Sebastián vive en un pueblo costero donde nunca pasa nada. Su padre es camionero y apenas aparece por casa; su madre está dedicada a los cuidados del hogar y sus hermanos no lo toman mucho en cuenta. Lo único que realmente lo reconforta es pasar las tardes en casa de su abuela viendo Dragon Ball. Sin embargo, en esta serie japonesa Sebastián descubrirá que esas imágenes masculinas le provocan algo más que una ingenua admiración.
Monos piluchos es una novela sobre el despertar homosexual de su protagonista, Sebastián. La ficción recoge - según entendí desde los comentarios de sus fanáticos - varios elementos biográficos de Fernando Castillo, mejor conocido como noestoycreici. Nunca antes había leído un libro de influencer - aunque no sé si esa categoría es justa para esta ficción - pero me sedujo la temática y el hecho de que fuese una novela, propiamente tal. No consumo el contenido de Castillo, pero leyendo sobre él me enteré de que es guionista, por lo que asumí que sabe contar una historia. Esta es una lectura ligera y entretenida. El formato slice of life, en la medida que destaca un periodo muy específico en la vida de su personaje, le sienta súper para desarrollar las temáticas fundamentales de la trama: la masculinidad, la pubertad, el deseo. La elección de escenas fue un acierto, también, porque revelan esos aspectos secretos, vergonzosos de la niñez. Un par de ellas, que no mencionaré para no hacer spoilers, me rascaron partes de mi memoria que tenía bloqueadas. Fue tan bonito como perturbador revivir esos momentos. Por otro lado, creo que la narrativa es débil en cuanto a estilo. Muchos pasajes eran sobreexplicados por el narrador, en un esfuerzo por transmitir inequívocamente sus propios juicios y lecturas sobre las situaciones. La narración contiene pocas imágenes, por lo que nunca logré situarme del todo en el escenario de la novela. Esto, supongo, es consecuencia de que el enfoque está puesto en las observaciones y reflexiones del narrador sobre la historia que está contando. Hay algunas frases que vale la pena recordar - "un niño que robaba el nombre de otro mientras su madre escarbaba el suelo de un patio estéril" - pero, en general, la prosa tiene poca retórica. Monos piluchos es la primera lectura de mi taller Permanente para diciembre. Leeremos el primer capítulo para este martes 29 a las 16:00 ó este miércoles 30 a las 19:00. Si quieren inscribirse pueden mandarme un mensaje por @comunidadmana en Instagram.
Pasé todo el libro asustada de que le hicieran algo brutal al seba, por temores míos, por como siento que suelen transcurrir las historias de personas que chocan con lo esperado en su contexto. Es un libro precioso, pude sentir el revoltijo de emociones y pensamientos de esa cabecita en desarrollo entendíendose persona diferente. A pesar de las instancias de penita y rabia que me generó el leer a este pajarito pasando por tantos miedos e incomprensión, es un libro dulce, me queda la sensación de que el seba tiene oportunidad de hacerse un huequito en el mundo y estar en paz consigo mismo.
Estupendo debut literario de un podcaster que ya nos ha contado estas y otras historias de su vida. El descubrimiento de su sexualidad es el centro de la narración, pero hay tantos hilos o esquirlas que la rodean: las crisis (económicas, valóricas), los vacíos, las inexistencias (en muchos pasajes me sentí representada). Y lo mejor es que es de una lectura guiada con mucho amor por el lector.
El libro trata de un niño descubriendo su orientación sexual, su identidad de género y en mi opinión, es como un Papelucho gay. Es leer su vida cotidiana dentro de todo un contexto vulnerable y muy chileno. Amo la honestidad y lo 0 pretencioso que es este libro. Habla desde el alma, desde lo más profundo de su ser, me encantó. Y escribe realmente increíble, es tan personal, se siente como si uno fuera él, te permite entrar en su cabeza, pero también en su corazón. Un libro que recordaré con cariño y eso, no se da muy a menudo.
Una lectura rápida, ágil, más no liviana. El dolor de un niño que se descubre "maricón" en un Chile de los años 90's. Pero un Chile provinciano, aspiracional, pobre y en medio de la crisis asiática. Una madre agobiada de hacerse cargo, un padre ausente no resolutivo, compañeros de curso que replican la violencia del discurso adulto. La soledad de un niño que quiere pertenecer pero que no encuentra palabras, contención ni referencias. Se me hizo demasiado corto, pero me dejó con un sabor muy triste.
