Raúl Reyes's Blog

November 17, 2025

49 VUELTAS AL SOL - PROMOCIÓN PRIMER ANIVERSARIO

 


49 vueltas al sol cumple un año de su publicación y por eso hoy tenéis un descuento del 50% en la versión Kindle. La edición en tapa blanda estará a 10, 95€.

Una novela que nos recuerda que el amor verdadero no solo perdura, sino que también evoluciona, enriqueciendo nuestras vidas de maneras inesperadas.



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Published on November 17, 2025 08:06

El Enigma Perdurable: Una Mirada a Colorado Kid de Stephen King

Colorado Kid se erige como una obra concisa pero cautivadora dentro del catálogo de Stephen King, destacando precisamente porque su fuerza reside en la ausencia de una conclusión tajante. Más que resolver un crimen, esta novela celebra y ensalza el misterio como valor en sí mismo.
Conocido globalmente por dominar el horror y el suspense, King da un giro inesperado en esta publicación de 2005 para la colección Hard Case Crime, sumergiéndose en el género negro clásico. La acción se sitúa en una pequeña isla frente a la costa de Maine, donde dos veteranos de un periódico, Vince Teague y Dave Bowie, comparten con la joven aprendiz, Steffani, los detalles de un caso irresoluble. El hallazgo del cadáver de un hombre en la playa, desprovisto de identificación y pistas claras, se transforma en un acertijo persistente, cuya identidad solo profundiza la intriga.
Lo que verdaderamente distingue a Colorado Kid es la intención del autor: no se trata de desvelar al asesino o el móvil, sino de meditar sobre la esencia de lo inexplicable. La obra funciona como una alegoría de la insaciable curiosidad humana y la necesidad de aceptar la ambigüedad. Este enfoque, lejos de resultar frustrante, se percibe como estimulante: incita al lector a abrazar la duda y a valorar la travesía de la investigación por encima del punto de llegada.
La prosa es fluida y directa, lo que convierte sus aproximadamente 150 páginas en una lectura veloz pero densa. King exhibe su maestría para tejer atmósferas: Maine, con su quietud y sus rutinas, emerge como un personaje silencioso, un escenario imbuido de nostalgia e incertidumbre. Los diálogos entre los periodistas experimentados y la becaria aportan frescura y vitalidad, sirviendo de nexo intergeneracional que ilustra la complementariedad entre la veteranía y la avidez de conocimiento.
Otro punto a favor es cómo Colorado Kid desafía las expectativas del lector habitual de King. Aquí no hay criaturas sobrenaturales ni amenazas terroríficas, sino un misterio terrenal, sencillo y desconcertante. Esta apuesta por la austeridad y el minimalismo narrativo subraya la versatilidad del autor y su habilidad para incursionar en otros géneros sin diluir su inconfundible voz literaria.
En conclusión, Colorado Kid es una novela que se goza por su rica atmósfera, su ritmo mesurado y su valentía estructural. Es un recordatorio de que la literatura no está obligada a proveer todas las respuestas, sino que puede invitarnos a reflexionar sobre las vastas áreas del desconocimiento. Una lectura corta, sugestiva y singular, que reafirma la capacidad de Stephen King para sorprender y mantenernos absortos en el silencio de lo que queda sin resolver.
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Published on November 17, 2025 07:46

November 11, 2025

LISTAS DE REPRODUCCIÓN

 A continuación tienes el acceso a las listas de reproducción de la música que me acompañó en el proceso de escritura de mis novelas y que pueden acompañarte a ti mientras las lees.

LA ROSA Y EL ABISMO

49 VUELTAS AL SOL


FUERA DE COBERTURA

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Published on November 11, 2025 11:14

October 31, 2025

REVIEW - THE SECRET OF THE WIND

BY NICK PACCINO

Nick Paccino’s The Secret of the Wind is a masterfully woven literary mystery-romance that spans continents and decades, unearthing long-buried family secrets with cinematic flair and emotional resonance. From the icy stillness of Sweden to the sun-drenched hills of Tuscany and the sleek modernity of Singapore, Paccino crafts a narrative that feels both intimate and expansive, threading disparate lives into a single, haunting tapestry.

