El tradicional cuento navideño de Babel 2023



            Ya estamos aquí, otro año más. LaTierra ha recorrido 930 millones de kilómetros alrededor del Sol, viajando a 107.280kilómetros por hora. Y nosotros con ella. Menudo palizón, ¿verdad? Y todo paravolver al  mismo sitio que antes. A laNavidad.

            Ya he comentado muchas veces que yo,antes, odiaba la Navidad. Era un Mr Scrooge, un Grinch. Pero luego tuve hijos yellos me enseñaron a volver a ser un niño y así poder ilusionarme de nuevo conel espumillón, las luces de colores y los árboles adornados. Y aunque los muycabrones de mis hijos han crecido, me siguen gustando las fiestas delsolsticio. De hecho, tengo un ritual navideño. Pocos días antes de Nochebuena,regreso a Chamberí, el barrio de mi niñez, y doy un paseo por los alrededoresde la plaza de Los Chisperos. Se encuentra a cuatro manzanas de donde yo vivía.Enfrente estaba mi antiguo colegio. Recorro la calle Manuel Silvela, me detengoen la parroquia del Perpetuo Socorro y acabo en la plaza. Luego, voy a lasBodegas La Ardosa de la calle Santa Engracia y me zampo una ración de patatasbravas, que son las mejores de Madrid y siguen siendo exactamente iguales quecuando era niño. Lo hice anteayer, aquí tenéis la foto que lo demuestra.

 


            Por cierto, esa plaza, la de losChisperos, es curiosa. Hasta hace nada, no tenía nombre. Bueno, sí que lotenía, pero no había ninguna placa, su denominación no aparecía por ningunaparte. Quizá os preguntéis qué coño son los “chisperos”. Pues los herreros ysus familiares, aunque en realidad el monumento que adorna la plaza estádedicado a los autores de sainetes. Las figuras que aparecen serían lospersonajes típicos de ese género: un par de chulapas y otro par de chisperos.

            En fin, basta de nostalgia babosa yvamos al grano. El cuento.

            Creo que ya os he contado cómo sueloafrontar el cuento de Navidad. A finales de septiembre o principios de octubreme digo a mí mismo que debo empezar a darle vueltas al argumento del relato.Luego, me olvido por completo del asunto. Y me vuelvo a acordar a finales denoviembre. Entonces me pongo a buscar desesperadamente alguna idea. Que generalmentetarda en llegar. Cuando finalmente llega, me pongo a escribir; si el cuento escorto, no hay problema. Pero si es largo, ay amigos, entra en juego laangustia. El año pasado me pilló el toro y acabé de escribirlo durante lamañana de Nochebuena (por eso lo colgué por la tarde).

            La verdad es que no es fácilencontrar ideas originales para un relato navideño, porque es un tema mássobado que el palo de una zambomba. Además, la Navidad lleva dentro tantoazúcar que resulta casi imposible escribir una historia de buen rollo que noempalague. Quizá por eso se me ocurren muchas más ideas “gamberras” que “buenrrollistas”;el humor negro navideño es un territorio menos frecuentado y a prueba dediabéticos. No obstante, mi cuento favorito de entre todos los navideños que heescrito es “La historia del indiano”, un relato que una merodeadora tildó de “ñoño”;y quizá lo sea, aunque a mí me parece simplemente bonito.

            Este año, las cosas han ido sobreruedas, pues encontré el argumento -casi a la primera- a mediados de noviembre.Para buscar ideas, a veces recurro a algunos truquitos. Por ejemplo, el “juegode los contrarios”. Me explicaré: Hace años, escuché a un autor que definía suúltimo libro como lo contrario a Harry Potter. Cuando explicó el argumento me dicuenta de que no era ni remotamente lo contrario de la obra de Rowling.Entonces me pregunté: ¿Qué sería lo contrario de Harry Potter? Pues un mundo enel que todas las personas pueden hacer magia, menos el chaval protagonista queno puede hacer ni papa de magia. Desarrollé un argumento y comencé a escribirlo,aunque a las pocas páginas me cansé y lo abandoné. Pero sigo pensando que erauna buena idea.

            El año pasado subí un cuento llamado“El ángel que se cayó a un agujero negro”, un relato gamberro protagonizado porun ángel disfuncional. Este año, jugando a los contrarios, me pregunté ¿qué eslo contrario a un ángel disfuncional? Pues un demonio disfuncional. Pero,claro, la disfuncionalidad de un ángel es completamente distinta a ladisfuncionalidad de un demonio. Si en el primer caso todo acababa en desastre,en el segundo los acontecimientos conducen a un final feliz (aunque, si despuésde leerlo os paráis a pensarlo, también un poquito triste). El cuento de esteaño, llamado “El demonio que quiso ser bueno”, es un cuento de buen rollo,aunque su desarrollo es tirando a atípico. Los que esperabais una nueva muestrade mi habitual humor negro, mis disculpas. El año que viene os compensaré. Detodas formas, sí que hay humor en el relato, aunque no oscuro.

            Como he dispuesto de suficientetiempo para escribirlo sin prisas, me he permitido extenderme en la narración. Tiene10.404 palabras. No lo sé a ciencia cierta, pero puede que sea el más largo quehe colgado en Babel. Espero que no os resulte demasiado pesado.

            Y ya está. Solo me queda desearos lomejor para estas fiestas. Bebed con moderación (o sin ella), comed como tigres,reíd como locos, llorad con nostalgia, jugad a ser niños, recordad a los que sefueron, disfrutad de los que siguen aquí, y f*ll*d, f*ll*d lo más posible.

            Queridos merodeadores, os deseo unfeliz solsticio de invierno, una feliz Navidad, unas felicísimas fiestas.

            Aquí os dejo el cuento:

 

            ELDEMONIO QUE QUISO SER BUENO

            ByCésar Mallorquí

 

            Habíauna vez un demonio llamado Pharphas. Su edad solo podía expresarse en eones,pues era uno de los ángeles primigenios que, en el amanecer de la creación, sealzaron contra Dios durante la rebelión de Lucifer, y que luego siguieron aeste en su caída transformados en diablos. Eso era Pharphas, un ángel caídomás.

            Sinembargo, Pharphas también era diferente al resto de los demonios. No en cuantoa su aspecto, pues era rojo, con cuernos, rabo terminado en punta de flecha ypatas de carnero, como todos los demonios, pero sí en lo que a mentalidad serefiere. Pharphas se estaba replanteando sus ideas y valores (...)

 

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Published on December 24, 2023 04:03
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César Mallorquí
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