Narsés el eunuco que se convirtió en general

Bienvenidos a una nueva entrada del blog. Hacía ya tiempo que no escribía nada, y he decidido volver a retomar algunos de los temas que tenía pendientes de compartir con vosotros. Y no se me ocurre uno mejor que este para el regreso a las redes. Hablar de este personaje es algo que me apetecía y que he disfrutado mucho, por ello deseo compartirlo con todos vosotros. Así que, sin más preámbulos, vamos a indagar un poco en ese paso de eunuco a gran general, que estoy seguro de que os sorprenderá.

Italia en las guerras góticas

Antes de entrar en materia, desearía destacar el dato de que de todas las guerras que los ejércitos romanos de Oriente libraron en la parte Occidental, durante la llamada Renovatio Imperii, la más dura, larga y feroz de ellas fue la que se produjo en suelo italiano, contra los ostrogodos. Aunque en un principio, tras las victorias de Belisario, la situación pareció estar bajo control, en el año 540, un levantamiento de los ostrogodos, encabezados por el rey Totila, encendió de nuevo las llamas de la guerra.

Y este alzamiento fue en gran parte debido al ímpetu de este líder. Pero también consecuencia de la mala gestión de los romanos que estaban al frente de la administración de la provincia. Eso provocó que los godos, espoleados y de nuevo motivados, consiguieran recuperar casi por completo su antiguo reino. Sobre ese tema ya hablamos en su día, cuando Belisario fue enviado de nuevo por Justiniano a Italia para tratar de reconducir la situación.

Y estaba camino de ello cuando Teodora falleció repentinamente, y el emperador le ordenó a su leal servidor que regresara a Constantinopla. No le quedó más remedio que volver y dejar las cosas a medio hacer y estancadas en Italia. Eso ocurrió en torno al 548, y la situación se fue complicando en los años siguientes.

Algunos datos sobre Narsés

Justiniano, ávido por no perder la vieja Italia, decidió, en el año 552 concederle el mando de un ejército enorme de invasión al eunuco Narsés. Este, a la edad de 74 años, siendo ya un anciano, fue nombrado magister militum per Italia. Le fue entregado el mayor de los ejércitos que Justiniano jamás mandó a Occidente. Y os preguntaréis, ¿por qué nombró a ese señor que estaba ya tan cerca de irse a la otra vida? Seguramente porque era de su confianza y sobre todo porque era un tipo listo, valiente, implacable y lo más importante, leal a su persona.

No voy a hacer historia sobre la vida del eunuco, pero sus movimientos y su integridad para con su señor habían sido siempre una señal de que estaba capacitado para hacer todo lo que este le pidiera. A modo de resumen, os explicaré que nació en la Armenia persa, la parte oriental de la provincia. Esta había sido entregada a los sasánidas menos de cien años antes. Era miembro de la familia noble de los Camsaracano, una de las más notables del reino.​ Su año de nacimiento es desconocido, aunque se baraja que fuera probablemente entre el 478 y 480. No queda tampoco demasiado claro el año de su muerte, aunque las fuentes la engloban entre los años 566 y 574. Lo hizo después de que se fueran tanto Belisario como Justiniano, dejando claro que vivió muchos años.

Preparación de la campaña del 552

En cuanto a la designación para el mando, Narsés no fue la primera opción en todo caso. Hay constancia de que el primo de Justiniano, Germano, ya llevaba más de un año reclutando tropas para formar ese gran ejército que debía recuperar el control de Italia de manera definitiva. Pero el malogrado general murió de manera repentina y dejó la serpiente descabezada. Quizás la fortuna también se puso del lado del eunuco, que pasó a ser el primer candidato.

Fuera como fuese, a ese poderoso ejército, Narsés sumaría a sus más de 400 bucellarii, su escolta privada, pagada de su propio bolsillo. Y es curioso, si os fijáis, que ese consejero, sin ser militar de carrera, contará con aquel contingente de jinetes leales a su persona. Pero si eso os parece extraño, sabed que, además, el ejército romano contó con 300 savaran, o lo que es lo mismo, jinetes nobles pesados persas, que aportó el príncipe sasánida Kavades que estaba exiliado en Constantinopla. ¿Persas luchando codo con codo con romanos? No era esa la primera vez que ocurría, ya que hay constancia de que el propio Flavio Belisario llevó jinetes sasánidas a sus guerras en el norte de África contra los vándalos y a Italia contra los ostrogodos.