"En momentos como esos, supongo, se hacía muy evidente que yo entendía mi cuerpo de una manera distinta al resto de los niños, el cuerpo de un maricón, que me avergonzaba mostrar porque no era compatible con la posibilidad de ser acariciado con amor o con deseo."
me gustó porque es rápido de leer, pero siento que está escrito de forma que quiere impresionar, sí chikes: lo encontré un poco pretencioso.
se nota el oficio de comunicador de parte del autor.
¿lo recomiendo? Sí, es livianito, ideal para salir del bloqueo lector.
por otra parte, me parece relevante que exista una pluralidad de voces que hablen sobre ser y, en este caso, crecer siendo una disidencia sexual. eso lo valoro mucho y creo que sería una apuesta que este libro figure en los planes lectores de enseñanza media.
Entretenido, livianito, rápido de leer. Tiene partes muy hermosas.
Me recuerda mucho a la escritura de la Pao Molina: en base a recuerdos, clase media chilena, madre presente y padre (semi) ausente, buenas tallas. Logró sacarme más de una risa, me gustó.
Dudo que alguien que tenga un poder de decisión lea esto, pero sugiero evitar la muletilla de "Y es que..." en una próxima edición, pues se usó en exceso 😅
Súper rápido de leer. Me dieron ganas de abrazar al pequeño Sebas varias veces. Al igual que la primera temporada de WQC me llevo de vuelta a un Chile que tenia enterrado. El final medió abrupto.
Gratamente sorprendida con esta novela. A través de las pequeñas anécdotas del narrador (con quien es muy fácil empatizar) te transporta a un Chile de la década de los '90.
Lo leí con el propósito de salir del bloqueo lector, pero, aunque cumplió con su objetivo, lo sentí demasiado liviano, como un amigo contándote anécdotas incluso. Lo único que me sacaba, a ratos, de esa ilusión eran las veces que el narrador se sobre explicaba y cuando el relato estaba muy adornado. No me quejo de esto último, en todo caso.
Aún así me entretuvo harto. Lo leí en un rato. Leería otro libro más de la María Fernando.
Es un buen libro, la construcción de la sexualidad de un preadolescente que encuentra modelos en los personajes de una caricatura noventera y se descubre solitario y en silencio entre los suyos. Le doy cuatro porque quería seguir leyendo.
Tierno, conecte emocionalmente con algunas partes, pero como flashazos, no era algo que se lograra sostener. No me dejó mucho más, pero fue una lectura entretenida.
El narrador está muy bien logrado, pareciera que realmente nos habla un pre-adolescente, con problemáticas en las que resulta fácil sentirse representado si se vivió la niñez del Chile de los 90.
Me hizo reflexionar mucho sobre la niñez/adolescencia disidente, además del rol de las madres que deben echarse el peso de todas las responsabilidades de una familia y el deber parecer perfectas delante de la sociedad.
Es ideal para retomar el hábito lector, ya que es un libro fácil de leer, muy rápido. O incluso para crearlo.
Precioso libro, y espero con ansias que vengan más.
Es un libro entretenido de fácil lectura... solo que el final se sintió abrupto y acelerado. No había razón, considerando el ritmo que venía trayendo, que terminara sin ahondar o aportar más detalles, como cuando lo hizo anteriormente en el libro con situaciones y personajes que, considerando el final y la historia en general, no tenía sentido que ahondara. ¿o sí? no me queda claro en realidad cuál era la intención del autor.
Para quienes hemos seguido el podcast sagradamente, varias de estas anécdotas nos recuerdan como la María Fernando las ha contado, pero tiene una magia distinta leerlas desde la narrativa de un niñx.
El libro te hace viajar en el pasado a otra época que los de los 90 conocemos bien. A esa época donde las tardes eran de ver monitos en el mega o el Chilevisión (en mi casa el mega se veía mal, eso del cable era para los de plata, acá nos conformábamos con mover la antena intentando agarrar mejor señal), donde lxs niñxs jugaban en las calles y lxs más introvertidos nos quedábamos en casa, una época en que no entendíamos los malabares que hacían los papás para que rindiera un único sueldo en una familia de dos o mas hijxs, donde al salir del colegio un viernes no sabíamos más de nuestros compañerxs hasta el lunes.
