Will Canduri's Blog

May 25, 2022

Venezuela

¿Quién despedirá al pasado y lo liberará de sus eternas angustias?
¿Quién conseguirá las respuestas confinadas por tu encanto?
El destino nos marcó desde el principio,
cuando no teníamos más que lágrimas para compartir.
Como en etéreas zancadas de hielo,
nuestras manos se cansaron de observarse
distanciadas.
Separadas por tumultos atormentados
que arrodillaron al tenaz fuego de la libertad.

Somos errantes, sin buscarlo,
de los anárquicos impulsos de la insistencia,
que aún se mantienen
enclaustrados,
en el llanto de los que todavía no se despiden.

Desterrados por la nostalgia.
La aliada vagabunda que navega imperturbable,
sobre el caudal de verdura de Andrés Eloy
y que solo voltea,
para recrear mundos inexistentes
y que flotan,
sobre aguas distintas.

Albergamos al silencio congelado
en los témpanos de la esperanza;
tan vital como el agua,
tan transparente como las ganas de pisarte,
tan sólida,
como la armadura del sufrimiento
tan fría,
como la realidad que aún nos persigue.

No emigramos de tus brazos,
porque tú te desprendiste de lo que conocimos de ti,
y esa verdad nos hizo errantes.
Miserables esqueletos con pequeñas victorias
que vagan en claros y oscuros,
fingiendo ser felices
en blancos y negros.

Caminamos absortos,
por la inercia de un suelo prestado
que nos deja mirar hacia arriba
para reclamarle al cielo,
las siete estrellas perdidas en el azul profundo
de las impotencias infinitas.

Seguiremos buscando letras no escritas
desde las pálidas arcas del sentimiento.
Para escribir añoranzas sobre el aserrín de tus calles.
Las necesitamos,
para remendar la ausencia del arcoíris de hierro
que aún vive sobre tu lago.
O para entonar estrofas de inmensidad
que cabalguen a través de tus llanuras,
que no se apagan.
O para que acudan al llamado de los tepuyes
y los adornen,
con acarameladas guirnaldas de poesía infinita.

Seguiremos buscando sonrisas
aún no dibujadas,
ante el contundente paso del tiempo,
sin olvidarnos de tus domingos por la mañana,
ni de tu adorable rebeldía,
ni de tu soledad,
ni de la nuestra.
De nuestra parte, no habrá despedida.
Al menos no esa despedida
de sueños castrados por el desparpajo de la ignorancia,
que hoy se impone,
ante el dolor de los abrazos ausentes.
Ni por la fragilidad de las almas,
que solo pretenden esquivar incómodos suspiros
sembrados a los pies
de Araguaneyes con brillos desmesurados.

Ni de esas voces, trasnochadas,
que empañan de crueldad las tardes lluviosas de la tierra santa,
tímidas al paso de nuestros pies descalzos,
incesantes ante el mar profundo
que hoy yace arropado a nuestra espalda,
justo al frente de las costas infinitas,
que insisten en levantar papagayos de mil colores
para recordarnos que no están muertas.

¿Quién despedirá al pasado?
¿Quién lo liberará de sus eternas angustias?
Solo las espinas en los ojos de los que ahuyentan nuestro cansancio
y lo desgarran en tormentosas capas de agonía,
para desbordar el sentimiento de un errante al filo de su patria.

Y solo así, al lado del caballo blanco
o del caballo viejo,
renacerán los gritos de brío
para despedir al pasado y soltarlo,
de las amargas cadenas que aprisionan
a nuestra verdadera despedida.
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Published on May 25, 2022 07:41

Venezuela

¿Quién despedirá al pasado y lo liberará de sus eternas angustias?
¿Quién conseguirá las respuestas confinadas por tu encanto?
El destino nos marcó desde el principio,
cuando no teníamos más que lágrimas para compartir.
Como en etéreas zancadas de hielo,
nuestras manos se cansaron de observarse
distanciadas.
Separadas por tumultos atormentados
que arrodillaron al tenaz fuego de la libertad.

Somos errantes, sin buscarlo,
de los anárquicos impulsos de la insistencia,
que aún se mantienen
enclaustrados,
en el llanto de los que todavía no se despiden.

Desterrados por la nostalgia.
La aliada vagabunda que navega imperturbable,
sobre el caudal de verdura de Andrés Eloy
y que solo voltea,
para recrear mundos inexistentes
y que flotan,
sobre aguas distintas.

Albergamos al silencio congelado
en los témpanos de la esperanza;
tan vital como el agua,
tan transparente como las ganas de pisarte,
tan sólida,
como la armadura del sufrimiento
tan fría,
como la realidad que aún nos persigue.

No emigramos de tus brazos,
porque tú te desprendiste de lo que conocimos de ti,
y esa verdad nos hizo errantes.
Miserables esqueletos con pequeñas victorias
que vagan en claros y oscuros,
fingiendo ser felices
en blancos y negros.

Caminamos absortos,
por la inercia de un suelo prestado
que nos deja mirar hacia arriba
para reclamarle al cielo,
las siete estrellas perdidas en el azul profundo
de las impotencias infinitas.

Seguiremos buscando letras no escritas
desde las pálidas arcas del sentimiento.
Para escribir añoranzas sobre el aserrín de tus calles.
Las necesitamos,
para remendar la ausencia del arcoíris de hierro
que aún vive sobre tu lago.
O para entonar estrofas de inmensidad
que cabalguen a través de tus llanuras,
que no se apagan.
O para que acudan al llamado de los tepuyes
y los adornen,
con acarameladas guirnaldas de poesía infinita.

Seguiremos buscando sonrisas
aún no dibujadas,
ante el contundente paso del tiempo,
sin olvidarnos de tus domingos por la mañana,
ni de tu adorable rebeldía,
ni de tu soledad,
ni de la nuestra.
De nuestra parte, no habrá despedida.
Al menos no esa despedida
de sueños castrados por el desparpajo de la ignorancia,
que hoy se impone,
ante el dolor de los abrazos ausentes.
Ni por la fragilidad de las almas,
que solo pretenden esquivar incómodos suspiros
sembrados a los pies
de Araguaneyes con brillos desmesurados.

Ni de esas voces, trasnochadas,
que empañan de crueldad las tardes lluviosas de la tierra santa,
tímidas al paso de nuestros pies descalzos,
incesantes ante el mar profundo
que hoy yace arropado a nuestra espalda,
justo al frente de las costas infinitas,
que insisten en levantar papagayos de mil colores
para recordarnos que no están muertas.

¿Quién despedirá al pasado?
¿Quién lo liberará de sus eternas angustias?
Solo las espinas en los ojos de los que ahuyentan nuestro cansancio
y lo desgarran en tormentosas capas de agonía,
para desbordar el sentimiento de un errante al filo de su patria.

Y solo así, al lado del caballo blanco
o del caballo viejo,
renacerán los gritos de brío
para despedir al pasado y soltarlo,
de las amargas cadenas que aprisionan
a nuestra verdadera despedida.
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Published on May 25, 2022 07:41