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Nicaraguan poet Félix Rubén García Sarmiento initiated and epitomizes Spanish literary modernism. Dario is in all possibility the poet who has had the greatest and most lasting influence in twentieth century Spanish literature. He has been praised as the prince of Castilian letters.
Se trata ‘El canto errante’ (1907) del poemario de un Rubén Darío ya algo más que maduro. Cuando escribió muchas de sus piezas se hallaba en Mallorca huyendo de la mundanidad cosmopolita de las grandes urbes, y curándose de neurastenias y dipsomanías. En la isla mediterránea remembra y echa la vista atrás a su periplo poético y vital —que no era poco—. De ahí ese canto errante, de ahí ese ‘nefelibata’ que en los poemas mallorquines bañado por la luz y la brisa del Mediterráneo, canta como si de un homérida se tratara. Véase en «Aquí, junto al mar latino,/ digo la verdad: Siento en roca, aceite y vino/ yo mi antigüedad./ ¡Oh, qué anciano soy, Dios santo, oh, qué anciano soy!.../ ¿De dónde viene mi canto? Y yo, ¿adónde voy?» (“Eheu”, p. 87); y en esa misma línea destacan “Vesper”, “La canción de los pinos” o “Revelación” entre otros. Además Darío dedica varios poemas ocasionales a personajes relacionados de un modo u otro con el mundo artístico, tales Remy de Gourmont, Antonio Machado, Ramos Martínez (que lo acompañó en su viaje a Mallorca), Santos Chocano, etc., dando la sensación que desde su refugio quisiera ponderar el alcance y estado de sus relaciones sociales.
Pero además de los poemas escritos en las islas, cabe destacar un ramillete de ellos realizados y publicados en diferentes medios y épocas, y que se reunieron en “El canto errante” para ofrecer una mayor perspectiva del periplo vital del autor: desde poemas que recuerdan a su tierra natal como el dedicado al volcán “Momotombo”; o aquel otro narrativo y de corte legendario como Tutecotzimí, (recomendando para este, el artículo de J. M. Martínez Domingo “El empleo de indigenismos en la lírica de Rubén Darío”); pasando por “A Colón” de 1892, en que interpela al viajero genovés para reflexionar sobre la situación de América Latina. Antiguo también es “A Francia” con fecha de 1893 en que casi parece vaticinar la pronta Gran Guerra; y no podemos dejar de mencionar “Desde la Pampa” (1898) todo un canto al paisaje, vida agreste y epopeya de aquella región meridional de la República Argentina: «Yo os saludo en el ensueño/ de pasadas epopeyas glorïosas; el caballo zahareño/ del vencedor, la bandera,/ los fusiles con sus truenos […]» (p. 58.); así como “Salutación al águila” (1906) en donde parece que Darío se reconcilia con la América anglosajona «Águila, existe el Cóndor. Es tu hermano en las grandes alturas» (p. 53).
En ‘El canto errante’ Rubén Darío unas veces parece despojarse de la estética más frívola y preciosista de ‘Prosas profanas’, pero otras parece recuperarlas (véase “Flirt” “La hembra del pavo real” o “A una novia”). Por otro lado, José Olivio Jiménez en su ‘Antología de la poesía modernista hispanoamericana’ destaca de esta colección cómo Darío hace uso de la ironía en un par de composiciones; se trata una ironía estable que junto al distanciamiento crítico, se confrontan a la analogía armonizadora de los modernistas, y que con el tiempo —y otros autores— abrirá las puertas a la negación misma del modernismo (Jiménez, 1994: 34-36). Dicha ironía se halla en el poema “Agencia” en que parodiando a una agencia de noticias comunica toda una ristra de casos, sucesos y estados de sociedad con sorna e ironía: «En la iglesia el diablo se esconde/ ha parido una monja… (¿En dónde?)/ Barcelona ya no está bona/ sino cuando la bomba sona […]» (p. 127); el otro poema en que utiliza dicho recurso es en la magnífica epístola en verso dirigida a la esposa de Leopoldo Lugones —otro que según Jiménez hará uso de la ironía como recurso desnaturalizador del modernismo—, baste con leer «Las mallorquinas usan una modesta falda,/ esto, las que yo he visto, al pasar, por supuesto/ y las que no lo lleven no se enojen por esto […] entre los cestos llenos de patatas y coles/ […] Calabazas y nabos para ofrecer asuntos/ a madame Noailles y Francis Jammes juntos» (p. 112).
