Las tres versiones tiene un personaje central que está inspirado en Juan Fernando Hermosa, el niño del terror. Hermosa fue un adolescente asesino en serie ecuatoriano, cuyas víctimas eran, principalmente, taxistas.
Un libro con una historia que es justo lo que pensé que encontraría, no superó mis expectativas pero tampoco estuvo por debajo. Al principio pensaba que el libro contaba hechos reales sobre el caso de los noventa. Pero es un 10% real y 70% ficción. Ya que lo que el autor hace es tomar como inspiración el caso original para crear este relato. Lo único que consera es la edad del asesino el tipo de victimas y la muerte de su madre.
El libro no solo se centra en la historia individual del criminal sino que está contado a través de los puntos de vistas de otros personajes del entrono como victimas, policías y compañeros del criminal. Algo que me gustó mucho porque nos ayuda a ver varias perspectivas de una misma historia y contrastar la percepción de un ser como este y el impacto de sus actos. Me recordó un poco a "Crónicas de una muerte anunciada" donde seguimos a varios personajes conectados al personaje principal.
Los alguno de aspectos que me gustaron: La prosa dinámica y cuidada del autor que refleja el origen periodístico de este ya que combina la crónica con la narración en prosa, algo que te engancha a la primera. La forma no lineal de contar la historia le da esa singularidad al libro y a la vez hace que sea dinámico ir descubriendo los hechos. Ver la perspectiva del asesino y explorar como el se concibe y entiende lo que hizo. Los tintes sobrenaturales que tienen algunos sucesos. En término generales me gustó mucho, es un libro que de seguro volveré a leer y disfrutar en el futuro.
Lo que primero viene a mi mente cuando escucho ‘Niño del terror’ o Juan Fernando Hermosa, muy aparte de todo lo inherente al caso de uno de los más ingratamente famosos asesinos en serie que ha tenido el Ecuador, son dos cosas de mi pasado: un capítulo dedicado al tema, de una extinta serie noir del canal Ecuavisa, llamada Pasado y Confeso; y mi experiencia personal de haber vivido cerca del centro de menores Virgilio Guerrero de Quito, desde donde fugó Hermosa y causó zozobra a toda la gente del barrio. Recuerdo que a los niños no nos dejaban salir a jugar por las tardes, para protegernos del ‘asesino de taxistas’, como se lo conocía peyorativamente. Y no estaba por demás, ya que, Hermosa, a sus dieciséis años era el líder de una banda criminal y llevaba más homicidios que años cumplidos. Habiendo matado a choferes de taxis, preferentemente de marca Chevrolet San Remo; homosexuales; y uno que otro camionero.
Se ha dicho mucho sobre el caso Hermosa, ha habido series de televisión, documentales y un sinnúmero de notas periodísticas; sin embargo, que yo recuerde o sepa, no hay obras literarias al respecto. Por tal razón, la novela Las tres versiones (Premio Miguel Donoso Pareja 2021), del escritor y periodista guayaquileño Eduardo Varas, vendría a llenar ese vacío. Pero no se trata de una novela biográfica tradicional, ni mucho menos una historia dentro del género de no ficción o de novela testimonial, Varas presenta la realidad del caso, pero poniendo acento en la ficción y en la manera de contar la historia. Por eso es muy acertado el título de la novela, pues en esta desfilan los testimonios del asesino, de sus seres cercanos y de las autoridades que investigaron los crímenes. Incluso, habría que añadir el testimonio del lector luego de conocer los pormenores y, de pronto, tratar de ver a Hermosa más del lado humano que del lado de un mero capítulo negro de la historia del Ecuador. ¿Qué pensaba?, ¿qué sentía?, ¿cuáles fueron sus motivaciones? Varas trata de dar una respuesta a estas interrogantes desde la ficción, no sin dejar a buen recaudo los hechos reales, no por nada se nota el ejercicio de periodismo investigativo que imprime el autor.
El Hermosa de Varas purga en su propio infierno, el cual es una simple habitación a la que acuden sus víctimas y recuerdos para atormentarlo. Por lo que cada víctima tiene su propio rostro e historia. ¿Una celda?, más bien una evocación a Huis clos de Jean-Paul Sartre.