The novel opens with what appear to be unrelated vignettes: Paul, a quiet man in Sweden, stumbles upon a cryptic plea for help scribbled on a forgotten piece of paper; Francesca and Roberto, young lovers in 1950s Tuscany, are torn apart by forces never fully explained; and Catherine Anderson, a powerful businesswoman in present-day Singapore, finds herself entangled in a mystery that threatens to unravel everything she thought she knew. These stories, each compelling in its own right, gradually converge in a way that feels both surprising and inevitable.

Paccino’s prose is elegant yet accessible, with a rhythm that propels the reader forward while allowing space for reflection. His pacing is impeccable—just when you think you’ve grasped the narrative’s direction, he introduces a twist that reconfigures your understanding. The transitions between timelines and locations are seamless, and the emotional stakes rise steadily, culminating in a finale that is both satisfying and emotional.

What truly elevates The Secret of the Wind is its characters. Paul’s quiet determination, Francesca’s aching vulnerability, Roberto’s youthful idealism, and Catherine’s daughter's steely resolve are rendered with depth and nuance. These are not archetypes but fully realized individuals whose choices ripple across generations. Even minor characters are given moments of grace and complexity, contributing to the novel’s rich emotional texture.

Thematically, the book explores the weight of silence, the fragility of memory, and the enduring power of love. Paccino is particularly adept at portraying how secrets—whether born of shame, protection, or misunderstanding—can shape lives in ways both tragic and redemptive. There’s a melancholic beauty to the idea that some truths, carried by the wind, may take decades to find their way home.

Stylistically, the novel balances literary sophistication with the brisk momentum of a thriller. Paccino’s background in visual storytelling is evident in his atmospheric descriptions and rhythmic dialogue. Each chapter feels like a movement in a symphony, building toward a crescendo that resonates long after the final page.

In short, The Secret of the Wind is a triumph of narrative architecture and emotional insight. It’s a book that invites you to chase whispers across time, to piece together fragments of forgotten lives, and to believe that even the most elusive truths can be found. For readers who crave stories that are both intellectually engaging and emotionally stirring, this novel is an unforgettable journey.

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Published on October 31, 2025 10:01

October 21, 2025

RESEÑA - EN AGOSTO NOS VEMOS


⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️  
La publicación póstuma de En agosto nos vemos es un regalo inesperado, una última caricia literaria del maestro Gabriel García Márquez. Aunque el propio autor dudó de su valor y pidió que fuera destruido, sus hijos decidieron compartirlo con el mundo, y qué fortuna que lo hicieron. Esta breve novela, escrita en la última etapa de su vida, conserva intacta la esencia de su genio: una prosa lírica, una mirada profunda al alma humana y una atmósfera que envuelve como brisa caribeña.
La historia sigue a Ana Magdalena Bach, una mujer de 46 años que, cada 16 de agosto, viaja sola a una isla para visitar la tumba de su madre. Este ritual anual, aparentemente sencillo, se convierte en el escenario de una transformación íntima. En uno de esos viajes, Ana rompe con la rutina y se entrega a una aventura amorosa que trastoca su mundo interior. Lo que podría parecer un gesto trivial se convierte en un acto de liberación, de redescubrimiento, de afirmación de la vida.
García Márquez despliega aquí su talento para capturar lo cotidiano con una belleza poética que trasciende. La descripción de los paisajes, los silencios del hotel, el calor del cementerio, todo está impregnado de una melancolía luminosa. La novela no busca el alarde narrativo ni la complejidad estructural; su fuerza reside en la sutileza, en los gestos mínimos que revelan mundos enteros. Es una obra sobre el deseo, la memoria, el paso del tiempo y la necesidad de reinventarse, incluso cuando la vida parece ya definida.
Sí, hay pequeñas inconsistencias, momentos donde la trama se diluye, pero eso no empaña la experiencia. Al contrario, le da una textura humana, como si leyéramos los últimos suspiros de un escritor que, incluso en la fragilidad, seguía creando belleza. En agosto nos vemos no es una obra menor: es un testimonio de resistencia creativa, una elegía íntima que nos recuerda por qué García Márquez sigue siendo uno de los grandes.
Leerla es como reencontrarse con una voz querida, como escuchar una canción que creíamos olvidada y que, de pronto, vuelve a emocionarnos. Un cierre digno, cálido y profundamente humano para una trayectoria literaria inolvidable.
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Published on October 21, 2025 15:12

