D��as A y B (en Normand��a)

Hay lugares que me encantaron, en los que la pas�� genial y que realmente me gustar��a recomendar a mis lectores��� No por eso se me hace m��s f��cil escribir sobre ellos. A veces me pierdo leyendo y releyendo historias para contarles algo interesante y luego tengo tanto que contar que me agobio antes de empezar. Otras el tiempo pasa y me voy olvidando de los detalles m��s simp��ticos. Algunas veces, simplemente, me parece que no tengo nada que decir. ���Es hermoso. (foto)��� es una cr��nica bastante pobre y poco confiable. Lo malo de haber empezado a escribir hace 10 a��os, desde mi Casita Inn Puebla, es que ahora me siento presa de mis propias cr��nicas. No puedo parar. Me imagino a mi misma sentada en un silloncito en una residencia geri��trica, releyendo mis aventuras pasadas y pensando ���Pero si yo fui a San Francisco una vez������ pero como no hay cr��nica, lo olvidar�� y formar�� parte de mi demencia senil y nadie me creer��. Es lo mismo que nos est�� pasando con las fotos: si no hay foto, no fuiste, no estuviste, no la pasaste bien. As�� me pasa con las cr��nicas. Mi mente me dice ���Vas -2, te faltan Normand��a y Norte Argentino��� y yo me siento abatida frente a mi hojita virtual, as�� que empiezo por esto: la introducci��n a la introducci��n. Como dec��a una profesora que tuve en Madrid ���Hay que escribir, escribir, escribir. Algo saldr��.���
***


En auto abandonamos Par��s hacia el noroeste, m��s precisamente hacia Normand��a, una zona de costa y acantilados frente a Reino Unido, que es famosa en el mundo gracias al desembarco aliado durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, nuestra primera parada oficial fue en Ru��n o Rouen, una ciudad que pas�� a la historia por ser donde quemaron en la hoguera a Juana de Arco. En aquel lugar, llamado Vieux-March�� (viejo mercado), hoy se alza una iglesia con un techo extra����simo de tejas negras, que hace olas y termina en picos puntiagudos sobre la peatonal.


��Les resumo en pocas palabras qui��n fue Juana de Arco? Escuch�� un s�� en el fondo, as�� que ah�� va. Fue una joven muy religiosa que con solo 17 a��os lider�� el ej��rcito franc��s mientras ��ste luchaba por expulsar a los ingleses. Fue capturada y entregada a sus enemigos que, con argumentos tan irrefutables como que vest��a como hombre, que abandon�� a sus padres y que o��a voces demon��acas, la condenaron a la hoguera. As�� muri�� Juana de Arco en Ru��n en 1431. Much��simos a��os despu��s se revisar��a su juicio y se la absolver��a de los cargos. Es m��s, un Papa la har��a santa en 1920 y hoy es la Patrona de Francia. Que alivio, porque alguien podr��a pensar que yo tambi��n abandon�� a mis padres��� adem��s hoy me puse un jean, y les podr��a jurar que hay una canci��n en la que Steven Tyler me susurra ���Cinti���.


Dejando a un lado su triste pasado, Ru��n es una ciudad preciosa con un estilo arquitect��nico muy singular y unas cuantas cosas para ver. Lo primero que nos encontramos fue el mercado en funcionamiento en el Vieux-March��. Haciendo honor a esta tradici��n tan francesa, caminamos entre puestos de flores, de pescados, de verduras y de pan. Mat��as hizo honor a otra tradici��n muy francesa y se subi�� al carrusel (en criollo, calecita) que parece no marearlo nunca.


Paseamos por la peatonal hasta dar con el Gran Reloj, un reloj gigante (el nombre ya lo delataba) y dorado, del siglo XIV. M��s adelante, se alza la gigantesca Catedral de Ru��n, con su curiosa Torre de la Mantequilla (llamada as�� porque se construy�� con el dinero que se recolectaba de los permisos para comer manteca durante la Cuaresma). La Torre Linterna, coronada por una flecha de hierro, mide 151 metros y es la m��s alta de Francia. Y la Catedral, construida durante la alta Edad Media, es de estilo g��tico flam��gero, con interminables b��vedas de crucero y ventanas de vitreaux que hacen juegos de luces en las viejas paredes.


