Eduardo Manzano
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“El principal elemento de cohesión política que, de forma obsesiva, buscaron los Austrias para articular su imperio no fue, por lo tanto, la lengua, sino más bien la fe cristiana. Era la religión católica el nexo común que unánimemente se reconocía en todos los reinos peninsulares, a pesar de las diferencias políticas, institucionales, culturales o lingüísticas que existían entre ellos. Y era también la religión cristiana el leitmotiv que había articulado la historia de esos reinos durante los siglos precedentes, marcados por una lucha contra el islam de la que todos ellos habían salido «victoriosos» de una forma u otra. Llevada un poco más lejos esa misma idea, también podía argüirse con argumentos muy sólidos que había sido la defensa de la religión católica por parte de los soberanos hispanos la causa de que la Providencia hubiera puesto en sus manos los inmensos territorios trasatlánticos, habitados por gentes de las que nadie había oído hablar hasta entonces, pero cuya cristianización pasaba a convertirse, por lo tanto, en una obligación no sólo política y moral, sino también histórica.”
― España diversa: Claves de una historia plural (Serie Mayor)
― España diversa: Claves de una historia plural (Serie Mayor)
“El abogado alegaba que «moro» se utiliza de forma racista y que son muchos sus compatriotas que lo consideran un insulto. La petición causó un pequeño revuelo. La respuesta fue que el diccionario de la Real Academia recoge para la palabra moro un uso consagrado por la historia y que define a un grupo bien identificado por los hablantes. El escritor y académico Arturo Pérez-Reverte defendió apasionadamente esta postura, tildando de bobos y oportunistas a quienes habían apoyado la idea, y concluyendo que él seguiría escribiendo moro hasta que se le «desgasten las teclas». Pese al empeño por reducir el asunto a una cuestión de corrección política, lo cierto es que utilizar la palabra moro para referirse a un musulmán, a una persona de origen norteafricano o a un habitante de al-Andalus es una simplificación lingüística que, por mucha historia que tenga a sus espaldas, no dice nada bueno de quien la emplea. Calificar de «moro» a quien «profesa la religión islámica», sin importar que sea iraní, indonesio o pakistaní, es una muestra de ignorancia similar a la que provoca tanta indignación entre nosotros cuando un norteamericano confunde a españoles con mexicanos, máxime cuando existe una palabra muy precisa, musulmán, para referirse a «quien profesa la religión islámica». Llamar «moro» a cualquier norteafricano supone ignorar las diferencias sociales y políticas que atraviesan la región, subrayando la arrogancia de quien no quiere molestarse en entenderlas. Considerar, en fin, que los «moros» fueron los habitantes de al-Andalus implica un desconocimiento de que sus gentes y gobernantes hicieron siempre gala de una orgullosa identidad árabe. Defender, en suma, que la terminología usada en la Edad Media para definir al «otro» debe seguir siendo empleada en nuestros días sólo revela un rechazo, imbuido de superioridad cultural, a reconocer la complejidad de todo cuanto rodea al islam y los árabes. No es de extrañar, por lo tanto, que surjan malentendidos sobre estos temas en el habla común, en la prensa escrita o incluso en sesudos ensayos.”
― España diversa: Claves de una historia plural (Serie Mayor)
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“Ése, y no otro, era el objetivo final de gentes como Telesforo Monzón, quien dejó escrito que a él no le interesaba la «historia auténtica», sino la «poesía histórica» capaz de crear una «conciencia nacional». Y es que los fríos datos históricos, en efecto, son inservibles para escribir la épica que atiza los sentimientos nacionalistas, inasequibles a cualquier discusión racional sobre el pasado. Cuando los historiadores intentamos desmontar minuciosamente los mitos nacionalistas con esos datos históricos, por lo general sólo recibimos el desdén altivo de estos políticos y activistas, que responden que tales evidencias son únicamente carne de erudición para eternas discusiones académicas. Sólo ellos son los que conocen ese pasado épico que debe asumir la comunidad nacional, y sólo ellos los que saben ofrecer respuestas para sus aspiraciones. Esto es algo evidente en el caso del nacionalismo vasco, pero que funciona exactamente igual con cualquier otra forma de nacionalismo.”
― España diversa: Claves de una historia plural (Serie Mayor)
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