Definamos ahora un poco el resto del ejército, que creo que es importante. Narsés contaba con 5000 hombres de uno de los ejércitos praesentalis. Es decir, aquellos que estaban acantonados cerca de la capital y siempre a disposición del emperador. A ellos se le sumaron 8000 reclutas tracios, 2000 infantes procedentes del ejercito de Iliria y un pequeño contingente de habitantes de Constantinopla que se acababan de reclutar. Y sso era lo más romano que había en aquel ejército, ya que una vez arribaron a Salona (Splitz), se sumaron 6000 aliados longobardos, 4000 foederatii hérulos, 400 aliados de la tribu de los gépidos y un pequeño contingente de jinetes hunos. Sumaban todos, un total de 26000 hombres, de los que unos 15000 eran romanos, y unos 11000 bárbaros germanos o mercenarios de varias naciones.

Primeras operaciones militares

Totila estaba al corriente de los movimientos de ese ejército de invasión, y pensó que cruzarían el Adriático para desembarcar en las costas orientales de Italia, así que envío a su flota a ese punto para interceptarlos. Pero Narsés ya hemos dicho que si de algo iba sobrado era de experiencia y de inteligencia. Así que, sorprendió a los ostrogodos dirigiéndose a Italia por tierra. Bordeó la costa dálmata y la flota le siguió a ras de costa. Y es que había muchos inconvenientes al ir por tierra, ya que el ejército romano tendría que atravesar la zona de pantanos y lagunas del Véneto, o los Alpes si iba más al norte, o acceder por el reino de los francos.

Cuando Totila se enteró de los planes romanos, envió a unos de sus generales, de nombre Teyas a Verona, y él se quedó en la ciudad de Roma al frente del grueso de su ejército. Narsés decidió que su objetivo serían los pantanos del Véneto. Era arriesgado, pero planteó una estrategia para hacerlo rápido y sin tener bajas. Así pues, la flota remolcó pontones muy grandes de madera que se colocarían en los puntos más complejos para crear zonas de paso para las tropas. Y el plan salió a la perfección. ¿Cómo se iba a equivocar el sagaz eunuco?

El ejército romano cruzó el Véneto tan rápido que nadie se esperaba su llegada. Aparecieron en Rávena y se unieron a las fuerzas romanas que aún quedaban en suelo italiano, que estaban comandadas por Valeriano y Justino. Desde allí se pusieron en marcha de inmediato buscando sorprender al ejército ostrogodo.

La batalla de Busta Gallorum

Narsés avanzó por la vía Flaminia en dirección a Roma, lo que alarmó sobre manera a Totila, que movilizó a toda prisa a sus 20000 hombres. Al hacerlo, dejó Roma vacía, y se apresuró para enviar mensajeros a Teya para que se reuniera con él de inmediato. Aquella táctica era inesperada, ya que el magister militum no se detenía a asediar plazas ni fortalezas, sino que las dejaba atrás sin problema. Se notaba que lo que quería era llegar cuanto antes hasta Totila para enfrentarse a él en una batalla. El rey ostrogodo optó por ir al encuentro de los romanos y darles lo que buscaban.

Narsés, que sabía que los ostrogodos habían accedido a luchar, se desvió de la vía Flaminia y buscó un terreno adecuado para tener ventaja. Lo halló en la zona de Busta Gallorum o Tagina. Y lo primero que hizo fue situarse tan bien como pudo, dejando ante sí una amplía llanura y detrás y a los flancos un terreno quebrado que le protegía de una eventual emboscada. El eunuco conocía bien al ejército ostrogodo. Sabía que la única unidad capaz de plantarles cara con garantías era la caballería pesada, constituida exclusivamente por lanceros. Con esa amplia llanura, les ofrecía un buen cebo. La madrugada antes del ataque, apostó en unas colinas del flanco izquierdo romano a una unidad de sus mejores bucellarii de manera secreta y oculta a los ojos de los enemigos.

