«Cocaína. Manual del usuario es una obra inquietante, una de esas lecturas que golpea la conciencia y que sólo puede dejarnos una reflexión aún más dura que la misma realidad.» Herbert es una mente privilegiada, un hacedor de historias cercano al cinismo de Irvine Welsh y los mundos paradójicos de Cortázar. La voluntad de experimentación en las formas, mezclando las canciones (ineludible la cita al Perfect Day de Lou Reed), la poesía, los fragmentos breves, los prospectos farmacéuticos y el cuento, nos deja claro que la literatura ya no puede entenderse por sí misma, sino por todo lo que le rodea, y Herbert lo sabe muy bien. A modo de relatos aparentemente inconexos, vamos a traspasar las habitaciones interiores que ocupan los moradores de la noche, del hastío y hasta del absurdo. Todas unidas por un vínculo común, la infatigable cocaína con cuyo detallado manual de usuario podemos acercarnos, alejarnos o desentendernos de un escenario que debe dejar de parecernos paralelo a una supuesta vida «normal».
Julián Herbert (Acapulco, 1971) es escritor, músico y profesor. Es autor de dos libros de relatos, Soldados muertos y Cocaína (manual de usuario), dos novelas, Un mundo infiel y Canción de tumba (Literatura Random House), dos libros de crónica, Algunas estúpidas razones para volver a Berlín y La casa del dolor ajeno. También es autor de varios libros de poesía entre los que destacan El nombre de esta casa, La resistencia, Kubla Khan y Pastilla camaleón. Julián Herbert ha obtenido varios premios: Mención honorífica en el Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino (1999), Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen (2003), Premio Nacional de Cuento Juan José Arreola (2006), Premio Nacional de Cuento Agustín Yáñez (2008), Premio Jaén de Novela (2011) por Canción de Tumba, Premio de Novela Elena Poniatowska por Canción de Tumba (2012).
Un corto libro con 16 relatos relacionados con la cocaína y el mundo de las drogas. Es importante reconocer que Herbert plasma perfectamente el sentimiento de desolación del adicto y crea una buena obra a partir de su acción.
1.- SENTADO EN BAKER STREET: Perturbador. Sí, bastante perturbador. De mala forma al comienzo por su explícita sexualidad, pero al final, de la buena, supongo.
2.- RADIO MORIR: Me temo que el título no tiene nada que ver con el relato. Sin embargo, no estuvo mal. El giro que tomó al final me agradó, aunque el relato es casi demasiado gráfico. No me siento muy cómodo con la narración del sexo explícito. Además de ese comentario acerca de los periodistas. En fin, no es culpa del autor, creo. Él sólo trataba de exponer una opinión de un personaje.
3.- MANUAL DE USUARIO: Wow... Hay cierto cinismo implícito en el relato. Pero, al final, resulta ser eso que se espera: un manual para el usuario, para el cosumidor de drogas. En este pequeño manual se nos enseña lo que representa un "usuario habitual" y un "cliente", la forma de empaque y el corte, además de cómo podría ser timado el usuario. Nos muestra los modos de empleo, contraidicaciónes, e incluso su uso para potencializar el acto sexual.
4.- EL SÍNDICATO DE LA SERPIENTE: Un tanto confuso, me temo. Sin embargo, acorde a mi interpretación, se trata de cómo todos aquellos consumidores, y los tipos que existen, son, en cierta forma, una comúnidad enemiga pero unida por un vicio.
5.- OBJETOS EXTRAVIADOS EN UNA MUDANZA: El destino que conlleva la adicción y la tragedia que supone la supervivencia del adicto.
6.- ESTAMOS BATEANDO BASURA: Para empezar, me repugna el hecho de que se manejen términos coloquialmente despectivos hacia los homosexuales tales como: "maricón". Esto me hace pensar que el autor es, en realidad, un machista y un hómofobo. Un retrógrado. "Lo que más abunda en la atmósfera es oxígeno e hijos de puta." Estimado señor Herbert, ergo de sus letras, comienzo a pensar que es usted todo un hijo de puta.
