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Leer con niños
Santiago Alba Rico, uno de los ensayistas más sobresalientes del mundo cultural en lengua castellana, aborda con inteligencia en este ensayo dos preguntas estrechamente relacionadas:
¿Para qué sirven los niños? ¿Para que sirven los libros?
Partiendo de su larga experiencia personal de compartir con niños la lectura en voz alta de libros que forman parte imprescindible de la historia de la literatura universal, el libro nos acerca al sentido y significado de una actividad que, casi como única excepción, no esta dominada por la lógica del beneficio capitalista y guarda, por tanto, la promesa de un mundo razonable, justo y solidario.
¿Para qué sirven los niños? ¿Para que sirven los libros?
Partiendo de su larga experiencia personal de compartir con niños la lectura en voz alta de libros que forman parte imprescindible de la historia de la literatura universal, el libro nos acerca al sentido y significado de una actividad que, casi como única excepción, no esta dominada por la lógica del beneficio capitalista y guarda, por tanto, la promesa de un mundo razonable, justo y solidario.
352 pages, Paperback
First published January 1, 2007
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Displaying 1 - 8 of 8 reviews
July 24, 2022
“El placer del conocimiento, incluso en sus formas más primitivas, es el alivio de una salvación laica.”
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August 20, 2025Relectura de 2025
Hace unos años, reseñando un libro del gran escritor español Isaac Rosa, mencioné que era un conservador de izquierdas, debido a su atención (no sé ahora si desmesurada o enfática, pero desde luego llamativa) a un hombre limitado y en cierta manera pecaminoso.
Hoy releo, diez años más tarde, la edición ampliada de 2015 de Leer con niños del filósofo Santiago Alba Rico, un libro que Penguin Random House, el añorado Claudio López de Lamadrid, rescataron tras una excelente recepción en 2007 en la editorial Caballo de Troya que entonces dirigía Constantino Bértolo. Estos datos me sirven para fechar la edad de Alba Rico cuando lo escribió, la treintena pura, la misma con la que me cuento yo ahora, por cierto.
Alba Rico, Rosa o César Rendueles, por ejemplo. No son de la misma generación, puesto que Rosa y Rendueles son de la llamada generación X, y Alba Rico es un niño prodigio de los 80, donde empezó a escribir en el programa de su madre Lolo Rico, La bola de Cristal tan halagado como poco visto por generaciones posteriores (hemos visto fragmentos en youtube, pero nunca lo hemos vivido o revivido). Este dato biográfico es útil porque en gran medida a la exposición de argumentos filosóficos, le siguen cuentos excéntricos, de lenguaje lírico pero un cierto humor, que bien pueden recordar a ciertos usos de palabras concretos del programa o agunas de sus humoradas más felices.
Pero lo que comparten todos estos autores es que son conservadores de izquierda, creo. Aunque no todos de la misma forma, ni con las mismas referencias intelectuales, ni, desde luego, con la misma pintura. Rosa es un novelista ambiciosísimo, el más ambicioso tras Martín Santos. Rendueles trae mucha de la tradición de la filosofía analítica a su forma de escribir y hasta parte de la claridad de algunos de esos autores cuando eran panfletarios y no querían argumentar. Y Alba Rico, me parece, es el más raro de todos: escribe libros con una retórica y estructuras enormemente literarias, muy seductores, en realidad parecen ser una respuesta a aquello que lamentó su amigo y maestro Carlos Fernández Liria, la pérdida de Fernando Savater.
Y hablo de Savater porque Ética para Amador fue un libro perfecto, tanto que me da la sensación que muchos de estos hombres (siempre hombres, hasta donde yo sé) quisieron luchar contra su importancia. Y hablo de Savater porque este Leer con niños ha sido algo comparable: un texto filosófico que tiene mucho cuento y mucho de exposición y de ordenar ideas que luego aparecerán de forma más clara y hasta obvia.
Para el caso propio, marcado por el 15M, el primer contacto con un texto de Alba Rico fue el ¿Podemos seguir siendo de izquierdas? muy leído entonces y traducido al català, per exemple, otro dato que da pie a concluir, de forma pausible, el carácter abierto y el talante seductor del autor, a quien tuve el placer de escuchar hablar en una deliciosa charla en un café cooperativa de Mataró hace también casi diez años, al poco de leer este libro.
