Cómo conseguir un final apoteósico
Estos días me enfrenté a la trilogía de La selección , de Kiera Cass. Dejando a un lado que el primero de los libros no es tan decepcionante como pensé (el resto me temo que sí, la gracia me duró poco), el final me dio una idea: esta entrada, es evidente. Ya hablé de cómo enfrentarse a un final antes, pero dejé a un lado cómo convertirlo en un final inolvidable, que todo aquel que lo lea no pueda evitar comentarlo en las reseñas, opiniones, la barra del bar y en los bandos del final de la iglesia. Así que allá va la entrada de hoy:

Lo esencial para un final apoteósico es, desde luego, llegar a la recta final, ese punto en el que todas las tramas (hasta las fantasma , a poder ser) tienen que resolverse. Los personajes están cansados de todas las vueltas que han dado, de ese sufrimiento y de la cantidad de maldades que han tenido que soportar, ¡tú estás cansado, desde luego! No hay nada más cansado que enviar a los polluelos a la fase final de su historia, tras dejarte la media neurona que no baila samba en conseguir que el nudo fuera un auténtico infierno para los pequeñajos. Una vez que tenemos lo esencial, hay que tomarse un café, darse una ducha o respirar hondo, y después ya puedes elegir entre los siguientes pasos:
1. ¡Embróllalo todo!
En esa recta final suele ser cuando converge toda la tensión que se ha ido acumulando a lo largo de la novela, cuando está la pelea final o el gran discurso que descubre que el asesino no era el mayordomo, sino el ama de llaves, así que la solución para conseguir que sea memorable es liarlo. Todo lo posible. Frases mal conectadas, una escena anticlimática en la que no se sepa dónde está cada personaje, saltos de un punto a otro de la escena, diálogos incoherentes. ¡Todo vale! Lo importante aquí es que el lector esté liado intentando entender qué ocurre, ¡que relea incluso alguna frase para saber qué está pasando! Oh, no hay nada mejor que una resolución escrita de manera caótica para que nadie la olvide.
2. Todos los hombres deben morir... de manera conveniente.
¿Qué puede ser mejor que una muerte? Al lector le gusta la sangre, fomenta al pequeño sádico que hay en su interior que aplaude lentamente cuando la crueldad del escritor llega un paso más allá, así que hay que aprovechar eso. ¿Que tenemos a un rey que pretende hacerse con el control? ¡Muerte! ¿Cómo? Da igual, eso no importa. En una emboscada repentina que nadie sabe de dónde sale, por ejemplo, que suena muy dramático. Muerto el rey, muerto el problema; todos felices: tenemos sangre y tenemos perdices (con rima y todo). ¿Que la princesa tiene que decidirse entre el líder carismático y guapo rebelde o el antiguo amor de su vida, que también está muy bueno? ¡Muerte para el amigo! Hala, la princesa ya puede quedarse con el amor de su vida sin inconvenientes de por medio, que se estaba alargando un poco el asunto de sus dudas amorosas y eso no podía ser, que en las quinientas páginas hay que tomar decisiones. Así que, ya sabes, matar a uno de los focos de conflicto como sea, para librarse de él, siempre es una gran opción.
3. ¿Que tenía que hacer qué?
Puede ser que llegada esta recta final haya tantas tramas y subtramas abiertas que tengas un pequeño problema para cerrarlas todas, pero si ese es el caso también hay una fácil solución: no las cierres. Si el personaje principal había dicho hacía dos capítulos que tenía que ir a Villapolis a hacer un encargo para su señor, no vuelvas a mencionar ese detalle nunca más, deja que el mozo acabe su propia guerra y que lo salve la chica, que con un poco de suerte el lector no se acordará de esa mención, ¡y hala, problema resuelto! A veces el camino más fácil es el mejor camino.
4. Esto es lo que has visto en los últimos cincuenta capítulos.
Las explicaciones sin fin siempre son de ayuda. Aburres al lector hasta que lee en diagonal y ahí, ¡justo ahí cuando eres un pelma insufrible!, sueltas lo realmente importante, para que pase desapercibido. Esta técnica es además un arma de doble filo, por lo que es acosnejable tenerla siempre en cuenta, porque también puedes explicarlo tanto porque consideras que tus lectores no se habrán enterado de nada. ¡Eres una buena persona y no quieres que se pierdan, pobrecitos! Así que repite todo lo que has hecho, recopila todos los detalles, máscalo todo muy muy bien para que el lector no haga ninguna clase de esfuerzo, lo tenga todo ahí, muy bien explicado, asiente con satisfacción, porque lo has hecho muy bien.
5. Lo hizo un mago.
Hasta aquí las cinco opciones para conseguir que el final de tu historia no se olvide jamás. Siempre que alguien haga un comentario sobre ella, ese final saldrá a la luz, así que no tengas miedo de echar mano de alguna de esas opciones para darle brillo a ese broche final. ¡El mundo es de los valientes y los atrevidos!
Published on May 19, 2016 04:13
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