«Lo señalo de arriba abajo con las mejillas al rojo vivo. La barba, la mandíbula, el pelo, los… antebrazos.
—¿Me estás diciendo que la gente no repara en ti?
Una sonrisa le tuerce las comisuras de los labios. Es un gesto casi tan devastador como los hoyuelos.
—Coquetear conmigo no te hará ganar ningún favor, Harriet»
YA EMPEZÓ, JIJIJI.