Mi sorpresa al releerlo ahora en 2025 ha sido un tanto paradójica. Por una parte, el libro es tal y como lo recordaba: denso, como el trabajo de preparación de toda una vida, en el que se aborda todo lo que al autor le interesa, desde el pensamiento a la infancia, los derechos humanos a los relatos, la filosofía y la teoría literaria, los juegos y los espejos.....Y sí, el libro es, insisto de nuevo, tal y como lo recordaba: los cuentos tienen detalles deliciosos pero, a excepción del último, son redundantes y nunca funcionan como cuentos ni como cuentos filosóficos, sino como aparatosas (y a ratos, desconcertantes) ilustraciones de ideas que eran más bellas (mejores cuentos, al cabo) expuestas por el autor hacía un rato....
Por la otra, el libro no es para nada como lo recordaba. Yo no recordaba un libro con ideas tan increíblemente conservadoras, como esa idea de que el capitalismo es (preparaos) un hombre soltero (!!!) y las tres fases, solteros, divorciados y niños/familia son las que todo hombre debe apreciar. Y no recordaba estas ideas que no admiten una evaluación empírica histórica: al capitalismo, y aún más al conservadurismo, le gustan mucho las familias y de eso va el patriarcado, de un tipo de familias, nucleares y perfectas, y de un tipo de mujeres.
La imagen que ofrece Alba Rico aquí es también interesante: la madre es la resistencia al capitalismo/hombre soltero. Su imagen es una madre palestina que protegía en el paso de la franja de Gaza valientemente de los misiles de israel. Es una imagen heroica ¡desde luego! Pero igual soy yo muy charnego y muy de rocafonda pero colega ¿hace falta hablar de una mujer, que el autor conoció y admiró, de un mundo muy lejano, aunque vale asumamos que éste, como imagen de un conjunto de relaciones infinitamente más complicado como una metonimia de algo que no tiene nada que ver con nada de las cosas, ni la conciencia ni la voz de esa mujer en concreto? Igual no ¿no? Y no niego el ejemplo público de la madre. Es un ejemplo público muy emocionante. Mejor que sea eso, público y por lo tanto, de interés y conocimiento público.
Bueno, sigamos. El libro es básicamente una confesión personal, una suerte de Confesiones de San Agustín y como tal, la filosofía política debería más bien ser leída irónicamente: y es que ¿no resulta increíble que uno de los resultados más eficientes de la vida tribal (digo, familiar) que tanto gusta al autor y tanto parece añorar sea la religión organizada, la prohibición de libros, el silenciamiento, el sometimiento y las lealtades que producen resultados indeseables a tutti quanti no tengan nada que ver con el amor ni tampoco con ese ejemplo tan ficticio (¡vaya por dios!) de la Medea del panita Eurípides?
Y es que Alba Rico, como todos los pecadores, San Agustín el primero, está mejor seduciendo, expiando y diciendo que yo antes que mirando lo que existe a su alrededor (¡menudas puyitas le dedicamos a los famosos niños una vez se han hecho mayores!). Perdonad, ya termino mi andanada charnega: este libro me ha hecho compañía, me ha dado otra vez grandes y memorables interpretaciones de clásicos de nuestra literatura (la de Homero, la mejor) pero también me ha dado una fascinante, enorme, reveladora carga de negatividad.
Negatividad en dos sentidos. La primera de negación. Alba Rico, y todos los conservadores de izquierda que han estado en primer plano, querrían volver a casa, como el fecundo en ardides Odiseo, y en el fondo, su programa político es una reconciliación con ellos mismos que es inútil políticamente pero desde luego muy bonita. Está muy bien para ellos mismos en tanto que individualidad irreproducible, a los pringaos de la tierra del siglo XXI occidental no sé yo si les ayuda echarles bronquita por no haberse reproducido....Pero sigo.
La segunda es la de la elusión, lo que no se dice, lo que emerge como ausencia. Alba Rico no puede leer nada de la vida privada, no solamente la de las no-madres, sino de la novela misma, cuyos grandes autores contemporáneos, Philip Roth (que no fue padre) el primero, se han empeñado en recordarnos esa gran mancha humana (que no aparece aquí).
