La voz de Sandra Monroy para crear conciencia sobre el cáncer comienza con la cuenta de acompañamiento en Instagram @jodetecancer, que resuena, a sólo algunos meses de su creación, en numerosos medios comunicación, y que ha tocado la vida de muchas pacientes oncológicas en varios países. Sandra Monroy, comunicóloga, fotógrafa y creadora, recibió el diagnóstico de con cáncer de mama a mediados del 2021 y algunos meses después, enfrentó una mastectomía bilateral. Jódete, cáncer –número 02 de nuestra Colección de Ensayo, Polen— es la experiencia narrativa de una sobreviviente de cáncer que firma párrafos entrañables con cicatrices y arranca unas cuantas páginas a la oscuridad, mientras afirma: «El mundo del cáncer es oscuro; la única manera de iluminarlo es hablando de él».
Con Jódete, cáncer, Sandra Monroy emprende la escritura de una red de afrentas. ATENCIÓN: este libro no incita a la no-reconstrucción mamaria, da cuenta de la lucha contra el Statu quo que impera en las tinieblas del cáncer de mama que durante décadas se ha visto envuelto en la bandera de la lucha contra el cáncer, eslogan que en realidad esconde sentimentalismo, hipocresía y, sobre todo, inutilidad y martirio.
Pensar en el cáncer de mama nos toca a todas. Algunas entran invictas a la ruleta rusa del diagnóstico, otras van signadas con el sello de la muerte, y entre los extremos están ellas, que no son guerreras, que no luchan batallas, que enferman y buscan sanarse. En el camino, también están las que acompañan, las que aun con miedo se pronuncian, las que se muestran para representarnos a todas. Sandra es la que no se calla, la que vindica, la que se anuncia y se le escucha a millas de camino. La experiencia de leer este texto para mí fue maravillosa. Seguía su historia en Instagram, pero leerla con rostro y voz en mente es fabuloso. Ella cree que uno la acompaña, pero ella es la que acompaña a todas. La segunda mitad del libro la leí mientras esperaba los resultados de mi mastografía y de mi ultrasonido, el cual tardó más de lo normal. Y el terror a veces me abrumaba, porque la médica que me hizo el ultrasonido tenía algunas dudas, me mandó a hacer una proyección más y luego no dijo nada. Así que miré las posibilidades con otros ojos, Sandra me acompañó en esta espera en solitario y fue amansador de las mareas mentales que me sacudían. Yo puedo apenas corresponder diciendo que todo el mundo debería de leer este libro, especialmente porque nos deja claro no solo su historia, sino la historia de muchas otras pacientes oncológicas en el mundo: la violencia ginecológica, el machismo (también en esta área), el racismo, la indolencia política, la violencia estética. También están las victorias, como la de la fotografía de Sashenka Gutiérrez que en minutos le dio la vuelta al mundo, que nos dijo que el cáncer de mama no es rosa y que obtuvo un premio internacional. Hay libros que, por su factura son asombrosos, y libros que por la experiencia que uno vive con ellos valen más que un Nobel. Este es uno de ellos.