Al amanecer del 30 de junio del 552, el eunuco que se convirtió en general, dispuso a su ejército colocando a los longobardos, hérulos y gépidos en el centro de la formación, desmontados de sus monturas a modo de infantería y luchando codo con codo con los romanos. De esa manera se aseguraba de que no se retiraran del combate si las cosas se ponían feas al no disponer de caballos. En el flanco derecho colocó a un contingente de arqueros montados acorazados y en la izquierda, bajo su mando, formó a la caballería pesada de choque junto a los mercenarios persas. En la reserva dejó a 1500 jinetes y en los extremos de las líneas, situó a unos 8000 arqueros a pie.

Los ostrogodos formaron en dos líneas simples. Delante la caballería y detrás los infantes que eran de tipo ligero. No eran de mucha calidad por la escasa formación y adiestramiento que tenían, seguramente serían levas de milicia ciudadana con escasa experiencia en combate y moral justa.

Primeros movimientos

Cuando Totila se percató de los bucellarii que estaban en la colina, se dio cuenta de que aquella posición era clave, así que mandó a un escuadrón de jinetes a tomarlo. Aunque se estrellaron contra una zona de difícil acceso y contra unos veteranos y expertos soldados que les dieron muy duro. Dos ataques más se lanzaron contra aquel punto, pero los romanos resistieron firmemente y abatieron a todos los godos que se lanzaron contra ellos sembrando el paso de cadáveres de hombres y animales.

El rey de los ostrogodos envió entonces a uno de sus mejores guerreros a desafiar a uno de los romanos para tratar de levantar la moral de los suyos. Uno de los bucellarii recogió el guante y eliminó al godo sin mayor problema. El tiempo pasó, hasta que aparecieron los 2000 jinetes de refuerzo que esperaba Totila y ordenó una retirada, pretendiendo que los romanos lo imitaran. Pero Narsés no mordió el azuelo y ordenó mantener las posiciones.

Totila lanzó a su caballería contra el frente romano, que se cerró en bloque y subió los escudos para resistir la carga. Fue entonces cuando los 8000 arqueros de ambos extremos adoptaron la formación de media luna y arrojaron todo lo que tenían sobre los jinetes. Cada arquero portaba un carcaj con 40 flechas, y haciendo un cálculo estimado, de 6 flechas por minuto, se puede deducir que los ostrogodos recibieron una lluvia de al menos 72 mil proyectiles. La carga se frenó, y del resto, fácil imagino, se hizo cargo la disciplinada infantería romana ayudada de los aliados y federados.

Conclusión y derrota ostrogoda

Los jinetes que lograron sobrevivir se replegaron y se unieron a la huida de la infantería que ya había puesto pies en polvorosa. Pero Narsés no iba a dejar escapar aquella oportunidad, así que lanzó a su caballería al ataque y en persecución de los que huían. Tanto los arqueros como los lanceros se dieron un festín de sangre y al final de día más de 10000 godos yacían muertos en el campo de batalla.

El mismo Totila quedó herido de muerte, y aquella misma noche pasó a mejor vida. Narsés no esperó para marchar sobre Roma y entrar de nuevo triunfante al igual que hizo Belisario casi 20 años antes. Los ostrogodos quedaron dispersos y sin un rey al que seguir. La mayoría de ellos se retiraron hacía el norte y se refugiaron más allá del río Po. Eligieron a un nuevo rey, al general Teyas, que había sido leal a Totila y este dio un primer paso buscando aliarse con los francos.

Pero lejos de acabar con esta historia, quedarían aún cosas por hacer, ya que todo no iba a ser un camino de rosas. Aunque para saber más sobre eso, deberéis esperar al próximo artículo.

Sergio Alejo GómezAutor de las sagas literarias de Las Crónicas de Tito Valerio Nerva Renovatio Imperii y la colección ¿Sabías que?

La entrada Narsés el eunuco que se convirtió en general se publicó primero en Sergio Alejo Gomez.

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Published on October 11, 2024 09:00
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