Y ligo con lo otro. Solo soy un chico de rocafonda que asume lo mejor de todo el mundo, también del gran seductor Alba Rico, cuyo Ser (o no ser) un cuerpo es la culminación de su proyecto literario-filosófico y de su articulación profundamente heterodoxa de un conservadurismo decrecionista y ruralista, culto e ilustrado pero de proximidad, socialista pero desconfiado de la tecnología (políticamente, todos estos conservadores han sido felices y pragmáticos gradualistas, así que no es un reproche) y otro gran libro, o libro importante, como éste. Pero lo que quiero decir en el final de esta relectura tensa es que me sorprende lo alérgicos que son a la chapuza humana, a la imperfección, a las vidas pequeñas, a las cosas que no se consiguen por mala suerte o por renuncia, a, en fin, el ser humano verdaderamente existente y cómo, en el fondo, tengo la sensación, de que este libro solamente tiene un error imperdonable: no es el infinitivo sino la primera persona del singular. Como leí con niños. Ése sería un buen título. Renuncio a que se trate del capitalismo o que el capitlismo gane también en la doctrina del valor y no sean valiosas aquellas vidas que no sirvan a ideas. La vida está también en cada una de las imperfecciones de la materia de la que estamos hechos. Renuncio, pues, a una dualidad que, en un juego de manos, esconde en el fondo un viejo y conocido dualismo, el bien y el mal.
Hace unos años, reseñando un libro del gran escritor español Isaac Rosa, mencioné que era un conservador de izquierdas, debido a su atención (no sé ahora si desmesurada o enfática, pero desde luego llamativa) a un hombre limitado y en cierta manera pecaminoso.
Hoy releo, diez años más tarde, la edición ampliada de 2015 de Leer con niños del filósofo Santiago Alba Rico, un libro que Penguin Random House, el añorado Claudio López de Lamadrid, rescataron tras una excelente recepción en 2007 en la editorial Caballo de Troya que entonces dirigía Constantino Bértolo. Estos datos me sirven para fechar la edad de Alba Rico cuando lo escribió, la treintena pura, la misma con la que me cuento yo ahora, por cierto.
Alba Rico, Rosa o César Rendueles, por ejemplo. No son de la misma generación, puesto que Rosa y Rendueles son de la llamada generación X, y Alba Rico es un niño prodigio de los 80, donde empezó a escribir en el programa de su madre Lolo Rico, La bola de Cristal tan halagado como poco visto por generaciones posteriores (hemos visto fragmentos en youtube, pero nunca lo hemos vivido o revivido). Este dato biográfico es útil porque en gran medida a la exposición de argumentos filosóficos, le siguen cuentos excéntricos, de lenguaje lírico pero un cierto humor, que bien pueden recordar a ciertos usos de palabras concretos del programa o agunas de sus humoradas más felices.
Pero lo que comparten todos estos autores es que son conservadores de izquierda, creo. Aunque no todos de la misma forma, ni con las mismas referencias intelectuales, ni, desde luego, con la misma pintura. Rosa es un novelista ambiciosísimo, el más ambicioso tras Martín Santos. Rendueles trae mucha de la tradición de la filosofía analítica a su forma de escribir y hasta parte de la claridad de algunos de esos autores cuando eran panfletarios y no querían argumentar. Y Alba Rico, me parece, es el más raro de todos: escribe libros con una retórica y estructuras enormemente literarias, muy seductores, en realidad parecen ser una respuesta a aquello que lamentó su amigo y maestro Carlos Fernández Liria, la pérdida de Fernando Savater.
Y hablo de Savater porque Ética para Amador fue un libro perfecto, tanto que me da la sensación que muchos de estos hombres (siempre hombres, hasta donde yo sé) quisieron luchar contra su importancia. Y hablo de Savater porque este Leer con niños ha sido algo comparable: un texto filosófico que tiene mucho cuento y mucho de exposición y de ordenar ideas que luego aparecerán de forma más clara y hasta obvia.
Para el caso propio, marcado por el 15M, el primer contacto con un texto de Alba Rico fue el ¿Podemos seguir siendo de izquierdas? muy leído entonces y traducido al català, per exemple, otro dato que da pie a concluir, de forma pausible, el carácter abierto y el talante seductor del autor, a quien tuve el placer de escuchar hablar en una deliciosa charla en un café cooperativa de Mataró hace también casi diez años, al poco de leer este libro.
Mi sorpresa al releerlo ahora en 2025 ha sido un tanto paradójica. Por una parte, el libro es tal y como lo recordaba: denso, como el trabajo de preparación de toda una vida, en el que se aborda todo lo que al autor le interesa, desde el pensamiento a la infancia, los derechos humanos a los relatos, la filosofía y la teoría literaria, los juegos y los espejos.....Y sí, el libro es, insisto de nuevo, tal y como lo recordaba: los cuentos tienen detalles deliciosos pero, a excepción del último, son redundantes y nunca funcionan como cuentos ni como cuentos filosóficos, sino como aparatosas (y a ratos, desconcertantes) ilustraciones de ideas que eran más bellas (mejores cuentos, al cabo) expuestas por el autor hacía un rato....
