Levitaci��n
Si pasan muchos d��as entre un ejercicio de levitaci��n y otro y me llegan rumores de que me extra��an los aviones, los superh��roes y los p��jaros.Cuando se me ocurre una buena idea presiento que voy a levitar. Las ideas me izan y tal como suced��a en el pasado con los santos, me producen ��xtasis e iluminaciones; en cambio, Los ni��os no requieren de mucho, levitan hasta dormidos. Los ancianos tienen demasiado peso y no pueden levantarse del suelo.Para levitar no necesito silencio y soledad, ni un cuarto propio, ni una pensi��n de mil doscientos libras, o un gato, o una biblioteca��� solo necesito tocarme el pecho y sentirlo caliente de imaginaci��n, que es la que pone apunto los motores de propulsi��n y los vapores.Levito en secreto, con los ojos abiertos o cerrados. Aunque me reprendan, desde que me elevo evito comer mucho y retener l��quidos, lo que s�� contengo es el aliento, imitando a un globo que se infla de aire.Supe que a las levitadoras nos llamamos volandistas cuando hacemos cabriolas por el aire tambi��n nos han llamado brujas. Por ac�� arriba no hay ninguna virgen, solo mujeres que tienen con su cuerpo, much��sima pr��ctica. Tampoco hay ning��n dios. Solo somos nosotras, erguidas por nuestro propio impulso.Para levitar hay que huir de los cuerpos que nos atraen. Debemos cortar lazos con cualquier forma de amor, el lazo amoroso es un grillete y una rienda. Levitar es tambi��n alentarse con los peque��os entusiasmos. Es levantar la pelvis y erguir el sexo. Con el primer estremecimiento er��tico, tengo ya para subir unos cent��metros.Estando en el aire me topo a otros que van pasando abstra��dos, a los que han llorado tanto que se han vaciado, a fantasmas que van al cielo de las aves, a los que pedalean concentrados, a los alelados y a un ping��ino.Mientras m��s paso en el aire, mi cuerpo desencadena sobre la tierra un peque��o apocalipsis que sube las mareas y congestiona el tr��fico. Levito, voy creciendo, de mi sombra se va introduciendo la noche. Alguien en el pasado habl�� de m�� como de una profec��a. La mujer a��rea. Dicen que fui tan esperada como la aparici��n de un cometa, otros, en cambio, bajan la mirada porque me toman por un anuncio publicitarioCuando menos lo espero, veo acercarse un hombre liviano que va concentrado en la m��sica que compone y a una mujer con pico de cig��e��a. A ella la dejo pasar y con ��l nos encontramos de frente, golpe��ndonos con potencia como en un choque de dirigibles, una y otra vez, separ��ndonos y alej��ndonos cada vez m��s hasta perdernos de vista. El miedo de conocer a otro que tambi��n levite, es que se vaya,Luego de ese encuentro tremendo, siento que pierdo impulso. No, el territorio de la mujer no son los cielos, tal vez el mar profundo. Ya es una multitud la que me contempla y que intenta pescarme con ganz��as y con lazos dirigidos por mi madre y mis amigos que ha montado un operativo feroz para dar cazarme. Es que ella es muy joven y no sabe a d��nde se dirige, arguyen. Yo soy r��pida, pero nunca he sido ��gil. Cuando desciendo, luego de unos tirones de cabello, mam�� me coloca piedrecitas en los bolsillos, lastres que me impidan flotar indefinidamente y me conduce a casa. Sirve la cena en silencio y enciende el televisor mientras habla del peligro del viento que puede producirme alg��n resfr��o y miro la cara seria de mis hermanas. Mi familia conf��a en que con el tiempo deje la costumbre de elevarme, y no termine como la bisabuela que se hart�� de todo y que huy�� por la ventana. Quiere que yo eche ra��ces. Que plante el ��rbol y tenga el hijo, que escriba el libro. Ilusos. En el papel hago mi vuelo m��s poderosos, ignoran que otra forma de levitar es escribir
Published on October 01, 2017 09:42
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