El México que perdemos

Una investigación del equipo de Aristegui Noticias descubre que el 29% de la tesis de licenciatura del presidente de México es un plagio, o dicho de manera simplista, utilizó textos escritos por otras personas para hacerlos pasar como propios. La vocería de la Presidencia desdeñó la nota al cuestionar su interés periodístico por tratarse de un hecho ocurrido hace 25 años y por ser “errores de estilo”. Aunque como autor y creador de contenidos mi visión sobre el plagio es siempre condenatoria, no es lo que me interesa del asunto.


Ante este hecho lo que más me sorprendió fue la respuesta inmediata de mucha gente que sigo en Twitter, cosa lamentable pues de alguna forma al decidir seguir a tal o cual persona, es por algún tipo de afinidad o simpatía, y descubrir las bases de su opinión al respecto simplemente me pareció deplorable. Y es que “el que no transa, no avanza”.


Después vino la avalancha de retuits con mofas, chistes y comentarios que abonaban en el desdeño de la nota periodística. La burla hacia el equipo de investigación por ofrecer una noticia de poco atractivo al morbo colectivo, pero más sorprendente aún, la burla por ofrecer una noticia de algo que para nadie es noticia, aún más, la nota sobre un hecho que a muchos no interesa condenar.


Y esto es lo que más grave me pareció. La incapacidad para condenar un hecho, por decir lo menos, indebido. La transa es una proeza celebrada por los mexicanos. Perdimos la capacidad de condenar las corruptelas que catalogamos como insignificantes y por lo tanto, deben ser aceptadas y aplaudidas. “¡Es México, güey. Capta!”.


Este hecho debe ser visto más allá de las aversiones o simpatías personales sobre el político o la periodista. Este hecho debe ser visto desde su más clara evidencia: el presidente de México plagió un buen porcentaje del documento que lo acreditó como licenciado. Dejemos fuera la discusión sobre el interés periodístico, sobre la responsabilidad de los procesos universitarios o de la defensa por empatía personal.


Lo que me interesa decir es que la construcción de México, de un México mejor al que tenemos, la hacemos cada uno de nosotros, cada día, a partir de pequeñas transformaciones en nuestro actuar cotidiano. Desde la minúscula decisión de respetar el reglamento de tránsito cuando salimos a la calle, o bien cuando damos RT o compartimos algo en redes sociales, y más aún, cuando decidimos condenar enérgicamente los hechos más mínimos que nuestros representantes o gobernantes comenten en agravio de la construcción que desde lo personal realizamos.


Piensa en los hechos que recientemente te han molestado o insultado. Piensa en lo que este hecho construye en México, en lo que creemos de México, en lo que hacemos de México. Por normal y funcional que parezca, rechaza la transa, condena la inmoralidad y grita en contra de la corrupción.


Un México mejor, comienza en nosotros mismos.

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Published on August 22, 2016 16:56
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