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“- ¿Cómo sabe una si está realmente enamorada de un hombre?
- Eso es fácil. Sólo querés estar con él, sentir su presencia, mirarlo, olerlo. Querés que te toque y tocarlo. Cuando lo ves aparecer, te emocionás tanto que te duele la boca del estómago. Pensás en ese hombre día y noche. Te dormís pensando en él y te levantás pensando en él.”
― París
- Eso es fácil. Sólo querés estar con él, sentir su presencia, mirarlo, olerlo. Querés que te toque y tocarlo. Cuando lo ves aparecer, te emocionás tanto que te duele la boca del estómago. Pensás en ese hombre día y noche. Te dormís pensando en él y te levantás pensando en él.”
― París
“- ¿Estás enojado conmigo? (Joséphine)
- ¿Debería estarlo? (Alamán)
- Si. Te traté muy fríamente cuando llegué.
- Muy fríamente.
- Discúlpame.
- ¿Por qué lo hiciste?
- Ya te lo dije ayer, en casa. Porque tengo miedo de que me lastimes.
- Ya te lo dije ayer, en tu casa: jamás te lastimaría.
- Eso dicen todos.
- Yo no soy todos.”
― Congo
- ¿Debería estarlo? (Alamán)
- Si. Te traté muy fríamente cuando llegué.
- Muy fríamente.
- Discúlpame.
- ¿Por qué lo hiciste?
- Ya te lo dije ayer, en casa. Porque tengo miedo de que me lastimes.
- Ya te lo dije ayer, en tu casa: jamás te lastimaría.
- Eso dicen todos.
- Yo no soy todos.”
― Congo
“Contigo acabó mi búsqueda. Ahora sé cuál es el sentido de mi existencia: amarte y ser amado por ti.”
― El cuarto Arcano II. El puerto de las tormentas
― El cuarto Arcano II. El puerto de las tormentas
“En mi experiencia, estas guerras en paises del tercer mundo no se ganan con balas sino con enfermedades, y no hablo de armas biológicas sino de desidia, de brutalidad, de olvido y de marginalidad”
― Florencia Bonelli, Caballo de Fuego: Congo”
― Congo
― Florencia Bonelli, Caballo de Fuego: Congo”
― Congo
“¿Por qué me hiciste conocer el paraíso si ahora insistes en sumergirme en el peor de los infiernos?”
― Lo que dicen tus ojos
― Lo que dicen tus ojos
“-Arrête, Matilde -le pidió-. Arrête, s'il te plaît. Me rindo -susurró en francés, con los brazos alzados y la cabeza caída. Su mano se abrió y las fotografías se regaron en torno a él.
Matilde supo que algo acababa de romperse en el interior de Eliah y sintió pánico.
-Estoy cansado de vivir de esta manera, lleno de angustia y de desesperación por el temor constante a perderte, por no se suficiente para ti, por anhelar que me ames más que a nadie, por considerarme menos, por no merecerte...
-Eliah, por favor...
-Déjame hablar. Le temo a tu juicio lo mismo que a mis errores, que son muchos, lo sé, pero están en el pasado y nada puedo hacer para cambiarlos. Le temo a tu condena. En verdad, tú estas muy por encima de mí...
-¡No! -clamó ella, e intentó acercarse, pero Al-Saud volvió a elevar los brazos y caminó hacia atrás.
-Te amo de un modo que no es bueno para mí, tampoco lo es para ti. A veces pienso que es una obsesión que terminará con los dos.”
― Congo
Matilde supo que algo acababa de romperse en el interior de Eliah y sintió pánico.
-Estoy cansado de vivir de esta manera, lleno de angustia y de desesperación por el temor constante a perderte, por no se suficiente para ti, por anhelar que me ames más que a nadie, por considerarme menos, por no merecerte...
-Eliah, por favor...
-Déjame hablar. Le temo a tu juicio lo mismo que a mis errores, que son muchos, lo sé, pero están en el pasado y nada puedo hacer para cambiarlos. Le temo a tu condena. En verdad, tú estas muy por encima de mí...
