Muchas veces me comporto como si estuviera tratando de validar mi existencia. En el fondo, sé que algo anda mal. El mundo está roto, y yo también. ¿Cómo puedo ser arreglado? Mis intentos a través de proyectos de autojustificación no alivian mis ansiedades. Pero Dios me sorprendió por gracia cuando me di cuenta de que Él había provisto la solución a mi problema en Sus dos la ley que me condena por mi pecado y el evangelio que me justifica a través de la justicia de Cristo. Cuando recuerdo esas dos palabras, ley y evangelio, me doy cuenta de que el problema soy yo, y la solución está fuera de mí, en Jesucristo. ¡Esta buena noticia parece demasiado buena para ser verdad! Este libro proporciona una exposición teológica e histórica de la justa ley de Dios y el sublime evangelio para pecadores y santos que tratan con sus pecados y son liberados por la Palabra de Cristo.