EL DIENTE DE AJO REBELDE



Aunque en la escuela de idiomas nadie llevaba pantalones de lino, ni bebía infusiones de jengibre ni hablaba del “poder sanador de las vibraciones”, aterrizó un día Miss Linda, una profesora norteamericana con alma de Woodstock y un currículum que olía a incienso y crema de coco. Era un alma libre, de esas que creen que el ajo lo cura todo, incluso el desamor.

Una noche, la pobre mujer empezó a sentir un dolor terrible en el oído. Pero claro, ir al médico era mainstream, y Linda no iba a caer en eso. Así que, tras consultar un blog de medicina alternativa (seguramente redactado por alguien llamado “Sol del Alba”), decidió meterse un diente de ajo en el oído. 
“Natural antibiotic,” murmuró satisfecha, envolviéndose en su manta étnica antes de dormir.

Al amanecer, algo iba mal. No solo seguía sorda del oído izquierdo: el ajo había desaparecido en el interior. Ni rastro. Ni siquiera asomaba la puntita. Posiblemente, al haber dormido sobre ese oído el diente se había sumergido en su interior. Entró en pánico. Intentó extraerlo con unas pinzas de depilar, con un bastoncillo, incluso con una pajita de bambú, pero nada. El ajo se había declarado ciudadano en pleno derecho del pabellón auditivo.

Desesperada, se plantó en el Centro de Atención Primaria del barrio, vestida con un poncho de colores, sandalias y el pelo recogido con un lápiz. Se acercó al mostrador y dijo, con su mejor español:
—Buenos días, yo tengo... eh... garlic in ear.

La enfermera la miró con una sonrisa congelada.
—¿Perdón?

Linda repitió, más fuerte y con gestos:
¡GARLIC! ¡IN! ¡EAR! ¡Mucho dolor, a lot of pain!

La enfermera parpadeó.
—¿Dice usted que tiene un diente... de ajo... en el oído?

Linda, convencida de que nadie la entendía, comenzó a hablar en una mezcla de inglés, español y desesperación espiritual:
Yes, yes, garlic! ¡Diente espiritual! ¡Healing! Pero ahora stuck! ¡Muy stuck!

El médico de guardia, un hombre de mirada cansada que ya había atendido tres torceduras, dos resfriados y un caso de “energías cruzadas”, la hizo pasar.
—A ver, señora, ¿qué le pasa exactamente?

Linda se sentó, despeinada y sudando esencias naturales.
—Tengo... cómo se dice... ajo inside ear, no salir, no puedo sacar, please help.

El médico la observó sin entender una palabra, mientras ella señalaba su oído con desesperación.
—Tranquila, tranquila, ¿tiene usted dolor en la cabeza?

—¡NO! ¡AJO! ¡GARLIC! ¡IN MY EAR, DOCTOR!

El tono de Linda subía y subía, hasta que el médico empezó a sospechar que se trataba de una crisis nerviosa.
—Señorita, ¿ha tomado algo? ¿Algún medicamento?

¡ONLY LOVE AND GARLIC! —gritó ella, moviendo los brazos como si estuviera invocando a los espíritus del Mediterráneo.