-¡No! -clamó ella, e intentó acercarse, pero Al-Saud volvió a elevar los brazos y caminó hacia atrás.
-Te amo de un modo que no es bueno para mí, tampoco lo es para ti. A veces pienso que es una obsesión que terminará con los dos.”
― Congo
“Ya te he dicho que eres lo único que cuenta en mi vida. Cuando no estoy contigo te pienso tanto que creo que puedes sentirme.”
― Lo que dicen tus ojos
― Lo que dicen tus ojos
“Amar es una experiencia tan prodigiosa que puedes sentirla en todo el cuerpo como una vitalidad que te lleva a reír sin motivo, a correr y a cantar, a levantar los brazos al cielo y a respirar profundamente, a apreciar las cosas más pequeñas e insignificantes que antes habrías desestimado, y a desear que todo el mundo experimente lo mismo que tú. El amor opera tantas maravillas en las personas que las hace pensar que el mundo es un lugar magnifico y que toda la gente es buena y generosa. El amor es el anticipo de lo que experimentaremos en el Paraíso. El día que te sientas así, entonces sabrás que estás enamorada.”
― La vuelta del ranquel
― La vuelta del ranquel
“Tú y yo somos una sola criatura, las dos partes de una unidad. No podemos vivir separados, no podemos apartarnos el uno del otro; tú no puedes excluirme, yo tampoco. Cualquier suerte que debamos correr, la correremos juntos.
Roger Blackraven.”
― El cuarto Arcano II. El puerto de las tormentas
Roger Blackraven.”
― El cuarto Arcano II. El puerto de las tormentas
“. La vida es un continuo optar. Algunas veces acertamos, otras veces nos equivocamos. Yo creo que sea cual sea la decisión, errada o acertada, debe salir del corazón, del propio convencimiento y no como consecuencia del miedo”
― Lo que dicen tus ojos
― Lo que dicen tus ojos
“Bendito sea el día, y el mes, y el año, y la estación, y el tiempo, y la hora, y el punto, y el encantador pueblo, y el sitio en el cual tus hermosos ojos me encadenaron.
Y bendita la dulce agonía de entregarme a ese amor, y el arco y las saetas que me alcanzaron, y las llagas que llegaron a lo más profundo de mi corazón.
Benditas sean las palabras que esparcí cantando el nombre de mi amada, y los suspiros, y las lágrimas y el deseo.”
― La vuelta del ranquel
Y bendita la dulce agonía de entregarme a ese amor, y el arco y las saetas que me alcanzaron, y las llagas que llegaron a lo más profundo de mi corazón.
Benditas sean las palabras que esparcí cantando el nombre de mi amada, y los suspiros, y las lágrimas y el deseo.”
― La vuelta del ranquel
“—Dime que me amas como a nadie en esta vida —le exigió él.
—Te amo como a nadie en esta vida.
—Dime que nunca has amado a alguien tanto como a mí.
—Jamás he amado como te amo a ti.
—Dime que ningún hombre te ha hecho temblar como tiemblas conmigo.
—Ningún hombre, jamás.
—Dime que no sabes estar sola, que necesitas estar conmigo.
—Sólo sé estar contigo, te necesito, siempre.
—Pídeme lo que quieras.
—Sólo te quiero a ti. Para siempre.
—Ya me tienes, aquí, vencido a tus pies. Para siempre.”
― El cuarto Arcano II. El puerto de las tormentas
—Te amo como a nadie en esta vida.
—Dime que nunca has amado a alguien tanto como a mí.
—Jamás he amado como te amo a ti.
—Dime que ningún hombre te ha hecho temblar como tiemblas conmigo.
—Ningún hombre, jamás.
—Dime que no sabes estar sola, que necesitas estar conmigo.
—Sólo sé estar contigo, te necesito, siempre.
—Pídeme lo que quieras.
—Sólo te quiero a ti. Para siempre.
—Ya me tienes, aquí, vencido a tus pies. Para siempre.”
― El cuarto Arcano II. El puerto de las tormentas
“Dígame lo que tiene que decirme —le exigió, cerca de los labios.
