Jaume Valor's Blog
August 7, 2015
Sobre cierto tipo de crítica
Estos días de calor estoy disfrutando “El último deseo” de Andrzej Sapkowsky. Aunque no acostumbro a leer los piropos que los editores ponen en las solapas, esta vez lo he hecho y me ha parecido que valía la pena comentar una de las críticas. Y que conste que es una positiva.
El crítico anónimo de “Nowa Fantastyka” aporta un comentario de cuatro líneas que se puede dividir en dos partes. La primera dice:
“La obra de Andrzej Sapkowsky está destinada al gran público; es, por tanto, literatura popular.”
Detengámonos en esta conocida pareja de sustantivo y adjetivo: “literatura popular”. ¿Es eso bueno o malo? ¿Popular porque tiene éxito y, por lo tanto, merece el estigma de “comercial”? ¿Popular porque no pertenece a la alta cultura? ¿Popular como sinónimo de arte oficial? (no olvidemos que Polonia acababa de salir de la dictadura militar cuando se publicó este libro, en 1993)
El crítico nos lo aclara en la segunda mitad de la reseña:
“Sin embargo, su estilo tiene que ver con los juegos del postmodernismo: el juego con el pasado, el juego con el lenguaje, el juego con el lector.”
¡Ah, ese “sin embargo”! Se refería pues a la segunda posibilidad: popular en tanto que perteneciente a una cultura de segunda clase. “Sin embargo”, puede adscribirse (o a él se lo parece) a una corriente de pensamiento con pedigrí (en este caso el postmodernismo). ¡Estamos salvados! Ya podemos leer a Sapkowski sin tener que justificarnos: ¡es postmoderno! ¡juega con el pasado, el tiempo y el lector! (a diferencia de los libros no-postmodernos, según se deduce).
No es necesario mencionar la originalidad de la historia, la agilidad de la trama, la magistral voz de los personajes…
Y, ante todo, no mencionemos que lo leemos por placer.
July 16, 2015
He terminado con las estrellitas de Goodreads
December 8, 2014
MIRcon / XXXII Hispacon
Ha sido un honor clausurar el XXXII Hispacon / MIRCON con mi ponencia “La representación del entorno en las distopías cinematográficas”. Anima ver la sala llena pese a ser el último ponente y ser la hora de comer. Ha sido un placer poder conocer a autores de talla internacional y escuchar en primicia que Fantascy (Penguin Random House) pondrá a la venta mi novela “La República Pneumática” el próximo 12 de febrero. Podéis ver aquí la filmación del anuncio (a partir del minuto 2) que hicimos Ricard Ruiz Garzón y yo mismo, dentro de la crónica del congreso publicada en el fantástico bloc “El rincón de Koreander” Muchas gracias a los organizadores por su tremendo esfuerzo.
November 17, 2014
Ponencia de J. Valor Montero en el MIRcon
El proximo dia 8 de diciembre, dentro del marco del MIRcon 2014 (XXXII HispaCon) que se celebrará en Montcada i Reixac, presentaré la ponencia “La representación del entorno en las distopías cinematográficas” junto al arquitecto Jaume Valor. Como el título indica, os hablaremos del tipo de entorno en el que discurren las películas distópicas; de qué arquitectura, ciudad, paisaje y objetos muestran; de cómo ha evolucionado ese entorno a lo largo de la historia del cine desde Metrópolis (1926) hasta las actuales distopías juveniles. Podéis ver en el siguiente link el programa completo de la MIRcon.
November 10, 2014
¿Osan llamarme realista?
Los aficionados a la literatura fantástica nos quejamos a menudo del desprecio de algunos lectores de las llamadas –por ellos mismos– «obras serias». Aclaro que entiendo el género fantástico en el sentido que le da Ricard Ruiz Garzón: toda narrativa de ficción en que aparecen seres, lugares, objetos o fenómenos inexistentes. Esta definición es tan amplia que corremos a excluir las narraciones mitológicas –porque las culturas que las han inventado las tienen por reales–… para dejar el género en un par de siglos de existencia.
Y tantas novelas se han escrito en esos doscientos años, que cuesta creer que la literatura fantástica sea aún prejuzgada como un género menor, como si no hubiera suficientes autores «con mayúsculas» ni un porcentaje de obras de calidad equivalente al global de los libros publicados.