Con una narración sencilla y de fácil lectura, el Feña te adentra en ese Chile del pasado, azotado por la crisis económica, mientras Sebastián vive su vida y aprende a descubrirse. Y dentro de lo sencillo e ingenuo de un niñx se las arregla para traspasar emociones intensas, dolores infantiles que pueden marcar una vida, sentimientos que pueden parecer pequeños a los adultos a cargo, pero que son inmensos.
Ojalá hubiese sido más largo, porque se me fue entre los dedos e incluso haciendo pausas no me duró más de 24 horas. Habría leído la vida de Sebastián pasando por la adolescencia, los años de universidad, la adultez, habría seguido por todas sus aventuras si se hubiese cambiado de ciudad como lo hizo la María Fernando. Me habría gustado leer sus dolores, pero también el descubrimiento de una comunidad que le iba a dar alero.
Y por ese mismo deseo, espero que continúe esta faceta de escritor, porque aún le quedan muchas historias que contar.
Le iba a poner tres estrellas pero creo que cada libro se tiene que criticar en un contexto. Si estuviera en octavo básico o primero medio, le habría dado las cuatro estrellas o cinco, por eso lo dejo en cuatro.
Es un libro simple y rápido de leer, que tiene muchos episodios de la infancia y pubertad. Quienes nos consideramos un poco distintos, y especialmente les jóvenes de la diversidad sexual, seguramente hemos pasado por algo similar de una u otra manera. Se lee en el libro de manera muy genuina una incomodidad, la necesidad de sentir pertenencia pero siendo distinto al resto, como una pieza que no encaja pero que forma parte de un puzzle de todas formas.
Yo también tuve un cuaderno con dibujos de mujeres dándose besos a los 12 años y también lo encontraron. Había enterrado el recuerdo como un episodio vergonzoso. Ahora reviví ese recuerdo con sentido de pertenencia gracias al libro. Me gustaría ver esta portada en todas las bibliotecas de los liceos, colegios, centros municipales, etc. Hace falta esa compañía en la infancia y adolescencia LGBT+.
Por otra parte, la manera en que está escrito es demasiado simple para lectores más avanzados. El libro no está adornado con muchas metáforas o frases que lleven a alguna reflexión profunda. El fuerte es el relato y su sensibilidad, que sin ser demasiado asombroso, nos muestra una historia que es poco contada en la literatura.
Tenía mucha expectación de leer este libro, principalmente porque sigo al autor en su carrera de instagram y de spotify, además por su puesto en ventas esperaba un libro que me dejara por lo menos con algún mensaje. Sin embargo esto no fue así, no puedo decir que no fue una lectura amena, me habrá tomado menos de 3 horas en leerlo, pues lo leí de principio a fin sin dificultad, pero creo que ahí recae el problema, el libro era demasiado ligero, tanto así que no dejaba a momentos reflexivos. No sé si habrá sido porque muchas de las historias presentadas ya las conocía por lo contado en el podcast, que si bien el personaje es un chico ficticio no se aleja de la realidad, o porque bien pasaba por las situaciones vividas sin profundizar sentimentalmente lo suficiente, o por lo menos lo que a mi me habría gustado. Aplaudo que sea un libro muy verídico, muy apegado a realidad de muchas infancias en Chile, la vergüenza, la humillación, la sensación de tener que esconder lo que eres aunque nadie te lo haya dicho, pero sabes que así debe ser, como también las dificultades familiares vistas desde una perspectiva infantil que deja de serlo cuando descubre que la vida no es tan fácil. En vista general, lo encontré un libro muy fácil de leer, que se puede tener para pasar el rato, pero que no es recomendado si es que se busca una mayor reflexión.
Estaba, otra vez con un bloqueo lector, tratando de salirme de este "género" autobiográfico-millenial-chileno que me atrapó todo el año. Pero me lo recomendó una amiga, que sigue el podcast y sus redes en general. Por broma, porque tenía dibujos de penes, dije ya, debe ser chistoso, porque no tenía idea de este autor. Nuevamente me encanté. Toda la vida he encontrado lindo escribir diarios de vida y creo que esta clase de lecturas me atrapa por eso, su sencillez, encontrar esos momentos que parecen "nimiedades" que te marcan. Que cuando se fue niñe en Chile, los papás te decían weas que creían que no marcaban y aquí estamos... recordando palabras en nuestros 30s que medio orientaron o nos cagaron la siquis. Es un libro muy muy muy rápido de leer (me lo devoré en una hora) y muy cercano. Como todo libro autobiográfico, es solo eso, creo que si esperas obtener algo revelador o más poetico, te vas a decepcionar. Es solo la experiencia de un niño queer en Chile de los 90. Una buena lectura para disfrutar en una tarde (o mañana, o noche). Quizá mejor, si es acompañada de fotos de la nostalgia de sus infancias y un traguito.
