¿Quién no tiene una huella de infancia que recorre pasillos oscuros a medianoche, que inspecciona debajo de la cama antes de dormir, que no se reconoce en el brillo de un espejo? ¿Quién no teme al monstruo que acecha dentro del armario, los pasos al otro lado de una puerta, la sombra que golpea el cristal de la ventana? Los niños y las niñas que fuimos recorren los cuentos fantásticos de David Roas recordándonos lo vivos que están nuestros miedos infantiles. Y a su vez, los adultos que somos o seremos no podemos dejar de estremecernos ante esa niñez que observa y habla con quien no vemos, que está poseída por una mano ajena o cuyas pesadillas se convierten en nuestra realidad. Los niños juegan, corren y bailan para escapar del terror o precisamente lo hacen porque ellos son el terror. Y tú, ¿de qué has tenido siempre miedo?
Escritor y crítico literario español, especializado en literatura fantástica. Es profesor de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad Autónoma de Barcelona, donde dirige el Grupo de Estudios sobre lo Fantástico (GEF). En la Historia natural de los cuentos de miedo se menciona en distintas ocasiones a este autor, como crítico y narrador destacado del género fantástico en España. Según el periodista y escritor Rubén Sánchez Trigos, Roas es «probablemente el mayor especialista en literatura fantástica» de España.
La literatura de David Roas es deliciosamente extraña.
En este volumen las historias se centran en el horror de la infancia y como a veces resquebraja los cimientos de la realidad.
El surgimiento de la mente en el vientre materno. La fascinación infantil por los monstruos... reales. El ciclo de la vida es muerte. Si... los niños ven gente muerta. La agonía de la rutina familiar. Un apocalipsis triste que representa el fin de la infancia.
Un autor que debería ser mucho más conocido y leído.
Los niños. Fuente de amor, candidez, inocencia y júbilo. Personitas adorables que nos proporcionan los mejores momentos del día. Cuando caminan de nuestra mano, el sol lo hace brillar todo con una luz especial dirigida a la sonrisa del niño. Magia. Pero también pavor. Sí. David Roas, que ya nos regaló un pequeño adelanto en Invasión, demuestra con Niños —su nueva colección de cuentos— que estos pequeños infantes también ofrecen una irreparable sensación de miedo cuando nos dicen cosas que no entendemos, cuando miran fijamente a un lugar en el que no hay nada, cuando explican que lo imposible se materializa debajo de su cama.
La sucesión de correteos infantiles da comienzo incluso antes de su alumbramiento. Vinieron de dentro de (título que ya conecta con la vena cinéfaga del autor) anticipa el nacimiento de lo inquietante en su propia semilla, en un texto breve y prologal que descarta a inmediatos progenitores como potenciales lectores de esta antología.
Una película que todos conocemos, bien en carne propia, bien en la de nuestros amigos, familiares o allegados cercanos, es la del niño tirano, el bebé que exige sin titubear una atención plena de sus padres, una dedicación absoluta y eterna. Roas la titula La agonía del salmón, y transmite esa realidad sin adornos, sin ambages, tal cual es, y la contrapone a la imagen del salmón que recorre cauces a contracorriente. No hay nada perturbador en la superficie, tan solo el fluir constante y el cansancio propio del esclavo. Pero por debajo, donde todo se enturbia y enfría, subyace el verdadero terror, el de saberse un salmón y no saber cuál es la meta a alcanzar. O peor aún, el de reconocer ese destino y descubrir su profunda e inenarrable oscuridad. Tremendas sensaciones las que consigue aquí el escritor...
Me la pasé bien, criar cabros chicos puede ser algo bonito pero también una película de terror. No todos tenemos madera para ser papás, así que mejor que los que quieran vayan a terapia de pareja, vayan sobre paternidad (ejem, hombres tenemos que dar la cara no podemos seguir haciéndonos los tontos).
Lo único que no me gustó fue los copia y pega de las frases extranjeras. ¿Que tienen los autores españoles con poner puro gringo?
Cuentos delgaditos, algo alicortos, muy próximos a lugares comunes de la literatura popular. El que más me gusta es el último, en tanto reescritura de The Road: se acerca peligrosamente al plagio, pero se detiene en su umbral. En cambio, «La (otra) lotería» rebasa ese umbral sin titubeos.
Mientras leía el libro pensaba en darle un 3.5 porque aunque la mayoría de los cuentos me parecen un poco insustanciales me gusta bastante la prosa del autor. Pero ha sido leer los dos últimos relatos, que son buenísimos, para decidirme por ponerle un 4. Vaya dos cuentos, qué buenos son.