Tampoco deja de sorprender la separación radical entre fantasía y realismo que hacen muchos lectores, críticos y teóricos. ¿Acaso las novelas realistas se leen de distinta forma que las fantásticas? ¿No transcurren en un mundo y con unos personajes imaginados? ¿No son historias inventadas? Ningún autor vivo experimentó personalmente la Guerra Civil española, y eso no impide que cada año se publique un montón de novelas «realistas» sobre esa época… Quizá esos autores dispongan de una máquina del tiempo para documentarse; y de telepatía para entrar en la mente de los demás y leer los sentimientos… Pero eso sería género fantástico: ¡pecado! ¡blasfemia! ¡caca!
Creo que los prejuicios en contra de la fantasía se basan en manipulaciones que los teóricos y críticos «de bien» hacen, probablemente, sin mala intención, pero que son dignas de aquellas ideas de Goebbels sobre la propaganda que los políticos más obtusos de hoy se acusan unos a otros de haber leído. Las resumo en tres sencillos pasos:
Sacamos de la literatura fantástica todos aquellos ejemplos de calidad indiscutible (Borges, Carroll, Calvino, Cortázar, García Márquez, Calders, Orwell …) y, si es necesario, nos inventamos una etiqueta nueva («lo fantástico», «realismo mágico»… ).
Juzgamos el género por sus peores obras (dragonadas, Space Opera de saldo, zombis fotocopiados…).
Juzgamos al público del género por la franja más ignorante del fandom, que se traga lo que sea mientras encuentre los lugares comunes que espera (vampiros adolescentes, héroes de encefalograma plano…).
Como todos los prejuicios, éstos también tienen efectos secundarios. Los más destacables son que la gente seria, desde los lectores a los críticos pasando por las universidades, evitan hablar en público del género, aunque cada vez haya más excepciones. Ello provoca que la literatura fantástica pase desapercibida en los medios de mayor difusión, pero también que alimente circuitos paralelos cada vez más vitales y rigurosos. Y aquí cabe mencionar la actividad frenética que desarrollan librerías como la inmensa Gigamesh de Barcelona, editoriales como el sello Fantascy del gigante Penguin-Random House o tantos blogs bien escritos que es imposible mencionarlos aquí sin olvidarse de alguno.
Así, aunque la cultura oficial la ignore la literatura fantástica se ha convertido, como dijo Alejo Cuervo, en «el realismo del siglo XXI», una manera de entender (a través de la imaginación) las transformaciones aceleradas de la sociedad y la tecnología que, de otra manera, no llegarían a tomar forma en nuestro imaginario.
Termino con un vídeo (en inglés) y un texto sobre los prejuicios acerca de los lectores de literatura fantástica con que empezaba: la respuesta que el actor Wil Wheaton (Star Trek) da a una niña que le pregunta si de pequeño le llamaban «nerd»
y un fragmento de la conferencia de 2004 «Género: una palabra que sólo satisface los perezosos» de la escritora Ursula K. LeGuin («Un mago de Terramar», «La mano izquierda de la oscuridad»), traducida en la revista Gigamesh 44 por Carlos Gardini, que da nombre a esta entrada en el blog y que hay que leer hasta el final:
«”¿Osan llamarme realista? (…) Las novelas realistas son para personas perezosas e incultas cuya imaginación atrofiada sólo les permite apreciar las temáticas más limitadas y convencionales. El realismo es un genero trillado, propio de escritorzuelos sin imaginación cuyo único recurso es la mímesis. Si sintieran el mínimo respeto por sí mismos, se limitarían a escribir memorias, pero les da pereza tener que verificar los datos. Yo nunca leo ficción realista, pero mis hijos siguen trayendo a casa esas estúpidas novelas realistas y siempre están hablando de ellas, confirmándome que es un género corto de miras, totalmente centrado en una especie, increíblemente ceñido a una cultura, plagado de clichés gastados y situaciones adocenadas: la búsqueda del padre, el ataque contra la madre, la lujuria obsesiva, los sentimientos de culpa burgueses, etcétera, etcétera. Ideal para guionistas de películas de consumo masivo. Con sus medios anticuados y su temática limitada, el realismo es incapaz de plasmar toda la complejidad de la experiencia contemporánea.”