El doctor, preocupado por su integridad física, pulsó un botón de su intercomunicador, pidiéndo que alguien de seguridad acudiese a su consulta. En cuestión de segundos apareció Ramírez, el guardia jurado del centro: un hombre corpulento con cara de haber visto demasiados lunes.
—¿Qué pasa aquí, doctor?

—Creo que la señora está... confundida —susurró el médico.

Linda, al ver entrar a un hombre uniformado, se alteró aún más.
—¡NO, NO! ¡I’M NOT CRAZY! ¡GARLIC! ¡GARLIC IN EAR! —berreó, señalándose el oído con tanta fuerza que casi se lo arranca.

—Tranquila, señora, vamos a salir un momentito —dijo Ramírez, mientras la conducía con cuidado fuera de la consulta.

¡NOOO! ¡EAR! ¡AJO! ¡ES NATURAL MEDICINE! —gritaba ella, mientras los pacientes en la sala de espera se santiguaban o contenían la risa. Una anciana susurró:
—Pobrecita, seguro que es del yoga.

Finalmente, en una sala aparte, una enfermera joven que hablaba inglés se sentó con ella.
—Okay, Linda, tell me slowly. What happened?

Linda, agotada y al borde del llanto:
—I had ear pain. I put garlic. Now garlic live inside me.

La enfermera la miró con una mezcla de compasión y contención heroica de la risa.
—Vale... tiene un diente de ajo metido en el oído. Perfecto. Lo vamos a sacar.

Diez minutos después, un médico con pinzas y una linterna profesional extrajo el diente rebelde. El ajo salió brillante, tibio y, según testigos, oliendo como un plato de espagueti al pesto.

Linda lloró de emoción.
—Thank you, thank you so much. I promise no more garlic.

La enfermera le respondió con una sonrisa amable:
—Por favor, la próxima vez, use gotas, no ensalada.

Y así fue como Miss Linda, la profesora hippie del centro, no acudió a la clase de la mañana. En la sala de profesores solo se oyó al directo diciendo, con su eterna calma zen:
—Bueno, chicos, hoy Linda no viene... tuvo un pequeño problema con... eh... un condimento.

Desde entonces, cada vez que alguien proponía un remedio natural, otro compañero o compañera añadía con sorna:
—Sí, pero sin ajo en el oído, ¿eh?

Y así quedó inmortalizada la anécdota de Miss Linda y el ajo atrapado, la única vez que un bulbo aromático logró más fama que una profesora de inglés.

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Published on October 21, 2025 06:56

October 8, 2025

LA HIERBA ERA MÁS VERDE Y LA LUZ MÁS BRILLANTE

Primera parte: El otoñoque no dolió del todo

La universidad no empezó como empiezan lossueños. No hubo fuegos artificiales ni promesas de futuro brillando en lafrente. Empezó con una pérdida. Con una ausencia que se instaló en el pechocomo una piedra tibia, que no quemaba, pero pesaba. Y con un amor que apenashabía nacido y ya se había ido, como esas flores que se abren antes de tiempo yse marchitan sin haber conocido la primavera.

Era otoño. Las hojas caían en el campuscomo si supieran que yo también me estaba deshojando. Caminaba por los pasillosde la facultad con la mirada baja, como si el suelo pudiera ofrecermerespuestas que el cielo me negaba. No esperaba nada. No quería nada. Peroentonces ocurrió lo que ocurre en las buenas historias: algo inesperado. No mehundí. No me encerré. No me convertí en sombra. Hice lo contrario. Me abrí. Merodeé de gente.

