Auténtica y mordaz: así es la narrativa de Sabina Urraca. Capaz de hablar sin tapujos, con la lengua intrépida de las grandes cuentistas, Sabina construye ficciones de lo íntimo y sin miedo a incomodar. Al contrario, lo que mejor hace con la pluma es punzar al lector y ruborizarlo, mostrándole que todo se reduce a sobrevivir al mundo a pesar de todo.
Con este cuento, Sabina Urraca teje un lúcido relato sobre la violencia que ejerce la mirada de los otros al posarse en un cuerpo. Una exploración sobre la construcción de la autoimagen a través de observaciones y vistazos ajenos no requeridos. El espanto y la vergüenza, como una sombra, nublan esta historia y lo turbio deviene clarividencia de lo que ocurre a las mujeres desde niñas.
La narrativa española contemporánea tiene muchas cosas que agradecerle a Sabina Urraca (a parte de regalarnos Panza de burro de Andrea Abreu), entre ellas este extraordinario relato llamado El culo.
Un relato tan breve como interesante. Iba a decir que me siento identificada con la protagonista, pero soy más plana que una tabla de planchar. Quizás la ausencia de culo te hace sentirte extraña en tu propio cuerpo.
Un cuentecito que transmite perfectamente cómo nuestro cuerpo no es un problema hasta que nos hacen verlo como tal. Nadie nace odiando su cuerpo. Es cuando se nos señala un rasgo de manera negativa que empezamos a dirigir nuestra atención a él, magnificando su interferencia en nuestra vida y por tanto, malestar; ante lo cual solo queda evitar y evitar e ir encerrándose como hace la protagonista. Es demoledor ver que se aprende desde tan pequeña que nuestro cuerpo no nos pertenece, pero encuentro consuelo en esa niña que ya desde pronto ha dado con el camino: hacerlo suyo.
Con pocas paginas Sabina Urraca relata lo que todas hemos sentido al crecer. Un cuerpo que se rebosa por algunos lugares y otros no, y que independientemente de la localización de la grasa, empieza a atraer la mirada sucia del hombre adulto adulto gris que no conoce el respeto a la infancia ni a las mujeres
Un cuento precioso y divertido q me acaba de romper el corazón en los dos últimos párrafos. Siempre la sensación (q queda constatada por el comportamiento d los demás) de que nuestro cuerpo no es nuestro 💔
Lo voy a decir y va a sonar despectivo, pero no lo es: Sabina Urraca tiene cualidades de gran bloggera.
Habiendo leído Las niñas prodigio veo sus mismas virtudes aquí: la cercanía, el acceso privilegiado, el pase VIP, la pulserita de todo incluido a la cabeza de alguien. El acceso a esos blogs de principios de internet o incluso conversaciones de MSN nos abría esa puerta a alguien trasladando pensamiento a texto, que por motivos extraños, es muchísimo más íntimo que cuando alguien te cuenta algo cara a cara. Quizá la imposibilidad de ver tu reacción no hace que adecúe el discurso. No lo sé.
El caso es que El culo me lo he tenido que leer de una sentada porque no podía parar. Además, como hombre, tener este atisbo de sentimientos y experiencias que me son ajenas, es un lujo, un puente hacia la empatía.
Quizá un poco desordenado y falto de conclusión, pero parte de su encanto reside ahí. En que es Verdad, es vida. Y la vida no es ordenada ni tiene cierres de arco satisfactorios.
Una realidad que pasa mucho en las mujeres cuando tienes alguna parte de tu cuerpo que se marca mucho, en este caso es una niña que recibe comentarios de algún tío, alguna mirada indiscreta de señores, hasta alguien que le llega a tocar y como hace que se rompa esa inocencia solo por tener una parte del cuerpo que llama la atención.
Es un relato corto con un narrador omnisciente que también va más allá filosofando entre otras situaciones en otras adolescentes, se sobreentiende la situación porque creo que la gran mayoría de las mujeres hemos experimentado esa desgracia ante una sociedad asquerosa y malintencionada.
Un reflejo de cómo nos pueden hacer rechazar nuestro cuerpo, no sentirlo como propio. Cómo la mirada sexualizada de los adultos puede alterar y condicionarnos cuando somos jóvenes, mirando lascivamente donde tan solo existe la mirada de una niña, convirtiendo lo natural en algo extraño e impúdico, y cómo a partir de ahí podemos rechazar lo que somos y querer esconderlo.
Se lee en un suspiro, pero podría haberme quedado horas leyéndolo en bucle.
Relato muy breve pero muy real. Imposible (como mujer) no verse reflejada en esta escena:
<< El 16 de junio, al fin, alguien la tocó. No fue Julia. Fue un señor de unos sesenta años, en la avenida de la Trinidad, mientras ella se alzaba de puntillas intentando ver el cartel de un concierto de Dover. El señor metió su mano por debajo del vestido azul y verde de verano. La mano, introducida desde atrás, inició un recorrido metódico, casi lento, sin miedo, que se iniciaba en el monte de venus y que terminaba en las nalgas. Todo lo que había en ese camino fue palpado. Justo antes de dar por finalizado todo el recorrido, el señor le dio un golpe en el culo, una nalgada que sonó como un chasquido en la carne desnuda, y dijo: “Es que si vas con ese culo, ¿qué quieres?” .>>
Wow. Me dejó sin palabras. La verdad es que si sos mujer, este tipo de comentarios van a estar presente a lo largo de tu vida, es una mierda y la pasas para el orto. Tenes miedo a salir de tu casa, a cómo van a reaccionar las personas, cómo van a opinar otras personas de tu cuerpo, cosas que no les incumbe y no les tendría que importar. Cómo es mi cuerpo, como decido vestirme y expresarme son MIS DECISIONES. Nadie tendría que darme su opinión si yo no sé la pido. Es un asco tener miedo a vivir por cosas así, es un asco no aceptar tu propio cuerpo y sobretodo es un asco culparte a vos misma por lo que te pasa y lo que tenés que soportar.
“ ¿Es el niño consciente de su cuerpo? El cuerpo no es más que el centro, y es observado desde ese mismo centro. El cuerpo es maquinaria exploratoria del mundo, un automóvil. Mientras el cochecito de carne y huesos funcione para seguir olisqueando nuevos rincones, mientras las pupilas se agranden y se achiquen atendiendo al nivel de asombro, ¿qué importan las formas del cacharro?”
Un pequeño relato sobre una niña y su cambio corporal. Habla sobre su modificación del cuerpo y como le afecta a ella y sobretodo al entorno lo que al final le hace que le afecte a ella. Rápido de leer y sencillo. Sin más. Es fácil de leer y con ritmo. Está ambientado en La Laguna lo que es un plus.
Cortito y al pie. En media hora y con simpleza, un relato de como descubrirse cuerpo a través de otros y en el mismo momento aprender a esconderlo, como acallar el deseo del propio cuerpo ante la sexualizacion y objetivizacion a la que se nos somete.
Pocas páginas le hacen falta a Sabina Urraca para reflejar a su estilo incómodo y visceral cómo la mirada ajena marca el cuerpo femenino desde la infancia. Cómo se pasa de la seguridad en una misma a la vergüenza, la culpa y el rechazo de nuestra anatomía. Qué rabia, qué triste, qué real
tengo el culo plano y aún y así lo he sentido en el alma. (es un cuento, no novela. lo apunto con la esperanza que me motive a leer más cuentos sueltos).