7.- EL TRAPO: Terrible lenguaje pero, real. La juventud dentro del mundo de las drogas. El descaro y la falta de decoro del adicto.
8.- VIVE SIN DROGAS (I), ÁNGEL DE LA MAÑANA: No encontré relación alguna con el mundo de las drogas. Aunque se tocan temas como la infidelidad. Ciertamente, el que menos me ha gustado hasta el momento.
9.- PEDRO INFANTE Y JIMMY DEAN ESTÁN MUERTOS: El relato de un vampiro adicto a la cocaína, su malsano disfrute. La refelxión de que las cosas no son como las pintan los medios.
10.- INTERMITENCIAS DEL TRUE WEST (I): El fallido intento de un hombre voluble y conformista de escribir en verso a su "nena". Vuelvo a encontrar la palabra "maricón".
11.- VIVE SIN DROGAS (II), UNA CANCIÓN DESDE LOS HOSPITALES. El relato más largo. Una historia sobre un camillero y como su vida, a pesar de no haber sido la mejor, empeoró por consecuencia de las drogas. Se usó de nuevo la palabra "maricón". Temo que Julián Herbert no me agrada más, aún cuando sus relatos son, de cierta forma, inteligentes.
12.- EL SATÉLITE PORNO: No cabrón, no. Los homosexuales no sólo se drogan y seducen heterosexuales.
13.- DE LO QUE SUCEDE CUANDO ISMAEL SE ALEJA DE LAS BALLENAS: Sin comentarios.
14.- INTERMITENCIAS DEL TRUE WST (II): El desamparo de un adicto escrito en verso "Ayudame a seguir despierto que no ves que me caigo me duermo en condominios pefectos y tristes enfrente de este mar color verde manzana ya voy a regalarme un poquito de olvido quiero irme de mí mismo pero también de mí"
15.- SOÑAR EL SOL: Por mucho, el mejor de todos los relatos. Brillante y con un twist que te deja así de whaaaaaat!?.
16.- UNA TABLETA EN EL FONDO DE UNA CAJA: Lo que te haría pensar que en realidad, Julián Herbert imaginó todo bajo la influencia de la cocaína. Para, al final, tomar una aspirina.
No tiene mucho que reseñé los cuentos de “Tráiganme la cabeza de Quentin Tarantino”, obra a la que llegué tras haber leído “Canción de cuna”: ésta me latió bastante; aquélla, no tanto. Así que leí “Cocaína (Manual de usuario)”, para desempatar. Quince relatos brevísimos que giran en torno del “pericazo”, de “doña blanca”, esa droga que extasía, que genera millones y mata por miles. A veces crudos por la violenta realidad, a veces cursis por la idílica visión y el consuelo que genera, a veces absurdos por el viaje extático a la cuarta transformación, digo, dimensión, los cuentos revelan el dominio de la lengua y el oficio escritural de su autor. No obstante, ¿son buenos? Dice Isaac Rosa que la de Herbert “es una mente privilegiada, un hacedor de historias cercano al cinismo de Irvine Welsh y los mundos paradójicos de Cortázar. La voluntad de experimentación en las formas, mezclando las canciones (…), la poesía, los fragmentos breves, los prospectos farmacéuticos y el cuento, nos deja claro que la literatura ya no puede entenderse por sí misma, sino por todo lo que le rodea, y Herbert lo sabe muy bien”. Lo único malo es que lo afirma de “Un mundo infiel”, una (otra novela) de Herbert. Porque, la neta, en sus cuentos no he hallado nada de eso. ¿Será que este autor gana por puntos, y no por nocaut, como decía Hemingway? La mera verdad, sí me quedo patidifuso y ojiplático (términos que remiten a la felación, lo sé) cuando veo tanta distancia entre los textos de Herbert. Pero bueno, el libro es tan corto que se lee de una sentada. Ya me dirán si concuerdan o discrepan.