José fue el primero. Lo conocí en lasecretaría de la facultad, hablamos en catalán, aunque ninguno de los dosveníamos de familias catalanoparlantes. Después vinieron Rafa, con su buenhumor y su vozarrón, junto con Inma, la muchacha de grandes ojos verdes. Yluego les siguieron un trío inolvidable: Ana, Marta y Marga. Y muchos, muchosmás. Sonia, María Jesús, Belén, Laura, Nandi, Ismael, Félix, Cristian, Elisabeth, Guillem y un buen puñado de estudiantes del programa Erasmus... Un grupo que nose formó por azar, sino por necesidad. Nos necesitábamos. Y nos encontramos.

Éramos una constelación de afectos. Unenjambre de risas, apuntes, cafés y confidencias. Nos unimos como se unen losnáufragos: con urgencia, con ternura, con hambre de compañía. El intercambio deapuntes fue el primer ritual. Nos pasábamos hojas como quien pasa cartas deamor. Subrayados, esquemas, dibujos absurdos en los márgenes. Cada apunte erauna forma de decir: “Estoy contigo. No estás solo”.

La cafetería se convirtió en nuestrotemplo. Allí reíamos como si el mundo fuera un chiste privado. Las clasescompartidas eran más que clases: eran coreografías de miradas, susurros, notasjocosas y asignaciones en equipo. El cineclub nos enseñó que las películas no solose ven: se viven, se discuten, se lloran o son para reír juntos. Las fiestas enla residencia universitaria eran explosiones de música, miradas cómplices y abrazos. Recuerdo también aquellas otras fiestas de pijamas en casa de Sonia, para Navidades, en las que el buen humor nos tenía hasta bien entrada lamadrugada.

A veces estudiábamos juntos o en pequeñosgrupos. No por obligación, sino por complicidad. Nos sentábamos en círculo,rodeados de libros y apuntes. Si había silencio, este era dulce porque estaballeno de presencia. Hacíamos pausas en el césped del campus. Lo llamábamos“fotosíntesis”. Nos tumbábamos al sol como plantas humanas, dejando que la luznos curara las heridas invisibles y las inquietudes de aquella edad. A veces nohablábamos. A veces solo respirábamos juntos. Y eso bastaba.

Los cumpleaños eran celebraciones de laamistad. No importaba si había tarta o no. Lo importante era que estábamos ahí,que nos cantábamos los unos a los otros, que nos abrazábamos como si el tiempofuera un regalo. Salíamos por Barcelona como quien explora un mapa emocional.El parque de atracciones de Montjuïc fue escenario de risas que aún resuenan enmi memoria. Las comidas en restaurantes (a veces en parques) eran banquetes dehistorias, de anécdotas, de confesiones.

Todo eso ocurrió. Todo eso fue real. Y sinsaberlo, estaba viviendo mi época dorada.


Segunda parte: La órbitade los que se encuentran

Ella llegó tarde. No mucho. Apenas unosminutos. Pero fue suficiente para que el aire cambiara de densidad. Para que elmurmullo de la clase se volviera un telón de fondo y su figura, al cruzar lapuerta, se convirtiera en el centro de gravedad de mi universo.

No la conocía. O mejor dicho, no la habíamirado de verdad hasta ese instante. Era una compañera más, una silueta entremuchas, una voz que a veces respondía en clase. Pero aquel día, al verla entrarcon su melena rizada, la mirada gris-verdosa tras sus gafas, con la mochilacolgando de un hombro y la respiración agitada, algo se quebró en mí. O seencendió. O ambas cosas.

No fue fácil. No hubo flechazo niconfesiones inmediatas. Éramos satélites distantes. Coincidíamos a veces enclase, en la cantina, en los pasillos. Nos saludábamos con cortesía, con esamezcla de timidez y protocolo que tienen los jóvenes cuando aún no saben siestán autorizados a desear. Pero nuestras órbitas, en lugar de alejarse,empezaron a acercarse. Lentamente. Como si el universo tuviera un plan quenosotros aún no comprendíamos.

Todo empezó con los apuntes, seguido decortas conversaciones en los pasillos de la facultad. Luego vinieron los cafésen la cantina. Al principio eran casuales, compartidos con otros compañeros.Pero poco a poco se volvieron nuestros. Íntimos. Silenciosos. Llenos de miradasque decían más que las palabras.

