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¿Algún o alguna "librarian" con tiempo de actualizarle datos a este libro? Editorial: Blackie Books. Traducción: Miguel Temprano García. Número de páginas: 294

Un librarian benevolente que nos haga el favor de agregar el número de páginas (326) y el ISBN13: 978958539902. De antemano, muchísimas gracias. ¡Alegría!

Empiezo este año terminando estas tragedias. "Coriolano", leído hoy, es una especie de premonición. Sea. Pronto reseña.

¿Un librarian que le ponga la portada? Es la edición de Penguin. Gracias totales. P.D: Qué libro tan bueno.

Estoy disfrutando mucho la lectura. Pura narración, pura historia, qué tezón tiene Enríquez... Añoro el ocio de la adolescencia para poder dedicarme sólo a leer este libro, y a releerlo una vez lo termine.

Me encanta. Qué gran narradora es Enríquez, sin escurrirle el bulto a los temas, sin miedo a morder dónde hay piedra y carne. Me encanta.

Hice una pausa antes de empezar "El corazón verde". Los cuentos de Felisberto son otra cosa. Sus primeras narraciones son buenas, tienen ritmo, consiguen juegos de tiempo de cristo y señor mío, pero sus cuentos, sus cuentos son explosión pura, big-bang en doce páginas. Paré para hacerlo rendir, para no terminarlo demasiado pronto. Le metí a Céline en medio, pausa. Volveré pronto. Espero.

Actualizo sólo para decir que qué gusto volver a leer a Vila-Matas y pedirle el grandísimo favor a algún librarian de actualizar el número de páginas (son 352) y corregir ese título en mayúscula sostenida que me hace doler la dignidad. ¡Alegría!

Me siento a escribir la reseña y descubro, apesadumbrado, que subí mal escrito el nombre del autor. Es "Santiago Espinosa", no "Satiago"... Librarians compasivxs, ¿me ayudan corrigiéndolo? Gracias, y qué pena la torpeza.

Pero qué bueno es Piglia. Aquí, en una novela menor, quizás, en un ejercicio de estilo camuflado como narración de crónica de sucesos policiales. Qué bueno es, fluctúa entre registros con flexibilidad de boxeador. Va de un punto a otro con sencillez y al mismo tiempo consigue convencerte de que hay algo que se te está perdiendo, que te elude. Qué bueno es Piglia, qué bueno.

Empecé este ayer, después de terminar a Schweblin. Busqué el ISBN y me encontré con esta desgracia... ¿Algún librarian de buen corazón que lo combine con las otras ediciones de "Plata quemada" y le actualice la información, que es, básicamente, igual a esta https://www.goodreads.com/book/show/3... excepto por el ISBN? Sea bendito, sea bendita, quien preste ayuda con este desastre...

A medida que llego al final, cuando me acerco a las últimas páginas, empiezo a sentir la orfandad de dejar un libro que estuvo un mes largo conmigo. De dejar un Chéjov que jugó, y exploró, e hizo con el lenguaje el milagro de la risa y la búsqueda. Quiero, para mí, lo esencial oculto entre estas páginas. No la habilidad, no el talento: la capacidad de ser sorpresa y asombro para uno mismo. Eso.

Lentamente, traduciendo con torpeza, me voy acoplando a esta propuesta de belleza herida, del dolor confesado en el cuerpo de quien se doblega para sobrevivir. La dignidad de quien sabe que mantenerse con vida ha valido cada atropello, cada esfuerzo. Bestial Brown, bestial esa esperanza incluso frente a la maldad más refinada, frente a las formas amañadas de crueldad.

Juegos, búsquedas, textos brevísimos y pequeñas novelas. La muerte de Turgeniev, el dolor, la búsqueda constante. La literatura como espacio de libertad. La libertad como búsqueda de su propio significado. Eso está en Chéjov, eso está en estos cuentos tempranos. Qué grandioso sería no perder esa curiosidad primera, ese deseo de probarlo todo, hacerlo todo, escribirlo todo. Esa alegría en la palabra.

Este libro duele mucho. Este libro es muy hermoso. Lo que Brown propone es crudo, más contado con tal cuidado del lenguaje que uno siente la herida con la delectación del místico. Hay un verso de Dickinson ("Transport -by throe") que puede entrar aquí en juego como un lente de lectura. El éxtasis por la agonía, lo sublime por el dolor. Luego, escribe Brown, "A poem is a gesture toward home", y sí, justo eso.

Leer a Chéjov es un curso de escritura. Su arco como escritor, esos primeros ensayos irónicos y el lento descubrir la voz del dolor entre el cinismo primero... Me gusta la amplitud de sus temas, de sus formas, de sus búsquedas. Siento su resentimiento con la claridad de lo que consigue herirnos. Como Kafka, supo narrar desde el lugar que sangra, y eso es lo esencial.

Poco a poco Chéjov empieza a aparecer en Chéjov. Los experimentos formales van dando paso a relatos más estructurados, donde su estructura, por supuesto, es consecuencia de su búsqueda: de entrada sacrifica lo de inicio, nudo y desenlace. De entrada juega a la media res y al corte abrupto. Su tema, también, comienza a aparecer: el cambio social, la clase media, la compasión y la futilidad. Ah, qué bello es todo.