(Borrador) El mundo de las drogas desde la ciudadanía de a pie. Usuarios que no terminan de saber bien a bien porque consumen cocaína, saben solo que le ayudas a deshacerse sus terribles biografías y sucio entorno social por unos minutos de tregua. Entregarse sin prejuicios a los brazos de una droga que arrasa con la sociedad de consumo en la pluma de Herbert no acerca y enfrente a ese México profundo pero podrido; profundo tal vez solo porque la mayoría compartimos esta precariedad de la que no podemos escapar todavía; podrido porque fomentamos las costumbres primer mundistas más perversas y dañinas sin contar con que fuimos timados por un sueño del progreso que nunca nos incluyó. El resultado: una mezcla de frustraciones sociales e injusticia y el nuevo estilo de vida donde predomina un posmodernidad que permite y hasta fomenta nuestros deseos más individualistas y, por eso mismo, egoístas. Que todos hagan lo que quieran con sus vidas mientras no molesten a terceros. No hay límites impuestos, no hay reglas, juicios de valor válidos, queremos todos para todos, no importan los recursos no renovables, demandamos que la fiesta de la civilización de la abundancia no termine nunca. Sabemos que todo esto es imposible, ¿qué hacemos? Lo ignoramos a base de farmacéuticos, psicotrópicos que nos ayuden a reforzar nuestros mecanismos de defensa alterando el funcionamiento cerebral; las drogas la utilizamos justo para ignorar la responsabilidad de lo que no hacemos bien, para aliviar los traumas desatendidos, para evitar la entrega de resultados civiles que adquirimos en la mayoría de edad (honestidad, confianza, cumplimiento de la ley, libre expresión; derechos universales del hombre). Si esto no funciona, siempre tendremos la droga del dinero, la vanidad, status quo, la eterna juventud, etcétera, para desconectarnos del yo que somos pero no queremos ser. Herbert describe y nos descubre en estos fríos y honestos relatos un poco la condición psíquica del mundo que abrimos con la cocaína y sus resultados infructuosos. Qué hay detrás de estas experiencias: nada nuevo que no estuviera ya ahí antes.
Los géneros, ah, los géneros. Narraciones de adictos, relatos de un adicto a la cocaína. Cómo mejorar el uso del producto para que no te engañen y si eres engañado maximizar su efecto. Y un relato fantástico, un vampiro adicto a la cocaína, la sangre es un alimento, lo otro es un malsano disfrute. Siempre hay alguien que se atreve y desafía la corriente principal de las adicciones suaves moralmente permitidas y relatan sus diversas experiencias con las drogas fuertes, modificadoras de la conducta o de la cognición, como quieras llamarlas, ahí está Freud con la misma cocaína, Solares con el alcohol, Aldous con la LSD y otros etcéteras. Más bien descripciones de los abismos esclavizantes de las drogas destructoras porque finalmente si te atreves resultarás modificado en tu salud física y mental, aunque no siempre, como en toda actividad humana hay quienes cruzan el pantano y no se manchan y hay quienes mueren o enloquecen. Hay que fumar marihuana, la droga menos peligrosa, analgésica y ansiolítica o metértela de cualquier manera (en panes, galletas o tés), porque fumada huele rete feo, aunque la puedes curar con vainilla, pero no sabe igual. México obtendría enormes ganancias y no nos jodería el peña con el subidón de los impuestos. Bromas aparte hay que despenalizar toda actividad relacionada con la mota. Ya después vendrán las demás drogas, incluido el perico. El tabaco mata, el manejar mata, el alcohol mata, la religión mata, la jugada mata, en suma las adicciones fuertes pueden matar a quien resulta su esclavo. El problema es pues la esclavitud, la imposibilidad de solo gozar sin destruirte. Hay una personalidad adictiva, si no te enganchas a una cosa te enganchas a otra. Debes aprender a controlarte, gozar sin destruirte. A drogarte pues, sin matarte o morirte.