Las llamadas de teléfono fueron elsiguiente paso. Interminables. No hablábamos de nada y hablábamos de todo. Delos profesores, de los exámenes, de nuestras familias, de nuestros miedos. Aveces nos quedábamos en silencio, escuchando la respiración del otro al otrolado de la línea. Y ese silencio era más elocuente que cualquier discurso.

Lo que nos unió no fue la pasióninmediata, ni la urgencia del deseo. Fue algo más profundo. Un hambre de serquien uno es sin tener que fingir nada. Con ella, no necesitaba parecer másinteligente ni más divertido. Podía ser yo. Con mis dudas, mis heridas, missueños torpes. Y ella también se mostraba sin disfraces. Nos desnudábamosemocionalmente, sin prisa, sin miedo.

Una tarde de otoño quedamos para pasearpor Barcelona. Una ciudad cansada de lluvia y de borrasca durante toda unasemana, pero el sol brilló para nosotros. Después del primer beso, supe quealgo había cambiado. Que ya no éramos satélites. Que nuestras órbitas se habíanfundido en una sola.

No todo fue fácil. Tuvimos dudas,silencios, momentos de distancia. Pero siempre volvíamos. Como si hubiera unhilo invisible que nos ataba, que nos llamaba, que nos recordaba que juntoséramos más que dos. Éramos un hogar en construcción.

Y ese hogar, con el tiempo, se volvióreal. Casi treinta años después, todavía seguimos juntos. Hemos formado unafamilia. Hemos construido una vida con los ladrillos de aquellos díasuniversitarios. Con los apuntes compartidos, los cafés, las llamadas, lasrisas, los silencios. Con la certeza de que el amor no siempre llega como unrelámpago. A veces llega como una lluvia suave que empapa sin que uno se décuenta.

Ella sigue siendo la misma. Y yo también.Cambiados, sí. Madurados. Pero en el fondo, seguimos siendo aquellos dosestudiantes que se encontraron sin buscarse. Que se eligieron sin saberlo. Quese amaron sin promesas, pero con una fidelidad que ha resistido al tiempo.

Tercera parte: Unpatrimonio

La vida, con su ritmo implacable, nosempuja hacia adelante. Nos llena de responsabilidades, de horarios, decompromisos que a veces parecen no dejar espacio para el recuerdo. Pero haycosas que no se desgastan con el tiempo. Hay vínculos que, aunque se enfríen enla superficie, siguen ardiendo en lo profundo. Así son las amistadesverdaderas. Así es el amor que nace en los días inciertos y se fortalece en losaños compartidos.

Mis amigos de la facultad fueron más quecompañeros de clase. Fueron abrigo en los días fríos, brújula en los momentosde confusión, espejo en el que pude reconocerme sin miedo. En aquella etapa enla que todo parecía tambalearse —la tristeza por una pérdida, el amor que nofue, la incertidumbre del futuro— ellos fueron mi patrimonio emocional. Memantuvieron a salvo. No permitieron que naufragara. Me sostuvieron con risas,con presencia, con gestos pequeños que, vistos desde hoy, fueron enormes.

Nos unió la juventud, sí, pero también lanecesidad de pertenecer. De encontrar en el otro un refugio. Compartimosapuntes, sí, pero también secretos. Celebramos cumpleaños, pero tambiénderrotas. Hicimos “fotosíntesis” en el césped, pero también cultivamos raícesinvisibles que aún hoy nos conectan. Cada salida por Barcelona, cada noche enla residencia universitaria y cada café en la cantina, fueron una piedra más en el puenteque nos unió.

Hoy, la llama es menos viva. El contactoes esporádico. Las responsabilidades familiares y laborales han tejido una redque nos mantiene ocupados, a veces distantes. Pero el vínculo no se ha roto. Nopuede romperse. Porque está hecho de algo más fuerte que el tiempo: está hechode memoria compartida, de afecto sincero, de complicidad que no necesitapalabras.