—¿Qué tendría que decirle?
—¿Por qué no vino a mí esta noche? 'Tuve esperándola como un zonzo ahí juera.
—¿Tengo que ir cada noche?”
“Artemio hundió sus dedos en la carne de Rafaela y apretó el ceño. Hizo ademán de hablar y calló. Sus respiraciones agitadas componían el único sonido de la habitación, que crispaba las feroces emociones en que se hallaban envueltos.
—Cada noche. Sí, cada noche —repitió, con los dientes apretados—, cada día, cada
hora, cada minuto. Usté é mía, Rafaela, y la quiero pa'mí, sempre.”
― Me llaman Artemio Furia
—¿Qué tendría que decirle?
—¿Por qué no vino a mí esta noche? 'Tuve esperándola como un zonzo ahí juera.
—¿Tengo que ir cada noche?”
“Artemio hundió sus dedos en la carne de Rafaela y apretó el ceño. Hizo ademán de hablar y calló. Sus respiraciones agitadas componían el único sonido de la habitación, que crispaba las feroces emociones en que se hallaban envueltos.
—Cada noche. Sí, cada noche —repitió, con los dientes apretados—, cada día, cada
hora, cada minuto. Usté é mía, Rafaela, y la quiero pa'mí, sempre.”
― Me llaman Artemio Furia
“Señor Furia, susúrreme palabras de amor.
—Te amo, Rafaela. Te amo de esta manera inefable que es difícil de comprender.
Durante estos nueve años, jamás te olvidé. Estabas en mi cabeza en cada maldito minuto de cada maldito día. Tu recuerdo era una maldición. Te confieso que quería deshacerme de él porque estaba volviéndome loco. La noche en que Elisabetta y yo
nos comprometimos, tu rostro me perseguía como un fantasma y tu voz me repetía:
No me olvide, señor Furia. No me olvide, señor Furia. ¡Rafaela, nunca vuelvas a dejarme!
Ya no podría soportarlo.
—¡Nunca, amor mío! Prométeme que moriremos juntos.
—Lo prometo.”
― Me llaman Artemio Furia
—Te amo, Rafaela. Te amo de esta manera inefable que es difícil de comprender.
Durante estos nueve años, jamás te olvidé. Estabas en mi cabeza en cada maldito minuto de cada maldito día. Tu recuerdo era una maldición. Te confieso que quería deshacerme de él porque estaba volviéndome loco. La noche en que Elisabetta y yo
nos comprometimos, tu rostro me perseguía como un fantasma y tu voz me repetía:
No me olvide, señor Furia. No me olvide, señor Furia. ¡Rafaela, nunca vuelvas a dejarme!
Ya no podría soportarlo.
—¡Nunca, amor mío! Prométeme que moriremos juntos.
—Lo prometo.”
― Me llaman Artemio Furia
“ella habia dado la vida por sentada, cuando, en verad , se trataba de un milagr que se renovaba día a día”
― Congo
― Congo
“En mi experiencia, estas guerras en pises del tercer mundo no se ganan con balas sino con enfermedades, y no hablo de armas biológicas sino de desidia, de brutalidad, de olvido y de marginalidad”
― Congo
― Congo
“Furia la sorprendió tomándola entre sus brazos y pegándola a su cuerpo. Le suplicó al oído:
—Rafaela, no quiero que mañana se arripienta de ser mi mujer. Deténgame aura si mañana sentirá asco de mí.
La sonrisa suave de Rafaela lo desarmó. No recordaba haberla visto tan tranquila ni dueña de sí. Lo que ella expresó a continuación, le arrancó lágrimas, a él ,que desde la muerte de sus padres no había vuelto a derramarlas.
—Lo amo, señor Furia, así como es usted, mal hablado, pendenciero, con argollas en la oreja, con un genio que hace honor a su apellido y hasta con olor a caballo. Lo amo como nunca amé a nadie porque nunca conocí a nadie con su nobleza, su pasión por el trabajo y su respeto por el prójimo. Lo admiro por su coraje, señor Furia, y por su orgullo sin vanidad. Lo amo porque usted es de las pocas personas que le mostró
cariño a Mimita. Pero sobre todo lo amo porque a su lado no tengo miedo.