Ya había leído a Chejov, por supuesto, entre otras cosas porque todes hemos leído a Chejov (incluso si nunca hemos leído a Chejov). Su forma de narrar, como la de Dante, como la de Cervantes, como la de Kafka, está en nuestras formas de narrar, forma parte de su centro íntimo, de su sustancia. Sin embargo, me embarga la profunda emoción de leerlo completo. Es mágico conocer a Chejov antes de Chejov, mágico y lúcido.

Tremenda O'Farrell, gigantesca. Qué bien escritas están estas memorias. Cada nueva viñeta, cada nueva mirada sobre su vida y los episodios donde la muerte se hace presente. Me gusta avanzar en la lectura, me gusta la agudeza de sus observaciones. Buen ojo, buena letra, ojalá encuentre, después de éste, más libros suyos. ¡Alegría!

Uffff, qué bueno escribe la O'Farrell. Es una exquisitez leerla. Una prosa esponjosa, pero afilada, como una torta con agujas dentro. Embosca en la candidez con la mirada aguda del cínico. Voy cerca a la mitad del libro y creo que será mi favorito de enero. Ahí les adelanto el dato. Lean a O'Farrell, no tiene pérdida. ¡Evohé!

A este ritmo Libros del Asteroide va a convertirse en una editorial sin mácula. Todo lo que he leído suyo me resulta encantador, este libro de MaggieO'Farrell está tremendamente bueno. Una prosa deliciosa, bien llevada en la construcción de los silencios y las escenas, anecdótica pero capaz de ver la metáfora y el símbolo en la historia personal. Qué buen comienzo de año, qué grato el desempleo (por ahora). ¡Alegría!

Vamos bien, empiezo el 2020 con una lectura que es disparatada, pero muy bien escrita. Cuentos de vampiros, de mafiosos, de viajes en el tiempo. Cuentos, en fin, donde el límite de la ficción es, justamente, la ausencia de límite y la invención marca la pauta. Dos relatos me faltan para concluir. Espero sigan a la altura de los anteriores.

El César es el César, así no esté pasando el Rubicón. Claro que uno prefiere verlo en la mitad de la corriente, pero cuando hace piscinas también se aprecia su cuerpo entrenado. Así, con Enríquez. Que sí, es inocultablemente mejor cuentista que cronista, pero aquí está la claridad de sus mejores relatos, y su obsesión, su obsesión tierra fértil donde es capaz de encontrar el horror y compartirlo.

Para pilotear las ansias mientras llega a Colombia "Nuestra parte de noche", voy a leer por fin estas crónicas de Enríquez. Lo empecé con miedo, porque la última novela, "Esto es el mar", no me gustó del todo, y porque la gigantesca cuentista que Enríquez es podría flaquear en otro género. Sin embargo, encuentro claridad, y buen ojo, y estoy disfrutando. ¡Alegría absoluta!

La lectura de Piglia, de los ensayos de Piglia, consigue ponerme alerta. La gripe que se anunciaba desde ayer en la noche incubó en la tarde de hoy y entre la pesadez y la fiebre he leído sobre Borges y sobre Kafka, sobre los copistas y los órdenes de la ficción y la realidad. Piglia me lleva en su barca y atisbo las orillas con deslumbramiento. Al fondo, en la selva, se ve el humo de los templos en llamas.

He terminado ya el primero de los dos libros que componen esta publicación (el borrador de casas que Berlin dejó inconcluso) y me adentro en la selección de cartas que se recopilan para justificar un nuevo libro. Aunque tenga mis problemas con la explotación de una obra póstuma, Berlin es deliciosa de leer. Creo que consigue una de las más consistentes mezclas de belleza, oficio e intuición literaria que haya visto.

A cincuenta páginas del final toca confesar que Walser va a volverse en un vicio anual. Su prosa titubeante, sus titubeos prosaicos, esa seguridad en que escribir es buscar de qué escribir o cómo o mejor no buscar sino hacerlo porque sí, fluyendo por el camino de la escritura como si eso no fuera una metáfora. Como si en serio, de verdad verdad, fuera posible dejarse llevar, nadando, nadando, nadando.

Avanzó lento porque la prosa de Walser pone trampas, abre desvíos, se encona en la confusión como en sí misma, gesta un caracol dentro de un laberinto, espejea, relampaguea, esquiva. Sale al camino con la historia del bandido, cuál bandido, el narrador es también el personaje, pero no, mentiras que no, no se trata de fundirlos sino de otra cosa, como la del baile, como la de entonces o algo intermedio tal vez...

Pero qué tigres-fosforescentes estoy leyendo. Párrafos largos con saltos y giros y cambios de sujeto. Líneas interrumpiendo ideas que interrumpen a su vez la narración. Equivalencias de personajes donde no queda claro quién es la voz narrativa del fragmento. ¡Veinte páginas y yo hilando un sentido con rescoldos a ver si algo encaja! Dicho todo lo anterior, mi primer Walser me entusiasma un montón... ¡Evohé!