“La verdadera humildad tiene dos ojos. Con uno, reconocemos nuestra propia miseria, para no atribuirnos a nosotros mismos más que nuestra nada; con el otro, reconocemos nuestro deber de trabajar y que Dios lo es todo, refiriéndolo todo a Él: no a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria. Quien es verdaderamente humilde considera que todo lo bueno que hay en su cuerpo y en su alma se asemeja a los arroyos, cuya agua procede del mar y al final volverá al mar. Por eso, siempre está atento a devolver a Dios todo lo que ha recibido de Él y solo pide, ama y desea que su nombre sea glorificado en todo: santificado sea tu nombre”
La humildad del corazón, Fray Cayetano María de Bérgamo
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La soberbia, la desesperanza, la presunción y la pusilanimidad son todas tuertas, feas y malas novias. En cambio, la humildad, como resplandeciente virtud que es, destaca por su belleza y sus dos ojazos como dos soles. Dichoso será quien se despose con ella, porque, como enseña Santo Tomás, es el fundamento de las demás virtudes.Leer más... »
Published on October 10, 2025 00:07