Erick Abanto López > Recent Status Updates

Textos breves sobre rutinas de escritores, pintores, intelectuales, músicos y cineastas, condimentados por minucias divertidas o tragicómicas. Un divertimento navideño ligerísimo sobre las condiciones de producción individuales y sociales que permitieron a los artistas producir su obra de arte. Va en buen ritmo hasta ahora.

Qué bien narra Montero la fascinante y trágica vida de Marie Curie, y sobre todo, con qué paciencia y disposición accede al duelo que la une, como narradora, a Marie. Poco a poco, va definiendo porqué la idea de no volver a ver nunca más a alguien es, en cierto modo, ridícula.

Montero llega a Lima en dos meses, así que nunca está demás ponerse a tono.

A partir de la última tercera parte, Smith perdió la orientación, el ritmo y la gracia que caracterizaba su historia, y se enredó en su propia sensiblería y plañidera. Ya nunca más volvió a recuperar la situación (como dice Gornick) de todo lo que nos relataba. Y cuando ya era tarde, cuando ya no se podía hacer nada, recordó que tenía que cerrar la historia y lo hizo de la manera más tenue y forzada posible. 1.5/5

El libro prometía una reflexión interesante sobre el pedaleo, pero terminó siendo un desastre melodramáticoy cursi, un verdadero absurdo textual de ensoñación ingenua y clichés. Siento que perdí mi tiempo.

Dice Augé: "la bici es una escritura, con frecuencia una escritura libre y hasta salvaje, una experiencia de escritura automática"

Ha bajado la calidad y el relato se torna cada vez más narcicista y tedioso. La narradora ha comenzado a creerse el centro del mundo, y lo que es peor, sin ninguna intención de profundidad. Sus aflicciones emocionales ya las conocemos, y sin embargo, vuelve a ellas una y otra vez con la misma ligereza de la primera vez. La intención de comprender el dolor ha sido desplazada por la comodidad de la plañidera fácil.

Luego de las exequias de su matrimonio, la narradora está por contar los nuevos días cuando de pronto irrumpe la pandemia y su rutina diaria vuelve a trastocarse. Es curioso ese tránsito porque sucede justo a la mitad del libro, y emerge como un evento inesperado e incontrolado que reordena los términos de la narración y redefine la trama, el tema e incluso el tono. La novela, en cierto modo, ya es otra novela.

La segunda entrevista (1984), dedicada a examinar quién era Arlt y qué era o es su obra, ofrece un exceso de lectura, creo. Piglia excede la lectura de Arlt y, hasta cierto punto, crea un Arlt a su medida, un Arlt que le sirva para explorar los vínculos entre la ficción y lo social, entre el dinero, la ficción y la locura, y entre el canon legitimado y la ficción subterránea o marginal. Es un Piglia que usa a Arlt.

Entrevistas a Piglia. Viene bien en un momento en que uno está reconectándose con la materia literaria. El overthinking argentino es, digamos, el inverso directo de la intensidad de la vida, y por ende, como sugiere Piglia, es también vida. Me ha gustado la primera entrevista (1984), por todo lo que afirma pero sobre todo porque señala que escribir es una de las experiencias más intensas que existe. Osea, es vida.

Es una historia sobre el dolor. Pero también sobre cómo la esposa-escritora cede al esposo-frustrado para llevar la fiesta en paz. A ratos trágica, a ratos tediosa y frívola, a ratos reveladora, es una narración que busca comprender el desgarro, o verlo sin matices. Tal vez por eso la narradora visita una variedad de tonos y registros (cada apartado tiene un tono muy claro, y a veces es prosa, teatro o aforismo).

Qué prosa para más fresca! La empecé hace un rato y no deja de ir a buen ritmo. Ya echaba de menos una prosa tan liviana, posmoderna y ligera, con una de esas narradoras frívolas y dramáticas que son tan proclives a distraerse de lo que están narrando y a ponerse a conversar, sin pedir permiso ni anticipar nada, cositas estilísticas con el lector. Años que no leía una voz narradora en segunda persona.

En este primer capítulo, de título homónimo, Gornick explicita de manera clara la diferencia entre la situación (el contexto o la trama que se cuenta en un relato) y la historia (el sentido arquetípico del relato, usualmente encarnado en categorías universales y extrapolables, y que le dan fuerza y densidad a lo relatado). De alguna manera, también, señala el método para inventar un "narrador de no ficción".

