Muchos dicen que los libros no demuestran nada, pudiera ser. Pero algunos acaso nos permitan aprender algo, por ejemplo: que lo unico mediocre es el miedo a ser mediocre. Y de eso habla este libro. Relatos sobre vidas sin especial relieve ni glamour, las pequenas cantinelas de una cotidianidad mas rutinaria que tragica. La historia de un escritor que escribe y edita sus propios libros y recorre el pais vendiendo los ejemplares de puerta en puerta. Los dos componentes de un matrimonio, mas vencido por el tiempo y la costumbre que por el desamor, que asisten emocionados y al tiempo indiferentes, sin dejar de mirar la tele, a la agonia, deceso y entierro de la madre del marido. El recuerdo nostalgico y consolador de una tia llena de vitalidad y alegria que con su presencia iluminaba y rompia la rutina triste de la infancia. Vidas descruzadas, como todas. Lo complicado en estos casos es hacer literatura sin caer en el existencialismo cursi, hoy tan presente. Para ello se requiere una mirada narrativa que sea capaz de crear una distancia emocionada, ajena y calida a un mismo tiempo. Esa mirada esta en este libro. Es el primero. No sera el ultimo.
Llevaba mucho tiempo escuchando de este escritor sureño y sus historias ganadoras de concursos literarios, en serio me picaban los dedos por conseguir uno de sus libros de cuentos y analizar hasta el color de la tinta. Y por fin pude.
Tenía unas expectativas muy altas, es verdad. No me creo la historia de la pistola y el suicidio programado en caso que no le vaya bien con su escritura, eso es otro de sus cuentos, uno bastante macabro, pero efectivo. Así logró llamar la atención de los medios en la época que salía este libro. Pero no fue sólo eso, de verdad su nombre se repetía en uno u otro concurso de cuentos (de las Europas, en todo caso). Por lo tanto debía ser un tremendo escritor.
Al leer sus cuentos me encontré con una simpleza muy básica, historias con protagonistas sin nombre y desenlaces descafeinados. Algunas de las historias son francamente pobres y olvidables. Mas no todas, algunas me dejaron fascinado y estoy en proceso de releerlas, en serio. Pero son la minoría. Los cuentos peor logrados están repletos de situaciones forzadas que suenan del todo inverosímiles, que obligan a repensar las escenas que hacen ruido en una sinfonía minimalista. Y contrastan con esa simpleza característica de su escritura. Me hicieron arrugar el ceño y nada más.
Los mejor logrados son además los más simples y verosímiles y funcionan como ventanas a una experiencia significativa de los protagonistas. A pesar de la falta de descripciones emocionales logran mostrar el estado de ánimo de su protagonista. Eso sí fue un descubrimiento y un agrado de leer.
No daré detalles de cada cuento, no hay para qué, tienen que leerse sin tanta introducción. Basta decir que la presencia de esos cuentos fabulosos explica por qué Marcelo Lillo gana concursos y se nota que los demás textos (los que no tienen ni un brillo) son los que no ganaron.
¿Lo recomiendo? Sí, hay buen material ahí. Y es una buena lección de simpleza para los autores nóveles que insisten en tirar toda la carne sobre la parrilla. Aprendí leyendo (como escritor que me creo) y me surgieron varias ideas. Hay un segundo libro de cuentos y una novela que me gustaría leer, pero la ansiedad ya pasó, ya le pillé la maña.
Este año me propuse ampliar la lectura de escritores de mi país, porque al revisar la lista de libros que llevo desde el 2014 salvo Allende, Bolaño y Rojas que están entre mis preferidos, la lista no es muy larga. Y casi por casualidad al comprar una oferta de 7 libros a un precio increíblemente bajo (3 dólares por todos) venía este libro. Qué decir, es un escritor chileno, cuentos agridulces, con esa depresiva visión de la vida, tan típica de nuestra narrativa del siglo 20 que desde el gris y la desesperanza termina riéndose de la vida. Recomendable.
La recomendación por la que leí este libro le tiró todas las flores, lo compré emocionado y lo leí en un día, pero no lo considero ni de lejos esa colección de cuentos magistral que me vendió ese canal de YouTube.
Los dos primeros cuentos me dejaron fascinado, quería leer más y más, pero pronto empecé a notar los problemas que me empezaron a molestar. El primero es que todos los protagonistas son iguales, en algunos cuentos (y esto fue culpa mía por leer todo de corrido) no podía diferenciar entre una historia u otra, porque eran casi idénticas. La segunda es que, a excepción de algunos, los cuentos son predecibles, sabía lo que pasaría rápidamente (más porque estaba haciendo un bingo de clichés misoginos de escritores hombres que por ser simples).
Nada de eso arruinó mi experiencia a tal grado de odiar el libro, porque todos los cuentos me tocaron (quizá excepto los últimos tres). Aunque los leí de corrido, me daba espacio cada tanto para digerir los cuentos. Encontré en la simpleza, lo real y a veces nihilista de las historias, lecciones entrañables sobre cómo escribir cuentos.
Puedo decir que varios de estos cuentos son sin duda inolvidables.
Libro leído con la edición de Ediciones Promocionales (Edisur). Es mi primer acercamiento con el autor, he quedado impresionada de lo perturbador que puede llegar a ser un cuento. Los comienzos de cada relato, empiezan muy tranquilos, internándonos en la historia inmediatamente, para luego pasar al clímax de una manera trepidante que te deja helado. Todos los temas son sumamente fuertes y que pueden ocurrir en cualquier país y época. Para quienes nos gusta este tipo de lectura más cruel y realista, esta perfecto.
Lillo ensaya a jugar con finales de todo tipo, algunos, prematuros, otros, lo contrario. Sin embargo, cuando mejor le va es cuando el texto queda como tarea para la casa para el lector donde, tras un fin abierto, se concede un espacio de tiempo y desdicha para sacar a relucir la imaginación de cada quien.
Hay textos muy conseguidos en la narrativa, pero los diálogos no son lo fuerte del autor.
Los primeros 3 cuentos fueron de mi agrado por la forma de narrar que poseen, se siente muy cercano a ti. Pero de ahí en adelante los cuentos se vuelven aburridos, llenos de detalles innecesarios y poco creíbles.
Serie de cuentos cargados de una visión pesimista y desencantada de la vida, con algunos elementos grotescos y absurdos. Por separado son interesantes, pero al leer el conjunto pareciera que el autor termina plagiándose. El protagonista de cada cuento podría ser la misma persona, y la obsesión de la mayoría de los personajes con la televisión finalmente aburre.
Un poco lento pero disfruté mucho los cuentitos. Destacan la vida cotidiana y muestran lo interesante que es vivir, y que las cosas no nos pasan como las imaginamos.