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Stories in the Time of Cholera: Racial Profiling During a Medical Nightmare

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Cholera, although it can kill an adult through dehydration in half a day, is easily treated. Yet in 1992-93, some five hundred people died from cholera in the Orinoco Delta of eastern Venezuela. In some communities, a third of the adults died in a single night, as anthropologist Charles Briggs and Clara Mantini-Briggs, a Venezuelan public health physician, reveal in their frontline report. Why, they ask in this moving and thought-provoking account, did so many die near the end of the twentieth century from a bacterial infection associated with the premodern past?

It was evident that the number of deaths resulted not only from inadequacies in medical services but also from the failure of public health officials to inform residents that cholera was likely to arrive. Less evident were the ways that scientists, officials, and politicians connected representations of infectious diseases with images of social inequality. In Venezuela, cholera was racialized as officials used anthropological notions of "culture" in deflecting blame away from their institutions and onto the victims themselves. The disease, the space of the Orinoco Delta, and the "indigenous ethnic group" who suffered cholera all came to seem somehow synonymous.

One of the major threats to people's health worldwide is this deadly cycle of passing the blame. Carefully documenting how stigma, stories, and statistics circulate across borders, this first-rate ethnography demonstrates that the process undermines all the efforts of physicians and public health officials and at the same time contributes catastrophically to epidemics not only of cholera but also of tuberculosis, malaria, AIDS, and other killers. The authors have harnessed their own outrage over what took place during the epidemic and its aftermath in order to make clear the political and human stakes involved in the circulation of narratives, resources, and germs.

456 pages, Paperback

First published January 1, 2002

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Charles L. Briggs

21 books3 followers

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Displaying 1 - 7 of 7 reviews
Profile Image for Alejandro Teruel.
1,340 reviews252 followers
March 14, 2017
En 1992 o 1993 yo recuerdo haberme extrañado al notar la inusual presencia de mujeres indígenas descalzas, muchas de ellas con un bebé en brazos, mendigando en los semáforos de Caracas. En 1992 se había desatado una epidemia de cólera en Venezuela que resultó particularmente mortal en el estado Delta Amacuro, donde se estima murieron unos 500 indígenas de la etnia Warao. Atemorizados por la alta mortalidad de una enfermedad que les era desconocida, muchos de ellos huyeron de sus tierras, buscando ayuda médica y apoyo adecuado para superar sus tribulaciones. El cólera es muy virulenta si no se trata adecuadamente y puede resultar mortal por la severa deshidración que produce en cuestión de horas. El tratamiento es médicamente sencillo (suministro de dos dosis de un antibiótico como Bactrón) y rehidratación del paciente. La enfermedad se asocia con comunidades pobres, carentes de agua potable y condiciones sanitarias mínimas.

Los autores de este detallado libro son Charles Briggs, un antropólogo estadounidense y Clara Mantini quien era médico sanitaria residenciada en Tucupita para el momento de la epidemia. Los autores se adelantan a una crítica posible a la relevancia de su trabajo:
Los académicos venezolanos en ocasiones se quejan de que las discusiones sobre los indígenas tienen poca relevancia en la Venezuela contemporánea, ya que ellos representan solo el 2% de la población. Es importante replantearse esa pregunta, Si nuestra preocupación central es cómo el 60-80% de los venezolanos que viven en la pobreza […] entonces las construccciones sobre los indígenas proporcionan una base decisiva para abordar las cuestiones teóricas y políticas inmediatas. Al establecer los límites de lo que se consideran modos aceptables de describir y tratar a las poblaciones más sacrificables, la economía racial determina lo que se puede hacer a los ciudadanos cuya “marginalidad” está definida básica y frontalmente por las concepciones de pobreza y criminalidad en lugar de la de raza. Al fracasar en el desafío de las proyecciones de la “marginalidad” social y espacial de los indígenas como un indicador natural de su subordinación política, legal, económica, social y moral, y como señal de su incapacidad de convertirse en parte del proyecto moderno, los observadores aceptan un elemento clave de los discursos y prácticas que legitiman la violencia estructural contra otros venezolanos[…]
El trabajo resulta interesante desde varios puntos de vista.

