Un misterio agobiante.
Una fragilidad vibrante.
Una belleza velada.
Y una atracción desatada.

Sara es una paradoja hecha carne. Por fuera mantiene una calma casi sagrada, como si nada pudiera perturbarla, pero por dentro late un torbellino de emociones que jamás confiesa. Es introvertida, observadora hasta el extremo, y tan consciente de sí misma que cada gesto parece calculado… aunque en el fondo sólo está tratando de no quebrarse. Vive con el miedo constante de ser vista demasiado de cerca, pero al mismo tiempo despierta en los demás una fascinación incontrolable. No busca enamorar: su sola existencia desarma.

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