Por la otra, el libro no es para nada como lo recordaba. Yo no recordaba un libro con ideas tan increíblemente conservadoras, como esa idea de que el capitalismo es (preparaos) un hombre soltero (!!!) y las tres fases, solteros, divorciados y niños/familia son las que todo hombre debe apreciar. Y no recordaba estas ideas que no admiten una evaluación empírica histórica: al capitalismo, y aún más al conservadurismo, le gustan mucho las familias y de eso va el patriarcado, de un tipo de familias, nucleares y perfectas, y de un tipo de mujeres.
La imagen que ofrece Alba Rico aquí es también interesante: la madre es la resistencia al capitalismo/hombre soltero. Su imagen es una madre palestina que protegía en el paso de la franja de Gaza valientemente de los misiles de israel. Es una imagen heroica ¡desde luego! Pero igual soy yo muy charnego y muy de rocafonda pero colega ¿hace falta hablar de una mujer, que el autor conoció y admiró, de un mundo muy lejano, aunque vale asumamos que éste, como imagen de un conjunto de relaciones infinitamente más complicado como una metonimia de algo que no tiene nada que ver con nada de las cosas, ni la conciencia ni la voz de esa mujer en concreto? Igual no ¿no? Y no niego el ejemplo público de la madre. Es un ejemplo público muy emocionante. Mejor que sea eso, público y por lo tanto, de interés y conocimiento público.
Bueno, sigamos. El libro es básicamente una confesión personal, una suerte de Confesiones de San Agustín y como tal, la filosofía política debería más bien ser leída irónicamente: y es que ¿no resulta increíble que uno de los resultados más eficientes de la vida tribal (digo, familiar) que tanto gusta al autor y tanto parece añorar sea la religión organizada, la prohibición de libros, el silenciamiento, el sometimiento y las lealtades que producen resultados indeseables a tutti quanti no tengan nada que ver con el amor ni tampoco con ese ejemplo tan ficticio (¡vaya por dios!) de la Medea del panita Eurípides?
Y es que Alba Rico, como todos los pecadores, San Agustín el primero, está mejor seduciendo, expiando y diciendo que yo antes que mirando lo que existe a su alrededor (¡menudas puyitas le dedicamos a los famosos niños una vez se han hecho mayores!). Perdonad, ya termino mi andanada charnega: este libro me ha hecho compañía, me ha dado otra vez grandes y memorables interpretaciones de clásicos de nuestra literatura (la de Homero, la mejor) pero también me ha dado una fascinante, enorme, reveladora carga de negatividad.
Negatividad en dos sentidos. La primera de negación. Alba Rico, y todos los conservadores de izquierda que han estado en primer plano, querrían volver a casa, como el fecundo en ardides Odiseo, y en el fondo, su programa político es una reconciliación con ellos mismos que es inútil políticamente pero desde luego muy bonita. Está muy bien para ellos mismos en tanto que individualidad irreproducible, a los pringaos de la tierra del siglo XXI occidental no sé yo si les ayuda echarles bronquita por no haberse reproducido....Pero sigo.
La segunda es la de la elusión, lo que no se dice, lo que emerge como ausencia. Alba Rico no puede leer nada de la vida privada, no solamente la de las no-madres, sino de la novela misma, cuyos grandes autores contemporáneos, Philip Roth (que no fue padre) el primero, se han empeñado en recordarnos esa gran mancha humana (que no aparece aquí).