Primera está el recuento de la evolución de la enfermedad desde sus inicios como un sorpresivo brote en el Perú, su propagación por los países vecinos, su aparición en un estado que había hecho muy poco para prepararse adecuadamente para tal eventualidad. La aparición de la enfermedad en Mariusa, un poblamiento Warao fue de los más virulentos, cobrando entre sus primeras víctimas a los curanderos y líderes de la comunidad. Los mariuseros trataron de convencer, infructuosamente a varios de los criollos que los contrataban para pescar y atrapar cangrejos, a llevarlos en lancha a donde pudiern ser atendidos. Muchos de ellos terminaron remando por el Orinoco hacia pueblos como Barrancas en búsqueda de apoyo médico. Los sobrevivientes que llegaron a Barrancas fueron aislados (encarcelados) y hacinados en un liceo, tratados y luego llevados por la Guardia Nacional y abandonados en La Tortuga, una isla en el delta plagada de mosquitos que no estaba preparada para recibirlos:
Las historias contadas sobre la permanencia de los mariuseros en La Tortuga se centraban a menudo en la penuria, la negación de los derechos constitucionales, la corrupción y la protesta, pero es importante recordar que su confinamiento fue presentado oficialmente como un cordón sanitario, una medida de salud pública necesaria para eliminar una amenaza médica a la sociedad criolla. Los efectos profilácticos de la cuarentena produjeron exactamente lo contrario, por lo menos para la población objeto. La Tortuga estaba en medio de un área donde los casos de cólera se estaban extendiendo. A los mariuseros inicialmente no les fue suministrado cuidado médico y su única fuente de agua potable era el río. Más aún, el cordón sanitario requería que otros indígenas que se dirigían a tierra firme, incluyendo los individuos sintomáticos en búsqueda de atención médica, se detuviesen en la isla […L]os funcionarios del Gobierno han condenado a los mariuseros a otra ronda de infección de cólera.
En desesperación los mariuseros dejaron la isla, regresar a Barrancas, desde donde marcharon en “desesperación y frustración” primero a San Félix (Estado Bolívar) y luego, cuando fueron devueltos a Barrancas, sesenta kilómetros a Tucupita la capital del estado Delta Amacuro para plantear sus reclamos -allí se les despachó con una atención más simbólica que real. Si bien la movilización institucional logró, tardiamente, atender la epidemia, según los autores, no se tomaron las medidas de mediano o largo plazo necesarios para evitar su recurrencia.

La perspectiva antropológica resulta particularmente fascinante al analizar los relatos y las imágenes de la epidemia y cómo los diversos actores institucionales así como los políticos, periodistas, médicos sanitaristas, enfermeras, funcionarios, activistas de derechos humanos, pescadores y sobre todo los miembros de las propias comunidades Warao los usaron para construir, controlar, canalizar o, en algunos casos, hasta manipular la opinión pública. Siguiendo una narrativa foucaultiana, el libro revela también múltiples y preocupantes ejemplos de discriminación racial institucionalizada, disfrazados bajo un aparente discurso de modernismo. El capítulo 10 (Desafiando la lógica de la cultura: Oponiéndose a las explicaciones oficiales de la epidemia) estudia la elaboración y re-elaboración de los relatos sobre la epidemia que surgieron en contraposición a los relatos oficiales, algunos de los cuales (los relacionados con el consumo de cangrejos como causa del cólera) resultaron poco creíbles por contradecir los hábitos de las comunidades de la zona. Particularmente fascinante son los relatos apoyados en teorías conspirativas y la integración de la experiencia vivida a las prácticas de los curanderos,
Frederic Jameson [en The Geopolitical Aesthetic, 1992] sugiere que las teorías de la conspiración ofrecen una forma narrativa particularmente apropiada para usarla en un área “cuya repugnancia es magnificada por su encubrimiento y su impersonalidad burocrática”. Sugiere también que las mismas cumplen una suerte de “cartografía cognitiva” de toda la vida social contemporánea, un esfuerzo para ver cómo la experiencia local encaja en el sistema global del capitalismo tardío. Jameson pudo haber estar pensando en el delta. Las narrativas oficiales intentaton confinar la visión de la gente sobre lo que sucedió después que fue reportado el primer caso de cólera, dificultando mirar más allá de los ríos y la costa del delta. Las teorías de la conspiración buscaban relacionar las corporaciones transnacionales, las políticas del Estado-nación y los mecanismos para legitimar y extender una economía racial que había costado numerosas vidas[…]

