“El run run de la calavera” es una novela que habla de la relación entre los vivos y los muertos, esa leve división entre la vida y la muerte. Pero también habla de sí misma y del acto de crear ficción. En este sentido, habla también de la delgada línea que divide realidad y ficción, reflejo y creación, relato y artificio. Distintos mundos comulgan entre sí en la novela. Pero no solo el choque y el dialogo de extremos marca el libro, varios otros elementos construyen un mundo ficcional complejo que permite la lectura de una escritura en el más extenso de sus sentidos.
Considerada entre las quince novelas fundamentales de la literatura Boliviana.
Perfecta definición y elaboración de la llajua boliviana: “Bajo la piedra cincelada en media luna se apiñaban el locoto cárdeno y el tomate silvestre, la quilquiña, el suico, los cristales de la sal y el picadito final de la cebolla. Dignos los locotos ofrecían al suplicio la cabeza que estallaba derramando sangre picante y los tomates, linfa que endulzaba el picor, las hierbas agregaban su amarguito, la sal su sal y la cebolla gotas de ácido que realzaban el sabor de la suculenta llajua.” No podía faltar algo de humor en esta historia: “Entonces hágame un favor. Présteme su dentadura postiza – pidió la enfermita, pensando en San Rafael con un gesto de coquetería. La Hacendosa se quitó las placas y se las alcanzo en silencio. Poco después, mientras la Beatita sacaba de su ropero un mantel blanco de misa, La Enfermita se probó las placas y comento: - Ay, como será esta mi comadre, ayer comió humintas y no nos invitó. - Eso le haría daño dijo la Beatita.”
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