Página a página se va construyendo un identikit del personaje, el perfil de un sociópata -psicológicamente hablando- que se volvió abyecto debido a las experiencias sufridas (en el caso real se ha llegado a decir que Hermosa empezó con una alteración de su personalidad al enterarse de que fue adoptado). Un personaje ególatra, que desprecia las normas, manipulador, impulsivo, extraño ante los ojos de la sociedad, incapaz de diferencia entre el bien y el mal. Un personaje al que se le preguntó por sus actos y se limitó a decir que lo motivaba algún diablo interior.
Lo peculiar de la ficción de Varas, y es así como fluyen sus páginas iniciales, es que a Hermosa (en la novela llamado sencillamente J.) se le da un desenlace distinto al caso. Si bien J. no escapa nunca de la muerte, en Las tres versiones hay una posibilidad en la que sobrevive al ajusticiamiento sufrido. Al comienzo de la historia vemos a una piltrafa humana tratando de sobrevivir y siendo rescatado por unos campesinos en el río Aguarico, Sucumbíos. Lo que genera un debate ético de si es o no lícito ayudar a un criminal: la compasión es un mecanismo de la naturaleza para sentirnos humanos.
Entre los pasajes que humanizan a J. está su dedicación hacia su madre y el dolor por la muerte de esta tras un operativo de la Policía para capturarlo; la madre murió fruto de un fuego cruzado. También, la entrevista de una periodista en el centro de menores. Ahí el encanto de J., a lo Ted Bundy, genera simpatía hacia él. A pesar de que todo el mundo lo consideraba un monstruo por lo que había hecho, no dejaba de ser un niño, que tenía gestos que lo humanizaban, como sonreír por alguna tontería.
Resulta interesante la presencia de Minerva, la niña que, junto a su padre y hermano, encontraron el cuerpo de J. en el río Aguarico. Es la voz de la inocencia y la sabiduría precoz. En sueños conversa con la madre del muerto (J.), la que habla a través de ella y denota que, a pesar de todo, nunca ha dejado de querer a su hijo. Minerva también ejerce un papel como de médium para facilitar las investigaciones de Yantema, quien busca desentrañar los hechos, más que por los crímenes, para saber la verdad del caso y esclarecer el ajusticiamiento de J.; es decir, cerrar definitivamente la historia. Contradiciendo la preferencia del común denominador de optar por el silencio ante la crueldad, e ignorarla para continuar.
Hay muchas hipótesis relacionadas con el caso, tanto el real como el novelado, que si Hermosa (o J.) fue contratado por un oficial, por motivos de venganza, para hacer pagar a un taxista de un San Remo por haber violado a su hija; que si mataba a taxistas porque estos eran abusivos y, en algún momento, lo trataron mal; que si uno de los miembros de su pandilla lo traicionó; que si el mismo oficial lo mandó a matar para evitar que hablara. O, en el caso de la novela de Varas, que, si no murió, pudo huir a Colombia, formó una familia y hasta se volvió taxista; o fue asesinado por Minerva; o Yantema, y su pareja Catarina, lo ajusticiaron para acabar con el terror y equilibrar las cosas. En todo caso, sea realidad o ficción, lo cierto es que la historia del ‘Niño del terror’ nunca dejará de ser parte de la memoria de un país imaginario, uno que es experto en metamorfosear la realidad para darle nuevos matices y versiones; tal y como lo ha hecho, en esta ocasión, Eduardo Varas.
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Un libro muy bueno, construído con mucha investigación, ya que trata de los asesinatos en serie de una pandilla de muchachos dirigidos también por un muchacho, JF Hermosa, quienes conformaron la pandilla del terror y que tuvo en gran angustia a los taxistas de al ciudad de Quito. El libro nos introduce en ese mundo, en el mundo de Hermosa, en el de sus víctimas, en el de sus cazadores. No resuelve preguntas pero las deja allí... ¿Cómo un grupo de muchachos pudieron embarcarse en esa línea de muerte? El libro asombra. Recomendado.
Buena. "Ay, mijito. ¿Por qué saliste así? (...) ¿Yo sé que las hiciste, pero no importa porque estoy de tu lado", dice Pável Briones, el padre del niño del terror. La forma en la que trata el arrepentimiento y desgarre que se produce en la maternidad/paternidad frente a un infante que al crecer desarrolla la esperada autonomía es mi punto favorito. Pese a todo, siento que me pierdo de algo.