El libro (librito, mas bien, y uso esta palabra sin ningun afan peyorativo) me encontro a mi en una visita a librerias limenas donde yo en realidad buscaba otros libros (muchos de los cuales no encontre). Me atrajeron del libro, instantaneamente, 3 cosas, que explico en orden inverso de importancia 1) El peso del libro (favorezco, en general, a libros breves 2) El hecho de que el autor (o el autor y el libro?) hubiera ganado el Premio Juan Jose Arreola. No sabia de la existencia del premio ni se si es importante, pero se de Arreola, cuya literatura aprecio 3) El titulo.
Cualquier autor que se respete deberia poder escribir algo interesante si habla de drogas o de sexo (o si no, simplemente no escribir sobre estos temas), lo cual no es siempre el caso (me paso hace poco con un comic, donde la promesa de un ex-soldado que se enamora de una puta y que se inyecta heroina para olvidar nunca realmente llega a nada). Herbert, en varias historias (el libro es un conjunto de cuentos cortos) tampoco llega a nada, pero tiene una forma de una dureza elegante y breve de hacerlo. Aca no hay palabras de sobra. Algunos cuentos mas que cuentos podrian considerarse ejercicios de lenguaje (uno breve, duro, directo y lleno, por donde se le mire, de cocaina). El titulo describe, de hecho, una de las historias (tal vez no la mas lograda, pero con un par de lineas -elemento comun de todas las historias- de un humor casi mordaz). Y la "cocaina" del titulo podria aplicarse a cualquiera de las historias: todas la nombran.
Especial mencion a "radio morir", "vivir sin drogas (1)" y "sonar el sol". Voy a poner a Herbert en mi radar. Mas todavia si descubro que el, en realidad, no usa cocaina (lo que significaria que el suyo, mas que un ejercicio de documentacion, fue uno de imaginacion)
Uno de los primeros libros que leí de Julián poco después de conocerlo en Saltillo. Es sencillo pero te hace pasar un par de penas al leerlo, como si estuviera dando la malilla. Vale la pena leerlo, sobre todo si estás saliendo de una etapa de crisis o si un grupo de zapatistas se esconden en tu casa.
De esos libros que puedes leerte de un tirón. Muy visceral. Muy literario. Muy directo y al grano. Sin carga de más, casi sin peso.
Tiene grandes momentos. Como ejercicio literario es logradísimo, vamos, que Herbert es un escritor y con huevos, nadie lo pondría en duda.
Lo siento cercano, aunque a veces creo que me habla en otro idioma de mi propia lengua y eso me desconcierta, y creo que es bueno, creo que es excelente a la hora de mostrarme mi mundo con otros ojos.
mi calificación no refleja en nada si estoy de acuerdo o no con los temas del libro, si no, el logro de estilo que tiene Herbert.
odié muchos de los cuentos, pero me di cuenta porque le dieron un premio de poesía. dentro de lo grotesco, tiene algo muy bello. hace unos días estaba escuchando a un señor los cuentos que escribía, y eran en su mayoría caca pedo muerte el mundo es un caos. acá Herbert, hace eso, bien. en el sentido, mostrar esta escena no tan común en la literatura, y hacerlo bien con giros en la trama, partes que se leen interesantes.
no sé, no lo recomendaría, pero ya entendí que sí le sabe.
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Lo que hace feas a algunas cosas no es lo que son, sino el hecho de que uno sea incapaz de explicarlas.
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[…] ya voy a regalarme un poquito de olvido quiero irme de mí mismo pero también de mí
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Colgada en medio de la noche, la ropa limpia parece soñar el sol.
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Y lo que tengo en la voz es la distancia, el vacío de tiempo.
