Cuando contemplas por la ventana, a veces esperas ver el cielo, o a las personas que pasan, o el panorama común que suele recibirte cada mañana...

Hoy no fue así. Hoy solamente has visto la desolación que pasa fanfarrona. Se burla de ti y luego te hace descender hasta el abismo. Otra vez has llegado a ese abismo que lo único que te asegura es que no hay nada... nada... Ya es costumbre encontrar ese abismo, pues lo conoces a la perfección; algunos le llaman vida.

Gracias al abismo has aprendido que ese vacío no es la razón de la desolación, pero sí la respuesta a la misma. Ya no hay problema con ello. Hoy sabes que nada tiene sentido, porque así ha sido siempre.

Pero sonríes y crees que se agota la poca energía que te queda para seguir. No importa. No hay más que esperar o sentir.