Cada vez que pienso en lo que tuvimos, lomantengo. Cada vez que uno de ellos aparece en una foto antigua, en una canciónque escuchábamos, en una frase que solíamos repetir, algo se enciende. Y séque, en algún rincón de su vida, también ocurre lo mismo. Somos parte delpaisaje emocional del otro. Y eso no se pierde.

El amor, por su parte, ha sido el hilo queha cosido todos estos años. Nació en la facultad, tímido, incierto, y se volvióhogar. Con ella, con aquella compañera que llegó tarde y me quitó el aliento,he construido una vida. Y cada día, al mirarla,recuerdo que el amor verdadero no es el que arde sin pausa, sino el que sabemantenerse encendido incluso en la rutina y continuará en el tiempo, a través de nuestros hijos.

Cuando pienso en todo aquello —las risasen la cantina, las tardes de fotosíntesis, los apuntes compartidos, el amor quellegó tarde, pero se quedó para siempre— no puedo evitar que suene en mimemoria High Hopes de Pink Floyd. Aquella canción que parecíaescrita para nosotros, para esa época dorada en la que “the grass was greener,the light was brighter”. Porque así fue: el césped del campus era más verde, laluz en nuestros rostros más brillante, y el futuro parecía una promesainfinita. Hoy, aunque la llama de la amistad arde con menos fuerza y el amor haaprendido a habitar la rutina, sé que todo lo vivido permanece. Como en lacanción, “the endless river” sigue fluyendo, y cada vez que cerramos los ojos yrecordamos, volvemos a caminar por aquel sendero de altos sueños, sabiendo quelo mejor no fue lo que soñamos, sino lo que supimos construir juntos.

Las amistades y el amorson el verdadero patrimonio de nuestras vidas. No cotizan en bolsa, no seexhiben en vitrinas, pero son lo que nos sostiene cuando todo lo demás setambalea. Y aunque el tiempo pase, aunque la llama se vuelva tenue, basta unachispa de recuerdo para saber que siguen ahí. Vivos. Nuestros. Eternos.


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Published on October 08, 2025 00:47

October 7, 2025

RESEÑA - PESADILLAS REALES

 DE JAVIER ALONSO FRAILE

En Pesadillas reales, Javier Alonso Fraile nos sumerge en una historia intensa y envolvente que transita con soltura entre lo tangible y lo inexplicable. La novela sigue a dos jóvenes cuyas vidas, marcadas por la adversidad, se entrelazan en un encuentro que cambiará su destino. Lo que comienza como una amistad forjada en la necesidad, pronto se convierte en una travesía cargada de peligros, emociones extremas y fenómenos que desafían la lógica.

La narración se despliega con un ritmo ágil, casi cinematográfico, que mantiene al lector en vilo. Cada capítulo abre nuevas puertas a lo desconocido, y la tensión se dosifica con precisión para que la lectura nunca pierda fuerza. El autor juega con los límites de la percepción, haciendo que los sueños y las pesadillas se filtren en la realidad de los protagonistas, especialmente en la de Antonio, cuya lucha interna se convierte en el eje emocional de la trama.

Uno de los grandes aciertos de la novela es su capacidad para combinar acción trepidante con una atmósfera inquietante. La presencia de elementos paranormales no solo añade misterio, sino que también profundiza en los miedos y deseos de los personajes. La historia no se limita a entretener: plantea preguntas sobre la identidad, la supervivencia y la fragilidad de la mente cuando se enfrenta a lo inexplicable.

La construcción de los personajes es otro punto fuerte. No son héroes convencionales, sino jóvenes vulnerables que deben enfrentarse a una banda criminal, a sus propios traumas y a una realidad que se descompone. Sus reacciones, sus decisiones y sus vínculos están narrados con una sensibilidad que permite empatizar con ellos, incluso cuando sus actos rozan lo irracional.

