La traducción como regalo

Tengo que preparar, para una clase de (y en) lengua inglesa, una presentación que combine el análisis discursivo de un texto (cuestiones técnicas: función principal, patrones textuales, dispositivos de cohesión léxica y gramatical, campos semánticos, etc.) y un comentario sobre el contenido del mismo, más opiniones propias y algunas preguntas para interactuar con mis compañeros. El texto que eligió mi compañero de equipo se trata de problemas de traducción. Es, por lo tanto, lo que se llama «meta» (en el sentido del prefijo griego, no de «objetivo o línea de llegada»): se trata de hablar sobre traducción a estudiantes de Traductorado.

El texto es reciente y está escrito por una estudiante del Harvard College (creo). Es una corta excursión por el conocido dilema entre dos tendencias u orientaciones, que se puede observar en múltiples dimensiones: quedarse cerca del idioma original o moverse hacia el idioma de llegada. La faceta del asunto que explora la autora del artículo es el conflicto entre denotación y connotación, es decir: el significado (tal como se lo puede consultar en un diccionario bilingüe) versus las presunciones incluidas en la palabra, las asociaciones que despierta en la mente de quien la escucha o lee, etc. Una forma más básica del dilema es la elección entre traducir una palabra por una palabra versus traducir una palabra por una expresión aclaratoria: lo primero puede ser impreciso, eliminar una distinción importante o sugerir connotaciones indebidas; lo segundo puede transformar el estilo del texto, eliminar ambigüedades buscadas, etc.

El análisis incluye determinar cuál es el patrón textual prevalente en el texto, es decir, grosso modo, a qué tipo de texto modelo, qué estructura, responde. ¿Es un texto que presenta un fenómeno social o natural y lo ejemplifica? ¿Relata un hecho humano y explicita sus motivos? ¿Narra una historia? Mi evaluación fue que se trataba de un patrón del que llamamos «pregunta-respuesta». El primer párrafo parece apuntar a un tipo similar, «problema-solución», pero tras muchos ejemplos desalentadores, la conclusión es que el problema planteado al comienzo no tiene solución real: la salida no es la búsqueda de un balance perfecto (inexistente) entre sentido literal y asociaciones, sino el reconocimiento de que cada traducción trae al mundo una interpretación potencialmente valiosa, y que el traductor, aunque sea falible, aunque a cada paso no tenga más alternativa que elegir entre soluciones subóptimas, hace una tarea hermosa, un acto de bondad: encuentra un texto que otro no puede leer ni comprender y, al transformarlo, lo comparte, como quien comparte un momento de felicidad.

No sé si este será el mejor texto que podría haber elegido para mi tarea en clase, o si mis compañeros le sacarán provecho a los conceptos que contiene, pero estoy muy conforme con lo que me hizo pensar.

Post scriptum. El texto gustó, hasta donde puede gustar un texto que uno se ve obligado a analizar con estas áridas categorías en clase. Lo que más efecto causó, sin embargo, fue un extra al final: una comparación de traducciones obras clásicas, a modo de ejemplo, que incluía un clásico en el sentido original del texto (la Odisea), un clásico moderno (La metamorfosis de Kafka) y un clásico en el sentido más amplio (la Biblia). Para muchos de los más jóvenes, que en este país bastante secularizado nunca habían abierto siquiera una biblia, este último libro (mostramos los dos primeros versículos del Génesis) debe haber resultado especialmente curioso. Es una lástima que la lectura de la Biblia no se incluya en los estudios de traducción: crea uno en ella o no, es el libro más traducido de la historia, el más estudiado en sus sentidos denotativo y connotativo, y la fuente de centenares de expresiones, motivos y alusiones.

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Published on October 17, 2022 06:19
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