más de un 3 aun así me ha hecho sentir un caricia de mis raíces que pocas veces tengo en cuenta pero que tan enterradas están en mí, eso se merecería las cinco estrellas pero no quiero ser extremadamente subjetiva.
Me gusta y me parece importante lo que cuenta, pero no me convence cómo está escrito. Por lo que tengo entendido, es un poco auto ficción, así que quizá por eso la autora no dedica tiempo a presentarnos a la protagonista y a que empaticemos con ella. Las presentaciones de los demás personajes son muy "tell" en vez de "show", es más como alguien relatándote algo que pasó más que una novela. Que ese formato también está bien, pero hace que las descripciones de reacciones de los personajes y sus emociones queden un poco ¿artificiales?
No sé, me ha parecido que estaba escrito como cuando escribíamos nuestras primeras historias en el instituto. Quizá sea porque es su primera novela, tendré que probar en las antologías anteriores.
En cualquier caso, es una lectura fácil, breve y con la que aprendes un poco de historia de España, aunque sea ficción. Si buscáis algo para leer después de trabajar o en el transporte público, que os absorba y enganche un rato sin pediros un gran esfuerzo mental, "Rastros de ceniza" es una buena elección.
Si alguien espera encontrar una novela de Agatha Christie que no lo lea porque se llevará una desilusión. Si alguien espera leer una novela que cuenta la verdad de las cuencas, sin medias tintas sin romanticismo, aceptando lo bueno y lo malo de ser una cuenca, es su libro. Una vez más, Aitana a la letras y Alfonso a los lápices relatan y detallan la forma de vivir en una cuenca minera y la de aprovechados que primero levantaron el puño y luego pusieron la mano para llevárselo muerto. Además, me ha encantado el amor y el respeto a quienes sufrieron y fueron torturados por unos ideales.
Igual que los dos anteriores de la trilogía minera, una maravilla de lectura, muy bien escrito y, por desgracia, muy real. Hablando de corrupción y de corruptos, veo que las cosas no han cambiado, da igual que sucedan ahora o hace sesenta años, el poder corrompe a las personas y saca lo peor de cada uno. Me quedo con esta frase, muy cierta y muy asturiana: "Son unos mierdas que parez que mexen colonia".
Y por supuesto, las ilustraciones de Zapico insuperables.
Engancha, sin duda. Es un libro perfecto para no dejar de leer durante horas. Un imprescindible para entender, aunque ficcionada, la historia y el pasado (incluso el presente) de Asturies. Todo aliñado con un poco de memoria histórica para la tierra del carbón.