¿Alguien sería capaz de creerse semejante chorrada? Hay algo de verdad en ella, pero sigue siendo una chorrada. Cualquier juicio literario que dictamine algo sobre un género es una chorrada. Cualquier juicio que dictamine que una categoría literaria es inherentemente superior o inferior es una chorrada.
No se puede juzgar un libro por su cubierta ni por su etiqueta. Sólo se puede juzgar un libro leyéndolo.
Hay muchos libros malos. No existen los géneros malos.»
July 14, 2014
Visiones 2012 en Lektu
“Visiones 2012“ en e-book gratuito con pago social (twitter o facebook) en Lektu. Contiene mi relato “Mantenimiento“. Editado por la Asociación Española de Fantasía Ciència Ficción y Terror y seleccionado por losVerdhugos.
December 2, 2013
Publicado “Mantenimiento” de J. Valor Montero
Acaba de llegar a las librerías la antología “Visiones 2012″ convocada por la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror. La 20 edición de este concurso incluye mi relato “Mantenimiento”. Gracias a los seleccionadores y a los organizadores por su iniciativa Visiones 2012. Ed. AEFCFT, Madrid 2013. ISBN 978-84-923366-5-4
November 11, 2013
Universo Star Wars
Sorprende que que 36 años después de su estreno, el universo de Star Wars siga inspirando a diseñadores de todo el mundo. La antigua sabiduría de los maestros jedi, la maldad del imperio, la valentía de la rebelión contra el totalitarismo, la atracción del lado oscuro, la simpatía de robots y contrabandistas… y la contínua reinterpretación de su iconografía que podéis ver en esta carpeta de Pinterest. Así que nos hemos preguntado qué es lo que hace que la fuerza de sus imágenes perdure a lo largo de las décadas.
Star Wars tuvo el acierto de juntar en una misma historia varias tradiciones: desde la iniciación de un monje-guerrero oriental hasta el combate aéreo de la Segunda Guerra Mundial. Tampoco faltan la escena del Saloon del Western, la princesa cautiva, el granjero escogido como liberador por el destino, el pirata simpático, la represión militarista, los pueblos nómadas del desierto…
Pero, ¿cómo consiguió George Lucas dar unidad a esa mezcla? La respuesta es: “Los doce pasos del camino del héroe”, una interpretación de los sesudos estudios de Joseph Campbell sobre las invariantes en las mitologías de distintas culturas. Así, los personajes (algunos de ellos dobles: R2D2-C3PO, Han Solo-Chewakka) son típicos de las distintas etapas de esas tramas (la ruptura del mundo ordinario, la llamada al héroe y su rechazo inicial, el mentor, el objeto de poder, el guardián del umbral al mundo extraordinario, la ayuda sobrenatural y el objeto de poder, el enfrentamiento con el caballero seducido por el mal…) y vienen reforzados por otro aspecto que también contribuye a dar unidad al conjunto: la música de John Williams, que incorpora temas fácilmente reconocibles para los personajes y situaciones centrales, apoyando la narración.
Desde el punto de viaja estético, la definición de cada una de esas tramas-tipo juega un papel fundamental en la historia: los oscuros uniformes nazis del imperio contra las ropas claras y humildes de los jedi, las naves grises de aristas afiladas imperiales contra las blancas y redondeadas de la rebelión… Todos esos aspectos contribuyeron a hacer de Star Wars una producción única y pionera (sin hablar de las innovaciones tecnológicas en efectos especiales que desarrollaron para poder realizar la película), y ellos explican también su enorme influencia hasta el día de hoy.
Aunque se ha escrito muchísimo al respecto, nos despedimos recomendando un volumen que recoge aspectos de la gestación del proyecto que no se habían publicado hasta el momento: “The making of Star Wars” de J.W. Rinzler Ballantine Books, NY 2007.
Feliz lectura y que la fuerza os acompañe.
