Debo aprender a enfrentar cara a cara a mis miedos, a evitar desviarles la mirada mientras más tiemblan mis piernas y me sacudo por dentro.

No, nada está bien y soy honesta al aceptarlo, así como lo hago cuando me regocijo con las bellezas de la vida, cuando me siento afortunada.

“Es sólo un poco de tempestad” trato de convencerme, con ojos cerrados, tratando de ignorar mi realidad, mientras intento imaginar lo bueno que viene, lo mágico, lo imposible, lo insuperable. Y esa es mi manera de huir, pero yo ya no quiero huir, estoy cansada; de enfrentar a mis demonios y perder, de despertar cada mañana y llorar al darme cuenta de que todo sigue igual, al resignarme por las noches cuando no puedo dormir, cuando no puedo ni siquiera escabullirme hacia la inconsciencia, porque aún sin tener sentido, ella es el mayor de mis problemas.

¿Qué hago mal?

¿Qué pienso mal?

¿Qué digo mal?

Para estar así, perdiendo. ¡qué alguien me diga cómo actuar!, ¡cómo pensar! ¿qué decirle a mis pensamientos? Porque yo, yo siento que ya no puedo…