Obvio: Capítulo 15

Nuestros héroes habrían esperado que el sabio Kli Cheng los recibiera con un buen puñado de confeti y toda una orquesta tocando la canción de la victoria. Haber llevado a cabo tales proezas, sin duda, merecía una celebración por todo lo alto. Sin embargo, cuando al fin alcanzaron la cima de la Montaña del Traumita, lo que sonaba era más bien el clásico redoble de tambores que presagia algo terrible que está a punto de ocurrir.

Bueno, en realidad no sonaba nada, pero así me lo imagino yo. Eso cuenta como foreshadowing, ¿o no?

Bueno, antes de que responda Narradora Seria y de que me eche la bronca por empezar dos párrafos seguidos con una muletilla, y encima la misma, mejor vamos a ver qué pasó allí arriba.

Obvio y Merisú llegaron sudorosos y jadeantes, arrastrando el huevo de dragón y dejando las huellas de la red de pesca en la que lo llevaban por todo el suelo. El anciano, por su parte, estaba tumbado en una hamaca con los dedos entrelazados por detrás de la cabeza. Tarareaba alguna cancioncilla popular con despreocupación y se movía ligeramente al ritmo, como si la cosa no fuera con él. En cuanto vio llegar a sus dos pupilos, bajó de la hamaca de un salto.

—¿Echo chel huevo dlagón? —exclamó señalando el huevo con uno de sus dedos largos y huesudos.

Los ojos rasgados se le salían de las órbitas y brillaban con una emoción difícil de descifrar. ¿Sería fascinación? ¿Codicia? ¿Hambre? ¿Alergia a los restos de plumas que pudieran quedar? Fuera como fuera, un mago tan poderoso, sabio y barbudo como tenía que saber por la fuerza que un objeto como ese estaba muy cotizado en el mercado negro. Se acercó para observarlo con más detenimiento, acarició la superficie moteada a través de la red y hasta le dio un pequeño puntapié para comprobar su consistencia.

—Os lo traemos como prueba de que hemos cumplido la última misión que nos habéis encomendado, sabio Kli Cheng —anunció Merisú con una reverencia.

Pero esta vez el mago parecía distraído, demasiado ocupado deleitándose con el gigantesco huevo como para responder con otra reverencia. Algo no iba bien.

—Ahora que ya hemos terminado todo, ¿me darás mi armadura argumental? —le preguntó Obvio.

Merisú le dio un codazo.

—No seas impaciente —reprendió entre dientes.

El príncipe se frotó el punto de las costillas en el que su compañera le había dado el golpe y se dispuso a replicar algo, pero una estruendosa risotada cargada de maldad resonó por toda la montaña e interrumpió la conversación. Al mismo tiempo, el cielo se cubrió de nubarrones y un trueno se unió a la carcajada para darle un efecto más dramático. Y para darle un efecto aún más dramático, un relámpago morado iluminó el firmamento.

Para sorpresa de nadie, las risas provenían del propio Kli Cheng.

—Parece que mi trabajo aquí ha terminado —dijo.

Con un movimiento rápido y una fuerza que parecían impropios de alguien tan anciano, les arrebató el huevo y la red de pesca de las manos y se los echó al hombro. Las gotas de lluvia ya habían empezado a empaparle la barba. Kli Cheng se llevó dos dedos a la boca y soltó un silbido casi tan fuerte como los truenos que ponían banda sonora a este giro argumental. Al instante, un unicornio rojo y alado llegó volando. Obvio miró alarmado a Merisú.

—¿Qué está pasando? ¿Dónde está la recompensa? —preguntó.

—No hay recompensa, bufón —respondió Kli Cheng al tiempo que él y el huevo se subían al engendro—. Lo de las pruebas y la armadura argumental es una tontería que me inventé para que me hicierais el trabajo sucio. De hecho, Kli Cheng tampoco existe.

Para recalcar aún más estas últimas palabras, se arrancó la barba de cuajo, y la cara que iba pegada a ella. Cuando estas cayeron al barro que se empezaba a formar, quedó claro que no era más que una careta. Por debajo del disfraz de venerable anciano chino —o del equivalente de fantasía a China que hubiera en este mundo, al que aún no he puesto nombre—, el impostor era un hombre mucho más joven, con el cabello castaño cortado a tazón y tres aros dorados en el lóbulo de la oreja derecha.

—Y ahora, ¡de vuelta a Pitoburgo! ¡A hacer fortuna en el mercado negro! —Dio un taconazo en el costado al caballo, que levantó el vuelo de inmediato—. ¡Hasta nunca, necios!

Y allí se quedaron los dos, en la cima de la Montaña del Traumita, que comenzaba a hacer honor a su nombre, poniéndose como sopas y sin poder hacer nada. Merisú estuvo a punto de lanzarse a atacar al falso Kli Cheng en cuanto les quitó el huevo, pero las todopoderosas fuerzas del guion, que se negaban a estropear un momento tan tenso y dramático, la retuvieron y le provocaron una enajenación mental transitoria que hizo que la idea se le esfumase con tanta rapidez como sus esperanzas. Obvio se volvió hacia su guardaespaldas personal.

—No entiendo nada. ¿Cuándo me van a dar mi armadura?

El grito de frustración de Merisú rivalizó con el trueno que, oportunamente, rugió en ese momento.

—Cállate y piensa en una manera de salir de aquí, imbécil.

Como todo buen protagonista de fantasía, Obvio se frotó la barbilla en actitud pensativa. Tras unos eternos minutos, en los que la lluvia siguió descargándose sin piedad sobre él y Merisú, chasqueó los dedos. Cualquiera diría que una bombilla acababa de encenderse en su cerebro. Acto seguido, imitó el mismo gesto que había hecho Kli Cheng un rato antes emitió un potente silbido.

—¿Eso es todo lo que se te ocurre? —Merisú arqueó una ceja.

—Si a Kli Cheng le ha funcionado… —se justificó el príncipe con un encogimiento de hombros.

¿Tendrá razón Obvio y eso servirá de algo? ¿O será el fin de nuestros héroes, muertos de hipotermia e inanición en aquella montaña? ¿Quién es el misterioso desconocido que está suplantando a Kli Cheng y por qué haría algo tan horrible? ¿Acabará Merisú prendiendo fuego a su propio protegido? ¿Nos encontramos ante un mundo en el que existen los unicornios alados, pero no las armaduras argumentales ni los sabios orientales? ¿Me crucificará alguien por la rima en la pregunta anterior? ¿Cuánto cuesta un huevo de dragón en el mercado negro? ¿Qué fue antes: el huevo o el dragón?

Todas esas preguntas tendrán su respuesta. Bueno, solo algunas de ellas; las otras son demasiado complicadas. Las dos primeras podría haberlas contestado ya, pero después de escribir el párrafo en el que lo hacía, decidí cortarlo y pegarlo en el siguiente capítulo, que además será el final de temporada.

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Published on November 24, 2021 03:53
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