La novela destaca por su capacidad de mantener al lector en un estado de alerta constante. Cada giro, cada revelación, cada escena onírica añade capas a una historia que nunca se acomoda. Es una lectura que se devora con ansia, pero que deja huella por su complejidad emocional y su atmósfera envolvente.

En definitiva, Pesadillas reales es una propuesta valiente y absorbente, ideal para quienes disfrutan de las narrativas que desafían la lógica y exploran los rincones más oscuros de la mente humana. Una novela que no solo se lee, sino que se vive.

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Published on October 07, 2025 08:23

49 VUELTAS AL SOL


Septiembre de 1988. Pol Ferrer, un joven apasionado por la lectura y la escritura, inicia su etapa de instituto, ignorando que se embarca en un viaje emocional de la mano de una enigmática compañera de clase que cambiará su vida por completo. Sin embargo, Erika no será su única guía en el camino de la vida, pues Pol también se cruzará con Sara, una tímida muchacha que le mostrará cómo capturar la belleza en el tiempo, y años después con Cristina, una extraordinaria y evasiva mujer que lo seducirá con su música.

Con una narrativa que entrelaza momentos de alegría y tristeza, 49 vueltas al sol es una reflexión profunda sobre el amor en sus múltiples formas. Nos invita a valorar esos lazos que, a pesar de las adversidades, permanecen firmes y nos transforman. 

Esta novela nos recuerda que el amor verdadero no solo perdura, sino que también evoluciona, enriqueciendo nuestras vidas de maneras inesperadas.

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Published on October 07, 2025 00:56

October 5, 2025

RESEÑA - UN CHOCOLATE CON SABOR A NUBES

DE BELÉN FRANCO

Un chocolate con sabor a nubes es una deliciosa novela que combina romance, misterio histórico y una mirada íntima a los primeros amores. Belén Franco nos regala una historia envolvente, narrada con una prosa clara y fluida que atrapa desde la primera página y nos transporta a la mágica ciudad de Carcassonne, donde la protagonista, Elisa, inicia una nueva etapa de su vida.
Elisa, una joven española que viaja a Francia para aprender el idioma, se convierte en el eje de un triángulo amoroso que late con intensidad y ternura. Por un lado, está Gabriel, el chico rockero y espontáneo que despierta en ella una conexión inesperada. Por otro, Julien, misterioso y encantador, cuya historia personal está entrelazada con secretos del pasado. La autora construye este triángulo con sensibilidad, sin caer en clichés, y logra que cada relación tenga su propio ritmo y profundidad emocional.
Uno de los grandes aciertos de la novela es cómo Franco aborda la experiencia del extranjero. Elisa no solo se enfrenta a un idioma nuevo, sino también a una cultura distinta, a la soledad y al descubrimiento personal. Su mirada sobre Carcassonne, con sus calles medievales y su atmósfera cargada de historia, se convierte en un reflejo de su propio proceso de transformación.
El componente histórico añade una capa fascinante a la trama: el misterio de los cátaros y unas cartas desaparecidas que Julien encuentra, abren la puerta a una investigación que mezcla traiciones, secretos y revelaciones. Este hilo narrativo se entrelaza con el romance de forma orgánica, sin restarle protagonismo a las emociones juveniles, sino potenciándolas.
Franco demuestra una gran habilidad para retratar la complejidad de las primeras relaciones: los celos, las dudas, la intensidad de los sentimientos y la vulnerabilidad que conllevan. Las escenas románticas están escritas con una ternura que conmueve, sin caer en lo empalagoso, y con una autenticidad que hace que el lector se identifique fácilmente con los personajes.
En definitiva, Un chocolate con sabor a nubes es una novela que lo tiene todo: amor, misterio, crecimiento personal.
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Published on October 05, 2025 12:34