Disfruté mucho la lectura, con un ritmo liviano que me permitió ir reflexionando con el personaje, sufriendo y riendo a carcajadas en muchos momentos. Una lectura que compartí con mi hermana, ambas nacimos en los 80`s y al ir compartiendo las aventuras del Sebastián fuimos recordando nuestras experiencias de vida de esos años y cómo nos formaron. Libro amado, gracias María Fernando, te quiero fuerte <3
No estoy seguro si 3 estrellas sería una buena calificación, quizá debería ser más, pero para ser su novela debut, creo que está bien. Cuanta añoranza sentí al leer, porque mucho de lo expuesto acá me llevó a mis años de niñez por allá en Linares, igual un pueblucho rural (en ese entonces), bastante cerrado, con un niño descubriendo qué lo hacía sentir cosas que según la sociedad eran mal vistas ajajaj sociedad de mierda... En fin, disfruté la lectura, en muchos momentos sentí miedo por ese Seba chiquito, no es una gran trama, pero sirve para recordar, para enseñar y aprender, es un drama fácil de leer, y que quizá nos representa a muchos. El final me hizo sentir un poco de pena, por esa madre que claramente no tenía las herramientas para ayudar a su hijo, pero se siente esperanzador, quiero creer que todo siempre mejora, soy de esos que ven el vaso medio lleno ajajaj así que creo que todo mejoró para sebita, que creció y se hizo fuerte porque el mundo así lo obligó a ser, que ya no le tiene miedo a su cuerpo, que hizo las paces con él y que ya no teme desnudarse porque se ama más que a nada en el mundo, ese fue mi final futurista, porque me vi un poco reflejado en esas páginas, y así es como quiero que termine mi historia, después de todo, la ficción y la realidad van siempre de la mano.
Un libro ameno, de rápida lectura, que evoca muchas sensaciones conocidas para quienes crecimos en familias de clase media baja en el Chile de los noventas. Imposible no ver en los personajes adultos a nuestras propias familias, ceñidas a tradiciones conservadoras, luchando en el día a día contra la pobreza y la falta de oportunidades. A su vez, ver a nuestra generación en esos niños y sus juegos, sus peleas, sus temas de conversación. Gustar de un compañero de curso, erotizar un anime famoso en la época, imágenes de hombría con las que no se siente comunión, cosas con las que es fácil identificarse.
Me hubiese gustado un poco más de profundidad. Los capítulos eran muy cortos para mi gusto, pese a que siento que podría haberse dicho mucho más. Lo mismo con el final, muy abrupto, podría haber ahondado más en eso. Me gustó la forma en que se construye el descubrimiento de la identidad del protagonista, así como su despertar sexual: a través de distintos episodios cotidianos de su vida, con una ingenuidad que no deja de lado el hecho de saberse distinto, de pensar que no hay un lugar en el mundo para alguien así. Creo que es necesario escribir y hablar de estas temáticas, para ir construyendo un mundo donde sí haya lugar para las personas que escapan a la norma.
Es casi imposible para un gay de región al sur de Santiago, clase media; promedio como yo, no sentirse identificado con la historia de este libro, y ni siquiera porque tengamos la misma vida sino porque muy intrínsecamente los diálogos, los miedos, y los juicios que son emitidos al protagonista son reflejo exacto de lo que muchos pasamos con esa crianza boomer en pueblos chile, tengo 23 años solamente pero mis padres tienen casi 70 a estas alturas, desde un primer momento supe que necesitaría años e independencia para estar en paz conmigo mismo; y sacarme esos prejuicios que no conectaban para nada la época en que esta creciendo, me siento mucho más conectado aún con quienes vivieron su infancia a fines de los 80 / principios de los noventa, compartimos una estructura de crianza muy determinada de familia chilena clase media; y con la lectura de este libre logré conectar también con mi niño interno, de hecho se me hizo demasiado rápida la lectura para ser alguien que no lee frecuentemente, quede con gusto a poco, es como una serie con un final demasiado abierto porque ya tiene planificada la segunda temporada.
