Moon Tiger
Moon Tiger. Penelope Lively. New York: Graves Press, 1987
Bobina (in) finitaEncuentro reconfortante, para esos momentos en los que, a veces, no podemos evitar que otros nos hieran con sus comentarios, detenerse y recordar porque ¿Qué sabe esa persona de ti? Absolutamente nada.
Recordar quienes somos realmente, pararse y pensar en todo, absolutamente todo lo que hemos vivido hasta ese momento en el que esa persona que no nos conoce nos dice algo y nos hace daño.
Moon Tiger adopta este recurso para su personaje protagonista: la anciana Claudia Hampton, ingresada en una residencia, recibe las visitas de sus familiares y los cuidados de jóvenes enfermeras que toman sus comentarios por delirios propios de la edad. Sin embargo, lo que Claudia hace es evocar su vida y, con ella, acordarse del momento en que decidió que iba a escribir una «historia del mundo».
Corresponsal de guerra durante la primera batalla del Alamein y autora de novelas históricas, Claudia evoca momentos que parecen haber quedado fosilizados pese al paso de los años: todos se mezclan en un torbellino que vivirá sólo mientras ella permanezca en la habitación de esa residencia para recordarlo. El recuerdo de sí misma contrasta con aquel de quienes convivieron con ella y perfila a un personaje fascinante, sarcástico y brutalmente inteligente, de los que deberían convertirse en trilobites y conservarse en museos.
Igual que la ceniza del «moon tiger» que da título a la novela (mantenido para la versión en español, porque imagino que «kill-paff» quedaba un poco feo), la bobina de la vida se prende y se quema durante la noche, pasa y se transforma en humo que ahuyenta a los mosquitos, pero la ceniza permanece sobre la mesilla hasta que alguien la retira a la mañana siguiente, o deja de pensar en ella.
En una entrevista para el canal de Youtube The Booker Prizes (premio que ganó por este libro en 1987) la autora explica que la pluralidad de puntos de vista narrativos generó confusión y que hubo incluso una lectora que le escribió una carta para avisarle «¿es que ni usted ni los editores se han dado cuenta de que se repiten las escenas?». Efectivamente: porque la vida nos sucede a todos, puede que al mismo tiempo, pero contarla ya es cosa de cada uno.
Lo mejor para ahorrarse disgustos es pensar en cómo la hemos vivido, porque eso nos convierte en la persona que somos, algo que ni el más imbécil de nuestros interlocutores llegará a conocer jamás así que: que nos diga lo que quiera, porque no se ha enterado de nada.