Fue un libro que escogí al azar, no tenía ni idea del autor o siquiera la sinopsis. Al inicio fue medio ?? Creí que sería un libro tipo ensayo, para prevenir el consumo, pero entre más leía más me sacaba de onda, hasta que me di cuenta que era como si un amigo adicto me contara anécdotas. No conmueve a pesar del tema, y eso es lo que uno esperaría sin embargo tampoco cae en la romántizacion. Me encanto el estilo de escritura del autor muy cotidiano, muy familiar, literalmente es como he dicho anteriormente como si un amigo te contara una anécdota cúrseada. Lo terminas súper súper rápido así q vale la pena
Qué lástima que este libro sea tan corto. "Precisamente por eso te habrá gustado tanto" pero creo que podría estar leyendo estos pequeños relatos de forma ininterrumpida. Podría, como los personajes del libro, consumirlos sin parar, hasta la extenuación.
El amor cómo último plano de la adicción, el sexo como un vehículo a la nimiedad, como un mecanismo más, automático, necesario, del consumo. Me pierdo entre estos relatos porque la plasticidad es tal, que me puedo ver en Monterrey, con Andrea, con Píndaro o con los Zapatistas un situ.
"No hay peor sobredosis que la realidad. El hombre no soporta demasiada realidad".
Anécdotas o relatos de adictos, a las cuales no soy tan afín, pero es ameno y está bien escrito. Me parece que oculta un hilo conductor que va más allá del sólo uso del estupefaciente, pero no lo se, quizá me equivoco.
Palomero (y eso para mi significa que vale la pena leerlo). Definitivamente hay talento narrativo.
Julián Herbert es poeta y narra como poeta: con ese afán por darle prioridad al ritmo y a las espectaculares formas retóricas sobre la historia y la narrativa. Es pedante y pretencioso y al mismo tiempo es tan bueno en su oficio que resulta imposible no caer rendido ante su literatura vertiginosa y oscura.
Este es mi libro favorito, no lo termino de entender, no me falla nunca que me quiero reír, llorar, perderme, lo he leído sobrio, me ha leído alterado (ajua) ha sido mi amigo, mi relación es personal.
S’intueix l’escriptura més gran que serà capaç de produir aquest home, però en aquests contes només en llegim algunes frases i això, al meu entendre, no salva el llibre. Esperança pels que pensen que poden escriure bé, però encara no han escrit res que ho demostri.
Creo que lo que me gusta de Herbert es que escribe como yo pienso, solo que él lo escribe mejor de lo que yo pienso, y yo solo pienso con pendejadas como todo un pendejo Relatos sexuales sin adornos y diciendo las cosas como son, si si si. Así hay que coger
Por fin un libro de relatos relacionados con cocaína, escrito en México, en este siglo , que no me deja con la impresión de estar leyendo lo más flojo y frío del Fadanelli temprano.
15 relatos crudos y duros acerca del mundo de la cocaina. Historias de personas que navegan en este mundo con tristezas, emociones duras y que luchan enfrentando su realidad.
Herbert nos entrega cuentos con un tema base. Tan variados como ricos en su contenido, cada uno repasa actitudes y formas de esta sustancia en personas y situaciones distintas. Recomendadisimo.
Realismo sucio. Para mi, de la literatura tijuanense-fronteriza, prefiero mucho más Idos de la Mente de Luis Humbertos CRosthwaite o incluso Daniel Sada, aunque bueno son generaciones y modos muy diferentes entre sí.
Supe de la existencia de este libro de cuentos por ahí de 2010 quizá...y siempre tuve curiosidad de leerlo,pero nunca lo conseguía y no porque fuera muy difícil de encontrarlo simplemente se me atravesaron otras lecturas. Fue hace apenas una semana que por fin me decidí a pedirlo. Quizá por el tiempo de espera puse una expectativa muy alta en él. Son cuentos bien logrados y de lectura amena. Pero ese punch que esperaba no llegó... Y aclaro, eso me pasa por esperarme 5 años para comprarlo... Aunque ya va a cumplir 10 de haberse publicado.