—¡Rafaela! —exclamó, enloquecido, y la abrazó con fiereza, sacudiéndola como si se tratase de una muñeca rellena de estopa en su codicia por conquistar con la boca y las manos cada centímetro de su cuerpo.
Ella siguió hablándole, con el aliento entrecortado, con la cabeza echada hacia atrás y el cuello expuesto a los besos, los mordiscos y a la intemperancia del gaucho.
—No lo conozco. Poco sé de su vida y de su índole. Sin embargo, confío, confío ciegamente en usted, señor Furia.”
― Me llaman Artemio Furia
—Rafaela, no quiero que mañana se arripienta de ser mi mujer. Deténgame aura si mañana sentirá asco de mí.
La sonrisa suave de Rafaela lo desarmó. No recordaba haberla visto tan tranquila ni dueña de sí. Lo que ella expresó a continuación, le arrancó lágrimas, a él ,que desde la muerte de sus padres no había vuelto a derramarlas.
—Lo amo, señor Furia, así como es usted, mal hablado, pendenciero, con argollas en la oreja, con un genio que hace honor a su apellido y hasta con olor a caballo. Lo amo como nunca amé a nadie porque nunca conocí a nadie con su nobleza, su pasión por el trabajo y su respeto por el prójimo. Lo admiro por su coraje, señor Furia, y por su orgullo sin vanidad. Lo amo porque usted es de las pocas personas que le mostró
cariño a Mimita. Pero sobre todo lo amo porque a su lado no tengo miedo.
—¡Rafaela! —exclamó, enloquecido, y la abrazó con fiereza, sacudiéndola como si se tratase de una muñeca rellena de estopa en su codicia por conquistar con la boca y las manos cada centímetro de su cuerpo.
Ella siguió hablándole, con el aliento entrecortado, con la cabeza echada hacia atrás y el cuello expuesto a los besos, los mordiscos y a la intemperancia del gaucho.
—No lo conozco. Poco sé de su vida y de su índole. Sin embargo, confío, confío ciegamente en usted, señor Furia.”
― Me llaman Artemio Furia
“La sonrisa le había transfigurado el rostro, los ojos le brillaban de simple alegría, un milagro se había operado en aquel semblante invariablemente serio y severo. Laura se preguntó cómo había sido capaz de temerle en ocasiones anteriores.”
―
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“-Arrête, Matilde -le pidió-. Arrête, s'il te plaît. Me rindo -susurró en francés, con los brazos alzados y la cabeza caída. Su mano se abrió y las fotografías se regaron en torno a él.
Matilde supo que algo acababa de romperse en el interior de Eliah y sintió pánico.
-Estoy cansado de vivir de esta manera, lleno de angustia y de desesperación por el temor constante a perderte, por no se suficiente para ti, por anhelar que me ames más que a nadie, por considerarme menos, por no merecerte...
-Eliah, por favor...
-Déjame hablar. Le temo a tu juicio lo mismo que a mis errores, que son muchos, lo sé, pero están en el pasado y nada puedo hacer para cambiarlos. Le temo a tu condena. En verdad, tú estas muy por encima de mí...
-¡No! -clamó ella, e intentó acercarse, pero Al-Saud volvió a elevar los brazos y caminó hacia atrás.
-Te amo de un modo que no es bueno para mí, tampoco lo es para ti. A veces pienso que es una obsesión que terminará con los dos.”
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Matilde supo que algo acababa de romperse en el interior de Eliah y sintió pánico.
-Estoy cansado de vivir de esta manera, lleno de angustia y de desesperación por el temor constante a perderte, por no se suficiente para ti, por anhelar que me ames más que a nadie, por considerarme menos, por no merecerte...
-Eliah, por favor...
-Déjame hablar. Le temo a tu juicio lo mismo que a mis errores, que son muchos, lo sé, pero están en el pasado y nada puedo hacer para cambiarlos. Le temo a tu condena. En verdad, tú estas muy por encima de mí...