Ame el concepto del libro, si bien, leyendo otras criticas hacian ilusión a esperarse otros puntos de vista o reflexiones profundas y constantes sobre diferentes situaciones, me parece que la historia en cuestión es capaz de llevar bastamente la trama de Monos Piluchos, contextualizandonos a la vida y sentimientos del protagonista. Narrativamente me fascina la forma en que el autor te adentra en su mundo, a veces pareciera carecer de un lugar fisico en el que puedas imaginarte estando ahí, lo que hace, acertadamente, que el concepto del libro sea más preciado aún, ya que recordemos que la vida que nos cuentan esta basada en la infancia y ,supongo, preadolesciencia del autor, etapas de vida que no necesariamente recuerdas con tanto detalle el lugar, sino más bien lo que va sucediendo en tu entorno, y lo que vas aprendiendo de él. Me quedare con muchas esperanzadas de que en un futuro cercano, este gran escritor, pueda sacar otro libro. Sin embargo dejo en claro, que este libro fue una hermosa entrega y aporte a la literatura.
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Dragon ball y sus monos piluchos descubriendo lo prohibido que es el gusto por los hombres para un niño, del bulling y tratar de integrarse con los populares en un colegio de hombres, la mama quedando como mala por un papá pasivo y que esa relación se formó con la esperanza de algo mejor, de cómo se decide ingenuamente el q va a cambiar con otro hijo, el intento de robo por darle ropa nueva a sus hijos, el tener que pedir a su mamá o suegra por qué no hay plata, el sentirse solo porque no hay herramientas o simplemente “tiempo” para poder tener conversaciones de confianza.. creo q ese tiempo o quizás donde hay una preocupación por el sentir/ sentimientos / salud mental solo se da y se puede dar cuando lo demás está bien, cuando hay una relación al menos pasable entre los padres y cuando lo económico no es un tema constante, así se puede ocupar en otras cosas, pero al tener esa preocupación constante de que comer o como vivir, como te vas a preocupar de algo más que no es lo “básico” para vivir?
Un libro para pensar en la realidad chilena
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Es una novela ligera de leer, muy entretenida. En cuanto narración, es bastante sencilla, aunque posee algunas elipsis que le quitan cierta continuidad a la historia y que mezcla un poco la cronología, pero no afecta a la experiencia lectora de manera significativa. En cuanto a la fabula de la historia, me encantó, abarca desde el despertar sexual incomprendido, hasta la crisis economica y los conflictos familiares. En muchas ocasiones me reflejé con el protagonista y con su entorno familiar lo que me hizo soltar más de alguna lagrima por la nostalgia o por el mal recuerdo olvidado en la memoria. Creo y viendo reseñas similares que esta historia apunta a eso, a revivir la infancia, la verguenza, la culpa; el pudor de lo no heteronormado. Una novela corta que disfruté de inicio a fin.
Al ser de un escritor chileno me hizo rememorar con su relato muchas situaciones de infancia por las cuales también pasé y que también dejaron una huella en mi, estas sensaciones compartidas con el protagonista de la historia no solo me hicieron empatizar, si no también verme reflejada en cómo eran las dinámicas familiares y el contexto social en los 90 en Chile.
Un par de personas me dijeron que era un texto gracioso, que me iba a reír, creo que solo me reí una vez con un chiste, lo encontré profundo, ya que con una escritura simple y cercana busca hacer conciencia social sobre sobre lo que vivimos en nuestro descubrir LGBTIQ+, sumado a los problemas sociales y como el entorno nos afecta e influye.
Lectura super ligera, se lee en un par de horas. Si bien esperaba más, el libro efectivamente se adhiere a la sinopsis que presenta, pero no mucho más. Soy oyente de sus podcasts y seguidora, por lo que al leer Monos Piluchos y no queda duda de que Fernando Castillo fue su propio referente e inspiración para el personaje de Sebastián. Me hubiera gustado que fuese un libro más largo, acompañando a Sebastián no solamente en esta etapa dé autodescubrimiento a una temprana edad, sino que ver su desarrollo y evolución… Sin embargo, reitero que es solamente la sensación que de deja un final abrupto y desarrollo breve. De igual forma, no fue una lectura tediosa en ningún momento, refleja bien parte de la sociedad chilena en momentos de crisis, que fue y sigue siendo a nivel país.