June 10, 2013
Tres características de la ciencia ficción (II)
Apuntado en un post anterior qué entendemos por verosimilitud en el anterior post, pasamos ahora a las otras dos características: la intuición y la síntesis. Por intuición nos referimos a la transmisión, a través de los sentimientos, de los conceptos que caracterizan la ciencia ficción (la novedad, el extrañamiento o el sentido de la maravilla mencionados, entre otros, por Darko Suvin recientemente reseñado en el interesantísimo blog fata libelli). Para que el receptor se sumerja en la historia, es necesario que no sea consciente del montaje, los efectos especiales, la fotografía o la banda sonora -en el caso del cine-, o las metáforas, analepsis o acotaciones en los diálogos -en el caso de la literatura- que no son sino los ladrillos con que se construye la narración.
Se trata de que el espectador o el lector “experimente” un viaje en la lanzadera que une la Tierra con la estación de tránsito hacia la Luna; que “viva” el lento paso del tiempo en el viaje a Júpiter; que “crea” que una Inteligencia Artificial puede desarrollar un comportamiento psicótico si se la somete a una contradicción extrema…
Finalmente, las narraciones de ciencia ficción son sintéticas. En parte porque están limitadas a los minutos que dura la película o las páginas que ocupa el relato, pero sobre todo, porque muestran sólo lo que tiene una función en la trama. Los mejores ejemplos son los decorados o “sets” que sólo representan lo que será mostrado en la pantalla, y las elipsis o fragmentos de la historia que se obvian en la trama.
Esto no quiere decir que una buena obra de ciencia ficción sólo haya reflexionado sobre lo que muestra: lo que vemos o leemos es como la punta de un iceberg, la mayor parte del cual está sumergida. En este sentido, un buen autor de ciencia ficción muestra sólo una pequeña parte del mundo que ha construido, dejando que sea el espectador o lector quien deduzca la existencia del resto, dando así profundidad y credibilidad en el mundo imaginario que ha construido.
En este sentido, la idea de verosimilitud con que comenzábamos esta serie de posts radica en pequeños detalles directamente relacionados con un mundo del que sólo se nos muestra un pequeño fragmento: en “2001”, es el caso de las explosiones en el espacio sin llamas ni ruido, o el uniforme de la azafata y la comida de los pasajeros en una lanzadera orbital presentada como una línea regular de la desaparecida compañía Panam, por ejemplo.
En próximas entradas trataremos de desarrollar estos tres conceptos con ejemplos concretos de las obras de ciencia ficción que más nos han gustado.
Tres características de la ciencia ficción (I)
El pasado 2 de abril se cumplieron 45 años del estreno de “2001: A Space Odyssey” (Stanley Kubrick, 1968).
Pocas películas de ciencia ficción han cuidado tanto la verosimilitud de sus escenarios, por ejemplo, los fenómenos físicos fuera de la atmósfera. En “2001” no vemos llamaradas (no hay oxígeno para quemar) ni explosiones ensordecedoras (no hay un medio que transmita las ondas del sonido); sin atmósfera, la luz es terriblemente cruda (no hay penumbra) y las naves no necesitan formas aerodinámicas. Y sin gravedad, la azafata de la lanzadera lunar puede caminar por las paredes (ayudada por unas zapatillas con suela de velcro), y el astronauta que se dirige hacia Júpiter con sus compañeros hibernados puede hacer footing por el interior de la cabina esférica, la cual gira sobre sí misma para simular la gravedad mediante la fuerza centrífuga.
Todo esto y mucho más pudieron ver en 1968 un buen número de espectadores alucinados, un año antes de la primera misión tripulada a la Luna, gracias al perfeccionismo obsesivo del director Stanley Kubrick, que partía de un primer guión escrito por Arthur C. Clarke (científico de profesión, además de gran escritor de ciencia ficción) y había conseguido el asesoramiento de técnicos del programa Apolo de la NASA.
Aprovecharemos este aniversario para hablar de algunas de las características de las (buenas) películas y novelas de ciencia ficción que, además de verosímiles, suelen ser intuitivas y sintéticas.
Podríamos decir que estas tres características son comunes a todo el cine y la literatura, no sólo al género, pues se trata de que los espectadores y lectores acepten las narraciones que se les ofrecen como si fueran la misma “realidad” (una palabra que, como dijo Vladimir Nabokov, “no tiene sentido si no va entre comillas”).
En la próxima entrada nos centraremos en su aplicación a las obras de ciencia ficción.



