DE BUSES Y BANDERAS


Cuando escribí “Alma es +” necesitaba romper paradigmas. Junto con narrar la historia de Alma, conté los pasos de Anastasia, una mujer transgénero que se había dedicado al comercio sexual. Al comienzo, Alma siente un rechazo hacia su persona, pero lenta y gradualmente, Anastasia pasa a ser considerada su amiga, su querida Any. Sé que no solo Alma se encariñó con esta mujer, porque muchos lectores me han escrito criticando su adolorido final. El doble filo de la literatura me permitió entretener, mientras educaba. Contar mientras enseñaba. Mostrar realidades distantes pero cercanas.   Hoy, frente al bus de la supuesta libertad, me doy cuenta que tantos esfuerzos por acabar con la ignorancia, son prácticamente nulos. Los avances de la sociedad civil en el reconocimiento de los derechos fundamentales se frenan por la falta de comprensión de algunos, quienes ahogados en sus cuatro paredes son incapaces de mirar más allá de su nariz. Se alega intolerancia de parte de los que exigen tolerancia, es decir, de la comunidad LGBT+. Pero no. No es intolerancia. Es reaccionar frente a una falta de respeto. No es lo mismo una marcha de orgullo gay, que pretende el reconocimiento total de derechos fundamentales, a la circulación de un bus transfóbico que intenta coartar y restringir derechos. Uno suma, el otro resta. Es bastante simple. Por todo lo que significa esto para mí, y como miembro de esta comunidad, quería referirme a algunos de los argumentos que se han usado:

Religión. El Estado se separó de la Iglesia. Se estudia en la enseñanza básica. No hay ni debe existir influencia religiosa en las leyes y normas de un Estado, esto porque se gobierna para un grupo heterogéneo de personas, muy diverso de por sí.Naturaleza y sentido común. Todo lo relativo a la diversidad sexual no es natural ni normal. Sucede que tener luz eléctrica de noche, no es natural; alargar la vida frente a enfermedades mediante terapias, ventiladores y otras tecnologías, no es natural; viajar de Santiago a Europa en cosa de horas, no es natural. El ser humano se distanció de su naturaleza primitiva hace mucho tiempo y lo hizo en pos de su bienestar personal y social. La diversidad sexual es una manifestación cultural de esto mismo.El derecho preferente de los padres a educar a sus hijos. Único artículo que recitan casi de memoria. En primer lugar, es solo la excusa para justificar la defensa de sus ideales religiosos, porque sí, la base de todo obviamente es la religión. Dicen que se protegerá el interés superior del niño si ellos ejercitan su derecho preferente de educar a su hijo en los estándares homofóbicos, pero ¿qué pasa si uno de esos niños es gay o trans? Crecerá con terror, rechazo a sí mismo, culpa, rabia, depresión y hasta eventual suicidio. ¿Se protege el interés superior del niño o el derecho del padre a hacer lo que quiera? Hay que recordar que este manoseado derecho no va solito, se inserta en el derecho social de la educación y a la vez, se contempla como un derecho-deber, es decir, el niño es el sujeto de protección, no los ideales paternos-extremistas.Nadie se está metiendo con sus hijos. Nadie. Supuestamente es el Estado con la temida agenda gay quien se mete en el derecho preferente de los padres, pero resulta, que la materialización de este derecho se da en el hogar, no en el Estado laico. Aquí, en este mundo tan bonito y grande, uno puede ser quien quiera ser. Y los Gobiernos protegen esa visión de mundo, porque, al menos, a este estado de evolución y progreso hemos llegado.  No tema, el Estado no se meterá en su casa en su ejercicio de tapar el sol con un dedo.El derecho a la identidad. Existe, la tendencia mundial va en su progresivo y gradual reconocimiento. Los derechos humanos y fundamentales están aquí para quedarse. Jamás el derecho de libertad de expresión podrá atentar en contra de este otro derecho, porque las libertades individuales se acaban cuando comienzan las del otro.
Antes de conocer a Anastasia, conocí a otras tantas. Aprendí a escucharlas y a entender su transición. Porque resulta que Raúl siempre fue Anastasia, y tanto en la realidad como en mi novela, representaba al grupo trans ligado a la prostitución. Así la quise mostrar, como el estereotipo extremo, uno que se acercaba a la realidad que más evitamos. Por eso no me puedo quedar callado frente a este tema. Cuando escribí una novela basada en una temática tan tabú, como lo es el SIDA, me fue necesario abrir la comprensión del lector de uno y más paradigmas. Afortunadamente, Alma y Anastasia han llegado a muchos jóvenes para contarles otra versión del mundo en el que viven, uno que los padres intentan ocultar.
Me duele que hoy este bus circule por mi país porque somos muchos los que hemos trabajado arduamente para conseguir cambios y avances en esta materia. Es injusto, es doloroso. Cuántos terapeutas intentando convencer a sus pacientes que deben aceptarse a sí mismos, cuantos niños dudando de la convicción que les grita desde el interior, cuántos jóvenes al borde del suicidio. Ellos pueden ver una bandera multicolor que les invita a vivir, y también pueden ver un bus que les invita a morir. Me duele ese bus, me duele Chile.   
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Published on July 09, 2017 09:48
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