El caracter��stico estilo normando de los edificios de Ru��n le da a la ciudad un atractivo especial. Quiz��s lo comparta con toda la regi��n (y hasta con los pa��ses vecinos, porque tambi��n se puede ver un estilo parecido en ��msterdam o en Brujas), pero no dejan de ser especiales esas casas de colores, con techos de madera oscura y vigas de madera tambi��n, haciendo cruces en las fachadas y sobre los dinteles de las ventanas. Muy lindo. Y especialmente lindo lo vimos por la ma��ana, con un caf�� au lait y los infaltables croissants, de por medio.



Muy cerca de Ru��n, hay otro monumento hist��rico para visitar: la Abad��a de Jumi��ges. En realidad, lo que queda de ella��� que son unas impresionantes ruinas a cielo abierto, emplazadas en un parque de colinas verdes. Todo es como un cuadro. La abad��a fue un monasterio benedictino que se fundo en el a��o 654 y dej�� de funcionar tras la Revoluci��n Francesa. Las ruinas, especialmente las de la Iglesia, son algo digno de ver: los antiqu��simos muros sostenidos por contrafuertes, las aberturas, los peque��os pasillos que quedaron en pie, las baldosas originales. Todo el conjunto es extraordinario y el parque que lo rodea es ideal para pasar la tarde pateando hojas y contemplando los enormes racimos de hongos.
Mientras se pon��a el sol entre los muros de la abad��a, nos despedimos de Jumi��ges y volvimos a Ru��n, solo para encontrarnos con una gigantesca Feria de Atracciones junto al r��o. Mi reacci��n ante la feria la puedo resumir en una palabra: alucinante. Los juegos de un parque de diversiones, las luces, los puestos de golosinas cuyos empleados vest��an delantales rosas y blancos a rayas. No hay nada que hacer, los franceses cuidan todos los detalles, a��n en las ferias ambulantes.


Ahora s��: agotados, nos arrastramos por la costanera del r��o, entreteni��ndonos con las enormes telas de ara��as de los faroles (no todos los detalles, eh?) de vuelta al hotel para, al fin, descansar un poco.
Al d��a siguiente nos esperaba el pueblo costero de ��tretat, junto al Canal de la Mancha (y, a grandes rasgos, el Oc��ano Atl��ntico). A un lado del pueblo, hay una colina verde que mira al mar, con una iglesia en la punta, y la gente sube por caminitos hasta lo alto. Los peque��os barcos de pescadores est��n acostados a la orilla del mar; y los acancantilados alt��simos recortan la costa haciendo formas y arcos incre��bles, el m��s famoso de ellos se llama ���El ojo del ��guila���. A��n as��, la belleza del pueblito casi no llega a compensar el desencanto que nos produjeron algunas otras cosas.


Primero, el tema de estacionar. Quiz��s no sea el pueblo m��s famoso de Francia pero es bastante tur��stico, bastante. Y la mayor parte de la gente llega en auto, pero no hay lugar donde dejarlo (literalmente, no hay). La ��nica opci��n es dar vueltas y vueltas y vueltas hasta que alguien de los reducid��simos espacios disponibles, se va y te deja su lugar. Un Cubo de Rubic infernal que desluce mucho la experiencia.


La otra queja es gastron��mica. No es que el servicio en Francia se caracterice por ser especialmente amable o r��pido, pero uno se acostumbra. En ��tretat todo estaba lleno, todo ten��a colas interminables, todo se estaba acabando en cuanto te sentabas a comer, todo tardaba mil a��os. S��menle a esto un ni��o de un a��o y medio que enseguida se pudri�� de comer pan y ver dibujitos en el celular, y otro de 35 a��itos que, por mucho hambre que tuviera, se sinti�� ofendido cuando el mozo trajo la comida para la mesa de al lado antes que para la nuestra. Conclusi��n: mal, ��tretat. A��n as��, las fotos son incre��bles��� La experiencia real fue un tanto menos placentera. Y turismo es tambi��n lo que no sale en las fotos.




