Polvo de su nombre y otras derivaciones
Enmanuel Castells Carrión, autor de esta reseña sobre «Mi nombre es polvo» regala una de sus fotografías cubanas a Amir Valle
***Por Enmanuel Castells Carrión
Julio Cortázar solía comparar la diferencia que existe entre el cuento y la novela refiriendo su impacto en términos boxísticos. Aludía que el cuento, por su brevedad, debía agarrarnos en la primera linea y soltarnos en la última pulverizando y alterando nuestro sentido emocional como un nocaut de primer round; mientras la novela se podía permitir ciertas licencias, giros, pausas, flash back, etc…y hacer de ello un largo combate sobre el cuadrilátero.
Mario Vargas Llosa, en cambio, a modo de ofrecer un manual fácil de atrapar lectores, decía que una novela podía tener éxito si le inyectabamos sexo, intriga y misterio, suficientes elementos para despertar cualquier nivel de curiosidad, siempre y cuando la historia elegida no pecara de burda banalidad.
El escritor y periodista cubano Amir Valle Ojeda, con su más reciente novela «Mi nombre es polvo», parece dignificar tales alegatos, pero a su vez, los desmitifica, supera esos credos y produce (y logra) un hechizo de tal magnitud de fascinación que, atrapados desde la mismísima nota inicial (origen y motivación del cuerpo de la novela) establece a lo largo del combate de 325 páginas, una sucesión de imparables escenas, sucesos, datos y revelaciones como un púgil exitoso dando jacks continuos al mentón, hasta lograr propiciarnos el nocaut definitivo en el punto final.
«Mi nombre es polvo» está generando un inquietante e inesperado agasajo a nivel internacional. Su autor, anclado en Alemania hace 20 años, vuelve a una palestra de popularidad global semejante a la que le produjera, en su momento, su más célebre best sellers «Habana Babilonia». Con el texto reciente, más de una veintena de opiniones y valoraciones críticas altamente positivas lo catapultan y colocan a la altura de un Herman Hesse, de un Thomas Mann o del propio Goethe -segun Manuel Vázquez Portal-
La dualidad BIEN Y MAL que ha marcado a la humanidad desde la era paleolítica, cobra en esta novela un matiz de mayor cuestionamiento dada la riqueza y el diseño del perfil de su protagonista principal – el Tatuador, un artista contemporáneo, egocéntrico, enfermo de tal autosuficiencia que se mofa de estar asistido por entidades espirituales que le permiten crear obras de arte sobre la piel de sus víctimas con la misma febrilidad con la que Miguel Ángel Bonarotti logró cubrir el techo de la Capilla Sixtina-
Es justo subrayar que las loas bien colocadas a la novela por especialistas y lectores, celebran no sólo el contenido fabulativo de «Mi nombre es polvo», sino que lo ven como una vuelta a los orígenes escriturales de Amir, separado momentáneamente de su toga más famosa que carga sobre sus hombros como un novelista de temas político-cubano. Pero cuidado con las deliberaciones y las comparaciones. Amir Valle no sólo es un narrador de estandarte y oficio mayúsculo a nivel mundial; no sólo es un Máster fabulador creador de cualquier mundo onírico existencial reslista filosófico físico terrenal surrealista o fantástico; es también un periodista de hondura investigativa y obsesión precicista ante cualquier dato que obtiene en sus búsquedas. Sea político el tema, de corte lacerante social, cristiano o de fotografía, su escritura siempre está salpicada de una ficción necesaria y hasta autobiográficas que le permite mover sus fichas como se mueve el pez incluso dentro de una limitada pecera. No considero un regreso a ningún origen. Hay un apuntalamiento vertical, crecido y sostenido del inmenso escritor que es, ahora que está cerca del sesenta cumpleaños, cuyo camino inició en la mocedad de los dieciocho, y la evidencia de un talento natural para las letras ha llenado su anaquel personal con más de 30 títulos con su nombre.
Mientras lees «Mi nombre es polvo» no sólo estás siguiendo el pulso de una historia que a ratos parece asfixiante por su entramado narrativo in cressendo, por la secuencia de asesinatos y la maquiavélica postura desaforada de su protagonista; sino que te preguntas cómo su autor, de una convicción total en su fe cristiana, logra descender (y llevarnos con él) a las profundas aguas del infierno que resulta ser la psiquis humana y su delirante arbitrariedad a tenor de la consecuencia de sus actos. He ahí el plus mayor de esta monumental obra que nos salpica en muchas de sus partes y que redondean el magisterio narrativo de su autor en la estructura con que están escritas estas páginas de horror y delirio, de misticismo y enigmas esotéricos, de angelitud y arrepentimiento, de sadismo, impiedad y un siniestro velo de ternura. ¿Cómo puedes lograr ser Dante Alighieri en esas oscuras aguas sabiéndote discípulo del Arcángel Gabriel? sería mi pregunta.
La novela que aparentemente es lineal, poco a poco nos va tirando hacia un estructura cerrada, de afuera hacia dentro y viceversa -como un mapa de detectives lineando la ruta de un asesino en serie- Me recuerda por momentos a «Conversación en la Catedral» de Vargas Llosa, (un epicentro como punto originario de los cuatro puntos cardinales, por ende, semilla espiritual de una existencia) me lleva a «El Aleph» o «El jardín de los senderos que se bifurcan» de Borges, (el tiempo, el destino, la infinitud) a «Siddhartha» de Hesse, (la iluminación, la búsqueda de la verdad, la naturaleza efímera de la existencia) incluso «La montaña mágica» de Thomas Mann (la gran exploración de la condición humana, sus profundas complejidades existenciales y la elección de sus actos conscientes o no, en detrimento de su evaluación moral)
«Mi nombre es polvo» es una vastísima y bellísima metáfora que deviene en espejo sin afeites de nuestras más crudas verdades acerca de nuestro comportamiento y los sentimientos de culpa o no que derivamos de ello. Se vuelve circular como de seguro ha de ser el ciclo espiral por el que ascendemos al cielo, y en esa ida-retorno, retorno-ida nos encontramos muchas veces cara a cara con el demonio que somos desde la caverna del cromañón hasta la infinita luz de la existencia cuántica que nos espera en los brazos de Dios…digo, si somos dignos de ese hermoso regalo.
Zaragoza 10. Agosto. 2025, 18:10 hrs
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