La crítica que desecharon las historias alternativas que surgieron durante la epidemia no apreciaron el papel que estas narrativas tuvieron para ayudar a los habitantes del delta a mirar más allá de las retóricas que les restaba poder y colocaban la responsabilidad de la epidemia en sus creencias y comportamientos.
Briggs dedica un capítulo (11) al papel, uso y abuso que se le dio a las estadísticas. La OMS autoriza a las oficinas nacionales de salud a considerar como casos de cólera a aquellos que presenten su sintomatología después de que se hayan presentado varios casos en que exámenes de laboratorio demuestren la presencia del Vibrion cholerae. Perú se cinó a la directiva de la OMS y reportó más de 300.000 casos de cólera en un año, lo que tuvo un impacto devastador en sus exportaciones e imagen internacional. En el caso de la epidemia entre los Warao, las órdenes del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social fue que sólo podían reportarse como casos de cólera aquellos que estuvieran respaldados con exámenes de laboratorio -pero en el área del Delta Amacuro no habán laboratorios suficientemente cercanos a la mayor parte de la población Warao como para llevar a hacer esos exámenes. En palabras de Foucault citadas por los autores:
Cada sociedad tiene su régimen de la verdad, su “política general” sobre la verdad: esto es, el tipo de discurso que ésta acepta y hace funcionar como verdad: el mecanismo y las instancias que le permiten a uno distinguir entre declaraciones verdaderas y falsas, el medio por el cual cada uno es sancionado; las técnicas y procedimientos en consonancia en la adquisición de la verdad; el status de aquellos encargados de decir lo que cuenta como verdadero.
Las palabras de Foucault suenan razonables hasta que uno considera como funcionaron esos mecanismos y procedimientos en dictaduras totalitarias, o recuerda la acidez de la conocida frase “La primera baja en una guerra es la verdad”. Esa -según algunos- “viveza” del Ministerio, se volvió política de estado orwelliana bajo Chávez en su intento hegemónico de acallar, controlar o redefinir las estadísticas nacionales y los medios para su difusión.

El libro trata de mantener una posición ponderada a la vez que empática, pero no esconde su posición crítica ante el fenómeno de la globalización y su impacto sobre las poblaciones más vulnerables y finaliza con un conmovedor y apasionado exhorto:
Nuestro papel de hacer circular esto relatos concluyó en general. Pero el de ustedes acaba de comenzar. Les pedimos que miren alrededor y vean quién sufre las peores enfermedades que pueden prevenirse y que son tratables, quien obtiene qué clase de atención médica, y qué clase de historias se cuentan acerca de los pacientes y poblaciones “en riesgo”. A medida que que usted cuente nuevamente estas historias, le pedimos que piense cómo pueden ser usadas para desarraigar estereotipos denigrantes y desafiar las prácticas gubernamentales y corporativas que limitan el acceso a la atención médica y responsabilizan a la gente por los efectos de la violencia estructural.
Posteriormente Briggs se acercará con simpatía a los proyectos chavistas y estudiará los primeros momentos de la Misión Barrio Adentro, pero una lectura más detallada de este libro permiten ver no sólo como las fallas del modelo político y de políticas públicas venezolanas abrieron espacios para que calara el discurso chavista, sino cómo el propio modelo chavista no hizo sino apropiar y ampliar los mecanismos autoritarios, populistas, demagógicos y represivos y hasta la retórica militarista que se venían manejando previamente. El libro pues, es un recordatorio saludable que para poder resolver los problemas que vive actualmente Venezuela hay que superar vicios de su presentes y de su pasado.

Otras reseñas:
Una reseña más bien negativa del libro escrita por un epidemiólogo para el New England Journal of Medicine: http://www.nejm.org/doi/full/10.1056/...
Una reseña más bien positiva escrita por una antropóloga: https://muse.jhu.edu/article/209456
Profile Image for Marsha.
134 reviews5 followers
November 24, 2014
Interesting look at how race influences treatment of Cholera among indigenous populations in Venezuela.
Profile Image for Amelia.
687 reviews
June 3, 2024
This book has EVERYTHING.

Also, I had an insane encounter where a business man struck up a conversation with me about reading this -- saying he had trouble getting through it -- and I was shocked that a tech CEO was reading an ethnography about a cholera outbreak in the 1990's before it dawned on me that he was thinking of "LOVE IN THE TIME OF CHOLERA". I let the confusion stand and told him he just had to read the chapter on "unsanitary subjects".
Displaying 1 - 7 of 7 reviews

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