-¡No! -clamó ella, e intentó acercarse, pero Al-Saud volvió a elevar los brazos y caminó hacia atrás.
-Te amo de un modo que no es bueno para mí, tampoco lo es para ti. A veces pienso que es una obsesión que terminará con los dos.”
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“Experimenté sumisión y fatalismo, y terminé por aceptar quién era amo y señor y quién, esclava y sierva. Si él hubiera recurrido al poder que ejercía sobre mí, yo habría hecho cualquier cosa en ese momento pues no tenía fuerzas contra él. Me arrastró hasta la orilla donde me poseyó sin furia ni resentimiento, con una dulzura de la que no lo creía capaz. Le consentí hacer cuanto quisiese y me dejé llevar por esa marea de placer que me anegaba la boca y que me atería el cuerpo, puro placer que él me proporcionaba con largueza. Esa mañana, después de haberme permitido tanto gozo, se desataron en mí los nudos gordianos que domeñaban mi naturaleza desde hacía tiempo, nudos hechos de arrojo, fortaleza y orgullo, que me habían protegido de algún modo, pero que también habían lastimado mi índole sensible de mujer al intentar preservar la moral y los principios que no pertenecían al mundo en el que me hallaba. Esa mañana comprendí que Mariano Rosas era mi destino y que yo me había convertido en una india blanca.”
― Indias blancas
― Indias blancas
“…parecía tan orgulloso de su casta y de su tierra que hasta celos le causaba, y no le cabían dudas de que elegiría a los suyos antes que a una cristiana. Ese orgullo de ranquel la marginaba. Ella jamás había sentido igual por su gente; al contrario, hacia algunos albergaba resentimiento y desprecio…”
―
―
“En algún momento, los sonidos se volvieron más audibles y los colores de los vestidos atrajeron su atención. Poco a poco comenzó a tomar conciencia de las personas que la circundaban y de los diálogos que se entablaban. Las imágenes, sin embargo, se sucedían lentamente, como si ocurrieran bajo el agua, más parecidas a las escenas confusas de un sueño que a la realidad. Nada la habría preparado para aquel instante, ni siquiera saber que se toparía con él después de más de seis años.”
―
―
“He decidido que éste sea el último día que escribo mis efemérides. Ahora que Juan Cruz no está
junto a mí, ya nada tiene sentido. Todo se limita a la lenta espera del destino; final e irremisible que
me una a él. Lo amé hasta la desesperación; tanto que por momentos creí perder la razón. Pero no me
arrepiento, fui libre junto a él y no me reservé nada que ahora pudiera hacerme sentir mezquina o
apesadumbrada.
A veces pienso, llena de angustia, en lo paradójica que fue mi vida. El hombre al que creí detestar,
mi padre, se convirtió en el responsable de que yo fuera la mujer más feliz del mundo junto a mi
adorado Juan Cruz. Hace muchos años que perdí a mi padre y ya nada puedo hacer; lo dejé ir sin
decirle lo mucho que lo quería.”
― Bodas de odio
junto a mí, ya nada tiene sentido. Todo se limita a la lenta espera del destino; final e irremisible que
me una a él. Lo amé hasta la desesperación; tanto que por momentos creí perder la razón. Pero no me
arrepiento, fui libre junto a él y no me reservé nada que ahora pudiera hacerme sentir mezquina o
apesadumbrada.
A veces pienso, llena de angustia, en lo paradójica que fue mi vida. El hombre al que creí detestar,
mi padre, se convirtió en el responsable de que yo fuera la mujer más feliz del mundo junto a mi
adorado Juan Cruz. Hace muchos años que perdí a mi padre y ya nada puedo hacer; lo dejé ir sin
decirle lo mucho que lo quería.”
― Bodas de odio
“—Lo haremos de este modo, iremos practicando, para cuando tu vientre esté hinchado y yo no pueda echarme sobre ti.
— ¿Crees que tendrás ganas de hacerlo cuando esté inflada y gorda?
—Puedes apostar.
“Melody llevó el brazo hacia atrás para sujetarse a la nuca de Blackraven.
