The Shards

The Shards, Bret Easton Ellis. London: Swift Press, 2023

Gossyp Boy

Hay varios motivos por los cuales encuentro esta novela sobrevalorada pero, el principal, creo que es que me he aburrido muchísimo con ella: a mí las críticas, pero es que los patrones repetitivos me cansan y creo que no leía algo tan monotemático en su estructura desde 50 sombras de Grey (sí, lo leí, estaba confusa y fue una época complicada).

Pero no es sólo este aspecto el que me ha disgustado del exitazo literario del autor de American Psycho de hace un par de veranos; tampoco me he creído el punto de vista de su narrador que permanentemente me sacaba de la («su») historia. El empeño por asumir una perspectiva «propia de escritor» me parece bien, queda claro que Bret personaje, todavía con la cara cubierta de espinillas y en permanente estado de efervescencia sexual, se cree «especial» por tener un manuscrito entre las manos a medio cocer (el de Less Than Zero, concretamente) y prodiga un conocimiento de aquello que sucede a su alrededor que está sugestionado por lo que él «cree» que sucede, un entramado complejo y lleno de conspiraciones, mentiras, dobles morales y secretos, una narración, vaya.

Pero no me puedo creer que hayan pasado cuarenta años y él recuerde todo tan bien, que no se le escape un detalle, un tema musical, una prenda de ropa… nada. Lo siento pero mi comprensión lectora rechaza contradicciones así. Sé que las hay peores pero es que me he tragado 594 páginas de ésta y es como lo siento.

Podría decirse que The Shards se apoya en el punto de vista «no digno de confianza» tan bien usado en clásicos como Wuthering Heights, el de aquél que narra, como personaje (intradiegético) condicionado por lo que cree que sabe, más que por lo que ha presenciado realmente (heterodiegético) porque lo que cuenta le ha llegado a él por terceros o, directamente, se lo inventa y con ello confunde al lector (extradiegético), un narrador como el que sostiene toda la estructura de Atonement, por ejemplo, pero no, porque llegados al final nos damos de morros contra una tramposa realidad.

Con veinte años leí American Psycho y me pareció una desquiciada maravilla. Ahora ya no sé si la desquiciada era yo a esa edad o si es cosa del autor que tiende siempre a un estilo similar o si, sencillamente, no era tan maravilloso.

El chisme como recurso está muy bien; el morbo que todo lo impregna, también, el tormento de una voz narradora que, en el privilegio de su existencia de «niño bien» tiene insatisfacciones, me encaja, pero hacer de todo eso un ladrillo interminable donde cada capítulo plantea el mismo escenario una y otra vez: sexo descrito a cincel perfeccionista, colocones de cocaína y pastillicas, torturas, animales despedazados… no es para mí.

Tal vez «ya no lo es» pero hubo un día en que sí lo fue. A saber.

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Published on October 23, 2025 22:07
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