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Con mucha frecuencia, el niño herido crece y se convierte en un hombre que hiere, infligiendo a sus seres más cercanos la misma angustia que se niega a reconocer en sí mismo. Terrence Real

el narcisismo tiene muchos rostros y su mordedura es única para cada víctima. Muchos de los que lean estas descripciones darán fe de su realidad, pero la simple identificación de una experiencia no equivale a la curación.

El pastor puede explicar la vertiginosa variedad de ideas y visiones como “creatividad” o “pasión”, pero un pastor que no ve el impacto de sus vientos huracanados en el personal encontrará rápidamente un equipo cansado y abrumado.

la supuesta autoridad espiritual del pastor se cita o invoca a menudo para defender su derecho a decidir.

«El narcisista no puede identificarse con alguien sin verlo como una extensión de sí mismo, sin obliterar la identidad del otro».

Es terrible cuando alguien así se cree un profeta o un mensajero de Dios o un hombre con la misión de reformar el mundo… Es capaz de destruir la religión y hacer que el nombre de Dios sea odioso para los hombres. Thomas Merton

Merton escribe: «El orgullo nos hace artificiales y la humildad nos hace reales».

Desconocemos o nos sentimos incómodos con nuestro vacío interior, nuestra tristeza o nuestra vergüenza, y somos propensos a desplazarlas hacia la comida o la bebida, el sexo o las drogas, incluso hacia las personas.

El narcisismo sano, tanto personal como organizativo, se manifiesta en la confianza más que en la certeza, en la empatía más que en el congraciamiento, en la claridad más que en la confusión, en la humildad más que en la arrogancia, en la curiosidad más que en la actitud defensiva.

Toda historia redentora de un narcisista es una historia de muerte y resurrección.

Nuestra belleza divina se oculta bajo cortinas de vergüenza. Gregorio de Nisa

El pastor narcisista se vuelve como los reyes corruptos del antiguo Israel; su conciencia real está marcada por el poder y la autoprotección en lugar de la solidaridad con las ovejas heridas.

Los pastores y las iglesias pierden credibilidad cuando, en lugar de abrazar el camino de Jesús, siguen el camino del imperio, renunciando a la vulnerabilidad en favor del poder y aprovechándose de los débiles.

Los sistemas narcisistas existen para sí mismos, aunque sus declaraciones de misión y sus creencias teológicas estén llenas del lenguaje del servicio, el desinterés, la justicia y el cuidado. Los que están dentro del sistema encuentran esta contradicción agotadora. Por eso, muchos de los que se acercan al epicentro del liderazgo pierden su integridad o dimiten.

En demasiadas redes ministeriales post-denominacionales de hoy en día, en las que se han abandonado los procesos de ordenación tradicionales, los líderes jóvenes son arrebatados y desplegados sin una formación adecuada ni una formación del alma simplemente porque han tenido éxito en otros ámbitos.

Los pastores narcisistas son pastores ansiosos e inseguros que no llevan a las ovejas a aguas tranquilas, sino a vientos huracanados.

El poder mantiene a raya la vergüenza y el miedo, al menos durante algún tiempo. La máscara narcisista es una armadura de autoprotección que defiende el frágil yo interior, pero ofende, oprime y aliena al otro.

Mostrad como sois, arrancaos las máscaras. La iglesia nunca fue hecha para ser una mascarada. Charles Spurgeon

Si confiamos en que el Amor desea lo mejor para nosotros, y no nuestra perdición, quizá nos cansemos de las máscaras que llevamos y salgamos de nuestro escondite.

El corazón es propenso al engaño (Jr 17:9), y la psicología contemporánea nos ha prestado el servicio de denominar los engaños de nuestro corazón como patrones patológicos de relación, a menudo nacidos del quebrantamiento y la vergüenza de la vida.

Nuestro gran pecado es que huimos de la belleza de nuestra realidad (dada, dotada y amada por Dios) como portadores de su imagen: seres humanos diseñados para ser suficientes sin todo este equipaje adicional.

El rostro del narcisismo parece funcionar en la cultura occidental y, lamentablemente, es un rostro al que muchos fieles acuden en busca de inspiración y motivación espiritual.

El narcisismo en la esfera pública puede ser dramático y grandioso, un espectáculo digno de contemplar e incluso traumático de experimentar.