Y ligo con lo otro. Solo soy un chico de rocafonda que asume lo mejor de todo el mundo, también del gran seductor Alba Rico, cuyo Ser (o no ser) un cuerpo es la culminación de su proyecto literario-filosófico y de su articulación profundamente heterodoxa de un conservadurismo decrecionista y ruralista, culto e ilustrado pero de proximidad, socialista pero desconfiado de la tecnología (políticamente, todos estos conservadores han sido felices y pragmáticos gradualistas, así que no es un reproche) y otro gran libro, o libro importante, como éste. Pero lo que quiero decir en el final de esta relectura tensa es que me sorprende lo alérgicos que son a la chapuza humana, a la imperfección, a las vidas pequeñas, a las cosas que no se consiguen por mala suerte o por renuncia, a, en fin, el ser humano verdaderamente existente y cómo, en el fondo, tengo la sensación, de que este libro solamente tiene un error imperdonable: no es el infinitivo sino la primera persona del singular. Como leí con niños. Ése sería un buen título. Renuncio a que se trate del capitalismo o que el capitlismo gane también en la doctrina del valor y no sean valiosas aquellas vidas que no sirvan a ideas. La vida está también en cada una de las imperfecciones de la materia de la que estamos hechos. Renuncio, pues, a una dualidad que, en un juego de manos, esconde en el fondo un viejo y conocido dualismo, el bien y el mal.
May 13, 2017
Un ensaio salpicado de relatos, irregular e necesario. Discrepo da maneira de expresar algúns conceptos pero as ideas que moven este libro resúltanme imprescindibles. Para que serven os libros e para que serven os nenos? Moitas páxinas para responder estas preguntas a modo dunha longa parábola un pouco esquiva, pero con reflexións brillantes. Axudoume a entender a natureza do relato e da novela, a importancia de ler en voz alta e de compartir o que se le, a necesidade de exercer o noso corpo, de que os libros establezan unha ponte coa vida. Concordo: os nenos serven para coidalos. Concordo: os libros non nos fan mellores, pero "la autonomía literaria abre un espacio en el que, por así decirlo, aprendemos a querer al margen de la voluntad, en el que aceptamos que es bueno-que es mejor- que las cosas no ocurran tal y como nosotros deseamos, y en el que damos nuestra aprobación a un mundo regulado con independencia de nuestros gustos, de nuestra felicidad e incluso de nuestro sentido de la moral".
December 13, 2025
Es un libro sobre lo que significa leer con un niño e intenta reflexionar sobre la lectura compartida en tanto acto humano, a la vez político y afectivo. El problema es que confunde leer con leer lo que a él le gusta. Llega a decirnos que le lee a un niño (creo que de 9 años) "En busca del tiempo perdido" y realmente creo que o es un presuntuoso sin remedio, o está buscando que los niños dejen de leer tempranamente. En definitiva, no describe prácticas reales de lectura con niños sino que nos proyecta su propio capital cultural y confunde la defensa de la lectura con la defensa de su canon. Nos espanta a todos por igual, y no soy un niño. Esto sin contar el estilo, circular, reiterativo, declamatorio más que analítico, etc. La lectura con niños es como todo en la vida, algo para desidealizar: se los resumo; es caótico, es frustrante y está lleno de negociaciones y aún así, es maravilloso.
July 18, 2022
Tomé uno de los consejos de Pennac con este libro y me salteé un montón de páginas. Lo peor que tiene es que es adoctrinador: el capitalismo es malo, Cuba es el paraíso (el autor vive, sin embargo, en Europa), Israel es malo, Palestina es buena. Me molestan muchísimo las lecciones de moral y la falta de argumentos para decir cosas así de maniqueas. Por otro lado, en este libro está recogida una de mis conversaciones favoritas:
Gorka pregunta a su hija de tres años: “¿Para qué sirven los niños?”. Y Blanca responde sin un solo instante de vacilación: “Para cuidarlos”. El capítulo que inicia con esa cita es una joya.
Gorka pregunta a su hija de tres años: “¿Para qué sirven los niños?”. Y Blanca responde sin un solo instante de vacilación: “Para cuidarlos”. El capítulo que inicia con esa cita es una joya.
March 7, 2024
La meua sensació de la lectura d’aquest assaig és ambivalent. Vaja per davant que m’ha agradat molt, eixe és el resum. Santiago Alba s’esplaia, com en tot assaig que s’apreue, en elucubracions i teories en les quals, com quasi sempre que llig assajos acabe perdent-me entre poc i molt, segons la profunditat del pensament i l’extensió del mateix. Menys mal que, al menys l’essència la pesque. En aquest cas, a més, l’autor té l’habilitat (i la delicadesa) d’incloure contes i llegendes, uns de producció pròpia i d’altres extrets de la literatura universal, que m’han atrapat i m’han alleugerit la lectura..
October 10, 2024
Alterna reflexiones brillantes en las partes de ensayo con enumeraciones excesivas (probablemente a propósito) que invitan a leer en diagonal. Los cuentos que intercala, que emulan al realismo mágico, se hacen largos.
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