Dato curioso sobre ��tretat: desde all�� se vio por ��ltima vez L���Oiseau Blanc (el p��jaro blanco), un avi��n que intentaba hacer el primer vuelo sin escalas Par��s-Nueva York y se convirti�� en uno de los misterios m��s grandes de la aviaci��n cuando desapareci�� sobre el Atl��ntico. Unos d��as despu��s, Charles Lindbergh lograr��a esta proeza en sentido contrario a bordo del Spirit of Saint Louis.


Desencantados y hambrientos, nos fuimos de ah��, y en el camino vimos carteles que se��alaban la direcci��n a Le Havre. Ninguno de los dos (podr��a decir los tres, pero Mat��as dorm��a profundamente sin inter��s alguno en el rumbo que tom��ramos nosotros) sab��a qu�� hab��a en Le Havre, pero sonaba prometedor. No lo era. No hace falta que vayan, no hay nada especial.


As�� que seguimos camino hasta Honfleur y, con los ��ltimos rayos de sol que quedaban, entramos en este pueblito encantador y adem��s estacionamos el auto en un parking enorme y lleno de felicidad automotriz. Tal vez sea que las comparaciones son odiosas, pero en Honfleur todo sali�� bien. El lugar en s�� ya es precioso, tiene un puerto antiguo lleno de barquitos con vela que fue la inspiraci��n de muchos pintores impresionistas, como Claude Monet. Alrededor se apretujan decenas de peque��os restaurantes muy pintorescos y que ofrecen especialidades locales (casi todas con pescado). El primer record escrito de la ciudad data de 1027 y su bien llamado centro hist��rico tiene edificios medievales todav��a en pie. Se destaca la Iglesia de Santa Catalina que, con su dise��o de barco invertido (construida con piezas de barcos), es la iglesia de madera m��s grande de Francia. Todo Honfleur parece sacado de las ilustraciones de los libros de cuentos.

 

Y hasta ah�� llegamos. Esta vez las memorias de la Segunda Guerra Mundial nos quedaron lejos, ser�� la pr��xima (quiz��s hasta les est�� escribiendo estas cr��nicas mientras volvemos del Cementerio de Omaha Beach). En cambio, paseamos sobre encantadoras bah��as con acantilados temibles (casi tanto como estacionar en sus alrededores), fotografiamos viejos puertos que fueron pintados mil veces por los impresionistas, y recorrimos calles de adoquines por las que habr��n caminado ilustres personajes como Ricardo Coraz��n de Le��n y Juana de Arco (en diferentes estados de ��nimo).


Normand��a es verde pasto y marr��n como la madera de sus construcciones; carga con historias tremendas de muerte y misterios de aviaci��n; lleva el ritmo tranquilo de la vida de campo y el ��mpetu del mar. Quedan muchas m��s cosas por descubrir��� de alg��n modo, queda a��n lo m��s importante. Pero, como dice mi Pap��: ���Paciencia, todo llega���.


***


Qu�� bueno estar��a para ustedes, y sobre todo para m��, poder decirles que ahora voy -1 y, por ende, que qued�� solo a una m��sera cr��nica de estar al d��a geogr��fica-tur��stica y literariamente��� pero va a ser que no. Porque escribo estas palabras unos meses m��s tarde, mientras Alejo maneja de vuelta a casita parisina. Mont Saint Michel y las playas del D��a D quedan a��n por relatar y se me agolpan en el cerebro empujando a��n m��s al fondo a mis imprecisos recuerdos del Norte Argentino. Escribir, escribir, escribir. 


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Published on February 07, 2017 01:41
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