De tiempos otra vez por aquí

Finalmente, hoy volví a Zambra. Este librito lo postergué durante varios años, disuadido por el grosor y por su carácter compilatorio, pero creo que estamos en el momento (y en el tiempo) para darle trámite. Ha sido un comienzo de lectura muy placentero, como no había tenido hace varios meses (quizá hace más de un año, revisando los updates de Goodreads). Es un reencuentro, también, con varias rutas personales.

La narración se estaba yendo a cualquier lugar, casi como un relato automático que copia las minucias sorpresivas de la vida cotidiana, sin un hilo conductor claro, hasta que, finalmente, después de una discusión sobre la homosexualidad entre el protagonista (profesor universitario en Francia) y su padre (sucesor religioso del imán), parece abrirse el espacio, narrativo y temático, para empezar la historia.

Primera lectura del año en Goodreads

Al menos una travesía breve antes de navidad. Veremos qué tal va

Hace un mes y medio llegué a Chachapoyas, una antigua ciudad de origen español (la sexta que fundaron los conquistadores) ubicada en el norte del Perú, en la última frontera geográfica antes de penetrar en la selva. De varios libros locales que he revisado, estas estampas merecen su comentario, por ese aire melancólico de casona, paisaje y bolero. El fiscal Peláez retrata la ciudad de su juventud y la querencia ida.

Después de conversar personalmente con Mónica Ojeda en la Feria del Libro de Lima hace unas horas, sólo queda empezar de nuevo. Veremos.

Retomo Goodreads, las lecturas y la vida de silencio y silla. Me arriesgo con esta, que tenía en espera en el Kindle, esperando terminarla. Veremos a dónde nos lleva Gibbons.

Después de apartados innecesarios (un recetario impertinente y un excurso antojadizo sobre la cuisine en Beijing), Lauer vuelve al tono inicial de su libro y, sin profundidad ni sistemática ruta, esboza una posible 'teoría de lo francés' en el Perú. Es decir, la conclusión reflexiva de sus devaneos culinarios. De lejos es lo mejor del libro, pues enuncia la diferencia clave entre lo francés y lo afrancesado.

Lauer reseña con gracia y sin obsesión los restaurantes de élite en la Lima del siglo XX que incluían platos franceses o eran franceses. Luego se pierde en un recetario innecesario, y en una historia extravagante de la cocina francesa en Beijing. Pareciera que no sabe cómo terminar la historia que cuenta, o que su esnobismo le ha hecho perder el hilo. Casi no hay frases para el recuerdo, pero aún así, hay encanto.

La comencé a leer hace dos días en un viaje diurno en bus desde la ciudad de Trujillo hacia Cajamarca, en el norte del Perú. La prosa de Lauer es amigable a la hora de reseñar los primeros encuentros entre una cocina que nunca ha dejado de ser exótica (la francesa) y una cocina tan fantástica y largamente menospreciada, incluso por sus élites (la peruana). Pero Lauer no es exahustivo, sólo repasa y matiza.

Casi de forma involuntaria, me cayó esta historia a las manos. Pinta un canto nostálgico a una época perdida del teatro porteño, en clave investigación periodística, pero también un viaje a las formas perdidas, o ya en desuso, de la sensibilidad artística.

Mientras recorro la nostalgia de Chirbes, me lanzo en simultáneo con este librito olvidado de Calasso, como para entrenar un retorno a Goodreads, a los viajes-lecturas y a la buena vida. Veremos a dónde nos lleva.

Mi primer Chirbes! Veremos cómo va el viaje.

Ya extrañaba leer algo de Bayly. Qué divertidos diálogos y qué personaje que es Zamorano: serio (director de la sección Internacional del diario La Prensa), loco (supuestamente, peleó en la Segunda Guerra Mundial) y de unos chistes de la gran flauta. El abuelo del protagonista tampoco se queda atrás: un hacendado nostálgico cuyas tierras se la expropiaron los militares, casi de esos viejitos que ya no existen.

¡Es una Marta Sanz con la puntería en la mano! cada página hilvana una imprecación directamente dirigida al orden editorial, y a los valores que circulan en ella (el prestigio, los betsellers, las referencias metatextuales, etc).

Del segundo capítulo, me ha encantado la diferencia que hace entre cultura popular, cultura fácil, cultura de masas y espectáculo. No formula soluciones, sólo vuelve «visible lo visible»

Lo comencé a leer en el vuelo que me trajo de una ciudad peruana a otra, y hasta ahorita me está entusiasmando. Posiblemente tenga el mejor primer capítulo que Sanz haya escrito en toda su obra. Es un ensayo muy en onda collage, muy de no terminar la idea (para evitar la sentencia o el dogma) y que dialoga con los temas que se han ido discutiendo en el cono sur: literatura, política, complot, utilidad. Va muy bien.