—Júrame —jadeó—, júrame que siempre será así entre tú y yo, que siempre nos querremos de este modo.
—Te lo juro, por mi hijo que vive en tu vientre.”
― El cuarto Arcano II. El puerto de las tormentas
— ¿Crees que tendrás ganas de hacerlo cuando esté inflada y gorda?
—Puedes apostar.
“Melody llevó el brazo hacia atrás para sujetarse a la nuca de Blackraven.
—Júrame —jadeó—, júrame que siempre será así entre tú y yo, que siempre nos querremos de este modo.
—Te lo juro, por mi hijo que vive en tu vientre.”
― El cuarto Arcano II. El puerto de las tormentas
“—Me la llevo porque la quiero pa'mí. La quiero como mi mujer.”
― Me llaman Artemio Furia
― Me llaman Artemio Furia
“— ¿Sabes que soy uno de los hombres más ricos de la Inglaterra? ¿Sabes que mis riquezas son incontables? ¿Que tengo propiedades alrededor del mundo, una flota de barcos, un astillero, acciones en varias industrias, dinero en los bancos, joyas, piezas de arte? Tu mente no puede calcularlo, ¿verdad? ¿Y acaso sabes que me he partido el lomo para ganarme cada maldito penique, que he arriesgado mi vida en incontables ocasiones? Pues no debería decirte esto, puesto que ya ostentas demasiado poder sobre mí; de igual modo quiero que sepas que, si con mis riquezas yo pudiera asegurarte a mi lado, alejarte de la muerte, del peligro, del dolor, comprarte la felicidad eterna, yo las entregaría sin pensarlo un segundo. Me desprendería de todo si supiese que de ese modo tendría para siempre conmigo a mi dulce Isaura.”
― El cuarto Arcano II. El puerto de las tormentas
― El cuarto Arcano II. El puerto de las tormentas
“—¿Estás enojado conmigo? —se preocupó Laura, atribulada a causa del mutismo de Guor. —No, no estoy enojado. —¿No estuvo bien? ¿Estás desilusionado de mí? —Laura, estoy enamorado de ti. «Locamente enamorado de ti», habría agregado, pero el ánimo reflexivo lo llevó a decir: —Y no sé qué sería mejor. Quizás habría sido mejor desilusionarme. —Que me ames, eso es lo mejor. Guor se colocó sobre Laura y le acarició el rostro. Su piel era tan suave y delicada, tan clara y diáfana en comparación con la suya. —Yo soy un indio, Laura. —Si eso es un problema para ti, haz de cuenta que yo también soy una india. —Demasiado blanca para ser una india —aclaró Guor, sombríamente. —Una india blanca, entonces.”
― Indias blancas
― Indias blancas
“—Tú y yo somos una sola criatura, las dos partes de una unidad. No podemos vivir separados, no podemos apartarnos el uno del otro; tú no puedes excluirme, yo tampoco. Cualquier suerte que debamos correr, la correremos juntos. Así como nuestras carnes se convierten en una sola cuando hacemos el amor, también nuestras mentes y nuestros corazones. ¿Tú puedes sentirlo? ¿Puedes sentir eso, Isaura? Para mí es tan claro, cuando te veo, cuando te toco, cuando te escucho hablar, cuando penetro dentro de tu cuerpo. Contigo acabó mi búsqueda. Ahora sé cuál es el sentido de mi existencia: amarte y ser amado por ti.”
― El cuarto Arcano II. El puerto de las tormentas
― El cuarto Arcano II. El puerto de las tormentas
“—Eres una hechicera —le dijo una noche, rendido sobre ella después del amor—. ¿Qué has hecho de mí? Estoy atus pies desde el momento en que puse los ojos sobre ti. Dependo de ti para sentirme vivo. ¿Cómo puedo amarte tanto cuando trastornaste mi vida por completo? Desearía no amarte tanto —añadió con una nota amarga—, desearía no haber caído bajo tu conjuro. Así no sería tan vulnerable. Porque si volvieras a lastimarme...”
― La vuelta del ranquel
― La vuelta del ranquel