Esta obra cuenta además con un hermoso prólogo donde Rubén Darío se vindica a sí propio. El prólogo titulado "Dilucidaciones" se configura por una serie de artículos publicados previamente en el suplemento de 'Los Lunes del Imparcial', en que defiende la independencia del arte y la libertad del artista para no ceñirse a escuelas y clisés: «El clisé verbal es dañoso porque encierra en sí el clisé mental, y, juntos, perpetúan la anquilosis, la inmovilidad» (p. 17).
Por acabar cabe resaltar algunos rasgos métricos: como el uso del dodecasílabo de seguidilla (7+5) —tal vez por influencia de Salvador Rueda al que conoció en su primer viaje a España— en su poema “A Colón”; vemos periodos prosódicos de cuatro sílabas en "Desde la Pampa"; destacar también el único soneto de su producción escrito con versos pentadecasílabos “A Francia”; así como un reiterado uso de preposiciones, conjunciones, etc., es decir partículas átonas que se fuerzan para servir como rimas agudas, véase un ejemplo entre muchos «Vamos a cazar ¡Oh Ramos!,/ vamos por allí;/ suenan cuernos y reclamos/ y ecos de jaurías, y/» (del poema “A un pintor”, p. 93); y otro en «Pero sin/ vacilar vino a mí el ave-/querubín» (de “Hondas”, p. 92).
En conclusión no podemos dejar de vindicar ‘El canto errante’ como una colección poética que muestra todavía muchos encantos y virtudes del gran vate nicaragüense —y universal— que hacen de esta obra, cuando menos, merecedora de ser más veces reeditada de lo que viene siéndolo en comparación con otras anteriores que gozan de mayor fama o prestigio, al menos en España.
Working through this collection in conjunction with the José María Vitier piano piece "Canción de otoño," (very challenging to play - I've been working on it for almost a year and only can play about 65% of the piece!) which is actually based on the poem "Versos de otoño." Pablo Milanés sings the poem beautifully, and the JMV piano performance is melancholic and exquisite like the poem itself. I'm looking in particular at the autumnal motif throughout Darío's poetry. It is interesting to note that Azul... was originally supposed to be titled El año lírico after the first poem in the collection. Darío turns again and again to seasonal imagery. "Canción de otoño" is just one example. Gorgeous! But even more beautiful with the Vitier music.
No es el tipo de libro que escogería voluntariamente, pero ciertas circustancias me han llevado a leerlo y creo que dichas circustancias son una gran parte de mi disfrute de él. Nunca pensé que fuese yo una persona de poesía y sin embargo me he encontrado emocionada por algunos de estos versos. A veces ha sido un libro que me ha hecho reír, Rubén Darío es un tío de lo más cursi y quizás se toma demasiado en serio a sí mismo, pero él mismo reivindica la cursilería, una reivindicación muy propia del romanticismo, así que no sé hasta que punto esto es una crítica sino más bien un signo de lo poco en serio que nos hemos llegado a tomar con los tiempos, o que hemos llegado a tomar al concepto de sentir. En sus mejores momentos, Darío da imagen y ensalza un sentimiento patriota y revolucionario a través de la reivindicación de su sangre. En otros, rima, y el contenido queda eclipsado por la forma. En cualquier caso no puedo decir que no lo haya disfrutado, y seguramente vuelva a él.
NOCTURNO SILENCIO de la noche, doloroso silencio nocturno... ¿Por qué el alma tiembla de tal manera? Oigo el zumbido de mi sangre, dentro mi cráneo pasa una suave tormenta. ¡Insomnio! No poder dormir, y, sin embargo, soñar. Ser la auto-pieza de disección espiritual, ¡el auto-Hamlet! Diluir mi tristeza en un vino de noche en el maravilloso cristal de las tinieblas... Y me digo: ¿a qué hora vendrá el alba? Se ha cerrado una puerta... Ha pasado un traseunte... Ha dado el reloj tres horas... ¡Si será Ella!...